Domingo por la noche en Nueva York, la ciudad que nunca duerme se viste de gala para aquellos que han tenido una semana agotadora y necesitan relajarse antes de volver a empezar.
Al menos eso era lo que pretendía James, cuando fue invitado a un tranquilo Club de Jazz, bueno esa fue la fachada porque luego de una hora fue jalado, por su gran amigo Brandon, a una de las discotecas más concurridas.
Brandon Smith, un mujeriego de primera, apuesto de 29 años y una fortuna que no iba a disfruta, debido a que su padre amenazo con desheredarlo, sino estudiaba medicina. Y el muy ingrato, se recibió de arquitecto.
Trabaja para una gran empresa y donde es conocido por sus andanzas y algún que otro problema de polleras.
James, conoció a este divertido, pero importante dolor de cabeza, cuando fue convocado por la firma Davis, buscaba apartamento y un aviso muy llamativo lo llevo alquilar un bonito lugar con un compañero bastante particular.
Dos años de convivencia fueron suficiente para que se eligieran como hermanos, y luego James decidió que era hora independizarse o de seguro recibiría otra paliza de algún novio molesto que lo confundía con su amigo.
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-Cambia esa cara James y bebe- deslizo por la mesa un pequeño vaso de tequila que rápidamente fue alcanzado por el moreno.
-Dijiste que hoy estaría tranquilo, siempre me mientes y caigo, mañana debo trabajar- suspiro y dio un profundo trago.
Brandon lo ignoro, estaba muy pendiente de las mujeres que bailaban a pocos metros.
-Te estoy hablando- exigió atención, jalando de la camisa a su amigo, hacia caritas a las mujeres que pasaban por su lado.
-James pareces una novia toxica y aunque eres un bombonazo no me atraes, te faltan- sus manos fueron a sus pectorales, y con un gesto sugestivo dio a entender cuál era su punto débil.
- Eres un idiota- dijo riendo – iré al baño trata\, de comportarte y asegúrate que la mujer que persigas sea soltera\, - lo señalo\, Brandon solo asintió.
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En el otro extremo un grupo de cuatro mujeres se movían en medio de la pista como unas sirenas de cuervas prominentes.
Beca lucía un pantalón de cuero negro que relataba su enorme pompa y un bodi con un profundo escote, estaba lista para la acción.
Kelay por su parte, no dio muchas vueltas eligió un diminuto vestido verde esmeralda con sandalias plateadas que se enredaban en sus pantorrillas hasta llegar a las rodillas.
-Beca, ya quiero irme- exclamo Kelay siendo jalada para que diera una vuelta sobre los tacones. -
El reggaetón, las luces incandescentes, la gente apretujada era una combinación que no estaba entre sus favoritos de la abogada.
En especial ese día, ya que de muy temprano su mundo se vio afectado por la gran fiesta familiar de los Martínez, donde comió hasta casi desfallecer y por si fuera poco fue rodeaba de niños ruidosos.
Pensó que al llegar el atardecer podría escapar de su mejor amiga, pero no, en menos de lo que canta un gallo estaba en medio de una multitud bailando
-¡¡Vamos, no seas aburrida estamos festejando el cumple de la tía Rosa!!- grito Beca moviendo sus caderas como loca.
-La tía Rosa no está aquí- exclamo Kelay para que la oyeran
-Pero si pudiera hacer que sus rodillas la acompañen te aseguro que estaría sobre aquella tarima- indico Lisa, la prima menor de Beca.
-Anda mueve las caderas flaquitas, vamos que ese vestidito merece que lo luzcan- esta vez fue Norma que tomo la mano de Kelay para llevarla al centro de pista a bailar.
Kelay se dejó arrastras sin perder de vista a las tres Martínez que se desarmaban moviendo de aquí pà- ya su cuerpito y no tuvo de otra que resignarse.
Hamilton por su parte decidió recorrer el lugar al ver a Brando muy acaramelado con una deslumbrante rubia, pero se detuvo al divisar una cara conocida.
-Kelay
Los tragos fueron pasando de mano en mano, la gente se apretujaba más y las chicas aprovechaban los galanes que se turnaban por bailar, a excepción de la rubia que se sentó en una de las mesas para ver como sus amigas desde lejos lo descarada que podían ser las primitas.
Observo la hora en su reloj pulsera y suspiró, pero una copa de Martini se ubicó junto al brazo que descansaba sobre la mesa
-Hola hermosa, ¿bailamos? - un hombre de unos 37 años, ojos negro y barba candado sonrió seductor.
-Gracias, pero no estoy interesada- respondió directa y sin filtro al sentir el aliento cargado de licor.
-Vamos, no seas arrogante, vamos a pasarla bien- deslizo la mano para tocar el antebrazo con suavidad.
-Esfúmate- respondió sintiéndose incomoda.
-Veras que te va a gustar- el hombre no espero una respuesta e impuso su metro noventa delante de la abogada.
Kelay intentó alejarlo de una manera amable, pero este tomo por la cintura con el fin de arrastrarla.
El roce sobre su cuerpo, activó todas las alarmas, la expresión de su rostro fue más dura y antes de que pudiera acertar un de los golpe, una mano se interpuso.
-No oíste, dijo No-
Ella giro para llevarse la sorpresa, que su defensor era ni más, ni menos que su tierno asistente. El rostro furioso de James, la dejo asombrada, nunca lo había visto de esa manera, y sí que se veía jodidamente sexi.
Fueron segundos, pero no evito que los ojos grises pasearan por el pantalón negro entallado, y una simple camisa, abierta, que permitía apreciar una camiseta negra ajustada.
-¡¡Lárgate, idiota, la vi primero!!- gruño dando un fuerte empujón que alejo a James.
-Hamilton- exclamó la Kelay al verlo chocar con una de las mesas del sector.
-Vamos linda, ese imbécil no tiene suficiente para…
El golpe directo en quijada, hizo que los dientes cortaran la lengua, seguido de un rodillazo escandaloso en la ingle que lo retorció de dolor.
-Al parecer tu tampoco, imbécil- susurro cerca del oído mientras vertía las copas de Martini sobre su cabeza.
-¡¡Vamos!!- gritó James jalando a la rubia del brazo cuando un par de hombres fueron en defensa de su amigo
-Que, que, Hamilton- grito mientras era arrastrada entre la multitud.
El viento frio golpeó de lleno el rostro de ambos, pero eso no detuvo al moreno que tiro de su mano para que siguieran corriendo.
-Corre, carajo, corre, nos siguen – dijo nervioso al notar como eran perseguidos por tres hombres y uno de ellos estaba más que furioso. - giraron en la esquina buscando donde ocultarse
-Tengo tacones, maldición- refunfuño la rubia, y observo a los lados buscando donde ocultarse- Sígueme - arrastro a James debajo de un toldo poco iluminado.
De un tirón saco la camisa que cubría una camiseta negra y la arrojo a un costado, tomo las mejillas de Hamilton que seguía viendo a los lados desesperado y sin más lo beso.
Los ojos verdes se abrieron como platos, cuando su boca fue saqueada de una manera celestial y poco a poco se entregó llevando sus manos a la pequeña cintura.
Kelay trastrabillo cayendo sobre la sucia pared, y el cuerpo imponente de James la cubrió por completo.
El beso se extendió unos minutos mientras ella veía por el rabillo del ojo, como sus atacantes se dirigirán al lado contario.
-Bien, se fueron- dijo alejando al pobre asistente que aún tenía la boquita en trompa y los ojos cerrados.
-Hamilton- dijo bajito dando un golpecito en las mejillas para despabilarlo- no me digas que estas borracho- rio al ver como este trataba de recomponerse.
-Un poco- busco disimular, lo cierto es que el beso fue embriagador y lo dejo más que estimulado..
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ABRAZOS
Gaby
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Comments
Roxana 🇦🇷
Me esta gustando y mucho
2024-08-07
2
LectoraPR
Jajajajaja, que importa mujer el que no esté, lo que vale es la intención!
2024-05-18
1
Celia Diaz
muy interesante historia, felicidades autora.
gracias.
2024-03-24
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