Cuando vio el portón de la mansión abrirse, y el carruaje del duque Fran entrar por el mismo, con su paso lento y digno, la jefa Mirta se encaminó a la entrada para recibirlo.
Colocándose de pie junto a la puerta, la mujer no tuvo que esperar mucho, ya que al poco tiempo la puerta se abrió, y como era costumbre, la jefa saludo al joven.
– Buenas noches joven duque.
– Buenas noches.
Le respondió el muchacho con más formalidad que de costumbre, porque junto a él, venía un invitado.
Junto al duque, un hombre de una barba salpicada en canas, y de unos 40 años le acompañaba, al entrar, el hombre reverencio a la anciana mujer, y volvió a disculparse con Fran.
– Insisto que su invitación es excesiva, no tenía que permitirme pasar la noche en su hogar.
– Ha tenido un viaje largo…
Explicó Fran mientras se dirigía a su compañero.
– Debe estar cansado, y fue una suerte extraña que me haya topado con usted de camino. Lo menos que podría hacer es ofrecerle posada, ya mañana podremos hablar de negocios.
Con el hombre acariciando su barba en gesto de asentimiento, está vez el joven duque miró a su nana, y con formalidad declaró.
– Por favor, preparen una habitación para el caballero, y sus acompañantes
Asintiendo, la jefa miró a un pequeño grupo de sirvientas que se habían acercado al principio para decirle que había una nueva emergencia, pero al ver que el duque tenía un invitado, cambiaron a una actitud más formal. Conforme porque pese a todo, esas mujeres seguían anteponiendo su trabajo sobre todo lo demás, y su lealtad estaba en el lugar correcto, les repitió la orden del duque, y sin mostrar oposición, obedecieron al momento, y acompañaron al invitado del duque a su habitación.
Quedando únicamente Fran y su nana en el gran salón, la actitud del joven se relajó, y ya podía referirse a su nana con aquel apodo que había usado desde niño, y que tan mal visto era que siguiera usándolo de adulto.
– Ahhhh, hoy fue un día pesado nana.
Declaró el joven junto a un largo suspiro.
– Me imagino. Estuvo fuera todo el día.
Respondió la mujer mientras tomaba su sacó.
Sin ofrecele servirle de cenar, la jefa Mirta observó cómo el joven contemplaba el gran reloj de pie del salón, y parecía preocuparse por la hora.
– He de apurarme. La señorita Hammer me invitó a su habitación a cenar, ¿Lo sabía?
– Hay pocas cosas que ocurran en esta casa que escapen a mis ojos, y las intenciones de una niña no son una de ellas.
Empezando a subir por las escaleras con la jefa Mirta detrás, el duque siguió hablando.
– Estuve parte del día bastante conmocionado por la invitación de la señorita, sin embargo, recordé que ella nunca ha estado en Lumiere, y no debe conocer el segundo significado que hay en su invitación.
– No debería ser necesario darle muchas vueltas para llegar a esa conclusión, lamentablemente, creo que las sirvientas no tienen eso en cuenta y tienen una idea diferente.
Deteniéndose, Fran vio un pequeño grupo de sirvientas que pasaba a lado suyo, y estás le dedicaban sonrisas pícaras, mientras parecían darle ánimos.
Tragando saliva, aunque él mismo había tenía esa idea por un momento, el muchacho se puso rojo, y sacudió la cabeza para librarse de extraños pensamientos.
– Haga que las sirvientas vean su error, y que no había nada indecente en la invitación de la señorita Hammer, lo último que deseó son rumores extraños circulando por el ducado, o peor aún, que estos salgan del mismo.
– Así lo haré, sin embargo ya sabe cómo son los rumores, antes de darse cuenta, les han salido cuernos y cola.
– Por eso quiero eliminar este de raíz, y evitar que crezca.
Caminando detrás del duque, la jefa Mirta no pudo evitar notar lo animado que este parecía, y lo mucho que debía haber esperado este momento. Enfrentando un dilema moral, la mujer no estaba segura si delatar a Nereida con el estúpidamente obvio plan que había hecho junto a Neza.
Algo iba a salir mal esa noche, los planes estúpidos, siempre terminan en desastre, eso era lo que su intuición y experiencia le decía. Sin embargo, una parte de ella quería creer en la chica. Si bien, la jefa Mirta estaba segura en un 99.999% de las intenciones y los movimientos de ambas jovencitas. Lo cierto, es que nunca vio a la señorita Neza dentro de la olla, no tenía una confirmación de que efectivamente, Nereida había salido aquella mañana solo a correr, ni tampoco que las sirvientas solo estaban de su lado únicamente por el malentendido de la invitación de cama que la chica había hecho.
Aún existía un 0.001% de probabilidad que la tal Neza finalmente haya ido a hacer su trabajo como debería, y que Nereida solo sea una glotona capaz de comerse 30 kilos de habichuelas al vapor en el espacio del almuerzo y la cena. Y viendo la felicidad efímera que había en el rostro del joven duque, su nana no tenía la voluntad de romper sus ilusiones, y decirle que era posible que aquella invitación que lo tenía tan feliz, era un intento para hacerle firmar el trato de las patatas.
Eso por eso, que pese a que una parte de ella sabía que se iba a arrepentir, la mujer confío en ese 0.001 %, y que Nereida no tiraría la confianza y el respeto que se le había dado, por ayudar a una desconocida que muy probablemente le estaba mintiendo sobre su identidad.
...****************...
En la habitación de Nereida, mientras la misma se hallaba sentada en un banco junto un gran espejo, una docena de sirvientas se movían a su alrededor haciendo y deshaciendo su maquillaje, a la vez que suspiraban de pura decepción de las aburridas ropas que conformaban el clóset de la chica.
Intentando hablar para declarar que todo era innecesario, que la cena con el duque no tenía pintas tan formales, siempre era ignorada, y se le decía que no iban a permitir que un evento de esa índole, sea sobre todas las cosas "aburrido".
Y mientras el grupo estaba completamente concentrado en Nereida, la puerta del armario se abrió tenuemente, y un par de ojos verdes se pusieron a espiar su alrededor.
Sin saber la hora, y mucho menos cuando tiempo llevaba encerrada, Neza necesitaba salir, era menester que fuera al baño, y mientras más tiempo pasaba, mayor era la tensión que tenía.
Observando que Nereida todavía era maquillada y preparada, al mismo tiempo que todavía no veía la mesa servida, supuso que debían ser alrededor de las 6 de la tarde, y aún faltaba una larga hora para la llegada del duque. Incapaz de aguantar tanto tiempo, de puntillas y en perfecto silencio salió del armario, y aprovechando el ruido que hacían las sirvientas y lo concentradas que estaban, abrió la puerta de la habitación, y salió hacía el pasillo.
En sus intentos anteriores de colarse a la mansión, había aprendido un poquito de las disposición de la misma, así que a hurtadillas para no ser vista por nadie, se encaminó por un pasillo, y al dar vuelta en un corredor, del contrarío, dos sirvientas llegaron arrastrando un carrito.
Abriendo la puerta de la recamara, al ver cómo Nereida todavía no estaba lista, con tono de urgencia una declararon.
– ¿No han terminado? Y el duque ya llegó y no tardará en subir.
Ante la alarma de urgencia, las sirvientas dejaron los juegos, y empezaron a vestir a Nereida en tiempo récord, por su lado, sacando charolas y platos, la mesa fue servida para dos, y una veintena de velas fueron encendidas para llenar la habitación de una luz tenue.
Con la habitación y Nereida listas, el grupo asintió conforme, y viendo que el duque no tardaría en llegar, se despidieron de Nereida, y mientras unas le deseaban suerte, una de ellas le dio un palmadita en la espalda, y le hizo la solicitud de "que pueda caminar mañana".
Sin entender las palabras finales de las sirvientas, Nereida ladeó la cabeza, habían tardado horas en arreglarla, y no sabía que si la pobre Neza necesitaba algo en aquel oscuro armario. Encaminándose al mismo, estaba por abrir la puerta, cuando se escucharon dos tenues golpes en la entrada.
– Señorita Hammer, ya he llegado.
Se escuchó decir con la voz de Fran al otro lado de la puerta, y Nereida fue casi corriendo hacía la mesa para recibir al duque.
– Adelante por favor.
Declaró mientras se sentaba, y miraba de reojo la puerta del armario, y la comida delante suya.
Cuando Fran entró, lo primero que vio fue el ambiente "romántico" que las sirvientas en su confusión habían preparado, y que la chica había dejado ocurrir debido a su desconocimiento de las costumbres en Lumiere.
Sin embargo, al ver a Nereida, Fran tuvo que detenerse un momento.
Con un largo vestido negro de una pieza, la joven estaba despampanante. Su cabello corto que siempre estaba revuelto, había sido peinado para hacer un fleco sobre su frente, y combinando con sus ojos, un chal azul cielo reposaba sobre sus hombros y se enrollaba sobre su pecho.
– ¿Me veo rara?
Preguntó la chica con cierta timidez al ver la mirada fija que le dedicaba Fran.
– Les dije que no era algo formal, sin embargo…
– Yo creo que se ve bien. Esta hermosa está noche señorita Hammer.
Interrumpió Fran mientras se acercaba, y se sentaba en la mesa.
Desviando la mirada por el cumplido, Nereida sintió como su corazón empezó a latir más rápido, y una sensación cálida hacía cosquillas en su cara. Era extraño, pero era la primera vez que sentía recibir un cumplido genuino. En el marquesado de su familia, cuando se arreglaba para ir a los bailes y reuniones a los que su madre le obligaba a asistir, si encontraba con uno de los guardias con los que entrenaba todos los días, estos le decían que ese aspecto no le quedaba, y ella, siguiendo la broma, admitía que también odiaba usar vestidos y ropas bonitas, sin embargo, muy muy en el fondo, la chica siempre quiso que alguien le dijera que se veía hermosa.
Con Fran sentado delante suya, Nereida se olvidó del plan, la idea original era que en ese momento le diera permiso a Neza de salir, y así los 3 cenarian mientras la chica le relataba las maravillas de las patatas y lo importante que era que el contrato se firme ya.
Sin embargo, con una sensación extraña como de aleteos dentro de su estómago, y en ese ambiente de tenue luz de las velas, Nereida no podía pensar en otra cosa, y ya ni siquiera sabía qué decir.
Igualmente cohibido, pero siendo mejor para controlarlo, Fran miro la comida delante suya, y levantando una bandeja, sin nada más interesante que decir, este término por declarar.
– ¿Empezamos?
Asintiendo, debido a que mientras comía no podía hablar, Nereida empezó a atacar la comida sin prestar demasiada atención en el sabor.
Aunque llevaban más de 10 días compartiendo los alimentos, esa fue la primera vez que Nereida y Fran sintieron que comían juntos. Durante la cena hablaron de mucho como de nada en realidad, Fran le contaba historias del ducado y lo hermosa que era la vista de la nieve cayendo, y Nereida por su parte, le contó las muchas desventuras que había vivido junto a su padre en sus campamento de caza.
Sin saber cómo asimilar la historia, de cómo el general habia vencido a mano limpia a un oso negro adulto, Fran se dio cuenta que desde hace ya un rato que la comida había abandonado los platos, y solo disfrutando de la compañía de Nereida, el muchacho se sentía bastante cómodo, sin embargo, de la nada vio como la chica se levantó de golpe, y puso una expresión de pánico en la cara.
– ¡¡Señor duque!!
Declaró la chica sujetando con fuerza la mesa.
– ¿Le ocurre algo señorita?
– No, digo si, digo no… digo, ¡¡necesito hablarle de un tema importante!!
Confundido, Fran vio como Nereida se ponía de pie e iba hacia su armario.
– Por favor no se enoje, le pido por favor que no se enoje. Pero se me borró de la cabeza…
Se empezó a disculpar la chica, a lo que la confusión de Fran solo aumentaba.
– ¿Porque habría de enojarme señori…?
– ¡No hablaba con usted!
Interrumpió Nereida de manera tajante, a lo que Fran sintió como si le hubieran dado un puñetazo.
Abriendo el armario, primero la chica quedó de pie expectante, pero como nada ocurría, entró en el mismo, y al poco tiempo, Fran observó como botas y prendas de ropa salían volando en todas direcciones.
Levantándose de la silla, y evitando las pesadas botas que salían volando, Fran se acercó y escuchó como la chica susurraba.
– ¿Dónde está? Le dije que no se fuera, ¿Le habrá ocurrido algo?
Con un mal presentimiento, en ese momento un maletín de cuero cayó a los pies de Fran, y por el golpe se terminó abriendo haciendo que muchos papeles salieran al piso.
Recogiendo el maletín, el muchacho leyó su contenido por encima, y al ver que era el contrato del proyecto de agricultura, un sabor amargo subió por su estómago, y llenó su boca.
– Señorita Hammer.
Declaró el joven imponiendo tal seriedad a su tono, que Nereida se detuvo de lo que estaba haciendo, y dio media vuelta para verlo a la cara.
– Todo esto que hizo, toda esta cena ¿lo hizo con el único objetivo que yo firme este contrato?
Con la cabeza revuelta por la desaparición de Neza, Nereida miro a Fran, y había en su mirada que le hacía imposible mirarlo, y sin saber cómo responder, balbuceo lo que sea.
– No, no era eso... debíamos... ella tenía que...
Asentando el maletín en la mesa, Fran dio media vuelta y se disculpó.
– Me retiro señorita. Gracias por la invitación.
Cuando Fran salía por la puerta, Nereida se levantó del piso y corrió a intentar detenerlo, sin embargo, cuando llegó al pasillo, el duque ya no estaba.
Volviendo al interior de su habitación, Nereida miro al maletín en la mesa, y bajó la cabeza mientras negaba con frustración.
Quedándose de pié, la mente de la chica era un desastre, no era solo porque su plan se había arruinado, eso era lo de menos, había algo en la forma en que Fran la miro que le dolía, y de solo recordar sus ojos sentía estrujar su corazón.
Sin saber cuánto tiempo pasó solo de pie intentando poner orden en sus pensamientos, de la nada, escucho un largo gritó femenino, y la voz se le asemejaba a la de Neza.
Previendo que la chica se había metido en problemas, y sabiendo que aún era su responsabilidad el haberle metido en la mansión, Nereida salió corriendo en dirección a dónde había escuchado el gritó.
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Comments
Betty Boo
Me encanta esta historia!!!
2023-04-07
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