En una pequeña caseta de madera, el joven duque se hallaba sentado frente a un hombre de aspecto tosco y de unos 40 años de edad, en el medio de la mesa, había una jaula donde un canario yacía muerto en el suelo de la misma.
Con un largo suspiro, el muchacho miró con lástima al ave, y después a la ventana que daba en dirección a la mina.
– así que llegaron a un sitio donde el aire es venenoso. Ya decía yo que la semana iba muy bien.
– es lunes.
Puntualizó el viejo capataz.
– yo me entiendo.
Replicó el joven mientras se reclinaba en la silla.
Mirando por casi un minuto en dirección al techo, Fran organizó sus prioridades y declaró.
– pues hay poco más que hacer, ¿No? Cierren esa parte del túnel, e intenten por una ruta diferente a menor profundidad. Prioriza evitar los accidentes y la seguridad de tus muchachos, tampoco es como si tuviéramos una demanda altísima y haya que cubrir una cuota.
Con una expresión sería en su rostro, el capataz metió una mano en un bolsillo, y sacó una bolsita de tela, que colocó en la mesa y se la acercó al duque.
– ¿Qué es esto?
Preguntó el joven señalando la bolsa.
– ábralo y compruébelo usted mismo.
Abriendo la bolsa, dentro de la misma vio una pequeña esfera color ámbar, y al colocarla a contraluz, una libélula yacía fosilizada.
– ¿Esto estaba en la mina?
Preguntó el duque mientras examinaba al pequeño insecto.
– así es, creemos haber encontrado una veta.
– no me digas que…
– en efecto, justo en la parte donde todos empezaron a toser y el canario murió.
– típico…
Declaró el joven mientras se llevaba las manos a la cabeza.
– ¿Qué hacemos mi señor?
Preguntó el viejo capataz.
– ya te lo dije, busca una nueva ruta a menor profundidad, quizás encuentren la veta de nuevo en un sitio más seguro, sería una estupidez intentar minar si el sitio es tóxico, no soy un experto, pero el ámbar no tiene una mejor demanda que nuestro carbón, y los mineros tampoco crecen en los árboles.
Jugueteando con el cristal de ámbar, una idea pasó por su cabeza.
– ¿puedo quedarmelo?
Preguntó el muchacho, a lo que el capataz se limitó a asentir y mover las manos.
–adelante, es suyo.
Volviendo a guardar el cristal en la bolsita, la metió en un bolsillo de su chaleco, y despidiéndose del capataz, salió de la caseta para volver a su carruaje, debía reunirse con los señores locales.
Viajando devuelta a la mansión, sacando la piedra de ámbar de su bolsillo, con más detenimiento se puso a examinar la libélula que había dentro del cristal.
El escudo de armas de la casa Hammer era un dragón, y las libélulas son insectos dragón, ¿Ayudará para que Nereida extrañé menos su hogar? Se preguntaba el joven mientras pensaba que nada había funcionado hasta el momento.
Con un largo suspiro, volvió a guardar la piedra ámbar, y se dijo que al menos debía convertirlo en una pieza de joyería.
En una gran mesa de diseño elegante, 6 personas se habían reunido con el joven duque Fran a la cabeza. En Lumiere, el ducado más pequeño del reino, habían 5 ciudades principales, cada una gobernada por una antigua familia noble, y frente al duque, estaban las actuales cabezas de cada familia. Todos los hombres, como mínimo le doblaban la edad, y a veces les costaba tomar del todo en serio al muchacho, sin embargo, habían aprendido a respetarlo, al menos cuando estaban en su presencia.
Tras cerca de tres horas de largas pláticas de impuestos, y peticiones, la reunión de aquel mes parecía haber terminado. Nada iba especialmente bien, como tampoco iba especialmente mal, y la reunión, al igual que todas, era casi una calca de la anterior, donde siempre se tocaban los mismos puntos. Hace falta más de esto, necesitamos más de aquello, tenemos un excedente de carbón, hay que aumentar la producción de sal.
Nada nuevo se había dicho, y no presentaron un problema que del que no se haya hablado con anterioridad. Es por eso, que levantada la reunión, cuando los 5 señores locales procedían a retirarse a sus respectivos territorios, Fran detuvo a uno de ellos.
– Conde Nord, ¿me permite un momento?
Preguntó el muchacho al hombre que tenía delante, a lo que esté haciendo una reverencia y una sonrisa, acepto.
– por supuesto mi señor ¿qué desea de mí?
Con una larga y canosa cabellera rubia, unos 50 años bastante bien llevados, y una elegante túnica rojo con negro, los colores de su casa. El Conde de Nord, era el actual señor de Barieca, una de las ciudades más ricas en el empobrecido Lumiere. Cosa bastante extraña, ya que su territorio no poseía su propia mina, ni tenía algo que se le pudiera llamar una especialidad local.
– creo recordar que un antiguo maestro joyero se había mudado a la ciudad de Barieca, ¿o me equivoco?
Asintiendo, el conde puntualizó.
– si, el Maestre Maurice, un viejo conocido mío, y consumado joyero con casi 30 años de experiencia. ¿Desea algo de él?
– en efecto.
Respondió Fran mientras llevaba su mano a su bolsillo, y le entregaba la bolsita de tela con la piedra ámbar.
Abriendo la bolsa, el conde miró el pedrusco amorfo, y sacando un pequeño lente de uno de sus bolsillos, se lo colocó y empezó a examinarlo con detenimiento.
– deseo saber si es posible pulirlo y convertirlo en collar o un broche
Explicó el joven mientras el hombre realizaba su examen.
– ¿dónde obtuvo esta piedra?
Preguntó el conde con interés.
– en lo profundo de la mina Kairo, parece que dieron con una veta.
– ohh, una veta…
Declaró el conde mirando a la libélula a contraluz.
– ¿Cuándo dará el aviso? ¿Soy el primero en saberlo? Es un honor que…
– no explotaremos la veta, al menos no por ahora. El túnel que da a ella es peligroso, hay una acumulación de gas tóxico, y posiblemente hasta inflamable. Intentaremos volver a dar con ella desde una parte en menor profundidad, pero nos tomará años, en el mejor de los casos.
Sin mostrar una reacción aparentemente, el conde escuchaba la explicación del muchacho con quizás demasiado interés.
– una lástima, pero volviendo al tema principal. Si es para usted, ¿No lo prefiere como base de un bastón? De ser así, mi casa puede cubrir todos los gastos. Será un regalo para nuestro duque.
— será un regalo para mi… prometida…
Corrigió Fran, algo incómodo por llamar a Nereida "su prometida".
Curvado levemente los labios, él conde se dispuso a limpiar se lente, para luego volver a guardarlo en el bolsillo.
– oh, sí, la señorita Hammer… Si me permite la indiscreción, me gustaría preguntarle si de verdad tiene intenciones de esposarla.
Volviendo a sentarse en la mesa, Fran cerró los ojos un momento, y se dijo que no tenía a nadie con quién hablar de ese tema.
El joven duque confiaba en el conde, al menos en parte. Bien sabía Fran que el Conde Nord era un hombre increíblemente ambicioso, pero demostraba cierto apreció por su tierra natal, y nunca lo había visto hacer algo que perjudique al ducado de Lumiere. Es verdad que corrían rumores de que la prosperidad de Barieca se debía a negocios turbios, sin embargo, mil y un veces el propio conde había abierto las puertas de su casa los inspectores, ya sea enviados por el propio Fran, o los demás señores locales, y en todas la veces, nunca se habían encontrado nada más grave a una minúscula evasión fiscal, o un muy leve desvío de fondos de las arcas públicas. Dicho de otra manera, el Conde no robaba una sola moneda más, de lo que robaban el resto de los demás señores en sus respectivas ciudades.
Sin tener a nadie con quién hablar, y siendo el conde un hombre casado, Fran decidió liberar un poco de sus inseguridades.
– si le soy honesto. No tengo idea. Estoy seguro que esa chica me odia, o al menos no quiere saber nada de mí.
Sin alterar su expresión siempre sería, el conde miró al muchacho.
– ¿así que pretende darle regalos hasta que le tenga algún afecto? Ese no es el mejor plan de acción mi señor.
– no sé qué más hacer. Como mínimo deseo que esté cómoda.
– si me permite otra indiscreción. Siempre puede devolverla a su casa. No es su responsabilidad, y a usted le falta un año para cumplir los 25, la corona no le puede imponer una esposa hasta haber alcanzado esa edad siendo célibe.
Inclinándose en la silla, Fran cubrió su rostro con sus manos.
– no puedo…
Respondió el joven con voz afligida.
– ¿tiene miedo a las represalias de la corona?
Suspirando, Fran recordó el contenido de la carta que le había enviado el Rey, donde imponía una condición cuyo único propósito era complacer a la Reina.
– ella no sabe, y me dijeron que no se lo dijera. Pero si la subo a un carruaje y la envío devuelva a su casa, apenas las ruedas hayan cruzado la frontera de Lumiere, cualquier guardia o milicia local tiene orden de matarla. El ducado es su prisión, y como toda prisionera, cualquier intento de escape le va costar la vida.
Después de un pequeño silencio reflexivo, el conde declaró.
– nuestra Reina es una mujer rencorosa. Había escuchado rumores así en el pasado, pero ahora veo que son verdad. Bueno, esa chica atacó a su único y preciado hijo. Lo increíble es que no haya sido ejecutada en el acto. Pero volviendo al tema, ¿Es necesario que se case con ella? Alguien ajena a Lumiere como su prometida es algo en que todos los señores locales coincidimos como una blasfemia a nuestras tradiciones. La esposa del duque siempre ha sido alguien de una de las 5 familias. Y yo mismo, le ofrecí la mano de una de mis hijas hace apenas dos años.
Sin quitar las manos de su rostro, y con cierto enojó en su tono, Fran respondió.
– cuando me hizo la propuesta, nunca específico cuál de de sus hijas, y en esa época la mayor estaba comprometida, y las que le seguían tenían 12 y 9 años respectivamente.
– detalles sin importancia mi señor, pero cómo sabrá, el matrimonio de mi hija Sara no llegó a buen puerto, una pena, siendo que la chica es una dama tan bella como inteligente.
Dando un largo suspiro, Fran se sentía terriblemente agotado, ya era tarde para llegar a almorzar con Nereida, y aunque estaba convencido que la joven disfrutaba más comiendo en soledad, cuando menos deseaba ser fiel a su palabra de acompañarla a almorzar todos los días.
– le entregaré el ámbar al maestre Maurice, el hombre es un genio cuando se trata de joyas, y si es para usted, no hará nada inferior a una obra maestra. Le diré que es para una dama, para su prometida en todo caso, ya a quien se lo regale, será decisión suya.
Declaró el conde al mirar la expresión abatida del muchacho. Y al notar las ojeras bajo sus ojos, y su aspecto más pálido que de costumbre. El Conde continuó hablando.
– sin embargo, si me permite una tercera indiscreción, debo decirle que no tiene el mejor aspecto mi señor.
– no he dormido mucho.
Respondió Fran todavía reclinado en la silla.
Con un rostro completamente inexpresivo, imposible de leer para cualquiera, el conde Nord le hizo una recomendación para todos inocente.
– Hace poco en Barieca, una dama venida del oriente abrió su consulta. La mujer pasó su vida aprendiendo la medicina tradicional de los pueblos nómadas, y sus remedios superan con creces a nuestra medicina. Si tiene problemas para conciliar el sueño, hágale un visita, o si es para nuestro duque, puedo pedirle que lo visite a usted.
Con su vista fija al techo, Fran suponía que Nereida debía llevar alrededor de una hora de haber terminado de almorzar, por lo que era una estupidez intentar darse prisa. Pensando que todavía debía recibir al barón Weints, para hablar de un proyecto conjunto de agricultura en el ducado de Lumiere, sabía que eso lo mantendría ocupado el resto de la tarde.
Sentándose derecho, se dijo que podía enviar una solicitud a la señorita Nereida para cambiar el almuerzo por la cena, en su primera reunión con el barón, sólo harían las presentaciones iniciales y discutirán temas generales, no será necesario una reunión demasiado extenuante que le impida llegar a su nuevo compromiso.
– me lo pensaré señor Conde.
Declaró el muchacho poniéndose de pie.
– muy bien mi señor, entregaré el ámbar como me lo ordenó, si le digo que es para usted, la joya debería estar lista en una semana más tardar.
Después de darse la mano, el Conde salió de la habitación, y al poco de haberse cerrado la puerta, un par de criadas entraron, cargando una bandeja.
En silencio, colocaron una humeante taza delante de Fran, para acto seguido empezar a acomodar las sillas, y los papeles de la reunión que acababa de terminar.
Sumido en sus pensamientos, el estómago del muchacho profirió una queja, Fran se había saltado el desayuno, y ahora también el almuerzo. Sabiendo que todavía tenía trabajo que hacer, empezó a hacer preguntas.
– ¿ya ha llegado el experto que llame de la capital?
Preguntó el muchacho mientras levantaba la taza.
– llegó hace un par de horas, se le informó que estaba en una reunión importante, y que no podía atenderlo, ha estado esperando pacientemente en el gran salón.
Pensando que sería una falta de respeto dejar al experto esperando más tiempo, se dijo que podía esperar hasta la cena.
– díganle que lo recibiré de inmediato, además…
A media frase, se llevó la taza a los labios y apenas el líquido tocó su lengua, el muchacho casi lo escupe por mero acto reflejo. Tan centrado estaba en sus pensamientos, que Fran no llegó a notar que no le habían servido café, sino, té de manzanilla.
Mirando a las criadas, estás con expresión tranquila le respondieron.
– la jefa Mirta dio la indicación que cambiemos su café por té.
Con un largo suspiro, Fran se limitó a bajar su tasa.
– pueden ponerle más azúcar por favor.
– enseguida señor.
Sorbiendo sin mucho gusto su té, Fran se dijo que debía continuar con sus pendientes.
– quiero que envíen un mensaje a la señorita Hammer, repitan mi disculpa por no haber llegado a almorzar, y pregúntele si desea acompañarme en la cena.
Asintiendo, las sirvientas que ya estaban terminando de arreglar los documentos.
– muy bien mi señor, le entregaré la respuesta apenas tenerla, y se le informará a su invitada que ya puede pasar.
Bebiendo su té, el muchacho esperaba que la reunión saliera bien, el barón Weints había estado promocionando un nuevo tipo de cultivo que tenía la capacidad de crecer en lugares fríos, y en tierras poco fértiles. Y en Lumiere, una tierra olvidada donde tenían que importar dos terceras partes de sus alimentos, algo que pueda crecer en estas tierras era algo demasiado bueno como para ser verdad, es por eso que el muchacho temía que fuera una estafa.
Con la cabeza tan llena de mil y un problemas, el joven tardó varios minutos en procesar el hecho que la sirvienta había dicho "invitada" para referirse al experto en agricultura que le esperaba.
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Updated 50 Episodes
Comments
Ana Maria Campanello
parece interesante
2023-09-14
2
One Chan
😸😱😂
2023-07-31
0