Yo tuve un sueño, fue un sueño largo y extraño debido a que se sentía tan real e incluso algo fantástico. Quizás el resultado de mi sueño fue producto de mi subconsciente, el cual deseaba que Aidán pudiera encontrar la paz dentro de su alma.
Dentro de mi sueño estaban los padres de Aidán sentados en un sillón de color blanco e incluso la habitación, así como la vestimenta que usaban era de un color blanco deslumbrante.
Ellos parecían ángeles.
Sin embargo, lo que me sorprendió fue que enfrente de ellos se encontraba un Aidán con lágrimas copiosas que ya habían empapado las vendas que mantenía en sus ojos.
No pude evitar sentirme confundida al ver esta escena, aunque esté era mi sueño, sentí que yo solo era una espectadora sin voz ni potestad.
— No llores mi niño — mencionó aquella bella mujer con una mirada llena de angustia antes de limpiar las lágrimas de Aidán con suavidad.
Aidán ante sus palabras sollozó más.
Este chico era un bebé gigante al que le gustaba llorar.
— Lo siento — se disculpó mientras se arrodillaba en el suelo — Realmente lo siento, yo…
Él interrumpió por completo sus palabras cuando escuchó la voz llena de regaño de su padre.
— Ya basta, solo sabes llorar y disculparte — gruñó, pero debido a la mirada llena de enojo de aquella mujer tuvo que mostrar indulgencia y cambiar un poco sus palabras — No llores, no hay nada que lamentar.
Tras decir aquellas palabras, ayudó a que Aidán se pusiera de pie.
De un momento a otro, lo único que se podía escuchar eran los sollozos entrecortados de Aidán, el cual después de escuchar las palabras de su padre trataba de manera desesperada de no hacer el más mínimo ruido.
— No estés triste hijo mío, de ahora en adelante todo estará bien — mencionó su madre mientras lo abrazaba.
Aidán dejó de sollozar mientras le preguntaba.
— Dices eso porque estoy muerto, después de todo cuando uno muere lo demás deja de ser irrelevante.
Cuando ese esposo mío terminó de decir aquello, frunció los labios como si se sintiera arrepentido por algo.
Bueno…
Yo también tenía esa duda.
¿Estábamos muertos?, pero recuerdo que el accidente no fue tan fatal, al final saltamos hacia la acera.
Tuve que dejar atrás mis pensamientos debido a la risita que lanzó su madre al ver su aspecto.
La sonrisa de la mamá de Aidán sonaba como el sonido que hacían las campanas.
Realmente celestial.
Aidán ante esto mostró una expresión confundida como si no estuviera seguro de lo que había hecho que su madre riera.
Bueno.
Yo también estaba confundida.
— Has sufrido demasiado, mi niño, has cargado con pecados que no te pertenecen, has agobiado tu espíritu con culpas que no te corresponden, que te has olvidado de la promesa que hicimos en ese entonces, nada de lo que pasó en aquel entonces fue tu culpa — susurró aquella mujer con una mirada llena de tristeza.
Aidán tartamudeó un par de veces antes de responder con una voz que sonaba casi rota.
— Las cosas hubieran sido diferente si le hubiese creído la amenaza que aquella mujer me hizo cuando rechace sus sentimientos, ella dijo que si no la podía amar no podría amar a nadie más, ella mencionó que me iba a arrepentir de no haber aceptado sus sentimientos, al final tuvo razón, he estado lleno de un arrepentimiento sin fin durante mucho tiempo.
Aidán negó con la cabeza antes de continuar hablando.
— Si me hubieran dicho que las consecuencias de no aceptar la confesión de esa mujer era perderlos, la habría aceptado sin rechistar porque la vida se siente como un martirio sin ustedes, yo…
Antes de que Aidán pudiera seguir hablando, su madre colocó un dedo sobre sus labios mientras mantenía en su rostro una expresión llena de indulgencia.
— Aunque la hayas aceptado, eso no significa que nosotros íbamos a estar vivos, quizás la línea de nuestra vida terminaba así, mi pequeño, no deberías condenarte por un acto que no estaba en tus manos, además no hiciste nada malo, no jugaste con los sentimientos de esa mujer, simplemente la rechazaste porque nadie dicta que porque le gustes a alguien esa persona también te tiene que gustar, además la manera en la que se acercó a ti, por medios tan absurdos como droga y secuestro, ella estaba completamente loca.
Tras decir aquello, la madre de Aidán retiró su mano de los labios de Aidán y sonrió mientras tomaba la mano del padre de Aidán.
— No necesitas culparte todo el tiempo, tampoco vivir en el pasado, ni ser un gran llorón, recuerda, Aidán que él hubiera no existe, además de que debes empezar por perdonarte a ti mismo y dejar el pasado atrás, no necesitas sentirte triste por nosotros. Porque nosotros somos felices, siempre lo hemos sido, ya sea en el pasado o en el futuro — le dijo su padre antes de abrazarlo como si no quisiera soltarlo.
Aidán sollozó mientras le devolvía el abrazo, luego a tientas buscó a su madre antes de atrapar a los tres en un fuerte abrazo que se sentía eterno.
— Estoy listo — comentó luego de unos segundos — Estoy listo para ir con ustedes — añadió.
— ¿A dónde vas a ir? — cuestionó su madre.
Ante su pregunta, Aidán bajo la cabeza, el aura que lo rodeaba estaba llena de arrepentimiento.
— Al cielo, a convertirme en una estrella para siempre — respondió con una sonrisa algo renuente — Aunque extrañaré a mi hermano y a todos, yo… no… yo en realidad aún no quiero partir, al menos no sin verla por última vez.
Negué con la cabeza al escuchar sus palabras porque sabía muy bien a quien se refería con ese ella.
Mi chico tonto, he estado aquí todo esté tiempo, junto a ti, viendo cómo las piezas dispersas de tu corazón herido son reparadas como si estás solo hubieran sido una ilusión. Mirando como repones tu corazón bajo la cálida guía de tus padres. Contemplando lo dulce y noble que eres, Observando cada aspecto de ti.
— Aidán, no estás muerto, vivirás por mucho tiempo y tendrás hijos y tus hijos tendrán hijos y morirás de vejez al lado de la persona que amas, hasta que esto no se cumpla, no nos volveremos a encontrar, nosotros…
Aquella mujer cerró los ojos como si lo que iba a decir le fuera algo difícil.
El padre de Aidán al ver su estado suspiro.
— Nosotros solamente deseábamos verte una vez más, mi dulce niño — susurró aquella mujer mientras depositaba un beso en la frente de Aidán — Solamente queríamos mostrarte lo feliz que éramos, después de todo, la muerte no es el fin…
Aquella mujer dejó aquellas palabras colgando como si hubiera dicho demasiado.
— Sé feliz, tú y tu malvado hermano mayor lo merecen — comentó su padre con la voz un poco ronca, en su rostro tenía una expresión llorosa — Nosotros velaremos por ustedes siempre.
Luego de decir aquello, ellos me miraron directamente haciendo que me sorprendiera debido a que no esperaba que ellos me vieran debido a que parecía que desde que había caído en este sueño me había convertido en alguna especie de espíritu.
— Gracias — susurró aquella mujer con una sonrisa — Ya es hora de que despiertes — musito dándole otro beso a Aidán.
El padre de Aidán suspiro por un momento antes de tomar la mano de su esposa.
— No pases llorando siempre como la llorona — musito antes de añadir — Cuida tu salud y sé feliz siempre.
Tras decir aquellas palabras, ellos empezaron a desaparecer poco a poco, la luz que los iluminaba se iba extinguiendo de igual manera, al final la habitación se sintió desolada debido a sus partidas.
Aidán lanzó un suspiro antes de limpiarse las lágrimas que caían de sus ojos antes de sonreír de una manera fascinante.
Como si todas las cargas que había mantenido en sus hombros hubieran desaparecido por completo.
Realmente sentí que si esto era un sueño no deseaba despertar debido a que las emociones que me embargaba al ver la sonrisa de Aidán mientras intentaba parar de llorar eran tan extremas que me encogieron el corazón.
Era como si este fuera el momento en el que Aidán dejaba atrás todo aquello que lo amargaba, empezaba a perdonarse y olvidar el pasado.
Cuando abrí los ojos estaba en una habitación blanca que me hizo sentir un déjà vu, el sueño que había tenido aún perduraba en mi memoria como un recuerdo dulce que era imposible de olvidar, que quizás no se desvanecerá durante mucho, mucho tiempo.
Rápidamente, miré hacia todos lados tratando de encontrar a Aidán, pero él no se encontraba a mi lado.
No podía verlo por ninguna parte.
Yo quería verlo y comprobar si todo lo que había visto en el sueño había sido un producto de mi subconsciente o si había sucedido en la realidad.
De repente la puerta se abrió haciendo que mirará rápidamente con la intención de saber si la persona que había llegado era Aidán, sin embargo, no pude evitar sentirme decepcionada al ver que era Edén.
— No sé cuántas veces debería agradecerte, quizás no me bastaría esta vida, pero, gracias, Frida — comentó Edén haciendo que lo miré confundida — Gracias por salvar a mi hermano.
Sonreí ante sus palabras mientras le restaba importancia al asunto.
— Si no lo hacía, yo también hubiera sido atropellada — le dije — Por cierto, al final que pasó con la persona que iba conduciendo.
Edén suspiró antes de explicarme lo que había pasado realmente.
— Está preso por conducir en estado etílico, parece que había tomado demasiado como para poder manejar.
¡Oh!
Cerré los ojos para no parecer tan ansiosa por preguntarle lo que había deseado saber desde hace mucho tiempo.
— ¿Cómo está Aidán?
Edén negó con la cabeza mientras contestaba.
— Él ha estado dormido durante mucho tiempo, puede que despierte más tarde, la conmoción que sintió en ese momento le debió haber hecho recordar lo que pasó el día del accidente de nuestros padres.
Ante sus palabras guardé silencio mientras pensaba en lo que había escuchado.
— ¿Qué pasó con esa mujer? ¿Por qué se obsesionó de esa manera de Aidán? — cuestioné.
Edén me miró por un momento como si quisiese buscar en mí algo.
— Esa mujer — guardó silencio por un momento — Ella era la hija de una de las familias más prestigiosas de la ciudad, crecimos en el mismo círculo social, por lo que su personalidad obstinada y caprichosa no era un secreto para nadie. Si ella quería algo lo debía obtener, ya sea por las buenas o por las malas, ella era el tipo de persona a la que no le importaban los medios con tal de conseguir lo que quería.
Tras decir aquello miró hacia el techo como si estuviera tratando de recordar aquellos eventos pasados.
— Aidán en ese entonces era un chico noble y justiciero. Si veía a alguien en problemas debía salvarlo, tenía alguna especie de complejo de héroe, había demasiadas personas que lo admiraban. Cierto día se encontró con un grupo de maleantes que querían abusar de una joven, debido a su naturaleza optó por ayudarla. Aquella mujer luego de aquel incidente lo persiguió de una manera aterradora bajo la excusa de que solo estaba agradeciéndole.
Edén negó con la cabeza.
— Después de recibir varias negativas de Aidán, conspiró contra él mediante drogas y falsos secuestros, e incluso cuando todos sus actos malvados fueron revelados, ella no se dio por vencida, más bien obtuvo el valor para confesar sus sentimientos, los cuales fueron rechazados de forma cortes. Desde ese entonces desapareció de nuestro radar hasta el día del accidente, en dónde ella murió junto a nuestros padres.
¡Cielos!
Todo lo que escuchaba era tan enfermo que me hizo sentir escalofríos, al descubrir todo lo que le había tocado vivir a Aidán me sentí triste.
Deseaba verlo y darle un abrazo.
Quizás mis deseos fueron escuchados debido a que sé un momento a otro la puerta se abrió junto con un agitado Adám.
— El Pequeño jefe despertó y me pidió que le diga al Gran jefe que lo quiere ver.
Nota de autora:
Hola, disculpen la tardanza, ayer iba a actualizar pero se fue la luz por mi zona, anteayer no pude por haber ido a un velorio, en fin ya volví, a lo largo del día estaré subiendo los otros capítulos :) disfruten de la lectura.
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Comments
Erica Godoy Silva
es exactamente eso, la muerte no es el fin, pero como vivimos en este plan dicta para dónde va nuestra alma
2023-05-15
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