Capítulo 14: Yo quería que él me llamará Frida

En medio del estupor, sentí que alguien me estaba llamando, parecía que había dormido demasiado porque mis párpados se sentían pesados y me era difícil abrir los ojos.

Me encontraba confundida, había tantas cosas en mi mente que no podía caer en cuenta de mi situación. Cuando por fin pude abrir los ojos contemplé que me encontraba en una habitación blanca, parecía ser el cuarto de un hospital.

Rápidamente, imágenes de lo que había pasado pasaron por mi mente haciendo que recuerde todo; el oso, la selva, el río, las frutas y aquella serpiente.

¡Cielos! ¡Aidan!

Cuando quise levantarme de la camilla me di cuenta de algo que había ignorado todo esté tiempo. Había alguien que sostenía mi mano como si nunca quisiera dejarla ir.

Era Aidan.

Aquel joven de ojos vendados se encontraba sosteniendo mi mano como si fuera su tesoro más preciado. Él se encontraba dormido, tenía varias heridas en su rostro haciendo que se viera lamentable. Sin querer, mi corazón se sintió cálido como si hubiese sido bañado por el sol.

Cuando estaba a punto de decir algo, la puerta se abrió.

Por un momento pensé que era un médico, sin embargo, al notar el aura helada de esta persona supe que era Edén, el hermano mayor de Aidan.

— Ya estás despierta — comentó con sorpresa — Eso es bueno, he estado intentando que Aidan se aleje de tu lado, pero ha sido una batalla imposible.

Cerré los ojos ante sus palabras mientras me imaginaba a mi esposito haciendo un berrinche.

Esa era una imagen muy divertida.

— ¿Cuánto tiempo he permanecido dormida? — cuestioné con la voz ronca.

Edén al ver mi estado me sirvió un vaso de agua que recibí gustosa. Solamente cuando bebí la mitad de aquel vaso pude sentirme bien.

— Casi tres días, la serpiente que te mordió era venenosa, si no te hubiéramos encontrado a tiempo, ahora mismo estuviéramos celebrando tu funeral — explicó dejándome anonadada.

Suspiré ante sus palabras tan exageradas.

— No estaba tan mal — mencioné.

— Bueno, si a eso le llamas sangrar por tus siete orificios, sí, no estabas tan mal.

Edén respondió de manera sarcástica mi comentario haciendo que guardé silencio.

— Lamento haberlos preocupado — murmuré apenada mientras le daba un apretón a la mano de Aidan.

Edén suspiró mientras miraba a su hermano menor, luego sus ojos me miraron de una manera indescriptible, era como si quisiera ver dentro de mi alma, como si deseara conocer todos mis secretos.

— Aidan se comportó de una manera que nunca imaginé volver a ver, cuando los encontramos, él se encontraba llorando para que despiertes de una manera casi loca, él…

Edén detuvo por completo sus palabras haciendo que me sienta intrigada.

Había demasiadas cosas que deseaba saber, había tanto que me gustaría entender sobre Aidan.

La curiosidad me estaba matando.

Aidan era un misterio, cada parte de él lo era. Ya sea su pasado o su presente, todo en él era una contradicción.

— ¿Cómo fue el accidente? — cuestioné luego de que ninguno de los dos dijera nada — ¿Cómo fue el accidente que dejó ciego a Aidan?

Tras mi pregunta, aquel hombre que era similar a un témpano de hielo mostró una mirada llena de una tristeza que era demasiado sofocante.

Casi me arrepentí de preguntar aquello, pero realmente deseaba saber qué había ocurrido en ese accidente que hizo que un chico tan brillante como Aidan se vea reducido a alguien que parecía ver la vida como un castigo, que se consideraba un monstruo condenado a la oscuridad.

¿Qué fue lo que le hirió de esta manera?

Yo tenía mis sospechas, pero no podía simplemente creer lo que suponía debido a que había descubierto que la vida no solo era a blanco y negro.

El blanco podía ser negro y el negro blanco, todo podía cambiar ya sea Lara bien o para mal, nada era perenne.

— Trágico — soltó luego de algún tiempo, su voz se escuchaba ronca — El único sobreviviente fue Aidan — añadió.

Esperé a que continuará, pero no dijo nada más, era como si solamente decir aquellas palabras hubiera abierto una herida que aún se encontraba sangrando, que él solo poner en palabras lo que había sucedido en aquel accidente lo hacía más real de lo que ya era.

Parecía que aquel hombre enfrente de mí no deseaba recordar, era como si quisiera dejar atrás ese capítulo de su vida y comenzar uno nuevo.

— Aidan me gusta — confesé — Aún no estoy segura si estos sentimientos son de amor, pero él me gusta mucho.

Edén sonrió de lado ante mis palabras, como si esto que le estaba diciendo no era una gran revelación para él.

— Adám me comentó que ustedes se estaban entendiendo muy bien y que Aidan sonríe mucho más cuando está contigo.

¡Ese guardaespaldas de pacotilla!

— Yo…

Antes de que pudiera seguir hablando, aquel hombre me interrumpió.

— Lo único que me interesa es que mi hermano sea feliz — dijo — Además, eres su esposa legal.

Pero…

Ese no es el problema. Acaso se había olvidado que para Aidan me había convertido en Leila, que él me conocía como aquella mujer, que ya sea que haya buenos sentimientos entre él y yo, al final todo era una mentira que con el tiempo se revelaría. Así que no importaba si él estaba de acuerdo con mi romance o no, no importaba, mientras todo esté embrollo quede al descubierto.

Aunque esto era lo que quería decirle, no pude hacerlo debido a que Aidan había abierto los ojos.

— ¡Estás despierta! — comentó con lágrimas rodando sobre sus mejillas.

Las vendas que envolvían sus ojos pronto se vieron empapadas. Pronto se las ingenio hasta llegar a mi lado y darme un abrazo.

— Sí, lo estoy — le dije con una sonrisa.

Edén al ver nuestro intercambio salió de la habitación haciendo que Aidan y yo quedemos en nuestro pequeño mundo de dos personas.

— Lamento haberte preocupado, no lo haré la próxima vez — mencioné estrechando su cuerpo entre mis brazos.

En sus brazos me sentía segura como si no hubiera nada que me pudiera lastimar.

— Incluso crees que dejaré que esto pase una próxima vez — dijo en voz baja haciendo que quisiera reír — No habrá una próxima vez, no dejaré que pase, no creo poder soportar otro susto, así, tenía tanto miedo de perderte, enfermera, yo no quiero perderte, te has convertido en mi punto de luz.

Ante sus palabras le di unas ligeras palmadas en la espalda a modo de consuelo.

— No me perderás — mencioné en un suspiro — Estaré contigo para siempre.

Aidan se separó de mis brazos antes de colocar sus manos sobre mis mejillas como si quisiera ver mi rostro, sin embargo, debido a su ceguera, no podía hacerlo.

— Es una promesa — comentó — Aunque siempre es demasiado tiempo, estoy dispuesto a soportarlo si es contigo.

Luego de decir aquello depositó un suave beso sobre mis labios, tan suave que casi me derrito entre sus brazos, en aquel beso había un cariño que hizo que mi corazón se acelere.

— Te quiero — le dije mientras cerraba los ojos.

Yo no deseaba ver su rostro estupefacto por mis palabras, temía que esta burbuja en la que estaba viviendo pudiera explotar.

— Enfermera, yo también te quiero, cuando creí que iba a perderte y me imaginé un mundo sin ti, fue demasiado doloroso que quise morir porque un mundo sin ti no tenía sentido para mí. Por ti hubiese sido capaz de romper aquella promesa que me condena a permanecer en este mundo, pero que hace mucho tiempo dejó de tener sentido para mí, por qué desde hace mucho tiempo te has convertido en mi razón de existir.

Tras decir aquello me volvió a besar haciendo que me sienta mareada, a pesar de toda la miel que había recibido de sus palabras, no pude evitar sentirme preocupada por él.

Debido a que cuando habló de aquella promesa que había hecho en el pasado, su voz adquirió una nota de desesperación palpable, como si lo único que lo hubiese mantenido vivo en el pasado hubiera sido esa promesa, como si vivir no fuera importante para él, como si odiara vivir. Lo que me hizo darme cuenta de que Aidan estaba roto.

Quizás mucho más de lo que esperaba, tal vez tan roto que se necesitaría mucho más que sentimientos para reparar su corazón.

Luego de aquella escena apareció el doctor junto con una manada de enfermeras con la intención de revisar mi estado. Aidan no se fue hasta que estuvo seguro de que todo estaba bien conmigo.

Y así pasaron varios días en los que pase bajó observación, en dónde Aidan me venía a visitar con nuevas anécdotas cada día, aunque si era sincera, cada cosa que salía de sus labios era demasiado irrazonable como para creerle.

“Sabes, Adám compró una motocicleta y se puso a recorrer la mansión e incluso chocó con una mucama, ¿cómo puede ser tan atroz?, creo que desde que no estás en casa se ha estado tomando atribuciones que no le corresponden, le diré a mi hermano que le baje el salario”.

“Adám hizo de las suyas otra vez, esta vez adoptó a un cachorro de león, ¿lo puedes creer?, ¿acaso eso no es ilegal?, te lo dije desde que no estás, se comporta tan mal, incluso me roba los camarones de una manera tan descarada, le diré a mi hermano que le quite sus vacaciones”

Y así eran las anécdotas que Aidan me contaba cuando me visitaba, en todas el protagonista era Adám.

— Por suerte hoy te dan de alta — comentó mientras tomaba mi mano — La casa es un desastre sin ti.

La forma en la que habló hizo que algo se tensara dentro de mí.

— Lo sé — contesté.

Cuando regresé a casa sentí como si un peso se hubiera retirado de mis hombros, no sabía desde cuándo había empezado, pero con el pasar del tiempo este lugar se había convertido en un hogar para mí.

La casa se mantenía igual, nada había cambiado realmente, quizás lo único destacable era aquel cachorro de león que se encontraba jugando con Adám como si fuera un gato.

Espera…

¿Todas las anécdotas que me había contado Aidan eran reales? ¿De dónde este tipo había sacado ese león?

¡Cielos!

Este mundo realmente estaba loco.

— Pequeña jefa, le presentó a Ciel, un pequeño al que rescate — luego se dirigió hacia el cachorro que era de unos 60 centímetros — Ciel, esta es la pequeña jefa, sé bueno con ella.

Aquel cachorro me miró con ojos llorosos antes de acostarse debajo de mis pies haciendo que me diera ternura.

— Te lo dije, Adám se está comportando de manera salvaje.

Aidan gruñó mientras arrugaba los labios, parecía alguien que había sido intimidado. Solté una carcajada mientras le daba un beso en la mejilla.

Sin querer un peso se colocó en mi corazón, yo deseaba decirle la verdad, decirle que no era Leila, realmente quería hacerle para que entre él y yo no haya más secretos ni mentiras, deseaba que los cimientos de esta relación se basen en la confianza, realmente deseaba revelar toda la verdad que apesadumbra mi alma.

— Aidan, yo…

Justo cuando iba a hablar apareció una mucama que hizo que mis palabras quedarán atrapadas en mi garganta.

— ¡Bienvenida, pequeña jefa! — comentó mientras me instaba a entrar, no sin antes darle una mirada feroz a Adám y a su león.

Cerré los ojos mientras la seguía, pensé para mí misma que esto era lo mejor, después de todo, aún debía preparar mi corazón para soportar lo que sea que venga, después de todo lo que le iba a decir era algo delicado que no podía ser tomado a la ligera.

Las cosas debían tomarse con calma, no había razón para apresurarse, después de todo, recién estaba aprendiendo a caminar de la mano con él, así que no podía correr.

Aidan era demasiado importante para mí, no quería herirlo debido a mis estúpidas emociones, no debía precipitarme.

Es solo que no podía evitar sentirme reacia debido a que anhelaba que él dijera mi nombre, que no me llamará “Leila”, que no me dijera “Enfermera” o incluso “Pequeña mentirosa”.

Yo quería que él me llamará Frida.

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Comments

Hiradia Cohen

Hiradia Cohen

Que irá a pasar cuando Aidan se enteré que ella no Leyla le perdonará la mentira

2025-03-06

0

Lili

Lili

Imposible NO DISFRUTARLA... LA TRAMA ES ORIGINAL Y ESTA BIEN ESCRITA.. Un encanto...

2025-01-13

1

H. Parra

H. Parra

por favor que se entiendan de una vez, que sean honestos , sin más misterios

2024-09-12

0

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