Capítulo 8: ¡Desvergonzada!

Cuando Edén se fue, me quedé un rato más en la mesa del comedor, mientras trataba de calmar mi corazón, después de todo, aquel hombre era alguien demasiado intimidante, desde su porte, hasta el aura opresiva que lo acompañaba.

Al pensar en su petición, me sentí nerviosa, aunque Aidan y yo nos estábamos empezando a llevar bien, sin embargo, aún no tenía la confianza para preguntarle acerca de su vida, a pesar de que la curiosidad me estaba matando. Pero, como Edén quería que lo haga, lo único que debía hacer era apretar los dientes y morder la bala.

¡Cielos!

Este par de hermanos tenían serios problemas, uno quería ayudarlo, mientras que el otro no deseaba que lo ayudaran. Sin embargo, al final y al cabo, ambos confiaban en el otro y se amaban a su modo.

Después de que me tranquilice, me dirigí hacia la habitación de Aidan, en dónde él se encontraba sentado como un niño bueno esperando mi regreso.

— Tardaste demasiado — comentó con los labios fruncidos — Esta vez no seré fácil contigo, así que como castigo tendrás que cantar el himno nacional.

Negué con la cabeza sin saber si reír o llorar ante su tan aclamado castigo.

Aidan era una persona demasiado divertida, tenía unas ideas terribles, además de un pésimo sentido de la moda. Pero, esto era lo que me gustaba de él.

La forma en la que hablaba, sus pequeños gestos y su pasión enterrada en sus huesos.

Ciertamente, este esposo mío que había abandonado su papel era alguien demasiado apasionado.

— Estaba equivocada — mencioné mientras me acercaba a él y empezaba a buscar algo de música en mi celular para aligerar mis emociones — No quiero cantar el himno.

Aidan resopló ante mi respuesta como si estuviera cometiendo una blasfemia.

— ¿En dónde está tu patriotismo? Eres siquiera consciente de tus palabras, si esto fuera en el pasado, ahora mismo estuviera recogiendo tu cabeza debido a tus palabras y tratando de salvar la mía en el proceso.

¡Guao!

Este tipo era tan dramático.

— No me tardé demasiado — dije mientras buscaba el dichoso himno — Solo fueron unos pocos minutos.

Mi querido “esposito” al escuchar mis palabras lanzó un bufido.

— Casi me hago viejo esperándote — señaló.

Bueno…

No tenía nada que decir ante sus palabras, así que solo opté por cederle la victoria en esta batalla y empezar a cantar el himno nacional.

Al tararear la letra de aquella canción por un momento me sentí valiente, como si pudiera comerme el mundo entero de un solo bocado, como si pudiera luchar y ganar. Por un momento pensé que mi alma iba a ser purificada de los deseos mundanos.

— Siente el furor en tu sangre, pequeña mentirosa, esto si es música, no esas canciones de pop que tanto disfrutas.

Tras escuchar aquellas palabras no supe qué decir.

Aidan tenía los peores gustos musicales, si por él fuera, lo único que cantaría sería el himno nacional de cada país.

— Mis canciones no son malas, son divertidas y están a la moda — refuté mientras hacía un puchero — No es mi culpa que tu oído sea demasiado fino.

Aidan soltó un bufido mientras se acurrucaba en la cama, cómo me sentía algo cansada me recosté a su lado haciendo que él se ponga tenso.

— ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás tan cerca? — cuestionó con nerviosismo mientras se alejaba de mi lado.

— Bueno, decidí que por hoy iba a cantarte canciones al oído — respondí con una sonrisa mientras buscaba una canción dulce.

Aidan al escuchar mi respuesta se puso rojo haciendo que me pregunté qué tonterías pasaba por su cabeza.

— ¡Desvergonzada! — soltó mientras se alejaba — No te acerques tanto a mí.

Bueno…

No tuve que pensar demasiado, él después de todo era un gran pervertido que podía tergiversar cualquiera de mis palabras y darles un significado no adecuado para el oído de los niños, cuando ni siquiera lo había pensado.

¡Tonto!

Lo ignoré y me puse a tararear en voz baja durante algún tiempo, solo me detuve cuando escuché el suave ronquido que salía de los labios de Aidan.

Él se había quedado dormido.

Contemplé su rostro por algún tiempo, admirando su rostro pacífico muy diferente a cuando está despierto, no supe en qué momento levanté mi mano, solo caí en cuenta cuando toque con suavidad las cicatrices que adornaban su mejilla derecha, había dos cicatrices largas y gruesas de color rojizo muy diferente al lado izquierdo de su rostro que se encontraba ileso.

Sin embargo, nada podía opacar su belleza, ciertamente este esposo mío había sido todo un adonis.

Pero…

¿Qué fue lo que le pasó? ¿Por qué se oponía con tanto empeño a la cirugía?

Estas preguntas martillaban mi mente sin cesar.

Después de todo, en este tiempo que lo he estado conociendo, en el que me había dedicado por completo a él, me fue imposible no tomarle cariño, por lo tanto, deseaba que se mejore de todo corazón, quería ver su verdadero ser, además, también deseaba que él me conociera a mí.

No a la persona que le habían dicho que era, pero este solo era mi deseo egoísta.

Toqué con un dedo el contorno de su rostro por algún tiempo mientras pensaba en cómo hablarle de la cirugía.

No podía ser demasiado abrupta, tampoco podía ser demasiado obvia con mis intenciones, al final y al cabo este era un tema delicado que no podía ser abordado con facilidad.

— ¿Enfermera? — cuestionó Aidan haciendo que dejará atrás mis preocupaciones.

Él ya se había despertado.

— ¿Por qué siempre me llamas enfermera? — le pregunté intrigada.

Después de todo, desde que nos habíamos conocido, ese era el título con el que me había llamado hasta ahora.

Aida meditó por algunos segundos su respuesta haciendo que por un momento pensará que no iba a hablar.

— Porque eso eres para mí, aunque a veces te tomas atribuciones que no te corresponden y eres más insistente que cualquier otra persona que he conocido e incluso media tonta…

Lo interrumpí antes de que siguiera hablando.

— No digas más, lo entendí, en serio.

Aidan se rio entre dientes debido a mi tono malhumorado.

Yo no le encontraba el chiste, sin embargo, como era una buena persona, no refute sus falsas acusaciones.

— Bueno, solo estaba diciendo la verdad — señaló haciendo que mis manos tiemblen por darle una paliza — Así que no te debe doler.

¡No!

Él prácticamente estaba rogando que lo golpeara, así que no me contuve más y me eché encima de él antes de atacar con el arma secreta que siempre me había salvado de muchos apuros. Debido a que Aidan estaba desconcertado con los acontecimientos, no hizo nada para defenderme, dándome la ventaja para hacerle cosquillas.

De un momento a otro, la habitación se llenó con el sonido de nuestras carcajadas, sin embargo, debido a algunos giros de los acontecimientos, terminamos cayendo de la cama hacia el suelo.

Yo terminé recibiendo el mayor daño debido a que Aidan cayó encima de mí.

— ¡Ouch! ¡Tú! — proclamé debido al dolor.

Aunque espere que Aidan dijera algo o hiciera el amago de moverse, no pasó nada de eso, él se mantuvo en aquella posición mientras abría la boca como alguna especie de pez globo antes de llevar sus manos hacia mi rostro y empezar a delinear mis rasgos con suma delicadeza.

Sus manos recorrieron mi rostro de una manera encantadora que por un momento hizo latir mi corazón mientras olvidaba en qué tipo de situación me encontraba.

Aidan parecía estar en trance al igual que yo, cada segundo que pasaba era mágico, al menos así lo sentí, yo quería, bueno, no sabía que quería debido a que mi mente estaba en blanco haciendo que lo único que pudiera mirar sea su rostro que en este momento se veía hermoso.

Ni siquiera aquellas cicatrices e incluso las gasas que me impedían ver el color de sus ojos podían opacar la belleza de este momento, ni siquiera el dolor sordo que sentía en mi trasero.

Cuando el dedo de Aidan llegó a mis labios, no supe qué me poseyó para morderlo.

— ¡Tú!…

Aidan no pudo decir nada más debido a la no grata presencia de cierto guardaespaldas que solo sabía flojear.

Adám.

— Sigan en los suyo, yo iré a ver si el sol sale de noche — comentó aquel joven antes de cerrar la puerta a la misma velocidad con la que la abrió.

Y así la burbuja rosa que nos había envuelto a Aidan y a mí se vio destrozada.

Mi “esposito” se levantó rápidamente de mi lado, su rostro se veía rojo, quizás me encontraba de la misma manera.

— Tú, sigues siendo igual de desvergonzada — comentó mientras se arreglaba la ropa.

Bueno…

Esta vez realmente me había comportado de una manera no apta, pero él tenía la culpa. Él había empezado, además debido a su culpa mi mente pura se estaba corrompiendo, que ahora cada palabra e incluso acción tenía un sentido diferente para mí.

— Iré a tomar un vaso de agua — le informé — No quieres que te traiga uno.

Aidan se quedó en silencio ante mis palabras, cuando creí que no iba a decir nada y estaba a punto de salir de la habitación, él habló.

— Realmente me gustaría ver la expresión de tu rostro en este momento — mencionó en un suspiro — Yo quiero saber si tú también estás tan afect…

Aidan negó con la cabeza interrumpiendo sus palabras.

— Puedes hacerlo — le dije — Si solo aceptarás hacerte la operación, podrías mirar mi apariencia, el rubor de mi rostro y mis ojos llenos de anhelo — murmuré mientras me acercaba a él y tomaba una de sus manos.

Había agotado todo el valor que me quedaba al decir aquellas palabras, después de todo, le estaba abriendo mi corazón, dejando que conociera aquellos sentimientos que no debía tener debido a la naturaleza de este matrimonio.

Después de todo, yo no había planeado enamorarme, solo cumplir la parte del trato. Sin embargo, en este momento le estaba dando la oportunidad a Aidan de regar estos sentimientos o cortarlos de raíz de una vez por todas.

Aunque lo mejor era que los cortará de raíz, al final Aidan creía que yo era otra persona, él ni siquiera sabía mi nombre, así que desde el principio estos sentimientos estaban condenados al fracaso, quizás en el futuro cuando descubra la verdad, él me podía odiar.

— No lo entiendes — susurró — Este es mi castigo, esto es lo que merezco y aunque has aparecido en mi vida como un ángel, no puedo aceptar tu luz porque soy un maldito monstruo y pertenezco a la oscuridad.

Me sentí un poco triste por sus palabras llenas de autodesprecio.

— ¿Por qué dices eso? — le pregunté.

— Por qué esa es la verdad, mis manos están manchadas de sangre, yo no…

Aidan negó con la cabeza como si el recuerdo fuera sofocante.

Él decía que yo era un ángel, sin embargo, él lo era, Aidan decía que este era su castigo, pero no lo era y sabía muy lo que debía hacer para demostrárselo.

Y aunque esta decisión que estaba tomando me iba a costar en el futuro, en este momento no me importaba porque el único deseo que tenía era reparar los trozos dispersos de su alma y demostrarle que él no era un monstruo que nunca lo fue.

Tal vez, al final terminaría con un corazón roto, pero, no me importaba, quizás nada volvería a ser igual, pero, por primera vez, deseaba ser egoísta y acaparar estás emociones que habían nacido en la oscuridad y llevarlas hasta la luz para que brillen.

Me dejó de importar el futuro, solo me importaba este momento, así que con delicadeza acerqué mi rostro hacia aquel joven de corazón herido y sellé con un beso nuestro destino.

No fue un beso apasionado, ni siquiera un beso largo, solo fue un ligero roce de nuestros labios en el que le traté de transmitir mis intenciones.

— No eres un monstruo — empecé a hablar — Te haré ver qué en el mundo hay algo más que oscuridad, que no necesitas encerrarte en tú autodesprecio, yo deseo que veas lo maravilloso que eres.

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Comments

Lili

Lili

Hermoso capitulo... Los diálogos son bárbaros...

2025-01-13

1

Adriana Navas

Adriana Navas

que le pasó a él

2023-11-21

3

Bethzy Jara

Bethzy Jara

Estas últimas líneas me sensibilizaron, el esta lleno de culpas,
Quizás se culpa por la muerte de sus papas etc,
Seguiré leyendo
Gracias por este capítulo

2023-07-31

5

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