Corrí de la mano de Aidan durante algún tiempo, con cada paso que daba mi ansiedad se incrementaba, debido a la situación en la que me encontraba ni siquiera pensé en admirar la extensa vegetación verde que se extendía enfrente de mis ojos.
No había tiempo para eso.
Solamente pare de correr cuando creí que aquel oso ya no nos estaba persiguiendo.
— ¡Creo que lo perdimos! — mencioné con la respiración agitada.
Aidan dejó escapar un suspiro haciendo que me percaté de su apariencia.
Él se veía tan devastado, su ropa blanca se encontraba sucia de tierra, su cabello estaba despeinado y con algunas hojas esparcidas, además de que sus brazos tenían algunos arañazos.
Al ver mi apariencia en el reflejo de su mirada supe que yo me encontraba peor.
— Creo que nosotros somos los que estamos perdidos — comentó Aidan con una sonrisa irónica en sus labios.
¡Cielos!
Ante su comentario descorazonador contemplé alrededor y me di cuenta de que no siquiera sabía en dónde estaba, había árboles y más árboles.
— No estamos perdidos, no corrimos tanto, además, recuerdo el camino — alegué intentando parecer confiable.
Pero…
Aidan solo suspiro ante mis palabras, él claramente no me creía, bueno, tenía razón en hacerlo.
— Tratemos de dejar alguna marca en los árboles — sentenció.
Sin querer me sentí culpable con todo lo que estaba pasando, después de todo, yo le había prometido a Edén que cuidaría de Aidan y en menos de una hora casi fuimos devorados por un oso y ahora estábamos perdidos.
Apreté la mano de Aidan antes de hablar.
— Está bien, no te preocupes, no estamos perdidos — mencioné antes de empezar a caminar.
Debido a la condición de Aidan tuve cuidado en el camino.
Caminamos en silencio durante algún rato en el que no había nada que reconociera a la vista, después de todo, esta era la primera vez que había venido a esta montaña que aunque quisiera no podía recordar nada memorable.
— Estamos perdidos, lo sé, no necesitas mentirme — dijo Aidan.
— Yo no quise…
Aidan colocó un dedo sobre mis labios haciendo que detuviera mis palabras.
— Lo sé, pero si seguimos así estaremos en problemas, aquel oso no es el único peligro en esta montaña, además de que pronto caerá la noche — explicó haciendo que quisiera llorar.
Él tenía razón a este paso, solo estaríamos dando vueltas en círculo.
— ¿Qué podemos hacer? ¿Buscamos una cueva? — cuestioné.
Aidan levantó su cabeza hacia el cielo como si quisiera buscar algo, pero no había nada que pudiera siquiera ver debido a su ceguera, su acción parecía ser una señal de autorreproche.
Luego bajo la cabeza y empezó a hablar con una voz melancólica que cabo en lo profundo de mi corazón debido a que con cada palabra que salía de sus labios podía sentir una tristeza sin fin.
— En el pasado, mi familia venía a esta montaña a acampar, esos… esos eran buenos tiempos que nunca volverán — dijo con la expresión herida como si solo recordar aquello le fuera difícil de soportar, ante su estado desesperanzador apreté su mano en señal de apoyo.
Aidan suspiro antes de seguir hablando.
— Bueno, cierta vez cuando Edén y yo éramos pequeños nos perdimos en esta montaña, por más que caminamos tratando de encontrar la salida no podíamos hacerlo, así que Edén, que siempre ha sido el más juicioso, recordó las palabras de nuestro padre de que en caso de que suceda un incidente debíamos encontrar el río.
Después de decir aquello, Aidan guardó silencio por unos segundos.
— Deberíamos entonces buscar el río — mencioné titubeante — Por cierto, ¿dónde está el río?
El sol estaba a punto de ocultarse, entre los densos árboles se escucha el sonido de varios animales.
De repente sentí que la piel se me ponía de gallina.
— El río está en el oeste — comentó Aidan sacándome de mi ensoñación.
¿Dónde estaba el oeste?
Bueno, no es que sea bruta, pero en este momento no sabía qué pensar, mi mente se encontraba en blanco que aunque intenté recordar mis conocimientos básicos de la escuela…
No había nada en mi cerebro, estaba vacío.
Quizás Aidan al no escucharme decir ninguna palabra supuso que no sabía dónde estaba el oeste porque soltó un suspiro antes de tocar mi mejilla de manera titubeante.
— ¿Qué voy a hacer contigo? — dijo — El oeste se encuentra donde se oculta el sol.
— En mi defensa, ahora estoy lo suficiente nerviosa para no recordar esa información básica — dije antes de mirar hacia el cielo y guiar a Aidan en esa dirección.
Aidan soltó una risita antes de seguirme.
Esta vez no nos tocó caminar tanto tiempo, quizás solo un par de horas, sin embargo, cuando llegamos el sol estaba a punto de ocultarse.
De la nada escuché un ruido fuerte tan parecido al rugido de algún animal que si no fuera porque sentí como mis tripas se movían dentro de mi estómago hubiese creído que aquel oso había vuelto.
— ¿Qué pasó? ¿Acaso hay otro oso? — cuestionó Aidan con preocupación.
Quise reírme a carcajadas al notar sus acciones, pero no lo hice, una dama debía al menos tener un poco de virtud.
— No, solo era un pájaro algo extraño, pero ya se fue — le dije con la conciencia culpable.
Aidan hizo un sonido de reconocimiento mientras yo me encontraba regañando a mi estómago.
— Enfermera, no me mientas — mencionó Aidan haciendo que lo viera confundida.
— No te he mentido — respondí rápidamente.
Aunque sabía muy bien que le había mentido, aún lo hacía y lo seguiría haciendo por un largo tiempo.
— Respondiste rápidamente, clara señal de una mente culpable — comentó con voz cantarina — Claramente ese rugido aterrador que casi hizo que mi corazón saliera vino de tu estómago. Te estás muriendo de hambre.
Luego de decir aquello empezó a reírse a carcajadas.
Este chico…
Realmente me gustaba verlo reír, tal vez porque no lo hacía con frecuencia, es decir, desde que lo había conocido solo lo había visto reír de esta manera tan despreocupada y libre pocas veces, quizás solo dos.
Esta era una risa tan libre.
Libre de cualquier tipo de tristeza, libre con un sentimiento tan puro que tocaba tu corazón y te daba la sensación de que mientras aquel joven de ojos vendados pudiera sonreír nada podría ir mal.
— No te burles de mí — dije haciendo un puchero — En realidad, si era un pájaro.
Aidan trató de ocultar su risa con una tos, pero falló miserablemente.
— Está bien, yo también tengo hambre, quizás deberíamos mirar alrededor si hay algún árbol con fruta — luego giró la cabeza por algún tiempo antes de añadir — Sin embargo, primero vayamos a lavarnos.
Ante su propuesta asentí.
— ¡Vamos!
El agua del río se encontraba fresca y translúcida que no pude evitar sorber un poco, habíamos caminado por largas horas que mi garganta se sentía tan seca que me sofocaba.
Luego de lavarnos y de saciar nuestra sed, de la mano de Aidan fui a buscar algo de fruta.
Había demasiados árboles alrededor, sin embargo, pocos tenían frutas.
Si nos hubiéramos quedado atrapados en una isla desierta al menos podíamos sobrevivir a base de cocos, sin embargo, en esta tierra desierta era un poco difícil conseguir algún alimento, después de todo, no podíamos comer cualquier cosa debido a que podían ser venenosas.
Después de mirar por algún tiempo, encontramos un árbol con unas frutas de color fucsia, se veían comestibles, al notar como un pequeño pájaro picoteaba en el suelo, no pude evitar tragar saliva.
— Aquí hay unas frutas que se pueden comer — señalé mientras soltaba la mano de Aidan — Iré a recoger algunas.
— Está bien, ten cuidado.
Tras escuchar sus palabras recogí algunas frutas para luego dirigirnos hacia el río para lavar las frutas.
— Parecen manzanas, pero no son manzanas, sin embargo, parecen igual de deliciosas — le dije a Aidan — Son de un color fucsia o quizás morado, bueno, no estoy tan segura, pero aquel pájaro la picoteaba con anhelo.
Aidan soltó una carcajada al escuchar mis palabras.
— Ahora sabremos que tan sabrosas son estás frutas — comentó mientras le daba un mordisco.
Espere su reacción, pero aquel chico adquirió una expresión inexpresiva, así que no sabía si era deliciosa o no.
Sin contemplación alguna le di un mordisco a la fruta que mantenía en mi mano.
— ¡Delicioso! — exclamé antes de empezar a comer otra.
Cuando iba a comer otra de nuevo me di cuenta de algo terrible que iba a suceder.
Mientras habíamos estado degustando aquellas frutas, una serpiente se había deslizado hasta los pies de Aidan, en este momento se encontraba lista para atacar.
Esta vez no entre en pánico, al menos trate de aparentar sobriedad, mientras ideaba alguna para detener a aquel animal que ahora estaba enroscado mientras sacaba su lengua.
— No te muevas, Aidan, hay una serpiente por tus pies, yo voy a tratar de aplastarla con una roca — solté entre dientes.
Aidan apretó la mandíbula.
— No hagas nada, yo solo lo soportaré — comentó como si se hubiera rendido a su destino.
Hice oídos sordos a sus palabras y tomé una roca con la intención de aplastar a esa pequeña culebra con mis propias manos, sin embargo, quizás porque aquel animal sintió el peligro, cuando estaba lista para cometer un asesinato, aquella serpiente saltó, bueno, ni siquiera sabía que las serpientes podían saltar.
Bueno, eso no es lo más importante, lo importante es que no saltó a los pies de Aidan sino al río que se encontraba detrás de mí.
Pero…
La muy astuta antes de hacerlo me mordió.
— ¡Auch! — proclamé mientras me llevaba la mano a la pierna herida.
Aidan se levantó rápidamente de dónde se encontraba sentado.
— ¿Te mordió? — cuestionó — ¡Responde! — dijo con la voz agitada.
No supe qué decirle.
— Sí — dije en un hilo de voz
Opté por la verdad.
— Enfermera, tienes la peor suerte, nunca jamás vendremos a esta montaña, aunque mi hermano se oponga, rápidamente dime donde está tu herida, al menos hay que tratarla.
Quise sonreír ante sus palabras, pero el dolor en mi pierna no me lo permitió.
— En la pierna — respondí mientras me acercaba a él.
Aidan saco una tira de su camisa y me la tendió mientras me daba algunas instrucciones, las cuales seguí al pie de la letra, bueno, al menos lo intente porque su última petición era algo que no iba a permitir porque era demasiado riesgosa.
— Voy a succionar el veneno, muéstrame tu pierna y dónde está tu herida para hacerlo — comentó con preocupación.
Al escuchar su pregunta me debatí entre rechazar su oferta abiertamente o fingir que la aceptaba. Al final elegí la última opción.
Le tendí mi pierna derecha que no estaba herida y dejé que succionará durante algún tiempo.
— Yo creo que es suficiente — le dije al sentirme un poco mareada debido al veneno — Ya me siento mejor.
Aidan resopló mientras liberaba mi pierna.
— Enfermera me mentiste de nuevo — mencionó — Déjame succionar el veneno, no me pasará nada.
Miré mi pierna herida que se encontraba hinchada junto con el color morado.
— No lo haré, yo estaré bien — dije.
Aunque sabía que nada estaba bien, debido a que me sentía mal, como si mi sangre estuviera hirviendo y mi cuerpo no me perteneciera.
Yo no estaba bien.
Casi me sentí morir cuando me empezó a sangrar la nariz.
¿Qué clase de serpiente me había mordido?
— Enfermera, eres tan terca, que yo a veces me preguntó si esta relación, que estamos llevando tú y yo tendrá un futuro — comentó con el tono sombrío — A veces me preguntó si te estoy deteniendo, si solo soy un obstáculo en tu vida.
En medio de mi estupor llevé mi mano hasta su mejilla para luego acariciarla con ternura.
— No pienses en eso, estoy contigo porque te quiero, Aidan, te quiero a ti, esposito — mencioné antes de retirar mi mano y apretar los dientes — Yo no me siento bien — le dije luego de unos segundos — Me duele, me duele — añadí mentiras lágrimas copiosas caían sobre mis mejillas.
Aidan rápidamente entró en pánico ante mis palabras.
— ¡Enfermera! ¡No te duermas! ¡No te duermas! — proclamó.
Pero…
Ya era demasiado tarde, yo ya me había entregado a la oscuridad y aunque él me llamará no iba a despertar.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments
Cristina Martinez
🤣🤣🤣🤣realmente me imagine lo de succionar la pierna que no fue mordida🤣🤣🤣
2024-07-29
1
OA Queen
jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja 😆
2024-07-08
0
Anonymous
Que de torpezas cometen 🙈
2024-05-17
1