Después de decir aquellas palabras, la habitación cayó en un silencio algo sofocante, sin embargo, aquel joven que clamaba morir como si fuera su razón de existir guardó silencio mientras se dejaba guiar hasta su alcoba.
Se notaba su conmoción con toda esta situación debido a que no emitió ningún reclamo hasta que llegamos a su habitación. Era como un gatito que fingía ser un tigre, pero que al final y al cabo solo podía revelar su verdadera naturaleza.
— No seas tan feroz con tu esposa — comentó Edén Cassano luego de salir de su aturdimiento haciendo a aquel joven resoplar con ira.
Él era alguien al que le gustaba ver arder el mundo, sin embargo, su preocupación por su hermano era genuina, él realmente amaba a su hermano menor, por eso estaba haciendo todo esto, debido a su cariño había agotado hasta la última oportunidad para salvarlo.
Pero…
Aidan, quizás no tomé para bien las acciones que estaba tomando su hermano, porque realmente podía ver que nada de lo que estaba sucediendo era de su agrado.
Ya sea este matrimonio o su afán por curarlo, él estaba solo predicando en el desierto.
Bueno…
Al pensar en su rechazo con este matrimonio guardé un suspiro de alivio para mis adentros, al menos mi castidad estaba a salvo, aunque ese no era el menor de los problemas en este momento.
— Pequeño jefe, el medicamento pronto hará efecto, es mejor que se recueste — anunció aquel joven que salió despavorido cuando habíamos llegado antes de acercarse a mi lado y guiar a Aidan hacia la cama.
Aunque aquel joven de carácter feroz quería protestar, no le quedó más remedio que guardar sus quejas para sus adentros y dejarse llevar, parecía que ya no le quedaban más energías para seguir discutiendo.
Después de todo, no le hacía nada bien hacer un escándalo cuando el resultado final no iba a cambiar.
En el camino noté que aquella habitación no podía ser llamada como tal, más bien parecía un cuchitril, no podía imaginar cómo una persona con su condición podía ser tan salvaje en su forma de actuar.
Luego de que estaba recostado en su cama, aquel joven giró su rostro como si estuviera tratando de buscar algo, pero no había nada que buscar, él solo estaba tratando de ubicarnos, pero por su condición le era imposible hacerle, así que al final optó por bajar el rostro.
— Edén, haz que se vaya — ordenó mientras trataba de contener un bostezo, pero le fue imposible hacerlo — Leila no puede estar aquí, no la quiero aquí, no me gusta, nunca lo hizo para empezar.
Bueno…
Yo también quiero irme, pero esto era algo que no me atreví a decir en voz alta.
— Aidan, vas a tener que acostumbrarte a ella porque de aquí no se irá — anunció con una voz grave que no permitía discusión alguna — Ella es tu esposa, así que es mejor que te hagas a la idea porque cuando te recuperes celebraremos una gran boda.
Ante aquellas palabras, aquel joven llamado Aidan soltó una sonrisa que no contenía la más mínima alegría.
Era más bien una risa llena de un desprecio sin fin hacia él mismo.
— Tú no lo entiendes, yo…, maldita sea, te vas a arrepentir, en realidad, es mejor si no me recupero jamás, yo no…
Luego de decir aquello, tarareo un par de veces antes de empezar a dormitar. La medicina había hecho efecto.
Después de un par de segundos, por decisión unánime salimos de la habitación mientras una mucama se encargaba de limpiar las cosas desparramadas.
— Adám, la señorita Frida de ahora en adelante te ayudará con Aidan — anunció aquel hombre con voz imponente.
Aquel joven llamado Adám que lucía como un enfermero me contempló por un par de segundos antes de sonreír, haciendo que me fijara en el pequeño hoyuelo que se marcaba en su mejilla cada vez que sonreía.
Adám se veía como una persona de la que era fácil hacerse amigo a simple vista, pero esto no era algo certero.
— Aunque por lo visto, debería llamarla Leila — comentó con una sonrisa mientras me tendía una mano — Jefe, usted tiene buen ojo, se ve como una chica dulce.
— Encantada de conocerte — dije aceptando su gesto — Y no soy tan dulce como parezco, ya sabes que en el azúcar puede haber algo más que dulzura.
Ante mi respuesta levantó una ceja.
— Una buena combinación para nuestro pequeño jefe, de verdad, que se ha convertido en un dolor en el trase…
Cuando notó la expresión en el rostro del gran jefe, soltó una risa algo seca tratando de tapar su desliz.
Edén negó con la cabeza mientras nos miraba.
— Trata de ayudarla a tratar con Aidan — luego de decir aquello me tendió una tarjeta de crédito — Esta es para tus gastos personales — mientras tomaba aquella tarjeta por reflejo, aquel hombre que tenía la apariencia de un gran jefe colocó en mis manos otra tarjeta en la que estaba escrita su información de contacto — Si tienes alguna dificultad no dudes en llamarme.
Ante sus palabras me sentí algo confundida por el desarrollo de los eventos.
Nada de lo que me estaba pasando era científico. No este matrimonio, ni mi rol, nada, sin embargo, tampoco me quejaba.
Cuando todo estuvo dicho y hecho cuestioné el problema que más me perturbaba en este momento, que era encontrar un lugar en donde dormir.
— Disculpa, ¿en dónde será mi habitación? — cuestioné con duda.
Ante mi pregunta, aquel par de hombres me miraron con consternación antes de señalar la habitación de aquel joven de aspecto enfermizo como si fuera lo más lógico del mundo.
Bueno, si todo esté asunto fuera normal, lo sería, pero nada de lo que me pasaba era normal.
— Ahora eres su esposa, así que te corresponde esa habitación — comentó como si no fuera la gran cosa.
— Pero…
— Sin peros.
Ante su voz contundente arrugué la nariz mientras recogía mis pocas cosas y me dirigía hacia aquella habitación que ya había sido limpiada.
Cada paso que daba se sentía eterno, realmente, no quería, pero era reacia a revelarme, bueno, era solo dormir, bien podía hacerlo en el suelo.
Bajo estas palabras de consuelo entré en aquella habitación y me dispuse a familiarizarme con el lugar para luego asearme y buscar un sitio en el suelo que me permita dormir porque siendo sincera no me atreví a subirme a la cama de mi “esposito” sin su permiso.
Yo aún era muy joven para morir.
Por suerte la alfombra del piso estaba acolchada, así que no iba a pasar un mal rato.
Al final, no supe en qué momento me quedé dormida, sin embargo, tiempo después me desperté debido a que sentí que el cielo se me caía encima, por un momento creí que un muerto me había aplastado debido a que no podía moverme, pero eso era solo una suposición mía, sin embargo, cuando casi empecé a maldecir a diestra y siniestra, tuve que interrumpir mis palabras que estaban a punto de salir porque la persona que se encontraba encima de mí era alguien de carne y hueso.
Intenté alejarme del abrazo de mi “esposito” pero fue algo inútil, parecía que él se había adherido a mi cuerpo como alguna especie de parásito del que era imposible escapar, al mirar su expresión de satisfacción mientras sus indecorosas manos me abrazaban como si no quisiera soltarme nunca.
Parecía que él estaba teniendo un gran sueño. Al verlo así no me atreví a despertarlo.
Al final, caí en cuenta que la alfombra acolchada quizás solo quizás no estaba colocada de adorno, sino por este simio que tenía mal modo de dormir.
Después de meditar por un par de minutos, al final decidí cerrar los ojos y dormir.
Luego, a la mañana siguiente, fui despertada debido a la sacudida de cierto alguien con pésimos modales.
— Adám, deja de hacer tus estúpidas bromas y llévate este maldito maniquí que parece un muerto — anunció aquel joven mientras me sacudía como alguna especie de alcancía.
Al ver su aspecto enfurruñado empecé a debatir si debía hablar o no.
— Buenos días, esposo — al final opté por hablar.
Después de todo íbamos a pasar mucho tiempo juntos y como había dicho su hermano era mejor empezar a familiarizarme con él.
Aquel chico ante mis palabras soltó un chillido como si fuera un hámster antes de empezar a tocar mi rostro con desesperación.
— ¡Quién es tu esposo! ¡Además, porque me estabas abrazando! ¡Desvergonzada! — proclamó con las orejas rojas.
Al escuchar sus palabras que daban la ilusión de una doncella intimidada no pude evitar quedarme muda. Además, él era el que me había abrazado toda la noche sin darme oportunidad de negarme.
Yo realmente tenía mucho que decir.
Aunque deseaba quitar sus manos de mi rostro, deje que lo tocará mientras cerraba los ojos.
Es un paciente, me dije a mí misma.
— Tú, realmente estás viva — soltó mientras delineaba mi nariz, bueno, no creo que se suponga que esté muerta — ¿Quién eres? — cuestionó con la voz algo confundida.
Eso mismo me preguntó, quién demonios soy en este momento, ciertamente, no soy Frida.
Suspiré mientras apartaba sus manos de mi rostro y me disponía a contestar.
— Soy Leila, pero puedes decirle enfermera — dije con la voz monótona — Después de todo, estoy aquí para cuidar de ti, esposito.
— No me llames así, tú claramente no eres… no.
Aquel joven detuvo sus palabras mientras se levantaba del suelo y se sentaba encima de la cama, parecía estar pensando miles de cosas a la vez.
Bueno, aproveche su conmoción mientras me dirigía al baño a asearme, cuando salí aquel tipo llamado Adám se encontraba presente, él estaba tratando de darle de beber alguna papilla a Aidan, sin embargo, estaba fallando estrepitosamente.
— Pequeño jefe, no sea infantil, debe comer, acaso no recuerda que la huelga de hambre no tiene efecto en el gran jefe, él es capaz de mantenerlo vivo a punta de infusiones y eso es más doloroso — sentenció aquel joven mientras llevaba otra cucharada de papilla a los labios de aquel joven el cual ante sus palabras dudo por segundo, sin embargo, mantuvo cerrada la boca.
¡Cielos!
¿Cuántos años tenía mi “esposito”?
Sin duda alguna parecía un niño al que había que convencer en cualquier momento.
Negué con la cabeza mientras le quitaba la papilla a Adám y me disponía a darle de comer a Aidan.
— No es necesario que lo haga pequeña jefa, este es mi deber — protestó Adám, sin embargo, aunque esas fueron sus palabras de refutación, no hizo nada por detenerme, es más, hasta sonrió como si se hubiera quitado un gran peso de encima para luego salir de la habitación.
Este tipo…
Solo estaba flojeando.
— No comeré, enfermera, mejor aléjate si no quieres que te escupa — mencionó aquel joven en señal de protesta haciendo que levanté una ceja.
Solo ahora tenía el tiempo suficiente para evaluar la apariencia de mi “esposito”, aunque aún no podía ver el color de sus ojos debido a las vendas que lo cubrían, eso no era necesario debido a que él resaltaba aun así haciendo que parezca una belleza frágil.
— Bueno, si tú no comes, yo tampoco comeré — comenté con voz suave — Después de todo soy tu esposa y debo acompañarte, ya sea en la pobreza o en la prosperidad, en la felicidad y la tristeza…
— ¿Cómo puedes torcer los votos matrimoniales a tu conveniencia? ¡Eres tan desvergonzada! Además, no creo que pases hambre conmigo — señaló con aire de suficiencia.
Me reí ante su voz mientras dejaba a un lado la papilla y recogía un libro al azar del estante antes de sentarme a su lado.
— Pruébame — solté mientras leía en voz alta “El Principito”.
Y así leí durante una hora las aventuras y desventuras de aquel niño que cuidaba de su amada flor.
— ¿Por qué eres tan insistente? — cuestionó aquel joven interrumpiendo mis palabras — Está bien, comeré, no quiero que me acuses de ser una persona tacaña por matarte de hambre.
Sonreí con suficiencia ante sus palabras mientras destapaba con cuidado el termo en dónde se encontraban la papilla y luego, como si lo hubiera hecho muchas veces en el pasado, le di de comer a aquel joven que no era para nada lo que esperaba.
No era una persona déspota e irrazonable como me lo hizo ver la noche anterior.
Aidan Cassano era alguien lleno de contradicciones.
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Comments
Rosi Martinez
mira ellos con todo su dinero 💰 🙄 no son tan malos y despreciable como su propio padre, que por su bienestar no le importó su hija nunca, y ahora ante de sacrificar a su muñeca, se acuerda de que tenía otra hija y la echo de cabeza al matrimonio /Sweat//Sweat//Sweat//Sweat//Curse//Curse//Curse//Curse//Curse/
2024-01-31
1
Bethzy Jara
Cada vez me gusta esta lectura
Esta muy prometedora
Gracias por compartir tus líneas y tiempo
Saludos a la autora y a todas las que leemos aquí,
2023-07-31
4
Marina Hinostroza
Guao, ! ella es muy inteligente para saberlo llevar por dónde quiere.
2023-06-29
3