Luego de que Aidan terminó de comer, salí de la habitación dejando que Adám se encargará de su aseo, aproveche que no había nada más que hacer y me dispuse a recorrer la mansión mientras buscaba la cocina.
Sin duda alguna era una casa de ricos, desde la decoración hasta la fachada denotaba un claro aire de grandeza muy diferente a la casa de los Maxwells, que aunque era lujosa, se quedaba muy atrás de la casa de los hermanos Cassano.
Cuando miré todo lo que tenía que ver, detuve mis pasos mientras me acercaba a la cocina para buscar algo que comer, sin embargo, antes de que pudiera decir alguna palabra o hacer notar mi presencia, tuve que detener mis acciones debido a la conversación que se gestaba en frente de mí.
— La señora de la casa es tan joven y hermosa, parece que el gran jefe pensó mucho en el bienestar del pequeño jefe, aunque me da un poco de pena porque el pequeño jefe es un poco extremo cuando quiere ser una mala persona — comentó una mucama mientras batía un huevo.
— Tal vez contenga un poco su genio debido a que la joven es su esposa — señaló otra mucama — Quizás hasta acceda a hacerse la cirugía, el pequeño jefe no ha vuelto a ser el mismo desde aquel accidente.
— Ustedes sueñan en grande, niñas, dejen de chismorrear y mejor hagan sus labores — regañó la voz de una señora mayor que parecía ser el ama de llaves.
Dudé un poco entrar, sin embargo, al final lo hice, después de todo, tenía hambre.
Así que tratando de aparentar calma entre en aquella habitación y solicite de la manera más comedida mi desayuno, a lo cual accedieron con algo de nerviosismo, quizás se preguntaban si había escuchado algo, sin embargo, no iba a satisfacer su curiosidad.
Cuando terminé de desayunar, encendí mi celular y me dispuse a llamar a mi mamá, aunque había salido de casa en malos términos con mi padre, sin embargo, sabía que todas las palabras que él había dicho fue de dientes para fuera, solo debía esperar hasta que su enojo disminuyera, además si le contaba a mi madre lo que realmente estaba pasando, quizás mi padre me perdonará por ignorar sus palabras.
Le marqué rápidamente.
Después de tres timbrazos, el celular fue recogido.
— Frida, eres tú, gracias al cielo, te he estado llamando durante mucho tiempo.
Su tono estaba lleno de nerviosismo con un toque de alivio.
— Tranquila mamá, el celular estaba apagado, estoy bien, muy bien.
La tranquilicé rápidamente sintiendo una oleada de alivio en mi interior, aunque sabía que estaba siendo estúpida, las palabras que me había dicho mi padre aún resonaban en mi memoria.
— Nos tenías tan preocupados, oh, mi pequeña niña…
Antes de que mi madre siguiera hablando, la interrumpí mientras buscaba en mi mente la mejor manera de contarle lo que estaba viviendo.
— Mamá, tengo muchas cosas que contarte, en realidad, no sé por dónde empezar.
Esa era la verdad, no sabía qué decirle, había tanto, pero al mismo tiempo no podía emitir ninguna palabra debido al nerviosismo.
— Respira, Frida, sería bueno si lo hicieras por el principio.
Ante sus palabras tranquilizadoras solté una risa nerviosa mientras seguía su indicación de inhalar y exhalar antes de empezar a contarle todo lo que había vivido en estas veinticuatro horas.
Le dije sobre como todo lo que había supuesto en torno a este matrimonio estaba mal, no me había casado con anciano rico, no había sido utilizada como una esclava sexual, ni siquiera había sido maltratada, lo único que debía hacer era animar a un chico de belleza enfermiza que también estaba en contra de este matrimonio y que la persona que lo había organizado era su hermano en su afán de motivar a su pequeño hermano.
Y que la fecha límite de este matrimonio era un año, luego de un año yo podía regresar de nuevo a mi vida como si nada hubiera pasado.
Cuando terminé de hablar, mi mamá se quedó muda por un minuto, era como si todo lo que le había dicho era demasiada información para asimilar.
Bueno…
En realidad, lo era.
— Entonces, prácticamente eres una niñera.
Niñera, es demasiado, pero, mientras sea feliz.
— Sí, él está ciego mamá, además creo que tiene síntomas de depresión, en realidad, solo estoy casada con él de nombre.
Le dije con la voz algo pausada, me sentía algo mal por hablar de la situación de alguien más a expensas.
— Pobre niño, no te preocupes, Frida, hablaré con tu padre al respecto, quizás ya no estará tan enojado al saber que no estás siendo intimidada, mi niña ya sabes que solo deseamos lo mejor para ti, siempre tendrás un lugar al que regresar así que cuando terminé todas las puertas de nuestra casa estarán abiertas para ti.
Al escuchar sus palabras suspiré con cariño, después de todo, no pude evitar sentirme amada porque realmente lo era.
Yo no estaba sola, nunca lo había estado, tenía una familia maravillosa que me apoyaba y por la que era capaz de cruzar el fuego si eso significaba que ellos estuvieran a salvo.
— Gracias mami, en cuanto tenga tiempo te visitaré.
Y les daré un gran abrazo, dije para mis adentros.
— Cuídate, mija y cuida de ese niño.
Cuando finalice la llamada no pude evitar suspirar, ¿mi mamá no creería que me había casado con un adolescente?
En fin, ese no era un asunto del que me iba a preocupar en este momento, no era necesario al menos ahora, así que con algunas ideas divertidas en mente me dirigí hacia la habitación de mi “esposito”.
Cuando llegué no pude evitar mirar con asombro lo que se gestaba en aquella habitación.
— Quiero que leas, eres mi empleado, así que, ¿por qué te estás negando?
Ante el reclamo de aquel joven, Adám sostuvo un libro en su mano con una expresión rara.
— Pequeño jefe, abandoné la escuela a una edad temprana, a duras penas sé escribir mi nombre, leer este tipo de libro es imposible para mí, quizás deletrear…
Mi “esposito” resopló enfurruñado.
— Le diré a Edén que te baje el salario — amenazó interrumpiendo sus palabras.
Adám colocó una mirada lamentable en su rostro mientras me miraba en busca de ayuda.
— Pequeño jefe, reconsidéralo — rogó haciendo que una carcajada se escapará de mis labios.
Ellos pintaron un cuadro pintoresco.
— Yo lo leeré — dije mientras le quitaba el libro a Adám, el cual me miró agradecido.
Este tipo, apuesto que era demasiado vago para seguir los caprichos de su pequeño jefe, podía ver que no le tenía ningún respeto, al ver su actitud me pregunto si el uniforme que usaba solo estaba para mostrar.
— No necesitas leer — protestó Aidan.
No le hice caso a sus palabras y sin preámbulo alguno abrí aquel libro que quizás tenía más de doscientas páginas y empecé a leer sobre la economía internacional durante dos horas enteras.
¡Cielos!
Cuando Aidan recordó que no era un robot que no necesitaba descansar, en mi mente solamente existía la ley de la oferta y la demanda.
— Enfermera, tú puedes descansar, yo tomaré una siesta — mencionó mientras se llevaba las cobijas hasta la cabeza con algo de vergüenza, antes de sacar de nuevo la cabeza y hablar con la voz culpable — Si tienes sueño, puedes dormir en la cama junto a mí, yo sé que el dictador de mi hermano mandó a vaciar todas las habitaciones y no tienes a dónde ir, así que a regañadientes dejaré que duermas conmigo.
Luego de decir aquello, se escondió de nuevo debajo de las cobijas como alguna especie de hámster.
Adám que había escuchado todo nuestro intercambio, tenía una mano sobre la boca tratando de contener una carcajada.
Este hombre se la pasaba gritando pequeño jefe a diestra y siniestra que cualquiera pensaría que le tiene un inmenso respeto, sin embargo, la realidad era completamente diferente, él claramente solo se burlaba de Aidan como si esa fuera su razón de existir.
— Iré a beber un poco de leche — dije — Muchas gracias por tu consideración, cuando esté listo el almuerzo te veré de nuevo.
Tras decir aquello salí rápidamente de la habitación porque de solo imaginar toda la pena que tuvo que pasar mi “esposito” realmente me daban unas ganas inmensas de reír. Todo era culpa de Adám, él me estaba corrompiendo.
Me dediqué a recorrer el jardín mientras esperaba la hora del almuerzo, en medio de tantas flores no pude evitar sentirme melancólica al recordar a Aegean, después de todo, cuando me confesó sus sentimientos me había regalado un gran ramo de flores de diferentes colores, aunque mis sentimientos por él no eran tan fuertes, no podía evitar sentirme triste por cómo resultaron las cosas al final.
Antes de empezar a lamentar mi vida sacudí rápidamente la cabeza debido a que todo eso estaba en el pasado, aquellos sentimientos estaban enterrados en el fondo de mi corazón, en este momento solo debía dedicarme a atender al pequeño jefe que tenía una boca dura pero con corazón suave.
No había lugar para ningún tipo de arrepentimiento en este momento, solo debía seguir adelante y esperar que el futuro sea brillante.
Cuando llegó la hora del almuerzo me sorprendió ver a mi “esposito” sentado en la mesa del comedor. Había pensado que él solamente pasaba en aquella habitación, pero veo que esa solo fue mi idea preconcebida. Con algo de duda me senté a su lado mientras veía los platos que se amontonaban delante de él.
Al mirar los palillos alrededor quise ayudarlo a tomar sus alimentos, sin embargo, aquel joven detuvo mis acciones.
— Lo haré yo, solo ocúpate por comer tus alimentos — demandó.
Ante sus palabras miré a Adám que se encontraba al lado en busca de ayuda, pero, él solo se encogió de hombros, como si no esto no tuviera nada que ver.
¡Qué tipo tan poco confiable!
Realmente me daban unas inmensas ganas de marcarle a Edén e informar lo que estaba pasando con este enfermero que se preocupaba más por sí mismo que por su paciente.
Pésimo servicio.
— Tú…
Detuvo por completo mis palabras al ver cómo aquel joven luchaba por ingerir sus alimentos, sin embargo, debido a su condición le fue imposible hacerlo, en menos de un par de minutos la mesa se convirtió en un desastre. Lancé un suspiro mientras me disponía a ayudarle, pero.ni siquiera pude emitir una palabra cuando aquel joven se derrumbó en el suelo.
— ¡Maldita sea! Soy un maldito inútil — escupió con un gran autodesprecio — Esto no tiene caso, nada de lo que hago lo hace, solo quiero morir — dijo mientras se llevaba las manos a la cara — Todo está tan oscuro, mamá, ayúdame, no quiero esto, no quiero esto, no me dejen — sollozó — Lo siento, lo siento…
No sabía qué hacer con esta situación, aquel joven se estaba rompiendo delante de mis ojos y yo no podía hacer nada para calmar su dolor más que agacharme a su lado y darle un par de palmaditas.
— Todo está bien, todo está bien — susurré mientras lo abrazaba, aunque sabía que para él nada estaba bien.
Aidan se aferró a mis brazos como si fuera un bebé, lloró durante mucho tiempo que por un momento creí que nunca dejaría de hacerlo. Traté de buscar a Adám, sin embargo, el muy infeliz hace tiempo había desaparecido, no sin antes dejar su plato vacío.
Realmente este tipo de conducta era algo que no podía consentir.
— Enfermera, te he mostrado mi lado feo en más de una ocasión — susurró aquel joven con voz queda — No quiero mostrarte este lado mío de nuevo.
— Soy tu esposa, además de tu enferma, así que no importa, puedas disponer de mí como quieras — comenté con voz cantarina.
Al escuchar mis palabras, Aidan se alejó de mi lado como si le hubiera dicho algo terrible.
— ¡Desvergonzada! — espetó.
Me quedé muda ante sus palabras, no entendí que parte de mis palabras se malinterpretó, este “esposito mío” ciertamente se comportaba como una joven doncella o bien tenía la mente demasiado cochina para tergiversar mis palabras.
Sí.
Él era el pervertido.
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Comments
Noe Noe
jeje me mata🤣 desvergonzada
2024-08-12
0
KAMELIA
Bueno solo espero que no forme un vololo cuando sepa que en realidad ella es fryda
2023-12-10
1
Melisuga
Coincido con Frida en que el enfermero se está aprovechando y burlando de Aidan y eso no es bueno para nuestro convaleciente. Deberían correrlo.
2023-10-13
1