Capítulo 9: Yo no quiero perderte

Después de aquel episodio no espere que él me dijera nada, rápidamente salí de la habitación a tomar un vaso de agua, mientras pasaba por los pasillos sentí como el corazón me latía de manera errática, parecía que un terremoto se estaba gestando dentro de mi cuerpo, las emociones turbulentas que me embargaba eran demasiado fuertes demasiado intensas como para ponerle un nombre.

Aún no podía creer cómo había tenido el valor de besarlo y de mostrarle mi corazón, esa era una acción que nunca me había atrevido a hacer ni siquiera con Aegean.

Pero sentí que aquello era lo correcto lo que debía hacer, porque ciertamente Aidan nunca iba a salir de su oscuridad sin que alguien le tendiera un rayito de luz.

Cuando llegué a la cocina me encontré con Adám, él cuál me miraba con unos ojos llenos de malas intenciones.

Ignore por completo su mirada penetrante mientras empezaba a beber agua como si no hubiera tomado durante mucho tiempo.

— Veo que es progresado con el pequeño jefe, pero recuerden utilizar protección — comentó Adám haciendo que casi escupiera el agua que acababa de beber.

¡Qué le pasaba!

Ante sus palabras tan descabelladas puse los ojos en blanco.

— Estás enfermo — le dije haciendo que aquel hombre se rio entre dientes.

¡Qué fastidioso!

Luego de decir aquellas palabras serví otro vaso de agua, sin embargo, al recordar lo que había pasado entre Aidan y yo, me debatí si debía ir en este momento o esperar otro minuto más.

Ahora me daba cuenta de lo impulsiva que fueron mis acciones, aunque no estaba arrepentida, eso no significaba que no me encontrará mortificada al reflexionar mi futuro.

¡Cielos!

Después de todo, desde este momento mi relación con Aidan tenía otro significado, quizás las cosas entre nosotros se tornen algo incómodas, tal vez estaba pensando demasiado, sin embargo, en este momento no deseaba ver a Aidan, al menos, no hasta calmar mi corazón y pensar en mis acciones futuras.

— Llévale esto a Aidan.

Le entregué rápidamente el vaso de agua a Adám antes de salir corriendo rumbo al jardín, en cuanto llegue me senté en unos columpios mientras pensaba en lo que iba a pasar.

Mi querido "esposito" era alguien que había entrado de manera inesperada a mi vida y aunque al principio no me importaba con el pasar del tiempo al estar a su lado me di cuenta del tipo maravilloso que era y empezó a importarme mucho más de lo que podía imaginar, tal vez fue su forma de actuar como una doncella, quizás la forma en la que se preocupa por mi bienestar aunque no lo parezca o su amor por la economía así como su paciencia para sobrellevar mis locuras hicieron que pueda ver el ser valioso que era.

Aidan me gustaba mucho, yo sabía muy bien que me estaba enamorando de él, quizás ya lo estaba y aunque mis sentimientos por él eran reales, no podía cegarme ante la verdad innegable que había enfrente de mí porque sabía muy bien que entre él y yo no había un futuro claro, después de todo, yo estaba engañándolo al hacerle creer que era Leila, a él no le gustaba yo sino la persona que él creía que era así que tengo más que claro que todo esto que estaba iniciando en algún momento debía terminar porque para Aidan yo solo era una ilusión.

Pero…

Aunque sabía eso, no podía evitar sentirme un poco reacia, pero como ya había tomado una decisión no podía echarme hacia atrás, tampoco quería, a pesar de que sabía que al final lo único que me esperaba era un corazón roto.

Durante el tiempo que pasé en el jardín me dediqué a reparar mis emociones y encerrar todo aquello que me molestaba en aquella caja negra que estaba demasiado llena en este punto. Solamente cuando el sol estaba a punto de ocultarse, entré.

En la mesa del comedor ya se encontraba sentado Aidan el cual mantenía la cabeza gacha, tal vez estaba avergonzado por lo que había pasado.

Bueno…

Este era el momento de dejar eso atrás, no podía seguir llorando por la leche derramada, así que apreté los dientes y forcé una sonrisa en mi rostro.

— Hoy hicieron algo realmente delicioso, son camarones — le dije.

Aidan levantó la cabeza al escuchar mis palabras antes de soltar una risita.

— Pelaré algunos para ti, sin embargo, esta vez debes proteger tu plato de Adám.

Suspiré en silencio al escuchar sus palabras, Aidan hablaba al igual que en el pasado, había estado preocupada de que nuestra relación ya no vuelva a ser como antes, pero creo que solo eran ideas.

— Hablando del rey de Roma — anuncié al ver a Adám, el cual aún mantenía una sonrisa odiosa en sus labios.

— De qué están hablando.

Adám nos preguntó mientras se sentaba alrededor, cuando le iba a responder me percate de sus intenciones al ver cómo con sigilo deslizaba su pecadora mano hacia el plato de Aidan con la clara intención de realizar un asalto.

— Ni se te ocurra — lo amenacé — Regresa esa mano a su sitio.

Aidan soltó una risita que parecía decir: te lo dije.

Si tan solo supiera que a la persona que le quiso robar no fue a mí, sino a él.

— ¿Por qué estás siendo mezquina? Pequeña jefa, solo quiero un poco — trató de negociar Adám haciendo que enarque una ceja.

— No seas atrevido, come mejor esto — le dije mientras le entregaba un platillo con algunas ostras.

Adám me lanzó una mirada ofendida haciendo que me sienta confundida.

— Pequeña jefa, ¿qué está tratando de hacer?, mejor dele esas ostras al pequeño jefe para qué levanté su libido, el mío está en perfecto estado — comentó haciendo que lo miré boquiabierto.

— ¡Adám! — chilló Aidan mientras sus mejillas se ponían rojas — Le diré a mi hermano que no te dé el sueldo de este mes, has ido demasiado lejos.

Adám al escuchar las palabras de Aidan palideció.

— Pequeño jefe, no me diga eso — dijo con una voz llena de súplicas — No sea tan atroz…

Aidan lo interrumpió.

— Eso debiste pensar antes de hablar tonterías, es más, si quieres que no le diga nada a mi hermano, debes comerte hasta la última ostra de ese platillo, la pequeña mentirosa vigilará que no hagas trampa — negoció con voz prepotente.

No pude evitar sonreír entre dientes mientras observaba con satisfacción como Adám miraba con pavor aquellas ostras, se notaba que este castigo era demasiado para él.

Después de una hora llena de sonidos de arcadas, Adám terminó de comer cada una de aquellas ostras, cuando se levantó del asiento su rostro se veía verde y su mirada era la de alguien que había pasado demasiadas vicisitudes en la vida. Casi me sentí triste por él, casi, sin embargo, luego de recordar todos sus desplantes, toda mi empatía desapareció por completo.

Cuando Adám había desaparecido por completo de mi vista, tomé la mano de Aidan la cual se encontraba cálida, nada comparada a mi palma fría.

— Vamos, te ayudaré a asearte, Adám quien sabe cuándo regrese — le dije.

Aidan ante mis palabras puso una mirada indescriptible antes de dejarse guiar por mí, aunque parecía que quería decir algo, al final no dijo nada.

Cuando llegamos al baño, rápidamente llene la tina de agua mientras Aidan se desvestía, no sabía por qué, pero mi corazón había empezado a latir rápidamente, sabía que estaba siendo estúpida, pero no podía controlar mis emociones.

— La tina está lista — mencioné mientras observaba que la temperatura del agua estuviera en las mejores condiciones, es decir, ni tan caliente ni tan fría.

Aidan suspiro mientras se quitaba el albornoz blanco de una manera que me hizo pensar que me estaba seduciendo, pero como si recordara mi presencia, frunció los labios antes de hablar.

— No seas desvergonzada, enfermera, vamos sal del baño, quiero algo de privacidad, te llamaré si quiero que me rasques la espalda — dijo.

Al escuchar sus palabras hice un puchero debido a que sabía que él me estaba jugando una mala pasada.

Este chico malo que estaba aprendiendo a intimidar a otras personas.

Ignoré por completo sus palabras.

— Estaré afuera, así que llámame si quieres algo — le dije, sin embargo, antes de salir del baño no pude contener mi mano y le di una nalgada mientras me reía a carcajadas — ¡Malvado! — expresé esto debido a su manera tan seductora de desvestirse.

Aidan ante mi acción gritó debido a la sorpresa como una doncella intimidada.

— ¡Desvergonzada!

Cuando salí del baño mantuve una sonrisa en mis labios, antes de que pudiera sentarme recibí una llamada que me dejó algo descolocada debido a que el tono de llamada era uno que había escuchado demasiado en el pasado, era uno que yo misma había elegido para alguien al que había estimado.

— ¡Hola!

Respondí un tanto confundida debido a que lo único que deseaba preguntarle era el motivo de su llamada, después de todo, habíamos estado incomunicados durante demasiado tiempo, además creí que él nunca volvería a llamarme luego de cómo habían terminado las cosas, sin embargo, lo había hecho, rompiendo por completo mis conjeturas.

Espere por algún momento su respuesta, cuando iba a colgar pensando que tal vez se había marcado por error, Aegean habló.

— ¿Eres feliz porque yo no lo soy? — cuestionó con la voz ronca — He estado tratando de olvidarte, sin embargo, es imposible, así que me atreví a llamarte para preguntarte si tú… ¿Alguna vez has pensado en mí?

Al escuchar sus palabras sentí un nudo en la garganta.

¿Cómo podía responder su pregunta sin herirlo? ¿Cómo podía decirle que en este momento alguien más se había adentrado en mi corazón? ¿Cómo podía decirle que aquellos sentimientos que habíamos compartido los había enterrado en un baúl?

Para mí, Aegean era un buen recuerdo, era la representación de mi juventud, de mis días de escuela, de mis locuras juveniles y aunque lo adoraba, podía ver que mis sentimientos hacia él en el pasado eran más de admiración debido a la forma en la que había ayudado a su hermana a criar a sus sobrinos, era una admiración hacia la fortaleza y su deseo de justicia porque aquel chico de mirada soleada es una gran persona, un ser humano digno de admirar.

Aegean era como un ídolo para mí y quizás si lo hubiera llegado a conocer un poco más hubiera transformado aquellos sentimientos de adoración y admiración en amor, pero el hubiera no existe.

Él era solo una ilusión de mi yo juvenil.

— Yo…

Aegean suspiró.

— Esto es algo que planee decirte en el futuro, al menos antes de que sucediera todo ese embrollo, pero creo que no podré dejarte ir si no te digo esto, si no te muestro mi corazón.

Cerré los ojos mientras lo escuchaba hablar.

— Frida, puede que tú no lo sepas, pero he estado enamorado de ti durante mucho tiempo, desde que éramos niños, nunca me atreví a hablarte porque sentí que era indigno de ti, eras demasiado brillante y yo demasiado oscuro, después de todo siempre me he sentido como alguien que trae desgracias.

Deseaba interrumpirlo y decirle que él no estaba maldito, pero dejé que continuará hablando, este era su momento para sanar todas las heridas de su corazón.

— Mi papá me abandonó, a mi mamá le detectaron diabetes, mi cuñado se murió dejando a mi hermana con dos hijos y mira lo que te sucedió a ti. Ciertamente, soy alguien que trae desgracias, Frida, pero aunque sabía que te iba a ocasionar alguna tragedia, no pude evitar acercarme a ti como una polilla porque eres demasiado brillante y yo quería refugiarme en tu luz, porque cuando estoy contigo puedo sentir que mi vida no es tan oscura, yo te extraño, Frida, extraño esa luz que me hacía sentir que podía conquistar al mundo.

Luego de decir aquello inició un silencio sofocante entre nosotros.

Yo…

— No eres una estrella de mala suerte, Aegean, tampoco una persona que trae desgracias, ya sea el asunto con tus padres, el de tu hermana e incluso el mío es algo que era inevitable que sucediera, yo aprecio mucho tu cariño, aunque no podamos regresar a lo que solíamos ser debes saber que tienes un lugar especial en mi corazón, ya sea en el pasado o en el futuro, eres una persona maravillosa a la que aprecio mucho así no necesitas sentirte deprimido, eres un chico guapo que aún tiene la vida por delante, después de todo, solo tenemos 18 años.

Aegean se rio ante mis palabras, pero era una risa amarga.

— Yo no quiero perderte, Frida, aunque no podamos ser novios, aunque no podamos volver a los viejos tiempos, al menos quiero ser tu amigo, porque antes de que fuéramos novios éramos amigos y esa amistad es lo que más aprecio, esos sentimientos no deseo perderlos, Frida y aunque al principio pueda ser algo incómodo quiero seguir siendo tu amigo, como si todos esos meses en los que fuimos novios no hubieran sucedido, yo…

Antes de que siguiera hablando lo interrumpí.

— Está bien — le dije — Podemos ser amigos.

— ¿Cómo en los viejos tiempos? — cuestionó.

— Sí, como en los viejos tiempos — respondí con voz mimada.

Aegean soltó una carcajada ante mi voz de niña.

¡Cielos!

Todo era culpa de Aidan, ese gran pervertido con mente de doncella, juntarme con él era un pecado.

— Que tengas dulces sueños, cielito — dijo haciendo que me sorprenda debido a que ese era un apodo que no había escuchado hace mucho tiempo.

Solo ahora sabía que lo había extrañado.

— De igual manera, bombón — comenté haciendo que soltará una carcajada antes de colgar.

Solamente ahora que había hablado con Aegean supe que el peso en mi corazón se había reducido, al final, Aegean tenía razón, nuestra amistad era algo que había atesorado y que no deseaba perder, solo esperaba que con el pasar del tiempo Aegean pudiera encontrar a alguien que lo ame de manera desenfrenada y que sea capaz de dar todo por él.

Justo cuando planeaba ir a ver la situación de Aidan escuché una pregunta que me dejó helada.

— ¿Con quién estabas hablando?

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Comments

Cristina Martinez

Cristina Martinez

jajja un café primero 🤣🤣🤣

2024-07-29

0

Barbarasl73 🇨🇱

Barbarasl73 🇨🇱

ternurita 😍😍😍.

2024-01-14

1

Beatriz Sanchez

Beatriz Sanchez

jraaaaag

2023-10-20

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