Capítulo X -Secretos parte 2

Víctor habría esperado que se quedara más tiempo. Una vez solo, tumbado en su cama, no pudo evitar sentir un poco de arrepentimiento por haberse negado inicialmente.

Después pensó en la segunda sección de la frase dicha por Dante antes de marcharse y se preguntó que pudo haber sido lo que había querido contarle. Debía reconocer que Dante era más perceptivo de lo que parecía. Había notado que algo andaba mal por sus gestos y palabras. Tal vez podría habérselo dicho, no era para tanto (o eso quería pensar) de esa manera no se hubiese perdido algo interesante.

Recordó la cara rojiza de Dante cuando desvió sus ojos con las mejillas rojas. Seguía sonrojándose a pesar de que ya lo habían hecho tantas veces en un solo día. Ese había sido su segundo día juntos.

De manera imprevista, Dante había acercado su boca. Aunque no fue un beso, sino más bien un roce, Víctor supo lo que quería. Lo sujetó con sus dedos por la quijada y lo besó con ternura, profundizando cada vez más con su húmedo órgano al tiempo que enredaba los dedos en su cabello negro.

Se dio cuenta de que le gustaba que lo besara antes de hacerlo.

Sin embargo, algo se sentía fuera de lugar. ¿Qué era esa sensación cálida en su pecho? A pesar de que sus labios unidos tenían un efecto afrodisíaco, podía escuchar el latido nervioso de su corazón, usualmente en calma. La impresión era comparable al sentimiento de estar a punto de hacer un descubrimiento extraordinario. O como una llama que brotaba de su núcleo, inundando su pecho y calentando su sangre. Haciendo que dejara de pensar de manera correcta.

Cuando lo embistió de espaldas fue un poco más rudo, pero no se contuvo. Al contrario, le motivaba que sus gemidos alcanzaron un tono más alto. Además, si realmente Dante no quisiera dejarlo continuar, ya le habría empujado o dado una patada.

¨ Se siente demasiado bien´´ se sorprendió Víctor en aquel instante. Aquello no era normal. No obstante, por mucho que lo meditara no podía encontrar una respuesta. ¿Por qué se sentía tan bien hacerlo con Dante? Se le ocurrió pensar que quizás era porque era su único amigo y porque lo conocía desde hace un tiempo. Pero su mente no estaba del todo despejada, como si algo faltara por ser desentrañado.

No obstante, hubo una cosa que tuvo clara como el agua: Si hubiese sabido que se sentiría de esa forma, no habría perdido el año pasado con cualquier chica al azar. En ese momento no había otra cosa que deseara que volverse uno con Dante. Casi presentía que la adicción que le provocaba su cuerpo sacaría la parte más oscura de él o le haría perder el control.

Por otro lado, aún no entendía los motivos que llevaron a Dante a aceptar dormir con él sin oponer tanta resistencia desde el principio. Tenía la impresión de que si preguntaba este no respondería o peor: cambiaría de opinión.

Más tarde hizo que Dante girara de nuevo y en medio de resuellos apoyó su frente sobre el pecho ajeno. En ese momento Dante le acarició el cabello con torpeza. Tomando a Víctor por sorpresa.

- ¿estás bien? -inquirió Dante con la voz jadeante.

- ¿qué haces? -replicó Víctor dedicándole una mirada fría. Probablemente\, quería hacerlo sentir mejor aún cuando desconocía las razones de su situación. Pero no era lo que necesitaba. Víctor sujetó su mano y la colocó por encima de su cabeza.

Después se tumbó a un lado y cerró los ojos unos segundos. Cuando los volvió abrir se fijó en la manera en que el tórax de Dante subía y bajaba mientras jadeaba por aliento. Su respiración no era ruidosa y podía ver que intentaba serenarse. Víctor bajó la vista.

Lo pensó un momento antes de incorporarse y masajear a Dante con suavidad en su cuello, la zona donde se ubicaba el corazón, el abdomen y pelvis con sus manos y boca. Advirtiendo los leves estremecimientos en el cuerpo ajeno en cada caricia.

- ¿Víctor? -dijo Dante sin sospechar sus intenciones. Víctor nunca había hecho una felación a otro chico\, así que aplicó lo que sabía de sus experiencias. Dante era el único al que le haría eso.

Si Dante hubiese dicho que no lo había disfrutado, entonces era un mentiroso. El susodicho no había dejado de mover las piernas e incluso empujó la cabeza de Víctor hacia abajo. Sorprendiendo a este que consintiéndolo siguió adelante y más tarde se había atragantado por ser tan goloso y tratar de abarcarlo todo. Sin embargo, Dante admitió directamente que nunca había tenido esa experiencia. "Es tan honesto y lindo".

Luego de acabar, Víctor observó el objeto de nuevo. “Seguro habrías hecho feliz a una chica… o un chico” reflexionó, pero no quería imaginárselo. Ahora era él quien salía con Dante. Era solo suyo.