Capítulo IV- Incursión

Era fin de semana, por lo que no vería a Dante hasta el próximo lunes. Por lo que Víctor decidió ir a su habitación a molestarlo un rato. Se sentía frustrado en los últimos días. Pensó que tal vez fuera debido a que no había fornicado en los últimos días a causa de su plan de conquistar a Dante. Sin embargo, no recordaba cuál era exactamente su cuarto. Solo un par de veces le había visto dirigirse a los pisos superiores. El campus de la escuela era bastante grande y tenía cientos de estudiantes alojados en las residencias cercanas a este. Así que en parte estuvo guiándose por sus instintos y, por otro lado, preguntando a sus vecinos dónde vivía Dante. Cuando la encontró tocó la puerta con los nudillos.

- ¿quién es? -preguntó Dante al otro lado de la puerta. Víctor no dijo nada. La puerta se abrió y al verle Dante trató de cerrarla en su cara\, pero Víctor colocó medio pie en el interior de la estancia y empujó. Dante chasqueó la lengua. Seguramente molesto por no ser capaz de retenerlo afuera. Mientras Víctor entraba en el cuarto y se paseaba como Pedro por su casa.

-nunca había entrado a tu habitación- comentó Víctor. Mirando la decoración minimalista de la estancia.

-como yo tampoco a la tuya, ¿te quieres ir? -Víctor silbó al ver el suelo limpio y despejado, sin ropa en el suelo y cada cosa en su lugar.

-eres muy ordenado-Dante lo ignoró y se alejó de él. Víctor se fijó en que la luz vespertina entraba por la ventana y en la imagen de Dante a contraluz. Reforzó su idea de que Dante era el chico más atractivo del instituto (después de él, claro). Tenía buen estado físico, era delgado, esbelto, tenía una cintura estrecha como una chica, pero los hombros anchos y masculinos, los brazos marcados, las piernas fuertes y... cayó en cuenta de que había reparado demasiado en él.

- ¿y a qué viniste? -inquirió Dante empezando a impacientarse- ¿qué quieres?

-tú sabes exactamente qué es lo que quiero. Que decidas ignorarlo es asunto tuyo. -Víctor sonrió ante el silencio de Dante y decidió aproximarse a la pequeña estantería junto a la ventana y pasó una mano por el lomo de los libros que esta contenía.

-incluso tus libros están organizados alfabéticamente... ¿Puede ser que seas un obsesivo? -dijo en tono burlón. El otro lo fulminó con la mirada.

Víctor giró la cabeza al lecho donde dormía Dante. Se acercó a este y se tumbó con los brazos debajo de su nuca.

-oye, levántate de la cama -ordenó Dante-no te he dado permiso.

-oblígame. -repuso Víctor sonriente.

Dante pareció retractarse un momento, pero luego caminó en su dirección. Víctor se incorporó hasta quedar sentado y esperó a que le agarrara por un brazo para atraparle y empujarlo con su mano libre contra la cama. Puesto que aprovechó que Dante se había inclinado para sujetarle, no le costó demasiado hacerle perder el equilibrio.

- ¿qué demonios...? -Dante forcejó mientras que Víctor apresaba sus muñecas. A Dante le gustó tanto partirle la cara al abusón del primer día de clases que se inscribió en clases de artes marciales. Poseía algunos conocimientos y era más rápido que él\, pero Víctor le ganaba en fuerza. Pues este pagaba un gimnasio. En esa posición tenía ventaja. - ¿qué pretendes...? ¡Esto es violación! -la expresión de Dante era de indignación\, pero también atisbó miedo.

-no lo llames así -dijo Víctor ampliando su sonrisa- llámalo unos masajes excitantes. -Dante separó los labios para decir algo, pero Víctor no le dio oportunidad. En seguida se inclinó y le besó la boca. Presionando sus labios sobre los ajenos. Acallando sus posibles protestas. En determinado momento Dante giró el rostro rompiendo el beso y frunció los labios. Sin perder un instante, Víctor sujetó sus muñecas con una mano y las apretó, al tiempo que dirigía la otra al pantalón contrario. Dante soltó un gemido de sorpresa cuando tocó su miembro bajo la ropa interior.

-duele...-susurró Dante apretando los párpados. Víctor aflojó el agarre en sus muñecas, lo que fue un error porque Dante liberó una de sus manos, le dio una bofetada en la cara y lo hizo a un lado para levantarse.

La mejilla le dolió allí donde había recibido el golpe. Dante caminó por la habitación con pasos apresurados y murmuró varias cosas con la cabeza baja, de las que solo alcanzó a escuchar un "no puedo creerlo". Después se acercó a la puerta y la abrió de par en par.

-vete- espetó sin mirarlo. Víctor hizo amago de replicar, pero fue interrumpido.

-que te vayas- repitió Dante casi al borde de los gritos-... o te mataré. – esta vez Dante levantó la cabeza. “Vaya, esa amenaza no la había escuchado”. Demostraba lo disgustado que se sentía. A Víctor no le gustó esa mirada aparentemente fría, pero determinada en sus ojos, así que se levantó sin decir una palabra y salió dócilmente de la habitación. Dante cerró la puerta de un portazo detrás de él. “Creo que no debí forzarlo” reconoció con una pizca de remordimiento.