Capítulo VII -Cita número uno

Días después de que Dante había regresado a la escuela, Víctor le pidió una cita.

-no quiero- replicó Dante con demasiada rapidez para su gusto y volvió a su lectura. En ocasiones como esa que le daba por ponerse en plan aburrido se traía un libro para leer en los pocos minutos que tenían libre entre clases. Víctor sujetó el libro por la parte superior. Impidiendo que siguiera leyendo. Dante levantó la cabeza y le atravesó con la mirada.

-salgamos este sábado al cine y si después de todo no te gusta dejaré de molestarte- dijo Víctor esbozando una sonrisa cordial. “Al menos por un tiempo”.

-no- Víctor insistió por cinco minutos más hasta que las contestaciones de su compañero pasaron de una negativa rotunda a un ´´no estoy seguro...´´. Al final Dante accedió, aunque a regañadientes. Solo entonces Víctor lo dejó tranquilo. Cuatro días más tarde esperaba frente al cine de la localidad.

Víctor Sacó su teléfono para verificar la hora y que Dante no hubiese decidido cancelar en el último momento cuando atisbó los mechones de su pelo lacio, pero enmarañado entre los transeúntes antes de que se acercara. En cuanto estuvo a menos de dos metros de su posición, Víctor manifestó lo que pasaba por su mente:

- ¿ni siquiera para una cita te peinas?

- ¿qué? -replicó Dante con enfado- sí\, me peiné. Que mi cabello tomara vida propia en el camino es otra cosa. -Víctor se fijó mejor en su peinado. Siendo sincero no notaba mucha diferencia a la manera en que lo llevaba al instituto\, pero quizás... sí lo tenía menos alborotado. Casi sintió adulación de que hubiese considerado ese detalle por él.

Hubo otra cosa que atrajo más su interés. Dante vestía ropa casual. Vestía pantalones y zapatos elegantes (negros, por supuesto) y una gabardina color beige abierta que dejaba a la vista su playera blanca. Nunca lo había visto usar algo que no fuera su típica ropa deportiva, lo cual hizo que le sorprendiera saber que Dante tenía buen gusto para la ropa. Se veía muy bien. Y al parecer no era el único que se daba cuenta, pues pudo observar por el rabillo del ojo a algunas señoras y mujeres jóvenes que se le quedaban viendo. Incluso más que a él. Pese a que no destacaba por su altura como su persona, era innegable que poseía una figura atrayente.

- ¿vamos ya? -inquirió Dante. Sacándolo de su ensimismamiento. Iba a contestarle\, pero una chica se aproximó a ellos acompañada de un par de amigas.

-Disculpa ¿eres un modelo? -preguntó la chica.

- ¿eh?... ¿Qué?\, yo no...- balbuceó Dante. "Esta es la razón por la que no tiene novia" pensó Víctor. Porque Dante se ponía nervioso y se cohibía ante nuevas personas.

-no- respondió en su lugar Víctor en tono amable y rodeó con un brazo los hombros de Dante para llevárselo de allí- ¿por qué no viniste en sudadera? -cuestionó cuando estuvieron a una distancia prudencial de las chicas. Le costó menos de un segundo a su acompañante salir del desconcierto para empezar a rezongar.

- ¿qué? Pero ¿qué pasa contigo? -Dante se cruzó de brazos- ¿querías una cita no? Debí haberte llamado. Maldita sea\, como si pudiera adivinar qué querías que me pusiera. -Víctor ignoró cada una de sus quejas hasta que entraron en el establecimiento. Luego se dirigieron a la zona donde se mostraban los filmes en cartelera. Ninguna les llamó mucho la atención. Una era de animación\, otra de Disney y había una de comedia que a kilómetros podía ver que sería estúpida y sosa.

-no creo que quieras ver una de caricaturas, ¿o sí? -le preguntó Dante, que parecía dispuesto a verla si él aceptaba. Sin embargo, Víctor no creía que fuera apropiada para que pasaran un momento íntimo.

-podemos ir a mi casa y poner una película -Dante no se opuso.

Caminaron hasta el apartamento de tres plantas que era el hogar de Víctor. El clima nocturno se prestaba para un paseo. Además, no se encontraba lejos. Al llegar, el último arrojó las llaves en la mesa de madera junto a la puerta y se adentró en el salón después de que se quitaran los abrigos en la entrada.

Mientras tanto, Dante observaba la espaciosidad entre los muebles y la pulcritud de la estancia con decoraciones lujosas y cuadros de arte colgando de las paredes. Aunque no vio retratos familiares ni objetos que pudieran decir que allí vivía una familia.

-vives con tus padres, ¿no es cierto? -inquirió Dante.

-sí, pero mi padre siempre está afuera por su trabajo. Así que es como si viviera solo.

- ¿y qué hay de tu madre? -preguntó Dante\, curioso por saber más sobre qué tan buena sería su relación. De lo poco que sabía\, a Víctor no le agradaba mucho su progenitora.

- ¿acaso te interesa mi madre? -replicó Víctor con una sonrisa perversa. Dante hizo una mueca.

-no -dijo y no se volvió a tocar el tema.

Se sentaron frente a la pantalla plana con las espaldas apoyada en el sofá. La película que escogieron era de acción y fue lo suficientemente entretenida. Trataba de mafias, asesinatos y persecuciones en motos. Hubo algunas peleas y accidentes con efectos especiales, que a Dante le gustaron mucho. En medio de la película, Víctor sacó una bolsa de frituras de la alacena y llenó un tazón del que comieron los dos. La tarde fue mejor de lo esperado. Aunque más que una cita, parecía una reunión entre amigos. Tal vez fuera lo mejor, pues Dante parecía cómodo.

Después de que acabara la película, Víctor ofreció algo de beber a su invitado, pues con la comida les había dado sed. Víctor le echó un vistazo al interior del frigorífico.

-hay jugo, yogur, cerveza... -dijo y miró el estante de licores junto a la nevera- también hay vino, whisky, ron... ¿Qué quieres? -Dante se acercó a la barra de la cocina con semblante pensativo, aunque pudo haber esperado donde estaba.

- jugo. -Víctor sacó la jarra. Lamentándose de que Dante fuera un atleta y no le gustara el alcohol. Tal vez pudo haber aceptado un coctel dulce\, pero era imposible que esto consiguiera emborrachar a nadie\, ni siquiera a Dante\, incluso aunque este se bebiera ocho copas.

Víctor sirvió en dos vasos de cristal. Después los colocó en el mesón frente a Dante. Entonces sucedió algo inesperado: Dante tomó el vaso que él iba a elegir- tu primero- comprendió que quería que probara el contenido antes que él. Víctor entornó los ojos.

-sabes que son exactamente lo mismo, ¿no?

-solo estoy siendo cuidadoso.

- ¿en serio me crees capaz de echarle algo? -Víctor tomó nota mental- ¿tan poco confías en mí? -Dante se encogió de hombros.

-te estoy mostrando lo mucho que confío en ti –“auch” Dante espero unos cuantos segundos después de que él bebiera y entonces tomó un sorbo de su vaso -oye...

- ¿Qué?

- ¿tienes azúcar? Esto está un poco simple -Víctor no sabía si en serio se imaginaba que no tendría un ingrediente básico como ese en su casa\, pero igualmente se giró para buscarla.

-por supuesto que tengo Dante, no vivo en una caverna. Y creo que deberías regular tu consumo -dijo. Olvidándose de que él mismo lo había incentivado en varias ocasiones.

-ya sé, no me lo digas.

Dante se tomó hasta la última gota cuando volvieron junto al mueble y dos segundos más tarde se llevó una mano a la cabeza. “Está mareado” comprendió Víctor. Lo que era natural considerando la colmada cucharada de azúcar que vertió Dante en la bebida.

Decidió entonces hacer su movimiento. Se aproximó con cautela y se inclinó sobre el rostro contrario. Dante giró la cabeza para mirarlo, pero se quedó inmóvil. Víctor lo besó. Lo hizo con suavidad. Degustando el delicioso sabor de su boca. Se extrañó solo un instante de que Dante no le hubiese apartado.

Después de un par de besos más lo tumbó en el suelo. Continuó besándolo mientras Dante abría la boca para él con timidez. Luego besó su cuello. Dante permaneció quieto y a su merced. Sin embargo, en el momento que llevó una mano a su abdomen le agarró por la muñeca.

-no- “Algo es algo, supongo”. Víctor se preguntó al besarlo de nuevo y entrelazar sus manos con las suyas si Dante lo hubiese dejado continuar si antes en su habitación no hubiese metido los dedos bajo su pantalón. -ah...- Dante jadeó cuando metió su lengua en su boca. Víctor acarició su paladar por un largo rato.

Más adelante se le hizo insoportable escuchar sus suaves gemidos sin hacer más que besarlo. Dante tenía la cara roja y los ojos cerrados. Profundizó más en su cavidad. Luego llevó la mano lentamente al pantalón ajeno y agarró el miembro de Dante antes de que pudiera quejarse. Como era de esperarse, se sobresaltó y arqueó la espalda, pero de nuevo no lo apartó. Víctor sintió que se ponía duro y en seguida introdujo la mano debajo de su ropa íntima para darle placer a su falo de arriba abajo.

En esa posición sus rostros estaban más cerca uno del otro, por lo que no se perdía ninguna de sus expresiones. Dante se aferró a su camisa y arrugó la tela al apretarla. Era la primera vez que lo tocaba. Víctor fue al extremo y acarició la punta de su pene. Dante se estremecía de excitación.

-...Aah- gimió Dante-... Víctor… Espera... -Se iba a venir. Lo sabía, pero el aludido hizo caso omiso de su llamado. Lo besó y Dante enterró las uñas en su espalda. Se derramó en su mano con un último temblor de sus piernas.

Víctor bajó un poco la prenda interior de Dante, en tanto este recuperaba el aliento. Pudo ver el vello púbico alrededor de sus genitales. Estuvo tentado de deslizar sus dedos más abajo hasta su entrada. Pero antes de que se le ocurriera llevar a cabo su idea, Dante se incorporó hasta quedar sentado y abrochó su pantalón.  “No, parece que esto es todo”.

-lo siento- se disculpó Dante con gesto de vergüenza al ver su propio fluido- Déjame limpiar… ¿Dónde está el baño?

-hay otra forma de hacerlo - Víctor lamió el esperma de la palma de su mano al tiempo que mantenía la vista en la de Dante, el cual lo miró con cara de asco.

-no hagas eso, iré por una toalla- se puso de pie y se dirigió al pasillo. No hizo falta que le diera indicaciones. Al primer intento había encontrado el lavado. Cuando volvió, Dante le entregó la toalla y estuvo más callado que de costumbre. Miraba el suelo con insistencia e incomodidad.

-Dios, deja de poner esa cara, solo te viniste en mi mano- Dante se sonrojó y no replicó nada. “que tierno” pensó Víctor. Empezaba a gustarle ese costado suyo.

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