Nelson no salía de su asombro, estaba tratando de que Julia lo reconociera, sin embargo ella estaba demasiado asustada, tenía muchas lagunas mentales como para recordar tan de repente a Nelson, ella estaba totalmente confundida, en el fondo no sabía ni siquiera que estaba haciendo allí.
Y es que para todo el daño que había sufrido durante todo el tiempo que estuvo encerrada en esa casa, la única forma para que ella pudiera lograr recordar toda su vida y quién era en realidad, era sometiéndose a un tratamiento psiquiátrico bastante profundo que la ayudara a recuperar su vida de nuevo.
En vista de que ella no le contestó absolutamente ni una sola palabra, Nelson la ayudó a levantarse del piso y caminó con ella hasta donde había dejado estacionado el auto, no fue difícil sacarla de allí y mucho menos convencerla de que se fuera con él, porque ella estaba totalmente indefensa sin entender nada de lo que estaba pasando a su alrededor, daba la impresión de que estaba aturdida tal vez por lo que acababa de vivir a consecuencia del huracán.
(…)
Durante el trayecto en auto, Nelson había decidido que no era conveniente llevarla directamente a la mansión, y más aún sabiendo que allí estaba viviendo Alondra, él tenía miedo de que ella le hiciera daño y pensó que lo más conveniente era llevarla primero a su casa donde vivía con su hermana, y además como ella era psiquiatra, cosa que fue muy conveniente para la situación que se había presentado y además, tenía su consultorio médico en una clínica muy cerca de allí, enseguida pensó que lo más conveniente era que ella la examinara primero y le dijera en qué condiciones mentales estaba realmente Julia.
— ¿Pero Nelson de dónde sacaste a esta mujer? Mira nada más en el estado que se encuentra. ¿Acaso es una indigente que encontraste en la calle? ¡Pero por favor! ¿Cómo se te ocurre traer a una desconocida a nuestra casa? Sin saber quién es o que mañas tenga.
— Elizabeth necesito que examines a esta mujer urgentemente, no te imaginas quién es ella en realidad. — le dijo Nelson a su hermana mientras ayudaba a Julia a sentarse en un sillón que estaba en la entrada de la casa.
— ¿Pero de qué me estás hablando? ¿Quién es esta mujer y por qué está en ese estado tan deplorable? Esta muy sucia y tiene marcas en la piel, se ve como si estuviera enferma. Es que no has debido traerla a esta casa, sabes perfectamente que no tenemos suficiente espacio para vivir los dos y se te ocurre encima traer a una tercera persona, es que definitivamente no piensas bien las cosas antes de hacerlas Nelson.
— Por favor Elizabeth trata de calmarte y antes de que sigas hablando Necesito que me escuches con atención lo que tengo que decirte, esta mujer que estás viendo aquí enfrente de ti toda harapienta y descuidada, es nada más y nada menos que la señora Julia Grimaldi, la esposa del señor Roberto Grimaldi.
Elizabeth abrió los ojos sorprendida puesto que no podía creer lo que Nelson le estaba diciendo, ella misma sabía perfectamente que Julia la esposa del jefe de su hermano, había fallecido hace muchos años atrás, por lo que no salía de su impresión y no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando.
— ¿Pero qué locura estás diciendo? ¡Por favor Nelson! Es descabellado lo que me acabas de decir, ¿De dónde sacas que esta mujer harapienta como tú mismo lo has dicho, es la difunta señora Julia? Es que definitivamente aquí el único loco eres tú.
— Pues déjame decirte querida hermanita que no estoy loco y estoy muy seguro de lo que te estoy diciendo, esta mujer que ves aquí sentada es la señora Julia Grimaldi, la tenía secuestrada durante todos estos años su hermana Alondra y con la sola intención de mantenerla separada del señor Roberto, porque la vieja está enamorada de su cuñado, solo que los planes no le salieron como ella lo esperaba, porque ya ves que el señor Roberto se casó con otra mujer.
Para sorpresa de Nelson y Elizabeth, cuando él terminó de decir que Roberto se había casado con otra mujer, Julia enseguida los miró y cambió totalmente su expresión del rostro, lo que les dio a entender a ambos enseguida, que ella no estaba tan perdida como creían, y que tal vez su mente aún recordaba algunas cosas, solo que había que tratarla con mucha cautela y paciencia.
— ¿Te diste cuenta que reaccionó cuando dije que el señor Roberto se había casado con otra mujer? ¿ Tú crees que haya entendido lo que acabo de decir? — preguntaba Nelson ansioso porque él quería de cualquier manera poder salvar a Julia y sacarla de ese laberinto que tenía en su mente.
— Sí, me acabo de dar cuenta de eso, creo que no todo está perdido, pero por lo pronto tenemos que asearla, cambiarle esa ropa, y especialmente alimentarla, se ve que está desnutrida, además hay que revisar esas marcas que tiene en su piel, a pesar de que las rosetas están secas, pareciera que hubiera tenido una infección muy grande. Y aparte de todo creo que también ha sufrido de maltrato.
— Sí Elizabeth, hay que ayudar a la señora Julia para que pueda salir de ese trance en el que está atrapada, tenemos que lograr que recupere la conciencia para que ella pueda decirnos todo lo que pasó en realidad y de esta forma, denunciar a las autoridades a la señora Alondra, para que pague con años de cárcel todo el daño que le hizo a su hermana.
— La verdad es que esto parece un cuento de telenovela, pero lo que no quiero es que tú te veas involucrado en problemas con la policía por haber traído a la señora Julia aquí a nuestra casa. Yo creo que sería bueno que pongas la denuncia inmediatamente, no quiero que vayan a pensar que fuiste tú el que la secuestró durante todos estos años, por otra parte el señor Roberto tiene que saber que ella está viva, porque entonces ese matrimonio que tiene con esa otra mujer, no tiene ninguna validez, porque la única esposa legítima es la señora Julia.
— Sí tienes razón, pero no quiero llevarla en ese estado tan deplorable a la mansión, me gustaría que antes la evalúes y si es posible, llevarla a la clínica donde tú trabajas para que le hagan todos los exámenes pertinentes y luego la llevaré con el señor Roberto.
Realmente en el fondo Nelson quería agotar todo lo humanamente posible para que Julia se recuperara mucho antes de que Roberto supiera que se encontraba viva, porque a él siempre le había atraído Julia, a pesar de estar consciente de que era la esposa de su patrón, es por esa razón, que no quería llevarla todavía a la mansión y entregarla a los brazos de Roberto.
Además, tenía miedo de que Alondra pudiera hacerle daño, pero eso no se lo dijo a su hermana Elizabeth, sino que trató de convencerla primero de que la llevara a la clínica y de esta forma pudieran hacerle todas las evaluaciones pertinentes, para saber en qué estado mental y físico se encontraba y luego así poder someterla a un tratamiento psiquiátrico esperando lograr su recuperación.
(…)
Mientras tanto en la mansión de los Grimaldi…
Era muy temprano en la mañana y Topacio se había levantado primero que Roberto porque le tenía una sorpresa.
Ella subió a la habitación con una charola donde le llevaba el desayuno, pero además de eso, tenía algo muy especial que Roberto no sé lo imaginaba.
— Buenos días dormilón. — le dijo Topacio mientras colocaba la charola sobre la cama.
— Buenos días amor, pero ¿Te caíste de la cama que estás levantada tan temprano en domingo?
— Es que bajé a prepararte el desayuno, hoy quiero consentirte. — Roberto sonrió y enseguida abrió los brazos para abrazar y besar a Topacio.
— Pero qué delicioso se ve todo esto, gracias mi vida.
— Hoy cumplimos un año de casados y por eso quise hacerte algo especial.
— Sí, lo sé amor, pero te me adelantaste, porque yo también te tengo una sorpresa, solo que pensaba dártela ésta noche. — le dijo Roberto mientras la besaba.
— Bueno, pero yo quise adelantarme porque no puedo esperar para darte tu regalo de aniversario.
Roberto miró la charola y se percató que además del rico desayuno que le había preparado Topacio, también había un sobre blanco que llamó poderosamente la atención de Roberto.
— ¿Y esto qué es? — Topacio emocionada enseguida le dijo:
— Pues, en ese sobre está tu regalo.
— ¡Uyyy! ¿Pero qué será? Ya me pusiste nervioso, no sabes cómo me encantan los regalos y si vienen de ti me gustan mucho más. Aunque déjame decirte que tú eres mi mejor regalo, desde que llegaste a mi vida me has hecho el hombre más feliz del mundo, aunque me costó mucho conquistarte, pero con mi paciencia y mi amor lo conseguí.
— Tú también me has hecho muy feliz y aunque al principio tenía miedo de enamorarme, tú hiciste que todo fuera posible a pesar de las circunstancias en las que nos casamos. Pero ya abre el sobre, que quiero ver la cara que pones con tu regalo.
— Ya voy, ya voy, yo también quiero saber qué es, me tienes ansioso.
Cuando Roberto abrió el sobre, abrió los ojos sorprendido, no podía creer lo que estaba leyendo, se le llenaron los ojos de lagrimas de la emoción.
— ¿Es en serio? ¿No es una broma? ¿Vamos a tener un bebé? — decía Roberto con una sonrisa que no le cabía en el rostro, no podía creer lo que estaba viviendo en ese momento.
— Sí mi amor, estoy embarazada.
Roberto enseguida la abrazó y la besó, estaba muy contento con esa noticia tan inesperada, jamás se imaginó que eso pudiera pasar de nuevo en su vida porque su único hijo era Eduardito.
— Pero qué felicidad tan grande me has dado, definitivamente este ha sido el mejor regalo que has podido darme ¡Vamos a ser papás! Gracias mi amor por hacerme tan feliz.
En ese momento la cara de felicidad que tenía Topacio cambió en segundos y se puso seria y un tanto melancólica, por supuesto Roberto se sintió algo extrañado porque no entendía el porqué había cambiado tan drásticamente de actitud.
— ¿Pero mi amor qué te pasa? ¿Por qué te has puesto así tan seria? ¿Acaso te sientes mal?
— Lo que pasa es que ya no puedo seguirle ocultando a mis padres que tú y yo estamos casados, las cosas ahora se complicaron aún más porque estoy embarazada y esto es algo que no puedo ocultar, y la verdad es que tengo mucho miedo de la reacción que van a tomar mis padres cuando se enteren que les he mentido durante un año haciéndoles creer que trabajo en esta casa como sirvienta.
— Pero amor, no te preocupes por eso ahora, yo te prometí que vamos a traer a tus padres a vivir aquí a los Estados Unidos, solo que eso lleva algo de tiempo, pero ya verás como todo se va a arreglar.
— Pero es que no puedo esperar tanto tiempo para decirles que tú y yo estamos casados, ahora estoy embarazada y esto es algo que no puedo seguir ocultando. Ellos tienen que saber toda la verdad ahora mismo, porque de lo contrario esto va a ser peor, pero sin embargo aún así, tengo mucho miedo de que esta noticia les vaya a afectar su salud, ellos son personas mayores y por más que sea no estoy a su lado. La verdad es que no sé cómo resolver todo esto.
(…)
Alondra se encontraba desayunando sola en el comedor mientras Filomena le servía el café.
— ¿Y dónde está Roberto y la pueblerina de quinta que no los veo desayunando aquí? — le preguntó Alondra a Filomena.
— La señora Topacio fue a la cocina desde muy temprano a prepararle ella misma el desayuno al señor Roberto, porque según y que le tenía una sorpresa por su aniversario de bodas.
— ¡Ay por favor Filomena! ¿Cómo que la señora Topacio? ¿Pero qué es lo que te está pasando? Esa campesina no es ninguna señora, aquí en esta casa, la única señora so yo que te quede claro.
— Disculpe señora Alondra, pero es que no quiero tener problemas con el señor Roberto por eso, usted sabe que después que la campurusa se casó con él, no deja que uno la tutee o la llame solo por su nombre, y la verdad es que para evitarme problemas, prefiero obedecer.
— Sí, pero no tienes que hacerlo si ellos no están presentes, además no quiero que la llames señora en mi presencia. ¿Te quedó claro Filomena?
— Sí señor Alondra, como usted diga.
— ¿Y qué será esa sorpresa que la campurusa le tiene a Roberto?
En ese momento llegó Eduardito el cual venía bajando de su habitación y al escuchar la pregunta que había hecho su tía Alondra, enseguida le respondió de la forma más natural y lanzándole la noticia sin la más mínima delicadeza:
— Buen día tía Alondra, si quieres saber cuál es la sorpresa que tiene preparada Topacio para papá, yo te la puedo decir, está embarazada. — dijo mientras se sentaba y se servía con la mayor tranquilidad su jugo de frutas, por supuesto que Alondra Estaba totalmente impactada con lo que acaba de decir su sobrino, porque lo último que ella se imaginaba era que Topacio pudiera estar embarazada, cosa que arruinaba aún más los planes de querer conquistar a Roberto, ya que si no lo había podido lograr en un año estando viviendo allí en la mansión, ahora iba a ser mucho más difícil estando ella esperando un hijo de él, porque eso los iba a unir más de lo que ya se encontraban
— ¿ Pero qué barbaridad estás diciendo? ¿De dónde sacaste semejante estupidez? Eso no puede ser, esa campurusa mugrienta no puede estar embarazada de mí Roberto.
— Para Eduardito y filomena fue realmente aún más sorpresivo el escuchar a Alondra hablar de esa forma que la delató por completo y fue más que evidente el saber que ella en realidad siempre había estado enamorada de Roberto.
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