Topacio estaba tratando de calmarse para poder contarle a Milagrito todo lo que Roberto le había dicho.
— Lo que pasa es que cuando me propuso casarme con él, al principio me puse a la defensiva porque creí que estaba burlándose de mí, pero cuando me explicó, que se trataba de una solución para poder legalizar mis documentos y así lograr traer a mis padres a vivir aquí conmigo, entonces me quedé un poco más conforme, porque sé que hay mucha gente que se casa solo para poder tener los papeles y así poder estar legal en los Estados Unidos, pero lo que me dijo después fue lo que me sacó totalmente de control.
Milagrito ya estaba demasiado ansiosa por saber qué era eso que le había dicho Roberto, así que enseguida le dijo a Topacio:
— Pero por Dios Topacio, ¿Ya no me sigas creando más ansias, ya dime qué fue lo que pasó?
— Me pidió que fuera suya. — los ojos de Milagrito se abrieron por completo de la impresión, ella no podía creer que Roberto se hubiera atrevido a semejante bajeza, ya que ella tenía un concepto totalmente diferente de él, siempre lo había visto como un hombre muy respetable.
— ¿Qué? ¿Es en serio? ¿ Pero qué le pasa al señor Roberto? Jamás me hubiera imaginado que fuera capaz de semejante bajeza, es que es un cochino igual que todos los hombres. Pero qué canijo es ese señor. Tan seriecito que se ve, mira nada más, lo que quiere es cuchiplanchar contigo. ¿Y qué le dijiste? Me imagino que lo pusiste en su sitio.
— Pues, al principio antes de que me dijera semejante cochinada, yo le había dicho que sí me casaría con él, porque pensé en poder salvarle la vida a mi padre, pero nunca pensé que me iba a salir con esto, y lo único que hice fue salir corriendo del despacho. Ay Milagrito, tengo mucho miedo por la vida de papá, pero la verdad no sé qué hacer.
— Pues hiciste muy bien en salir corriendo de allí, tú no puedes aceptar semejante propuesta, te estarías prostituyendo, y la verdad es que si tus padres se llegan a enterar, especialmente el señor Bernardo, estoy muy segura que preferiría que lo dejaras morir antes de verte convertida en una….
— ¡Milagrito! Por Dios no se te ocurra decirlo, claro que no, yo soy una mujer muy digna y además, seré pobre y habré crecido en un ranchito casi apunto de caerse, pero lo que sí me enseñaron mis papás, es a ser una mujer decente.
— ¿Y entonces qué vas hacer? ¿A pesar de todo eso te vas a quedar a vivir aquí en la mansión y a seguir trabajando como sirvienta?
Topacio se levantó de la cama y caminó hacia una pequeña ventana que daba al jardín, luego se volteó y le dijo a Milagrito entre lágrimas:
— Yo no quiero seguir viviendo aquí, pero al mismo tiempo, si regreso al pueblo… No voy a tener la forma de poder ayudar a mi papá para que pueda hacerse la operación. Estoy entre la espada y la pared, la verdad es que no sé qué hacer. De lo único que sí estoy segura, es que jamás aceptaré casarme con el señor Roberto, a pesar de que…
Topacio se quedó callada porque sintió que no debía decirle a Milagrito lo que ella estaba sintiendo, que no era más que una confusión de sentimientos que ni ella misma se podía explicar. Milagrito intrigada al ver que Topacio se había quedado callada, enseguida le preguntó:
— ¿A pesar de qué? ¿Por qué te quedaste callada Topacio?
— No, no pasa nada… No iba a decir nada.
— Por favor amiga, nos conocemos desde que éramos unas niñas, sé perfectamente que hay algo que no me has dicho y esa es la razón por la que te quedaste callada. Sabes que puedes confiar en mí, entonces dime, ¿Qué es lo que te está pasando realmente? ¿Acaso tiene algo que ver con el señor Roberto?
Topacio se mordía los labios tratando de controlarse porque estaba demasiado nerviosa con todo lo que estaba pasando, y en el fondo le daba mucha vergüenza el confesarle Milagrito que ella sentía una atracción por Roberto.
— Milagrito por Dios, lo que pasa es que todo esto me tiene demasiado confundida, a mí me da mucha vergüenza decirte esto, pero en el fondo yo siento una atracción muy extraña por el señor Roberto.
— ¿Qué? ¿Pero acaso te has vuelto loca? ¿Cómo es posible que me digas eso? Topacio por Dios, es nuestro jefe, además tú para el eres solamente una más del montón, lo único que te hace ver diferente, es el hecho de que te pareces a su difunta esposa, pero de lo contrario jamás te va a tomar en serio, entiéndelo por favor. ¿Pero acaso es que ha pasado algo más que yo no sé?
Topacio se puso aún más nerviosa, sintió que le temblaban las piernas porque ella se sentía muy avergonzada al mismo tiempo de haberse dejado llevar por aquel deseo que sintió en ese momento en el que Roberto la había besado apasionadamente.
— Solamente fue un beso que él me dio. Pero te lo juro que no ha pasado más de allí, el intentó acercarse de nuevo a mí, pero yo enseguida lo rechacé y hasta los momentos no lo ha vuelto a hacer.
Milagrito se llevó las manos a la cabeza, estaba realmente molesta con Topacio.
— Ahora entiendo todo, le has dado motivos suficientes para que él quiera estar contigo íntimamente. Topacio por Dios, sabes perfectamente que ese hombre lo único que vería en ti es una oportunidad de satisfacer sus deseos y luego te echaría a un lado como un perol inservible. Además eres virgen todavía, no me parece apropiado que termines entregando tu inocencia a un hombre que no te va a dar el valor que realmente tienes.
(…)
Mientras tanto Alondra había llegado a la casa donde tenía escondida a su hermana Julia, le había pedido a Nelson que la llevara y la esperara en el carro mientras ella le decía lo mismo que la vez anterior, que solo iba a visitar a una persona enferma.
Cuando entró a la casa se encontró con una desagradable noticia que vino a empeorar aún más toda su situación y ponía en riesgo el ser descubierta especialmente por Nelson, que comenzaba a sospechar de esa visita que ella hacía en esa casa.
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