El regalo de Topacio

Roberto después de escuchar la conversación entre Topacio y Milagrito, decidió ir a hablar directamente con Topacio. Él tenía que encontrar la forma de acercarse a ella y esa era la gran oportunidad.

Cuando Roberto llegó al pasillo en donde se encontraban Topacio y Milagrito, enseguida ambas se quedaron sorprendidas, no se esperaban la presencia de su patrón allí, Milagrito muy nerviosa enseguida le preguntó

— Señor Roberto qué sorpresa verlo por acá en el área de servicio ¿Se le ofrece algo?

Topacio enseguida se puso nerviosa cuando vio a Roberto enfrente de ella. Él enseguida le respondió a Milagrito:

— Vine a hablar con Topacio, necesito que me permitas un momento a solas con ella por favor Milagrito.

Topacio se puso pálida, ella no quería quedarse a solas con Roberto, estaba muy nerviosa con todo lo que había pasado, pero sin embargo se quedó sin decir una sola palabra porque no quería aumentar más sus problemas, por su parte Milagrito se preocupó mucho porque pensaba que tal vez Roberto iba a despedirla y ella se sentía responsable de tener a Topacio en la mansión, así que no dudó ni un minuto en preguntarle:

— Dispense señor Roberto, pero ¿Acaso pasó algo malo con Topacio? Porque yo me hago responsable de cualquier cosa, fui yo la que la trajo a esta casa y siento que es parte de mi responsabilidad.

— No Milagrito, no te preocupes que no pasa nada con Topacio, solo te pido que me permitas conversar a solas con ella, porque creo que tenemos muchas cosas que aclarar.

Milagrito miró a Topacio y ésta enseguida le clavó la mirada con unos ojos suplicantes, pidiéndole a gritos que no le dejara sola con Roberto, sin embargo ella no podía hacer nada, porque él era su patrón y el que decidía lo que quería hacer en su casa, por lo tanto no le quedó más remedio que retirarse y dejarlos a solas.

Topacio temblaba, ella no quería ni que Roberto le hablara, ella no sabía por qué se sentía tan intimidada por su presencia.

Roberto se acercó a ella y le dijo:

— Topacio, no tienes por qué tener temor, yo no te voy a hacer nada, solo quiero que hablemos y además de todo, pedirte una disculpa.

Cuando dijo eso, ella levantó la mirada y se quedó viéndolo fijamente a los ojos, luego le dijo con voz temblorosa:

— ¿Usted me va a pedir una disculpa? ¿A mí? ¿Pero por qué?

— Yo lamento mucho todo el malentendido que ha surgido por tu gran parecido con mi difunta esposa, no quiero que eso te perturbe en lo absoluto, sé que acaba de verte mi hijo Eduardo, y lamento mucho que las cosas hayan surgido así de esa forma, me siento culpable porque debí advertirle de tu gran parecido con su madre antes de que te viera.

Topacio bajó la mirada y enseguida le dijo:

— No tiene que pedirme disculpas, la verdad no es su culpa que yo me parezca tanto a la muertita….bueno digo a su difunta esposa.

Roberto sonrió y le dijo:

— ¿Te gusta el helado de chocolate? — Topacio lo miró extrañada, luego le respondió:

— Bueno…sí me encanta. ¿Por qué me lo pregunta?

—Ven acompáñame. — le dijo Roberto mientras la tomaba de la mano y la hacía caminar hasta la cocina. Cuando llegaron allí, Roberto abrió el refrigerador y sacó un pote gigante de helado de chocolate, tomó dos copas y colocó una porción en cada una, Topacio lo miraba totalmente sorprendida, no podía creer lo que estaba haciendo.

Roberto por su parte colocó la copa de helado sobre el enorme mesón y le dijo a Topacio:

— Bien, aquí está señorita su helado de chocolate.

Topacio miraba la copa de helado con muchas ansias hasta que comenzó a disfrutar del delicioso postre. Roberto también la acompañó y ambos terminaron disfrutando de aquel rico postre, ella lo miraba incrédula de ver en él ese gesto tan tierno y él disfrutaba maravillado ver la felicidad que había causado en Topacio.

Al cabo de un rato cuando ya ambos habían terminado de comerse el helado, Roberto le dijo:

— Topacio quería darte un obsequio que sé te va a encantar muchísimo.

— ¿Algo como qué? — le dijo Topacio mientras lo miraba muy intrigada.

Roberto enseguida se acercó a ella y le dijo:

— Quiero que me acompañes a un lugar de la casa en donde solamente yo tengo acceso.

Topacio comenzaba a ponerse nerviosa en vista de todas las atenciones que Roberto había tenido ese día con ella, luego al decirle esto ya tuvo mucho más miedo a acceder a su petición, estaba entre la espada y la pared porque Roberto se había portado como todo un caballero, sin embargo ella tenía sus reservas, porque él era el patrón de la casa y como tal tenía todo el derecho de dar órdenes y ella en su condición de empleada doméstica y además indocumentada, podía correr el riesgo de que él se quisiera propasar con ella, sin embargo Topacio solo lo miró y esperó callada a que el terminara de decirle qué era exactamente lo que él quería darle porque también cabía la posibilidad de que estuviera juzgándolo mal y no quería equivocarse.

— ¿Qué será eso que quiere darme? La verdad es que me tiene un poco incomoda señor Roberto, lo que sucede es que yo no estoy acostumbrada a recibir regalos de ningún hombre.

Roberto enseguida sonrió porque se estaba dando cuenta de la gran mujer que era Topacio, no se dejaba influenciar por cualquiera y además tampoco se dejaba deslumbrar por el dinero ni las cosas materiales.

Enseguida le dijo:

— No quiero que te sientas incómoda por algo que yo quiera darte, solo lo estoy haciendo con la mejor intención del mundo porque deseo ayudarte, no tienes de qué preocuparte así que sígueme que te voy a mostrar algo que sé te va a gustar mucho.

Topacio miró a Roberto con cierto temor, pero sin embargo la mirada de Roberto le transmitía al mismo tiempo mucha paz y eso le daba a ella en el fondo mucha tranquilidad, no entendía qué le estaba pasando, pero de alguna manera ella también estaba atraída por aquel hombre al cual veía tan atractivo y al mismo tiempo le producía mucho temor.

Roberto tomó de la mano a Topacio y la llevó hasta unas escaleras que quedaban en la parte oeste de la mansión, había una pequeña puerta que estaba cerrada con llave, mientras tanto él sacó de su bolsillo un pequeño llavero que tenía una sola llave la cual usó para abrir la puerta, cuando ésta se abrió tenía unas escaleras que conducían a un sótano.

Él enseguida encendió la luz y le indicó a Topacio que bajara detrás de él, ella se ponía cada vez más nerviosa, porque la verdad no entendía a donde la estaba llevando. Llegó un momento en el que se detuvo en medio de las escaleras porque tuvo como una especie de pánico que le impedía seguir caminando y al mismo tiempo sintió una necesidad de gritar pidiendo ayuda porque tenía miedo de que Roberto le fuera hacer algo, pero luego él la miró, la tomó de la mano y le dijo:

— No tengas miedo Topacio, yo no soy un hombre malo, ni enfermo, yo nunca te haría daño, solo quiero mostrarte algo que quiero que sea tuyo y luego que lo veas puedes regresar a tu habitación si así lo deseas. Pero te aseguro que no te vas arrepentir.

Topacio accedió dándole un voto de confianza y cuando llegaron a la parte de abajo se quedó totalmente impactada al ver la cantidad de ropa que había colgada en varios clóset que estaban distribuidos por todo el sótano, habían trajes de todo tipo, vestidos de fiestas, de cóctel, ropa casual y deportiva, en fin, cualquier cantidad de ropa como si se tratara de una boutique, Topacio no cabía de la impresión al ver todo aquello que para ella era algo difícil de creer, había estantes de pared a pared repletos de zapatos, carteras de marcas, sombreros y todo tipo de accesorio para dama, lo mejor de todo es que aquel sótano estaba iluminado, tenía aire acondicionado, los pisos estaban alfombrados, todo estaba divinamente cuidado como si se tratara de una tienda extraída de un centro comercial de moda, ella al ver aquella maravilla solo pudo decir:

— ¡Dios mío pero qué grande es! Esto parece una tienda por departamentos, todo esto es una belleza, hay mucha ropa, es como si estuviera comprando en una tienda de esos centros comerciales que salen en la televisión. Dios qué hermoso es todo esto.

Roberto no cabía de la felicidad al ver la cara de alegría que tenía Topacio, era como una chiquilla en medio de una juguetería, ella miraba todo a su alrededor, se encontraba completamente perpleja, tocaba la ropa, agarraba los zapatos, miraba los sombreros y se los ponía uno por uno mientras se miraba al espejo, era como si estuviera en un cuento de hadas rodeada de todas las cosas lindas que alguien pudiera anhelar.

Roberto mirándola tan alegre enseguida le dijo:

— Topacio, quiero que todo esto sea tuyo, puedes disponer de todo lo que quieras para que te vistas de forma diferente a partir de ahora.

Ella abrió los ojos sorprendida, no podía creer que lo que le estaba diciendo fuera verdad.

— ¿Cómo? ¿ Pero qué me está diciendo? ¿Usted tomó algo antes de comerse el helado?

Él soltó una carcajada, le parecía realmente muy encantador la forma como Topacio decía las cosas sin pensar, era demasiado auténtica, ella decía lo que sentía sin filtros y eso para Roberto era realmente fascinante.

— Jajaja no Topacio no me he tomado nada, créeme que estoy muy sobrio. Lo que sucede es que todo esto que ves aquí era de mi difunta esposa Julia, ella era una mujer muy elegante, le gustaba siempre verse bien y tenía tanta ropa que no sabía dónde guardarla y a mí se me ocurrió abrir todo este espacio para ella, de manera que pudiera guardar aquí todas sus pertenencias y pudiera cambiarse de ropa a sus anchas, realmente quería complacerla tanto…. Quería darle todo… quería que fuera feliz, pero ni todo el dinero del mundo fue suficiente para poder tenerla conmigo por más tiempo y cómo ves toda esta ropa quedó aquí intacta y juré después de su muerte, que nunca más entraría aquí, pero desde que llegaste a ésta casa, algo en mi cambió totalmente mi visión de ver la vida y pienso que sería un desperdicio que toda esta ropa se perdiera entre el polvo y el pasar del tiempo, es por eso que quiero obsequiarte todo lo que desees tomar de aquí, quiero que este espacio sea para ti y te voy a dar una copia de la llave para que la tengas guardada solamente tú, sin que nadie más sepa que este sitio existe.

Roberto estaba tan obsesionado con el recuerdo de Julia, que quería de alguna forma, revivirla a través de Topacio, estaba deseoso de verla con la ropa de su difunta esposa, él necesitaba de alguna manera creer que ella aún vivía y la mejor forma de poderlo hacer, era a través de Topacio.

Más populares

Comments

Juanita Palma

Juanita Palma

ya sabia yo que habia algo en cuanto lei que la tal alondra siempre estuvo enamorada de él alli sospeche que habia algo sospechoso y tambien sospeche que a lo mejor no eran hermanas q tal vez la alondra era adoptada o algo parecido por lo gorda q esta y mira lo acerte y hacerle daño a su propia hermana no puede ser

2023-03-20

1

Merly Esmeralda Mosquera Garcia

Merly Esmeralda Mosquera Garcia

Ay Robertito como te dejaste engañar de la putizorra de Alondra, como no investigaste la supuesta muerte de tu mujer

2023-03-06

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play