Dos gotas de agua

Topacio y Roberto pasaron un buen rato en el sótano viendo toda la ropa que había pertenecido a Julia y que ahora él le había dado la autorización a Topacio para que pudiera disponer totalmente de todo lo que había allí.

Topacios estaba cambiando de ropa en un pequeño vestidor que se encontraba al final del sótano, se había puesto un hermoso vestido casual, con una tela estampada de flores con colores vivos, y lo había combinado con unas sandalias descubiertas de tacón corto.

Se veía realmente hermosa, Roberto estaba sentado en un pequeño sofá mientras esperaba a que Topacio saliera del vestidor con su nuevo cambio de ropa.

— ¿Ya estás lista Topacio? — le preguntaba Roberto, estaba muy ansioso por verla con la ropa que era de Julia.

— Ya voy, ya estoy casi lista. — le decía topacio mientras terminaba de abrocharse el vestido.

Cuando Topacio por fin salió del vestidor con aquel hermoso vestido floreado que era uno de los favoritos de Julia y luego se puso enfrente de Roberto, este se quedó con la boca abierta de la impresión, no podía creer el gran parecido que tenía con Julia, era el retrato de ella.

Roberto se levantó del sofá sin decir una sola palabra, él estaba totalmente extasiado con el gran parecido de Topacio y Julia, cuando estuvo en frente de ella la tomo por ambas manos y mirándola fijamente a los ojos le dijo:

— Estás bellísima, pareces una reina, eres toda una diosa. — Topacio lo miraba a los ojos, sentía como él se iba acercando lentamente a ella, estaba temblando de los nervios, se estaba dando cuenta que Roberto estaba acercando demasiado su cara a la de ella, estaba totalmente inmóvil porque extrañamente sentía una atracción voy profunda por él, y es que definitivamente Roberto era un hombre demasiado atractivo, era la primera vez que Topacio estaba tan cerca de un hombre, estaba totalmente dominada por la situación, el aroma de su perfume la tenía muy extasiada y solo se estaba dejando llevar, por aquello tan incontrolable que sentía en ese momento.

Roberto fue poco a poco acercando sus labios a los de ella, mientras que Topacio habría su boca lentamente, estaba decidida a dejarse llevar por ese momento y sentir su boca con la suya.

Él fue acercando sus labios suavemente mientras ella se dejaba llevar y correspondía a ese beso tierno y suave que le estaba dando

Ella tenía los ojos cerrados y él la abrazaba por la cintura apretando su cuerpo con el de él, sintiendo como se estremecía por completo y al mismo tiempo temblaban de deseo.

Fue en ese instante en el que Roberto le dio un beso en la boca muy apasionado mientras Topacio se dejaba llevar y correspondía a aquel beso que la hacía temblar de placer.

Pero a pesar de la emoción y la calentura del momento, Roberto susurrando dentro de su boca le dijo:

— Te amo Julia.

Cuando Topacio escuchó el nombre de la difunta esposa de Roberto, inmediatamente lo soltó y lo miró a los ojos totalmente ofendida, ella solo le dijo:

— ¡Ya basta no soy Julia! Ahora entiendo todo, usted me ha traído hasta este sótano para que yo me vista con la ropa de su difunta esposa Julia, nada más porque quiere que yo me convierta en ella. Ahora entiendo su juego macabro, y déjeme decirle que no me voy a prestar para eso por mucho que sea mi patrón.

Roberto se sintió muy incómodo, estaba totalmente apenado porque realmente se había dejado llevar por el gran parecido que tenía con Julia y al verla con ese vestido definitivamente fue algo tan impactante para el qué no pudo evitar dejarse llevar por ese deseo y ese recuerdo que aún estaba vivo dentro de su alma.

— Por favor Topacio espera, no te pongas así, no era esa mi intención te lo juro, solo que ustedes dos son dos gotas de agua, para mí es demasiado difícil poder controlarme cuando te veo cerca.

— No pienso seguir un minuto más en esta casa, desde que llegué me he sentido totalmente incómoda, estoy cansada de que me comparen con esa señora que ni siquiera conocí.

Topacio salió corriendo del sótano y subió las escaleras para salir de allí mientras Roberto salía corriendo detrás de ella tratando de convencerla de que lo escuchara.

Ella logró salir primero y después salió él, pero antes de seguir corriendo detrás de ella, inmediatamente cerró la puerta del sótano y trató de ver si podía alcanzar a Topacio para tratar de convencerla de que él no había hecho las cosas con esa intención. Pero cuando iba por el pasillo enseguida se cruzó con Alondra la cual venía llegando de su salida misteriosa y venía con una cara que se veía que estaba totalmente nerviosa.

Ella al ver la ansiedad que tenía Roberto enseguida le preguntó:

— ¿Pero qué te pasa Roberto? ¿Por qué estás así tan exaltado?

Roberto enseguida le contestó:

— No,no pasa nada, solo…es solo que tengo un poco de ansiedad eso es todo.

Roberto no quiso mencionar nada de lo que acababa de pasarle con Topacio, para no encender más las alarmas con todo lo que había pasado desde que ella había llegado a la mansión. Él prefirió que ella se fuera y así después que estuviera más calmada, intentaría de nuevo hablar con ella. Además Alondra se le había plantado en frente y prácticamente no lo había dejado seguir avanzando, así que prefirió solamente esperar a que las cosas se calmaran un poco.

— ¿Y cómo te fue en tu salida, lograste hablar con los decoradores de tu casa?

Alondra se puso nerviosa porque lo menos que quería era hablar de esa salida que había tenido infructuosamente y de dónde venía prácticamente con los nervios destrozados al ver en el estado de deterioro en el que se encontraba Julia. No conforme con eso, estaba atacada de los nervios y sentía pánico de tan solo pensar que la enfermera Nancy terminara delatando la enfrente de Roberto, ella tenía que de cualquier manera encontrar el dinero que está le estaba pidiendo y la única forma de conseguirlo era a través del mismo Roberto.

— Me fue bien, todo está bien.

Lo único es que rompieron una tubería de la cocina y eso provocó que tuvieran que hacer un arreglo que no estaba dentro del presupuesto y tengo que sacar una cantidad de dinero que en realidad no tengo, para que puedan terminar de remodelar todo lo demás.

Roberto enseguida le preguntó:

— ¿Pero cuánto necesitas para que termines de hacer esa remodelación?

— Ay no qué pena contigo Roberto, no quiero que pienses que te lo estoy diciendo para que me des el dinero, la verdad es que es mucha plata y no tengo cara para decirte cuánto necesito en realidad.

— Sólo tienes que decirme cuánto necesitas y después podemos hablar de un préstamo para que no te sientas tan ofendida.

Alondra enseguida sonrió e inmediatamente pensó:

“¿Préstamo? Claro que no va a ser un préstamo, porque yo voy a ser tu futura esposa y todo el dinero que tienes pasará a mis manos, de eso estoy completamente segura”

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