Una llamada inesperada

Eran las 6 de la mañana, Topacio se había levantado desde muy temprano ya que había pasado toda la noche sin poder dormir pensando en su familia, pero muy especialmente en la salud de su padre Bernardo. Estaba muy decepcionada de haberse ido de su pueblo, las cosas en Miami no eran como ella se las había imaginado, desde que había llegado a esa casa la habían hecho sentirse humillada y encima estaba muy incómoda con ese parecido que tenía con la difunta esposa del dueño de la casa.

En vista de todos los acontecimientos con los que se había encontrado, Topacio tomó la decisión de regresarse a México, tenía su maleta preparada porque estaba dispuesta a regresar a su pueblo, ella ingenuamente creía que podía salir tan fácilmente de allí para regresar a su país. Ya no le interesaba quedarse, sentía que si estaba un día más en esa casa se volvería loca.

— ¿Topacio pero y qué haces con esa maleta? ¿Se puede saber a dónde vas? — le preguntó Milagrito muy sorprendida.

— Pues me largo de esta casa, ya no quiero estar un minuto más aquí. Siento que esta casa me ahoga, el sueño americano se convirtió en una pesadilla para mí, no he tenido un momento de tranquilidad desde que llegué a esta casa, era mucho mejor que me hubiera quedado con tía Soledad en México y así estuviera mucho más cerca de mis padres. La gente en este país es extraña, todos están locos, no quiero estar un minuto más en esta casa.

— ¿Pero te has vuelto loca? ¿Acaso no sabes que no puedes ir a ninguna parte tú sola? Por Dios Topacio, estás en Miami, no tienes documentos, no conoces a nadie excepto a mí, ¿Me puedes explicar a dónde pretendes ir?

— Pues no sé a donde vaya, lo único que quiero es estar lejos de esta casa. Ya no soporto estar un minuto más aquí, desde que llegué esto ha sido un verdadero infierno, la verdad es que no me parece justo que tenga que aguantar tantas humillaciones nada más por el hecho de tratar de ganarme la vida dignamente.

— Por favor Topacio no hagas nada absurdo, es una locura que pretendas irte de esta casa tú sola cuando no conoces a nadie en este país, además si te ve la migra te deportan inmediatamente a México.

— Pues justamente eso es lo que quiero, regresar a mi país, estar en mi pueblo junto con los míos en dónde todo el mundo me aprecia y me respeta de verdad, yo no necesito estar más tiempo aquí, además quiero ver a papá y a mamá, me preocupa mucho el no poder saber de ellos.

Topacio estaba decidida a irse de la Mansión de los Grimaldi, agarró su maleta y salió caminando de forma acelerada hacia la salida de la casa, Milagrito iba tras ella totalmente angustiada tratando de convencerla de que no se fuera de esa forma.

En ese momento venía bajando las escaleras Roberto y se encontró con Topacio y Milagrito, al verlas discutiendo no dudó en preguntar enseguida:

— ¿Pero qué es lo que está pasando aquí? ¿Topacio y a dónde vas con esa maleta? ¿Me pueden explicar este escándalo?

Topacio sin ningún tapujo le respondió enseguida a Roberto:

— Me largo de esta casa, yo no puedo estar aquí un solo minuto más. Estoy cansada de las ofensas de la señora Golondrina, así que lo lamento pero no puedo seguir aguantando más tanta humillación.

Roberto enseguida le contestó:

— Topacio por favor no hagas algo de lo que te puedas arrepentir, y no se llama Golondrina se llama Alondra, pero sea como sea no puedes irte de esa forma, además tengo entendido que tú entraste de forma ilegal en este país.

Milagrito y Topacio se miraron a la cara puesto que ellas habían ocultado esa información a Roberto justamente por el miedo que les daba de que no aceptara a Topacio en su casa, pero no sabían que él ya estaba enterado porque las había escuchado hablar hace unos días en la cocina.

— ¿Señor Roberto y cómo se enteró usted de eso? — le preguntó Milagrito asustada.

— No importa como me haya enterado, el asunto es que lo sé, como también sé que Topacio no puede salir de esta casa porque no conoce a nadie y la policía puede llevársela al darse cuenta que no posee ningún documento legal que avale su estancia en este país.

Topacio se quedó callada mientras bajaba la mirada ya que sabía que Roberto tenía razón, además ella sentía temor de que la policía pudiera llevársela y le pasara algo peor, por otra parte Milagrito estaba totalmente apenada porque ella había ocultado esa verdad tan importante a su patrón, pero lo había hecho justamente por el miedo que le daba de que no fuera a aceptar a Topacio en su casa.

— Señor Roberto.. yo…. La verdad es que… me siento muy avergonzada por haberle ocultado que Topacio había entrado ilegal a los Estados Unidos, pero es que tenía mucho miedo de que usted la rechazara y no le quisiera dar trabajo aquí. Ella está muy necesitada y por esa razón fue que salió de México, porque tiene que enviarle dinero a su familia.

Roberto frunció el ceño y luego le dijo a Milagrito:

— Fue muy irresponsable de tu parte el que me hayas ocultado algo tan delicado como eso, no sabes en el problema que nos hemos podido meter todos, pero el asunto es que ya no podemos echarnos para atrás, ya Topacio está aquí en esta casa y lo único que quiero es protegerla. Así que me parece una soberana locura lo que piensas hacer Topacio, salir de esta casa a la calle es un acto totalmente irresponsable de tu parte, correrías muchos peligros y además te agarraría la policía y eso empeoraría aun más tu situación.

— Pero yo no quiero estar un minuto más en esta casa, no me siento cómoda con todo lo que está pasando, además su cuñada Paloma, golondrina, avestruz, bueno como se llame, no me ha dejado un minuto tranquila desde que llegué a su casa.

Roberto insistió tratando de convencer a Topacio de que no se fuera de esa forma tan violenta porque podía perderlo todo y si llegaba a ser deportada, no iba a poder regresar a los Estados Unidos.

— Por favor Topacio te lo suplico, no te vayas así, no te cierres la posibilidad de tener un futuro próspero en este país tan solo por dejarte llevar por algo que se le puede encontrar una solución.

— Ya le dije que no quiero estar aquí, quiero regresarme a mi pueblo de donde no debí salir nunca jamás.

Justo en ese momento la discusión fue interrumpida por el timbre del teléfono de la mansión, enseguida milagrito fue corriendo a atender mientras dejaba a Topacio a solas con Roberto.

Roberto aprovechando de que Milagrito había ido a contestar la llamada, se acercó a Topacio y le dijo mirándola a los ojos:

— Por favor no te vayas, déjame tratar de arreglar las cosas, yo te prometo que Alondra no volverá a meterse contigo.

Él se estaba acercando a ella, porque cuando la tenía enfrente no podía controlar el anhelo y las ganas de poder tocarla y sentirla, realmente era un deseo que no podía resistir, pero Topacio al ver la intención de Roberto de acercarse a ella, enseguida se apartó de él porque no quería tenerlo tan cerca, era una sensación que ella no sabía explicarse, cada vez que él la tocaba o tan sólo le rozaba la piel, ella se estremecía toda de una forma incontrolable.

Su corazón comenzó a latir muy acelerado y su cuerpo se estremecía totalmente, aquel hombre de casi 1.80 de estatura, con una voz gruesa y muy varonil, la hacían estremecer a pesar de que al mismo tiempo sentía un rechazo de tan solo recordar que él veía en ella a su esposa Julia.

Justo cuando Roberto intentaba acercarse de nuevo a Topacio, regresó Milagrito muy angustiada por la llamada que había contestado. Roberto al darse cuenta del nerviosismo de Milagrito enseguida le Preguntó:

— ¿Pero qué te pasa Milagrito porque vienes así tan nerviosa? ¿Quién fue el que llamó?

— ¡Ay Dios mío! Es que pasó algo grave.

Topacio miraba a su amiga muy angustiada, mientras Roberto estaba extrañado totalmente sin entender lo que estaba pasando.

— ¿Pero qué fue lo que pasó Milagrito? Termina de decir quién fue el que llamó.

— Es que la llamada era para Topacio.

Topacio puso una cara de asombro puesto que no entendía quién podía haberla llamado, porque ella ni siquiera se sabía el teléfono de esa casa.

— ¿Una llamada para mí? ¿Pero quién pudo haberme llamado cuando yo ni siquiera sé el número de teléfono de esta casa?

Milagrito trató de controlarse para poderle dar la noticia a Topacio:

— Lo que pasa es que llamó mi mamá Soledad, para decir que tu papá se puso muy mal y necesitan urgente hacerle la operación de trasplante de médula.

— ¿Qué estás diciendo? ¿Mi papá está mal? No eso no puede ser, esto no me puede estar pasando a mí, yo necesito regresar a mi pueblo lo más rápido posible, yo no quiero que mi papito se muera, ¡Dios mío no!

Roberto al ver la angustia de Topacio se sintió muy preocupado por ella, él no estaba al tanto de lo que le estaba pasando a su padre, sin embargo en medio de la angustia y la empatía que sentía hacia ella, él pensó que esa era una buena oportunidad para él acercarse a Topacio y que ella no pudiera rechazarlo.

— Topacio por favor, dime ¿qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que tiene tu papá? Si yo puedo ayudarte en algo no dudes en decírmelo.

— Es que mi papá necesita un trasplante de médula urgente, es por esa razón que yo decidí venir a trabajar aquí a los Estados Unidos para poder reunir el dinero suficiente y mandarle todo lo que él necesita para su operación. Pero por lo que veo nada del sacrificio que hecho va a servir de nada para poder reunir el dinero a tiempo y poder salvarle la vida. Daría cualquier cosa por poder traerme a mi familia a vivir aquí a los Estados Unidos.

Escuchar a Topacio decir esas palabras fue para Roberto música para sus oídos, él podía solucionarle todos los problemas a Topacio tan solo con mover un solo dedo, pero también él estaba obsesionado con ella por el parecido tan grande que tenía con Julia, lo que hacía que deseara con toda su alma que ella estuviera a su lado, al menos de esa forma sentiría un poco de consuelo y llenaría el vacío que le había dejado su difunta esposa.

Milagrito estaba muy angustiada en ver el sufrimiento que tenía Topacio, ella se acercó y la abrazó mientras le decía:

— Ay Topacio, yo sé que no es fácil lo que estás pasando, pero trata de calmarte, piensa que mientras estés aquí puedes conseguir el dinero para mandarlo a tus papitos. En cambio si te regresas de nuevo al pueblo no vas a poder ayudarlos económicamente porque allá no hay recursos para hacerlo.

Roberto después de pensar las cosas muy bien y tomar una decisión que podía cambiar el futuro de Topacio, le dijo con mucha seguridad y sin pensarlo dos veces:

— Yo tengo la solución para salvarle la vida a tu padre.

Topacio y Milagrito se quedaron boquiabierta mirando a Roberto sin pestañear y al mismo tiempo sin entender de qué manera podía ayudar al padre de Topacio.

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