Cena de media noche

Erick

Me despedí de Loui de un apretón de manos. La reunión había sido tranquila y sin tensiones, eso era bueno, este hombre daba buenas vibras. Nuestra idea del proyecto pareció encantarle y dijo que lo consultaría con su equipo de trabajo para llegar a decisión definitiva. Lucía estaba relajada, la pasamos todo el camino hacia el hotel charlando.

Conocía a Loui desde hace mucho tiempo. Resulta que era un diseñador de moda, bolsos, prendas, sombreros, zapatos, joyas, perfumes, maquillaje entre otros. Lo conoce porque él mismo diseña cisas especiales para Mackenzie, Lucía es cliente de todos sus productos y además es muy buen amigo de la familia Bernard.

-Tengo hambre. -Lucía menciona de la nada.

-Yo también.

-No quiero regresar al hotel aún.

Mire la hora en mi reloj y después devolví la mirada a ella.

-Son las ocho es temprano aún. ¿Te parece si vamos a un lugar a cenar? -le sugerí

Lucía sonríe ampliamente.

-Morgan, Morga, cambie la ubicación, llevanos mejor restaurante de París.

...♡♡♡...

-Me arrepiento no haber viajado más seguido a Francia, es un país maravilloso. -menciono mientras miraba desde la azotea la torre Eiffel.

-París, la ciudad del glamour y del amor. -expresa Lucía con el acento francés.

-No sabes lo bien que me siento estar lejos de Alemania, lejos de mamá, lejos de Mackenzie, lejos de Hugo y de la oficina. Siento tanta... paz y tranquila aquí.

-Disfrútalo. París es una ciudad con muchos significados, el ambiente es precioso, transmite esa energía de los tiempos de antes y eso es lo que más me gusta, que aún quedan rastros de como era todo hace siglos, París no ha perdido su esencia.

-¿Has considerado venir y quedarte aquí por definitivo? -le pregunto mientras cortaba la carne de mi plato.

-Venir a vivir a París no es una opción. Al menos no para mí. A pesar de que nací aquí; toda mi vida está basada en Alemania, ahí y lo viví todo, mi niñez, mi adolescencia... además allá están sepultados mis padres, si me voy de Alemania es como dejar un parte de mí.

-Entiendo. No viajas mucho a Francia.

-No, no lo hago, trato de hacerlo con más frecuencia, pero el trabajo en Alemania no me lo permite. Mi padre tenía algunas propiedades aquí así que es mi responsabilidad, por suerte tengo a alguien que se encarga de todo aquí. -Toma su copa de vino y bebió de ella.

-¿Quién?

-Mi abuelo paterno.

-¿Tienes familia aquí en Francia?

-Lógicamente.

-Nunca hablas de ella.

-Es algo que prefiero evitar hablar. Ni tengo muy buena relación con él solo me llama cuando le conviene... pero no me importa porque ya me acostumbré -suspiró-. Estoy pensado seriamente en vender esas propiedades, así me deshago de una carga.

-¿Qué tipo de propiedades son? -ladeé la cabeza.

-Casas, mansiones, terrenos y todo eso tipo de cosas.

-Supongo que tu abuelo se encarga de eso.

-Sí, pero todas esas propiedades están a mi nombre -asentí en silencio-. Y tú... me sorprendiste hoy, nunca te escuché hablar así, hasta pareces francés.

-Bueno, cuando tu familia tiene mucha influencia en la sociedad, tener que aprender idiomas es una prioridad. -sonreí orgulloso.

-No pensé que te gustaba el arte, parecías muy interesado en ese cuadro y todas las cosas de Loui.

-Sí, bueno... el arte es interesante. Mucha gente lo considera aburrido pero en realidad; el arte es una de las cosas más maravillosas que el ser humano ha creado, a través del arte puedes expresarte de cualquier forma. Es bellísimo.

-Mi padre decía lo mismo. -Habla bajo y lento.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -ella asintió- ¿Qué proyectos tienes en mente, es decir, que quiere hacer en un futuro?

Lucía cerró los ojos y rascó su nuca con inseguridad.

-Wow, nunca me había puesto en pensar en eso. Creo... creo que me gustaría abrir mi propia empresa.

-Ya tienes una.

-Sí, pero no me refiero a precisamente a eso. Quiero construir mi propia compañía, que lleve mi nombre.

-¿Y sobre qué te gustaría que sea tu compañía?

-Me fascina la moda. Me fascina todo lo que tiene que ver con la moda y el glamour, el brillo, los bolsos, sombreros, los zapatos y esas cosas. Supongo que lo heredé de mi madre.

-¿Y por qué no lo haces?

-Pues ahí es donde está el problema, amigo mío. No puedo hacerlo.

-¿Quien dijo que no? -fruncí el ceño.

-El destino. Tengo otros asuntos, no puedo estar al mando de dos empresas a la vez.

Sonreí.

-Y se lo dices al que tiene que mantener dos empresas. Que ironía. -exclamé con ironía.

-Bueno, ese eres tú que te encanta complicarte la vida. -exclama y rurda los ojos.

La miré con una sonrisa irónica. Creo que me siento ofendido.

-Me acabas de ofender. -pose una mano en mi pecho dramáticamente.

-Llora pues. -dijo y se lleva una uva a la boca y sonrió malévola.

-Eres malvada.

-Cuéntame tú, ¿qué planes tienes para tu futuro?

-Pues... no lo sé. Todo dependerá de como vayan las cosas. Por lo pronto, seguiré con los planes de mi boda y esperar a que nazca mi bebé. Mackenzie me anda presionando con que busquemos una casa, mi madre nos ofreció a que nos fuéramos a vivir con ella a la mansión pero... no lo sé, hay tantas cosas que pensar, tantas decisiones que tomar.

-No te ves emocionado por tu boda.

-No es eso... es... es... es que siento que todo está yendo muy rápido. Es todo.

-Siento lo mismo.

-¿Y tú? ¿Ya hablaste con Hugo?

Aprieta los labios y se removueve en su asiento.

-Sí hablé con él. -dijo en voz baja, casi en susurro.

-¿Puedo saber en qué quedaron?

-Terminé con él. -me mira a los ojos.

Desvíe la mirada, me quedé silencio por unos largos segundos. Lucía jugaba con la servilleta. Estaba tensa, su rostro me daba una impresión de que estaba triste. No supe qué decirle.

-Le pedí un tiempo. No le dije directamente que terminemos. Pero, Erick, tú sabes, entiendes que cuando una persona te pide un tiempo es porque...

-Sí, entiendo -relamí el labio- ¿Cómo se lo tomó?

-Pues mal. Hasta los momentos no he recibido ninguna llamada de él y..., espero que siga siendo así. Es una sensación de libertad que..., que me falta -me di cuenta de como poco a poco se le iba quebrando la voz-. Tal vez Lizy tenga razón, Hugo no es lo que yo necesito en mi vida.

-Es bueno que te des cuenta de ello. Fue la mejor decisión que pudiste tomar.

Créeme, fue la mejor. Pensé.

Por lo menos Lucía tiene la oportunidad de librarse de un imbécil como Hugo.

-Pero ya no hablemos de eso -se limpia las lágrimas-. Supe que la policía tomó tu declaración sobre tu caso.

-Sí, bueno la policía sigue investigando. No han encontrado pruebas de nada, le entregamos las cámaras de seguridad, pero no sirvió de nada. Al parecer solo querían asaltarme, pero... algo me dice que fue un plan todo bien calculado. Caí en su trampa.

-Dices qué... no fue un robo, ellos quisieron...

-Sí, Lu. Todo parece indicar que su intención era otra. La policía no han encontrado nada, tampoco tengo nada que me vincule con esas personas, algo me dicen que van a terminar por cerrar el caso.

Decidí cambiar el tema rápidamente. No quería pensar en eso, es un tema que aún no le encuentro explicación alguna, ¿quién querría matarme?, no tengo enemigos y tampoco conozco gente vinculada con ese mundo de la mafia. Era obvio, me querían matar, pero, ¿por qué?, la buena noticia es que no he recibido ninguna carta de amenaza lo que es bueno hasta cierto punto, esos hombres siguen sueltos.

Lucía me observa con preocupación.

-No pasa nada.

Le sonreí leve, ella me devolvió la sonrisa. Después de terminar nuestros platos, pasamos a la parte de los postres que era un pudin de chocolate. Iniciamos una conversación agradable, hablábamos de cualquier tema y mientras más pasaba el tiempo, más quedaba impresionado por esa mujer. Teníamos tanto en común, opinamos prácticamente igual, yo le contaba cosas a Lucía, ella me miraba con una sonrisa mientras asentía con la cabeza.

Me sentía cómodo.

Me sentía escuchado y entendido.

Un mesero se acerca a nuestra mesa.

-Jóvenes, disculpen la interrupción pero ya vamos cerrar, aquí está la cuenta. -nos entrega un papel.

Miro a mi alrededor y todas las mesas estaban completamente vacías. Éramos los únicos en el lugar, miro la hora en reloj de mi muñeca, ya es muy tardes, es casi media noche.

-Por supuesto. -le respondí.

-Yo iré al baño, no me tardo. -Lucía se levanta de su asiento, la seguí con la mirada hasta perderla de vista.

-Joven... Joven -el mesero me toco el hombro y lo miro rápidamente-. Aquí tiene la cuenta. -me estrecho el papel.

-Gracias.

-Su novia es muy linda. Se ven que están muy enamorados. -el mesero sonrió amablemente.

-Oh, no, no es mi novia. -negué rotundamente.

El mesero cambia su expresión a una de disculpas.

-Como lo siento, no sabía.

Lucía regresa unos minutos después, pagamos la cuenta y salimos del restaurante. Llamo al chófer que estaba con nosotros, le di dinero en efectivo para que se fuera algún lado mientras nosotros cenábamos, de algún modo el hombre tenía que distraerse con algo. Casi quince minutos después llega corriendo hacia nosotros, repitió la palabra Lo siento no sé cuantas veces. Tenía la cara roja y los labios hinchados y con muchas de pintura de labios roja.

No se la estaba pasando tan mal.

Subimos al coche y arrancamos hacia el hotel.

...♡♡♡...

-Siento que voy a explotar. Comí demasiado. -Lucía se recuesta en la pared del pasillo del hotel, repetí su acción con la pared contraria.

-Tal vez otro postre no me vendría mal -dije en forma de broma y Lucía me miró con cara ¡Estás loco! -, es broma, un bocado más y me vengo en vómito.

-No volveré a comer así en mi vida.

-Pero la pasamos muy bien. Es lo que ambos necesitamos, un día sin trabajo, sin gente que no rodee.

-Envidio a la gente normal.

-Y yo.

Veo a Lucía y esta cierra los ojos para después bostezar.

-Yo creo que me iré a dormir.

-Vale.

-Buenas noches, mi colega Erick. -dice y luego entra a su habitación.

Ahora quede yo solo en medio del pasillo iluminado con bombillas blancas y lámparas de mesa. Mire su puerta con la esperanza de que la abra y se quede un rato más conmigo, seguir hablando, pedir un café y charlas hasta al amanecer. Hablar con Lucía se me estaba haciendo algo especial, me encantaba, me fascinaba porque me escucha y me entendía, algo que no hace mucha gente, ni mi propia madre lo hace. Lucía me daba respuestas que yo quería escuchar. Era la única persona con la que quería hablar toda la noche, no me juzgaba.

Escuchar su bella voz, cuando habla en francés, en la manera en que lo hacía; se veía tan elegante, tan fina y su acento exquisito eran como música para mis oídos,

Sin más, no me quedó de otra que entra en mi habitación, observo la cama con una mueca, dormir era lo último que quería hacer. Me quité la ropa y decido darme una ducha. Sí, una ducha a casi las una de la mañana. Necesito un baño urgente, mis músculos se relajaron al sentir el agua caliente caer sobre mi espalda, cierro los ojos y recuerdo el beso con Lucía, ese beso que llenó de miedo y temor mi pecho.

Quería borrarlo de mi mente a toda costa. Me molesta ese beso, me molesta que me haya besado y yo le correspondiera como un idiota, me molesta que ese beso me haya gustado, que lo haya disfrutado y no solo eso... que me hubiera preferido que no fuera solo un beso, sino algo más allá... Me muero de ganas de volver a besarla, sentir sus labios con los mío entrelazándose y el chocar de nuestras lenguas uniéndose en una danza. La sensación era deliciosa, su piel era blanca como la nieve y suave que parecía de porcelana, sus ojos azules como la noche que miraban con deseo y me pedía gritos que le arrancará la ropa y le hiciera el amor como en la primera noche.

Me atraía, Lucía me atraía de una manera casi enferma. Aunque todo parece ir demasiado rápido no me importaba en lo absoluto.

Entonces llegué a una conclusión.

Lucía me gusta. Lucía me encanta. Lucía me fascinaba. Y sobre todo... la deseaba. Y era un hecho.

Era un hecho que yo me negaba aceptar.

Abro los ojos de golpe y paso las manos sobre mi cabello mojado. Respiro con fuerza y cierro la llave.

-Esto no puede pasar. Esto no puede estar pasándome, no puede...

...♡♡♡...

Lucía

Me desperté al sentir el sonido de la alarma retumbar en mis oídos. Me estiro en la cama y decido quedarme unos minutos más en la cama.

Por una extraña razón, sentía que la persona que me lo decía era Lizy. Me levanto perezosamente de la cama, tallo mis ojos, suelto un jadeo al sentir los rayos del sol rozar con mi la piel desnuda de mis brazos y piernas, me asomo en el balcón y veo a los auto, motos, y gente con sombrillas cruzar las calles. Desde aquí se podía escuchar el sonido de los acordeones. El olor a pan dulce inhala mis fosas nasales y mi estómago ruge. Cierro los ojos al sentir la suave brisa contra mi rostro.

El día estaba hermoso, soleado y floreciente como a mí me gusta. Creo que podría acostumbrarme a esta vida.

Camino hacia el baño, me saco el camisón y me meto a la ducha de agua tibia. Mojo mi cabello y lo lavo con un champú de coco, lavo mi piel con un jabón especial. Luego tomó una toalla y seco mi cuerpo y mi cabello. Me pongo una mascarilla de aguacate mientras me aplico mis cremas sobre mi piel, retiro la mascarilla, suelto mi cabello y dejo que se seque naturalmente. Busco entre mis maletas y me decido por un vestido veraniego verde con flores margaritas, me maquillo y luego busco mis zapatillas blancas.

Busco mi móvil al escucharlo sonar. Veo el rostro de Lizy a través de la ventana.

-Hooolaaa. -casi grité.

-¿Si yo no te llamo tú no me llamas verdad? -Lizy refunfuña y entrecerró los ojos mirándome sería.

-Ay no se sea dramática Lizy. Estoy animada.

-Vale, ¿qué pasó?, te escucho más emocionada de lo normal. -alzó las cejas.

-Pues, la verdad ni yo misma sé por qué estoy feliz, tal vez sea por el día, el sol fresco, las acordeones resonando por las calles es una sensación es mágica. Me di cuenta de que extrañaba a París más de lo que imaginaba, aquí todo es tan hermoso. -camine hacia el balcón.

-Por lo visto te la estás pasando mejor de lo que pensé.

-Sí, estoy muy feliz incluso hasta me puse una mascarilla. -dije emocionada.

-¿La de aguacate que te recomendé?

-Si, esa, esa.

-Vale, te envidio ahora.

-Ay Lizy, hace mucho que no me sentía así, creo que me hacía mucha falta este viaje, cambiar de ambiente, alejar esos malo recuerdos, distraer mi mente... Este viaje me esta yendo muy bien.

-Y más si es con él...

-Pues para qué te digo que no si sí. -solté una risa.

-Valeeee. Por lo visto se la están pasando bien.

-Ayer salimos a comer después de la reunión -me recosté en el marco del balcón observando el cielo-. Nos quedamos hablando durante horas, incluso fuimos los últimos en salir del restaurante.

-Ay Lucy, tengo presentimiento de que algo va a pasar entre ustedes.

-Sabes que eso no puede ser. Él está...

-Ya lo sé, está comprometido y va a tener un hijo, pero... eso no evita que se enamoren, ¿o sí?

-Hacé mucho tiempo que me hice la idea que entre Erick y yo no va a pasar nada, Lizy. Y el hecho de que haya terminado con Hugo nada cambiará.

-Está bien, si tú lo dices. ¿Cómo les fue ayer en la reunión?

-Pues bien, tenemos que esperar la respuesta de Loui para llegar a una decisión definitiva. Creo que esto de ser empresaria y arquitecta no me está gustando, creo que la dejaré.

-¿Dejarás la arquitectura?

-Creo que si -suspiré-, tantos números me van a dañar la cabeza.

-Me recuerdas a mí cuando estaba en la secundaria -soltó una risa-. Pero está bien, siempre y cuando no te quedes pobre...

Reí negando.

-¿Y Gaten?

-¿Es necesario que menciones a ese imbécil? -preguntó con fastidio.

Escucho un -¡Te escuché!- de Gaten.

Estaban juntos.

Mierda.

-¡Tú cállate! -le solo Lizy y yo reí- Gaten está aquí jodiéndome la vida como siempre, ya sabes, cuando no tiene nada que hacer va y jode a los demás.

-Vale, vale. Lizy, te llamo después tengo que ir a desayunar, adiós.

-Adiós, y no olvides contarme cada detalle.

Dejo el teléfono aún lado, busco el peine y lo paso por mi cabello y lo recojo con un lazo blanco dejando pequeños mechones de mi cabello.

Escucho unos pequeños y suaves toques en la puerta, me levanto de la cama y camino hacia la puerta, cuando la abro veo la figura de Erick.

-Hola. -le digo.

Su mirada corre por todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Erick se veía guapísimo, tenía una camisa de botones amarilla, las mangas le llegaban hasta los codos, tenía los tres primeros botones desabrochados, traía unos vaqueros y una botas marrones, su cabello estaba bien peinado hacia un lado. Aprieto los labios y no fue hasta después que regresó en sí.

-Hola. Buenos días.

-Buenos días.

-Me... me pregunta si te gustaría salir a desayunar. Hoy no tenemos nada que hacer así que... ya sabes. Comamos afuera. -se rasca la nuca y desvía la mirada.

-Me parece bien.

-Entonces... vamos.

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