Dieciocho: Adiós

Caminé con una campera de Ray puesta, encapuchada y sintiéndome furiosa. Ya había pasado la medianoche, así que apuré mi paso. Qué bueno que el pelirrojo me había enseñado cómo funcionan los GPS.

Con Ray durmiendo y mi mamá ocupándose de las cuentas, salí a ver el jardín de enfrente con más atención. La variedad de plantas que mamá tenía me había distraído un buen rato, cuando me quise dar cuenta, alguien tenía con fuerza mi brazo por afuera del portón. Sí, dos hombres que lo único que hicieron fue darme un papel con la dirección escrita en él. Era obvio que los envió Richard. Probablemente, esté yendo a mi fin, pero al menos esta vez hice algo y Ray podrá seguir su vida en paz.

Al llegar, no era más que un descampado. Por acá un alma pasaba ni por casualidad. No podía ver más allá, parecía la boca de un lobo. Se veía siniestro y el frío no ayudaba. Una luz se prendió obligándome a cerrar los ojos por su intensidad. Puse una mano frente de mi cara para taparla, entrecerré los ojos para ver de dónde venía.

—Mi pequeña Elizabeth— escuché una voz ronca y las luces bajaron su intensidad. Venía de un auto. Una silueta humanoide grande se acercó a paso tranquilo a mí. Me puse alerta. Ya en frente mío, tapando la luz por completo, levanté un poco la vista— Ya basta de jugar al gato y el ratón, vamos a casa —era Richard, en carne y hueso.

— ¿Papá? —mi voz salió débil. Me sentía tan chiquita e insignificante en su presencia. Se veía bastante viejo y no estaba en las mejores condiciones. Tenía una que otra pequeña cicatriz en la cara, la barba blanca como su pelo que ya le llegaba por los hombros. Él era unos años más grande que mamá, y ahora se notaba bastante.

—Aparte de irte sin permiso también causaste muchos problemas. Estoy bastante decepcionado de tu comportamiento— empezó a regañarme— Mira si salía lastimado tu amiguito o tu madre por tu culpa— bajé la mirada, tenía razón, hicieron mucho por mí— Deberías ser tan egoísta y pensar en los demás. Me sorprende de vos.

— ¡No lo escuches, Elizabeth! — Miré detrás de Richard y vi a Ray salir torpemente del auto. — ¡Llegamos muy lejos! — Se tropezó con su propio pie y cayó con todo su peso sobre sus brazos, que puso por instinto frente a él antes de tocar el suelo. Un hombre lo dio vuelta, lo agarró del cuello del buzo y lo golpeó con el puño en el pómulo.

— ¡RAY! — Quise correr hacia él, pero mi papá me tomó del brazo impidiéndome avanzar.

— ¿Ves lo que causas? — El chico que se había esforzado tanto para que yo pudiera vivir una vida, ahora estaba en posición fetal protegiendo su cabeza y cara con los brazos mientras recibía patadas y puñetazos de dos hombres. Al ver que no paraban, una especie de desesperación se apoderó de mí. Tenía que hacer algo. Empecé a revolear golpes hacia Richard. — ¡Pero…! — Me soltó. Corrí donde estaba el pelirrojo y con el impulso empujé a uno con todas mis fuerzas, derribándolo. — No lo toquen — dio la orden antes de que pudieran agarrarme. Se alejaron.

— Ray — Me senté a su lado, agarré con mucho cuidado su cabeza, parte de su torso y lo acomodé entre mis brazos. — Perdón, esto es mi culpa. Ojalá no me hubieras salvado. — Se me quebró la voz al verlo con los ojos cerrados, su mejilla hinchada y roja. Ni hablar de que debe sentir dolor por todo el cuerpo. ¿Qué había hecho?

— Mi bolsillo… — Habló sin fuerzas.

— ¿Tu bolsillo? ¿Qué hay en tu bolsillo? — Pregunté aguantándome el llanto, aunque ya rodaban lágrimas por mis mejillas. Hizo una mueca de dolor antes de volver a hablar.

— El botón…

— ¿El botón? — ¡El botón de pánico que nos dio el detective! Tanteé su campera hasta sentirlo, lo metí dentro del bolsillo interno de la campera y sin dudar empecé a apretarlo con insistencia. ¿Qué tan rápido son? Trabajan personalmente para el gobierno. Deberían ser bastante veloces si quieren terminar con esto. No pude evitar sentir una pizca de esperanza.

— ¡QUÍTENSELO! — Seguí apretando el botón hasta que me lo arrancaron de la mano— ¿¡Acaso no te cansas!? — me gritó Richard furioso. Antes de que pudiera aferrarme a Ray, me tomaron de los brazos y me arrastraron hacia el auto. — Nos vamos — empecé a retorcerme y patalear cuando vi que me querían meter al auto. Primero entró uno, quien ayudó al que quedó afuera a entrar al auto.

Cerraron la puerta. Richard esperaba de copiloto con la mandíbula tensa. El auto arrancó y por la ventana trasera pude ver cómo me alejaba rápidamente de Ray, quien estaba tirado en el suelo, hasta parecer dormido. Puede que sea la última vez que lo vea. Espero que lo atiendan y pueda salvarse.

«Fue un placer conocerte, Ray. Adiós».

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Comments

Scarlet Ojeda

Scarlet Ojeda

Pobre Ray y Elizabeth 😞

2023-12-01

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