Diez: Escape

—¿Caminando?, paso, me dijiste que estaba como a cuatro horas la casa de tus abuelos, vamos a estar una eternidad si caminamos— se quejó oponiéndose a la idea.

— ¿Se te ocurre otro plan? —le pregunté cansado, en estos momentos estaría en mi casa, acostado o leyendo algo.

—Esperar, ¿te enseñaron a esperar? —el tono con el que me hablaba no me gustaba nada.

—Te recuerdo que sos hija de un millonario desquiciado, vaya a saber cuánto les pagó a esos hombres para que te llevaran de vuelta— se quedó en silencio, pero mantuvo su mirada desafiante.

—No te soporto.

—Ay, perdón, ¿acaso no estoy haciendo bien lo que su alteza me dice? —hablé sarcástico y ella rodó los ojos con los brazos cruzados, evitó volver a mirarme, supongo para demostrarme que estaba enojada. Por mi parte, camino a la puerta, la abro un poco y veo que no hay nadie.

—Perdón por interrumpirlos— una voz aguda y ligeramente desafinada hace que me asuste llevándome una mano al pecho. Un muchacho flacuchento, encorvado y con algo de acné, aparece de la nada. Máximo, debe tener dieciocho años.

— ¿Perdón, interrumpir qué? —lo miré molesto.

—Se escuchaba que…— su voz fue bajando del volumen mirando algo atrás mío, de la nada siento como dos brazos me rodean por la cintura, Elizabeth. El chico se aclara la garganta— Hola— su voz sonó peor que antes.

—Hola, ¿quién sos, lindo? —la rubia utilizaba un tono suave y dulce, le estaba coqueteando.

—Eliot— le responde nervioso.

—Un gusto, soy Elizabeth, pero podés llamarme Eli —él no dice nada, se queda en silencio unos segundos mirándola, chasqueo mis dedos frente a su cara haciéndolo volver de trance. Elizabeth se movió a mi izquierda, dejando una mano sobre mi cintura y acomodando mi brazo sobre su hombro. Eliot volvió a aclarar su garganta.

—Hay unos hombres que te están buscando, Eli.

—Ay, sí, son hombres que trabajan con mi papá —me parecía algo desagradable que hable como una nena chiquita. Ese papel de nena mimada era irritante — ¿Sabes?, él piensa que todavía soy su bebé, pero ya tengo dieciocho años, no acepta que me vaya de casa a independizarme — jugaba con mi mano con la suya — ¿Podrías hacerme un simple favor?, te aseguro que vas a ser recompensado— le guiña el ojo.

—Sí, haría lo que fuera por vos — patético.

— ¿Les dirías que nos escapamos?, deciles que nos fuimos por el bosque y en cuanto se vayan a buscarnos nos avisas — me suelta la mano para acomodarle la camisa al muchacho. Iba a bajar mi brazo pero se apuró a agarrarme la mano de nuevo—Te voy a estar esperando en el baño, no me falles — el chico asiente repetidas veces y se va casi corriendo a hacer lo que Elizabeth le indicó. Sentí su mirada sobre mí, entonces también la miré.

—Entremos al baño —me solté de ella y entré sin más, sentía sus pasos siguiéndome atrás — ¿No deberías ir al baño de mujeres? —le pregunté mientras ella se sentaba en el mármol donde estaban las piletitas para lavarse las manos.

—Estamos en el baño de mujeres —me responde muy segura haciendo que me entre la duda, pero al ver los urinarios de hombres le clavé una mirada seria, ella solo sonrió juguetona.

Pasó menos de tres minutos que Eliot volvió a avisarnos que los hombres se habían ido apurados y nosotros de la misma forma fuimos hacia el auto, la recompensa del chico fue un beso en la mejilla. Fui a la velocidad máxima permitida, capaz hasta un poco más rápido, estaba nervioso, nunca había ido tan rápido, como nunca salí del pueblo. Los dos con el cinturón, y puedo asegurar qué muy tensos, aunque ella no lo demostraba. Ahora sí, no iba a para de conducir hasta llegar, o al menos estar cerca, de la casa de mis abuelos. No, no puedo, los pondría en peligro y si les llegara a pasar algo no me lo perdonaría jamás, ya pasaron por mucho en su pasado como para que les lleve unos gigantescos hombres en traje a la casa y, probablemente, le destruyan todo al buscar a la hija de su jefe.

—Hay un auto negro atrás de nosotros —me fijé por el espejo retrovisor cuando justo salió otro auto atrás del primero —Ahora son dos —puse el auto en quinta y pisé el acelerador, el plan de Elizabeth no funcionó como ella esperaba ¿Cómo sabían que salimos, y cómo es que nos alcanzaron tan rápido?

El auto que estaba a lo último, logro alcanzarnos posicionándose al lado nuestro, estaba al lado mío. Se aleja y cuando vuelve a nosotros nos golpea, Elizabeth suelta un grito agarrándose con una mano de la manija del techo. ¿Y ahora qué?, no soy de esos hombres de las películas de acción que escapan del malo y tienen caídas con golpes mortales saliendo ilesos, ni siquiera sé pelear. El auto golpea de nuevo, sin saber qué hacer, manejando a la máxima velocidad que permitía el coche, sentía que el corazón se me iba a salir.

— ¡RAY, DOBLA! — sin pensar doblé a la izquierda rozando la división de la calle. Llegué a ver como uno de ellos seguía de largo y después un estruendo. Elizabeth, hecho un vistazo, fijó su vista al frente nuevamente aterrada, ambos teníamos la respiración agitada.

No bajé la velocidad hasta asegurarme que estaba lo bastante lejos y que el otro no había regresado. Estacioné al lado de la carretera, traté de calmarme. ¿Qué mierda había pasado? Revisó a Elizabeth con la vista, miraba un punto fijo adelante, supongo que tratando de procesar lo que acababa de pasar, es que ni yo me lo creo, creí que iba a morir ahí, nos iban a agarrar y me iban a hacer desaparecer. Pasamos minutos en completo silencio.

—Nos están rastreando —nos miramos. Todavía se oía algo agitada.

— ¿Rastrearnos? —asintió.

—Sí, ¿Acaso, este no es el futuro? El auto, rastrean el auto —me explicó. Ese era un buen punto, teniendo mi matrícula, también sacaron la del coche de mi mamá y son gente con plata, vaya a saber si no tiene ayuda del gobierno, deben tener acceso a todo.

«¿Por qué tuve que abrir esa caja?»

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play