Dos: La chica de mi sueños

Bostecé lleno de aburrimiento. Las vacaciones habían empezado hace apenas dos días, pero yo las había empezado antes porque falté una semana a la universidad, guardé las faltas para esto, aunque esa semana estuve adelantando trabajos. No tengo un empleo porque mamá quiere que me concentre en mis estudios, no me quejo, aunque a veces fantaseo con tener mi propia plata.

—Ray — miré a mi mamá — ¿Te acordás que te conté que tengo un viaje de trabajo? —asentí —Bueno, es una oportunidad que no podemos ignorar, un gran negocio— se sentó en el sillón al lado mío mientras me contaba — Pero es afuera del pueblo y por una semana — fruncí el entrecejo confundido.

— ¿Y?, no es la primera vez que me dejas solo en casa por unos días.

—No, pero si todo sale bien vamos a tener que mudarnos — me incorporé en mi lugar sorprendido.

— ¿Mudarnos? ¿Qué hay de la universidad? No voy a viajar más de cuatro horas para ir a estudiar — mi madre suspiró y yo me crucé de brazos negando la idea de irme sin terminar mis estudios. Me costó mucho adaptarme e ir por el edificio sin perderme, no iba a pasar por lo mismo — ¿Y si yo me quedo hasta recibirme?

—No, no, allá hay mejores oportunidades, es una ciudad grande, vas a encontrar más opciones…

— ¿Más opciones? Tengo veinte años, no voy a empezar otra carrera de cero, estoy bien acá. Aparte, puedo buscar un trabajo y mantenerme ¿O no confías en mí?

—No es eso, hijo, es que… — hizo una pausa preocupada — No es tan fácil como parece, estudiar y trabajar, no es como en las películas o los libros — se recostó en el respaldo del sillón mirando algún punto en el piso.

— ¿Cuándo salís? — pregunté después de unos pocos segundos en silencio.

—Pasado mañana.

—Tenemos todo un día y dos noches para pensarlo bien — sugerí.

—No hay nada que pensar.

—Mamá, por favor, a este paso voy a independizarme a los treinta — no era mentira, ella nunca estaba lejos y resolvía casi todos mis problemas.

—Sos mi único hijo, no me importaría…

—Mamá — me quejé y ella río.

—Bueno, bueno, lo voy a pensar solo porque te amo — se acercó a mí y dejó un beso en mi frente — Voy a dormir un poco, no hagas mucho ruido — se levantó del sillón y caminó en dirección a su cuarto.

—Que descanses — volví a mi aburrimiento.

Entonces, la caja con el nombre Victoria escrito, pasó por mi mente. Me había olvidado por completo la existencia de esa caja, y que estaba abierta en la oficina, tal vez no debería husmear, no es mía y si lo fuera odiaría que alguien ande de metiche revisando sin mi permiso, pero llama tanto mi atención, curioso, porque hace unos momentos ni me acordaba de ella y ahora no puedo dejar de tratar de adivinar que hay adentro, de seguro es porque estoy aburrido. Esto pasa cuando no tenés una vida social, tu lado chusma se intensifica más y más. Qué irritante, yo no soy así, respeto la privacidad, es algo fundamental para mí… bueno, una vez que me meta en lo que no me incumbe no me va a matar, mi mamá está durmiendo y no creo que haya algo que me traume, ¿qué podría tener? ¿fotos de mi papá? ¿un crimen oculto? Aunque eso sería interesante. Capaz sea como la Caja de Pandora.

Me levanté del sillón y caminé lo más silencioso que pude hacia la habitación donde estaba la caja de contenido intrigante. Me aseguré de cerrar la puerta una vez adentro y localicé la caja que no la habían corrido de su lugar. Me senté en el suelo frente a esta y la abrí por completo encontrándome con una caja de menos tamaño, cuadernos, figuritas y algunos pequeños juguetes sueltos por ahí. No vi el contenido que tenían los cuadernos, pero sí me di la libertad de ver lo que había adentro de la caja y no eran más que fotos sueltas de ella en el colegio y su diploma. La mayoría de las fotos era ella sola o con sus amigas, en otras estaba con un chico que supongo era o es mi papá, Victoria y mis abuelos y la típica foto grupal que tomaba el colegio con tus compañeros.

Es bastante interesante, no me habla mucho de su pasado y algo que es obvio es que no era como yo en su adolescencia. Miré de cerca la foto grupal, cada cara buscando a mi mamá, pero había otro rostro familiar.

«No puede ser…» La chica que aparece en mis sueños estaba posando al frente de mi madre con una ligera sonrisa, sentada con las piernas cruzadas. Me dio un escalofrío, no podía apartar la mirada, sentía como si ella me estuviera viendo a mí, como si me estuviera sonriendo. Esto no podía ser una coincidencia, eran exactamente iguales y juro que nunca vi una foto de ella, la recordaría, era imposible.

Salí de mi trance y le saqué una foto con mi celular, solo a ella, con lo avanzada que está la tecnología podía buscarla en Google por la foto. La miré un rato más hasta que pude soltarla y guardarla, como guardé todo lo demás dejando la caja como estaba. Caminé a mi cuarto, pasé la foto a mi computadora y cuando estaba por buscarla la puerta se abrió.

—Ray, hijo — apagué el monitor, no va a aprender a tocar la puerta nunca más— No pude dormir por la mini discusión que tuvimos, así que lo pensé bien — la miré, ¿ahora hay que hablar de eso? — Si es que ganamos esta negociación podés quedarte, pero no vas a trabajar, yo voy a mandarte plata.

—La idea era independizarme — me calló con shh.

—O es eso o te vas conmigo, aparte la universidad está cara ¿De qué vas a trabajar, de camarero? No pagan muy bien acá, hijo — tenía un buen punto.

—Okey, acepto — me rendí.

—También hay una condición, tenés que llamarme, mínimo, tres veces al día.

—Una llamada y tres mensajes al día.

—Mínimo — asentí — Ahora sí, trato hecho — cuando me di cuenta me estaba abrazando fuertemente.

—Ay, mamá, me vas a asfixiar.

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Inirida Contreras

Inirida Contreras

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2023-12-10

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