Trece: Camino a la única esperanza

— ¿Lista? —le pregunté a la rubia después de mandarle la foto con mis abuelos a mi mamá. La miré al no escuchar una respuesta, tenía la mirada perdida y estaba estática, parecía estar profundamente sumergida en su mente— Elizabeth— no hubo respuesta, pasé mi mano frente su cara y me miró asustada— ¿Pasa algo?

—Estoy nerviosa y asustada— admitió jugando con sus manos. Me apoyo en la puerta cerrada del auto y cruzo los brazos dándole toda mi atención.

— ¿Por qué? —ella toma aire tratando de tranquilizarse, creo.

— ¿Y si está del lado de mi papá? —abrí la boca para responder— Ni hablar del hecho de que me siento perdida y sola porque casi todo cambió a mi alrededor de un abrir y cerrar los ojos, todo avanzó menos yo. Tengo cuarenta, pero mi cuerpo y mente y de una chica de dieciocho, ¿A cuánto que todos mis conocidos tienen trabajo, familia, pareja o al menos crecieron en el tiempo que tenían que crecer?, en cambio…

—Para— la interrumpí. Hablaba rápido y sin pausas para tomar aire, supongo que se estuvo guardando todo eso estos cinco días— Respiremos juntos— sugerí— Vamos a tomar aire por la nariz y soltarlo por la boca— empecé a inhalar y exhalar tal y como se lo dije. Me empezó a imitar y cuando la noté más calmada sonreí— No me imagino por lo que estás pasando, lo máximo que puedo hacer es acompañarte en sentimiento y apoyarte en estos momentos, pero gracias por compartirme esto— sentí mis mejillas calentarse, nunca le había dicho algo así a nadie. Con los ojos aguados, sonrió y, para mi sorpresa, me abrazó. Le correspondí dejándole unas suaves palmadas en la espalda sin saber muy bien que hacer.

—Gracias a vos por escucharme— se separó un poco y su cara quedó a solo unos cuantos milímetros de la mía. Esta vez podía apostar toda la plata del mundo que mi rostro estaba del color de mi pelo.

Sus pupilas estaban dilatadas y el color azul de sus ojos resaltaban más que nunca, estaba completamente perdido en el brillo de estos. Mi corazón palpitaba tan fuerte que creo que hasta ella podía escucharlo. Estaba estático, aun con mis brazos rodeando sus hombros y los suyos en mi cintura. Su vista paseó de mis ojos a mis labios, ¿me iba a besar?, no sé si debería seguirla, tiene un momento de vulnerabilidad, se siente sola, puede que simplemente esté confundida. Sonrió sin mostrar sus perfectos dientes, pero solo esa pequeña sonrisa hacía falta para que caiga. Se fue acercando lentamente, nuestras respiraciones chocaban, ¿Esto estaba sucediendo?

—Niños— asustados, nos separamos lo más rápido que pudimos— Cuiden el auto, que su abuelo no lo use no significa que no sirva— mi abuela se acercó con su esposo detrás— Buen viaje, tortolitos— me guiño un ojo y de mí solo salió una sonrisa nerviosa— Mándale saludos de mi parte a tu abuela, querida.

—Serán dados— le contestó Elizabeth cortésmente.

Los cuatro nos despedimos, con nuestras cosas aseguradas en el auto, nos subimos y salimos otra vez a la ruta, esta vez con ocho horas de viaje, así que no solo llevamos nuestra ropa, sino que también la comida casera de la abuela. Con la radio prendida donde pasaban canciones demasiado viejas, los dos íbamos en silencio, todavía me sentía avergonzado por la situación. Tenías ambas manos en el volante sin saber qué decir o cómo actuar, parecía que mi cerebro hizo corto circuito, pero trataba de estar normal y verme como tal, la rubia ya tiene mucho orgullo, que sepa que fue capaz de causar esto en mí solo la agrandaría más.

Me concentré en que debía decir para que Isabelle nos abra la puerta de su casa y que no recurra a llamar a sus guardias de seguridad o lo que sea para echarnos por parecer locos, aunque había leído que una madre siempre reconoce a su hija, espero que esta situación no sea una excepción.

—Ray— la chica sentada al lado mío rompió el silencio— ¿Qué crees que me pase después? — preguntó dejándome un poco confundido.

— ¿Después de qué?, ¿cuándo hablemos con tu mamá? — suspiró.

—Después de que se arregle todo esto, de que mi papá deje de mandar a sus hombres para volver a congelarme o lo que sea, si es que pasa— se explicó.

—Cuando todo pase, lo que va a suceder, supongo que vas a tener que volver a poner tu vida en orden y empezar otra vez en este presente— le respondí— Ahora que lo pienso, tus papeles figuran tu fecha de nacimiento original, si eso se hace público vas a estar en la mira de todo el mundo, literalmente— ella no tiene papeles y empezamos un viaje de ocho horas, espero que no nos paren, y si lo hacen que solo pidan mis datos.

—Paso, no llegué a tener éxito en el modelaje en mis tiempos y agradezco eso, nunca me gustó la idea de ser una figura pública— ¿Acaso la obligaba a todo?, desde que la conocí que va contra todo con lo que nació, no me sorprendería si me dijera que le elegían la ropa con la que se tenía que vestir— Ray— con la boca cerrada, hice un sonido con la garganta indicando que la escuchaba— ¿Vas a estar conmigo? —le di una mirada rápida sin esperármelo. ¿Estar con ella, a qué se refería?

—No entiendo tu pregunta— admití.

—Si vamos a seguir viéndonos, yo voy a estar empezando de cero y quiero que estés ahí, a mi lado— una sonrisa se me dibujo en la cara.

—No sé si me conviene— bromeé— Eso de enseñarte como se usa la tecnología, ya lo pasé con mi mamá y abuelos— me golpeó el hombro haciendo que mueva un poco el auto tratando de esquivarla y reí.

—Tendré cuarenta, pero mi mente es joven, aprendo rápido— se defendió.

—Bueno, si insistís tanto— la miré unos cortos segundos, también sonreía, eso me tranquilizaba un poco.

—Aunque me digas que no yo ya me pegué a vos como el chicle que se me pegó una vez en el pelo porque me dormí teniéndolo en la boca— solté una risa.

Con todo lo que debe estar pasando por su cabeza ahora es bueno verla reír.

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