Seis: Elizabeth

Busqué otra salida encontrándome con una puerta que supongo, daba al jardín trasero, el problema es que estaba bloqueada con cadenas y candado. Acomodé a Elizabeth y empecé a buscar la llave por la única mesa que había. Casi desesperado, moví los papeles hasta que la vi, la agarré y apreté en mi puño deseando que fuera la correcta. Con la rubia inconsciente en mi hombro me fue imposible no hacer ruido al tratar de abrirlo, pero, para mi suerte, era la llave. Doy gracias que hoy el universo esté conspirando a mi favor.

Las cadenas caen al piso haciendo un sonido bastante fuerte. Empujé las puertas y me apuré en salir, definitivamente estaba en la parte trasera de la mansión, maldije a lo bajo cuando caí en cuenta que tenía que cruzar el inmenso jardín hasta mi auto.

«¿Qué estoy haciendo?» repetía una y otra vez en mi mente mientras trataba para salir de ahí. Esto era una completa locura, tanto para mi estado mental y para mi estado físico, nunca hice ejercicio más que lo que te obligaban en el colegio, y ahora estoy corriendo con alrededor de cincuenta y tres kilos en un hombro.

Llegué a mi auto y vi uno estacionado atrás, «Saben que estoy acá». Acomodé a Elizabeth en los asientos traseros de mi auto, subí yo de piloto y ni bien arrancó el motor pisé el acelerador. El plan era llegar a casa sanos y salvos. Por el centro conduje como una persona decente para no llamar la atención, tengo una chica inconsciente en la parte de atrás ¿Cómo se vería eso?

Entre al estacionamiento subterráneo del edificio donde vivía, tomé en mis brazos a Elizabeth tal y como a una princesa, por suerte es ese horario de la tarde en la que casi nadie anda por la calle. El ascensor parecía estar esperándome, como pude, toqué el botón que daba a mi departamento, las puertas se cerraron y empezó a subir lentamente, aproveché a acomodar a Elizabeth porque se me estaba resbalando. Ya en el piso que correspondía volvieron a deslizarse para abrirse, abrí la puerta del departamento y una vez adentro, la cerré con el pie. Caminé por el pasillo a mi cuarto y dejé a la chica sobre mi cama cayendo de rodillas al piso por el cansancio.

«No cerré con llave», saqué con cuidado mis brazos que estaban debajo de ella, me paré y volví a la entrada para cerrar la puerta con llave, ahora si estaba seguro, por ahora. Capaz, tengan la matrícula de mi auto, y si ven que Elizabeth no está, van a rastrearme y quién sabe qué me pase después.

Me senté en el sillón de la sala, apoyé mis codos encima de mis rodillas y me agarré la cabeza, tenía un fuerte dolor. ¿Y ahora que iba a hacer? Cavé mi propia tumba. Me tiré en el respaldo angustiado, mordiéndome el labio inferior.

«Mi bolso», todavía estaba en mi hombro. Lo descolgué y saqué el cuaderno, lo que estaba escrito adentro no eran más que notas del estado de Elizabeth, la controlaban todos los días, pero no se quedaban con ella siempre, ¿No es muy arriesgado? Podría haberle dado un paro o algo parecido en cualquier momento. Leer esto era inútil, no tiene escrito el objetivo de todo esto. Creo que necesito tomarme un té, estoy tan nervioso y estresado que ni puedo pensar.

Caminé a la habitación de la comida. Puse agua en la pava y a esta sobre la rejilla de la cocina, prendí el fuego, preparé la taza y el saquito de té dentro de esta. ¿Qué voy a hacer con Elizabeth? ¿Cuándo va a despertar? Bajé la azúcar de la alacena para mantenerla preparada. Tengo migraña. Con mi mano derecha empecé a masajearme la cien, dicen que así se te va el dolor de cabeza.

Pude haberla llevado al hospital, no, me preguntarían sobre ella y me metería en problemas, terminaría en la comisaría con un estrés más grande. Aparte, probablemente la reconocerían, supongo que no se olvidaron de ella, y se fue así, al verla se acordarían, Elizabeth tiene una cara difícil de olvidar, sin mencionar que está igual que hace veintidós años. «Wow», veintidós años, es mucho tiempo, se perdió todos los avances tecnológicos, este sería como un mundo nuevo para ella

— ¿Disculpa?

—Ahora no, estoy con un dolor de cabeza que…— me callé, mamá no está, estoy solo con… Rápidamente, me di la vuelta y la miré con sorpresa— Elizabeth— mi voz apenas salió. Estaba del otro lado de la isla con una expresión de miedo y confusión, envuelta con la colcha de mi cama. Sabía que en algún momento se iba a despertar, pero nunca imaginé que tan pronto.

— ¿En dónde estoy? — sus ojos se aguaron y su voz sonaba algo quebrada, parecía que en cualquier momento rompería en llanto. Está asustada, obvio, ¿Cómo no iba a estarlo?

—Tranquila, no estás en peligro— le expliqué nervioso, me odié por decir eso, soné como típico personaje de acción masculino— Estás en mi casa, en el pueblo Willesden— no sé si mi nerviosismo la tranquilice.

— ¿Willesden? —asentí— También vivo acá, ¿Qué me paso? — ¿Es conveniente que le cuente todo en ese estado? Sería como una bomba.

—No te paso nada malo, es más, tenés buena salud, pero es algo larga la historia, y prefiero que primero te relajes y comas algo— le sugerí— ¿Tenés hambre? —asintió— Bien, te voy a dar ropa para que te puedas bañar, y después te preparo algo— no me quitaba la mirada de encima, desconfiaba completamente de mí, bueno, no es lindo despertar en la casa de un extraño sin saber cómo llegaste ahí. Apagué la pava, mientras trataba de tranquilizarme— Yo voy a pasar para buscarte ropa— le avisé, estaba parada frente a la única puerta que da a la sala y demás cuartos.

—Ah, sí, perdón— se mueve a un lado bajando la mirada.

—No pasa nada, podés esperar en el sillón— pasé por su lado y noté lo alta que era, ella debe pasar los 1,70. Fui a mi cuarto.

Le prestaría ropa mía porque es más informal. Agarré una remera decente y los pantalones más ajustados que tenía, aunque ni es ajustado, todos los que uso son sueltos, los demás los doné. Tomé prestado un cinturón de mamá, y bueno, ropa interior, aunque estoy seguro de que no se presta este tipo de prenda. Por último, busqué una toalla en el cuarto de visitas y me reencontré con ella.

Estaba sentada en el sillón, todavía con la colcha encima, mirando una foto enmarcada que había sobre la mesita ratonera de mi mamá y yo. Giró su cabeza hacia mí.

—La conozco, es Victoria.

Más populares

Comments

Inirida Contreras

Inirida Contreras

ella esta perfecta asi parece

2023-12-10

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play