Cuatro: El pasado de mamá

—No se preocupe, Victoria, sé que su hijo me quiere— bromeó— Soy su único amigo— suspiré.

— ¿Se te ofrece algo? —pregunté cambiando de tema.

—Cierto, venía a avisarles que si no van a pedir nada más tengan la amabilidad de dejar libre la mesa, hay clientes esperando un lugar— habló de la forma más cortés posible.

—Oh, claro, cariño, ya nos vamos— nos levantamos de las sillas— Que tengas un lindo día, Charlie— se despidió de mi mamá.

—Igualmente, a ambos —le sostuve la puerta a mi madre para que pasara primero y así fue, también aprovecharon a pasar una pareja de ancianos.

Me fui sin saludar a Charlie. No pasó nada entre nosotros, no hubo conflicto ni nada parecido, simplemente no me agrada. Capaz sea porque se pegó a mí como un chicle, y siempre anda haciendo bromas o cuenta chistes, nunca lo vi en otro estado que no sea felicidad. No me creo que todo el tiempo sea feliz, debe esconder algo oscuro. Lo conozco desde preescolar, tiene un año más que yo, y nunca supe algo relacionado con su vida personal, yo sé que no soy el único que le parezca raro eso.

Pasamos el resto de la mañana y una parte de la tarde juntos, visitamos lugares históricos del pueblo, vimos nuestra antigua casa por fuera y paseamos por el viejo barrio; notamos nuevas casas y negocios, miramos vidrieras y tomamos un helado. Volvimos a casa cerca de la cinco porque tenían que preparar sus cosas para el viaje, y fue a esa hora porque, para nosotros, el tiempo pasó corriendo, hace bastante que no salíamos a recorrer el pueblo juntos, supongo que hoy la pasamos bastante bien.

—Ray, ¿podés venir, por favor? —la voz de mi madre provenía de la oficina, caminé hacia ella y la miré desde el marco de la puerta, estaba agachada mientras revisaba en una caja dándome la espalda.

— ¿Qué paso?

— ¿Estuviste hurgando entre mis cosas? —se dio la vuelta para mirarme y fue ahí que leí el nombre Victoria escrito en una de las paredes de la caja que estaba revisando. Me quedé unos segundos en silencio sin saber qué decir.

—No— contesté dudoso, hasta yo sé que no soy bueno mintiendo.

— ¡Ray, me sorprende de vos! —se levantó para enfrentarme— Vos que me hablas sobre el respeto de tu privacidad y que “no hagas lo que no te gusta que te hagan” —típica frase de mí.

—Pero son solo cosas de tu pasado, no hay nada malo— me defendí— Es que nunca me hablas de cuando eras adolescente, cuáles eran tus hobbies, nada— se cruzó de brazos sin dejar de mirarme. Bueno, sí, tenía razón, ambos la teníamos. Suspiró.

—Vení— caminó a la caja y se arrodilló frente a ésta— Nunca tuve tiempo, así que aprovecha ahora a escucharme que estoy de humor— me senté a su lado con las piernas cruzadas.

¿No me contaba su pasado por falta de tiempo?, le creo, trabaja en la oficina y acá en casa porque el tiempo no le alcanza allá, parece que ser asistente de un CEO no es nada fácil, pero ella dice que la paga lo vale, aparte que su jefe fue el único que le ofreció trabajo cuando nadie la quería por ser una madre, joven, soltera y sin estudios de universidad.

Mi mamá empezó a sacar cosas para después contarme su historia, como la consiguió, quien se la regaló, donde la encontró, etcétera. El entusiasmo se notaba en cada palabra, era imposible no mostrarse interesado en cada detalle. Mis ansias crecieron cuando sacó la foto grupal, donde estaba la pobre de Elizabeth.

—Yo también me gradué en tu secundaria— me pasó la foto, aunque ya la había visto aproveché para ver los detalles.

—Debe tener años entonces— bromeé ganándome un débil codazo de su parte.

— ¿Viste la que se destaca? —preguntó refiriéndose a Elizabeth.

— ¿Hablas de la rubia del medio?

—Sí, ella era Elizabeth Nilsson, la chica más popular, no del salón, sino de la escuela— me contó— No llegamos a ser amigas, pero fue la persona más amable que conocí, siempre dispuesta a ayudar a los demás. No es por exagerar, pero hasta tenía su grupito de admiradores— soltó una risita.

— Parece que era el combo— sentí un golpe en la parte de atrás de mi cabeza, lo suficientemente fuerte como para que me queje— ¿Qué? — me toqué donde me pegó y froté con el entrecejo fruncido, ¿y ahora que había hecho?

—No te refieras nunca a una mujer así, ¿qué eso de que parece un combo? Es una persona, hijo, no comida— me regañó. Era eso.

—Perdón, no quise ofender— quité la mano de mi cabeza, comentarios así a veces se me escapan— Lo que quería decir es que parecía ser perfecta, linda, amable…

—También inteligente, y le iba bastante bien en gimnasia— agregó y le extendí la foto para que pudiera guardarla— Solo espero que donde esté, se encuentre bien.

— ¿Por qué, le pasó algo? — dudo que mi madre sepa más que los demás, igual no pierdo nada preguntando.

—Es un caso raro, nadie sabe su paradero. Si es que se fue a vivir a otra parte o el padre la desapareció— es lo mismo que dice en internet, supongo que de ahí también se informó ella, si es que no salió en televisión— La última vez que la vi no se veía con esa aura de paz, parecía cansada y triste, por eso todos sospechaban del padre— comentó.

—Tiene sentido— guardó la foto y cerró la caja.

—Bueno, mañana a la mañana me voy y todavía no empaqué mi ropa— nos levantamos— Hoy te toca hacer la cena— me avisó mientras me apretaba las mejillas con una mano arrugando la nariz con ternura.

Mientras que ella iba a su cuarto, yo fui a la cocina para saber que íbamos a comer.

Mamá convivió con Elizabeth, habló con ella, estuvo donde también estuvo ella, pero no eran amigas, así que probablemente no sepa sobre su vida personal. La necesidad de saber qué le pasó se aferró a mí con ganas, capaz sean las series policiales que estoy mirando, ya me creo un detective, como Horatio Caine.

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Inirida Contreras

Inirida Contreras

me encanta

2023-12-10

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