Florence Garrel viajaba en silencio junto a sus dos nietos. Thomas estaba serio como siempre, pero algo en su expresión se había relajado. Claire estaba asustada,como siempre, pero sabía que se había librado de algo terrible y esto la aliviaba un poco.Ella no conocía bien a su abuela y lo que su madre le había contado sobre ella no era bueno.Ella decía que su abuela Florence era una campesina ignorante que vivía en una fea y miserable cabaña. Además de eso decía que era una bruja que se ganaba la vida vistiendo difuntos. A Claire le daba mucho miedo ver a un difunto y no se imaginaba como una mujer de apariencia frágil como su abuela pudiese tener la sangre fría para vestir difuntos.
Después de un largo viaje llegaron a la cabaña donde vivirían. Estaba aislada, había una especie de caserío humilde antes de llegar a su sencilla morada y allí era donde su abuela se ganaba la vida. Tenía que hacer largas caminatas entre el caserío y su cabaña. La cabaña era pequeña y sencilla, constaba de dos habitaciones, una cocina y un pequeño salón donde había una rústica chimenea. Afuera había un pequeño recibidor con dos sillas de madera. Alrededor de la cabaña solo había bosque y muchos árboles sombríos. El clima era frío. A Claire le castañeaban los dientes, su vestido no la protegía del frío.
La abuela sin decir mucho ubicó a Thomas en una habitación. Claire dormiría en la misma habitación que su abuela en un pequeño catre junto a su cama. Pronto la abuela encendió el fuego y comenzó a cocinar. Thomas se quedó dormido.
-Sé que no sabes cocinar pero aquí tendrás que aprender a hacer de todo. Estamos solas y tenemos que ayudarnos. Ayudaré a Thomas a conseguir un trabajo en la propiedad del Duque de Valois y probablemente él no esté mucho tiempo en casa-dijo la abuela en tono calmado.
En efecto, Claire no sabía hacer nada a excepción de esconderse todo el día de su madre y estudiar las plantas. Desde esa noche comenzó su aprendizaje. Al cabo de unos días Thomas había conseguido un empleo como ayudante en la caballeriza de la propiedad del duque y tal como la abuela mencionó estaba muy poco tiempo con ellas. Sus compañeros de trabajo pensaban que Thomas era mudo, pues prefería no hablar. A pesar de su forma de ser tan reservada Thomas estaba agradecido con su abuela y la ayudaba en lo que podía. Aunque no tenía una vida cómoda estar lejos de su madre representaba un alivio para él y también para Claire.
Claire prefería el trabajo duro que le asignaba su abuela a las constantes humillaciones a las que la sometía su madre y su hermana. Lo que más la atemorizaba de vivir con su abuela era acompañarla a sus trabajos al caserío. Florence Garrel era partera, curandera, rezandera y también acompañaba a los moribundos en su trance entre la vida y la muerte. También se encargaba de preparar y vestir a los difuntos llenando de hierbas su ataúd para conservar su estado al menos durante el velorio. Claire sintió que se moriría del susto cuando vio al primer difunto o cuando escuchó los terribles gritos de una mujer dando a luz. Al tiempo se acostumbró a la vida sencilla que tenía con su abuela. Ella sabía mucho de plantas y de vez en cuando estaba de buen humor para enseñarle a Claire.
La abuela era severa pero no maltrataba a Claire, no se burlaba de ella y no la amenazaba con el manicomio como su madre. El tiempo pasó y todo parecía estar en calma. Cuando Claire cumplió quince años ya casi no acompañaba a su abuela al caserío. La abuela prefería que Claire la ayudara con los oficios del hogar mientras ella salía. Claire no tenía amistades, tampoco había conocido a un chico. Se imaginaba que el amor era algo muy poderoso que aparecía de un momento a otro en la vida del alguien. Tal vez a ella le llegaría pronto, eso pensaba aunque era difícil conocer a un encantador caballero estando encerrada en una cabaña aislada la mayor parte del tiempo.
Una tarde la abuela llegó con una carta. La presencia de Claire era requerida en la casa de su madre. Al parecer un sacerdote amigo de la familia y en especial de Gastón Bellamy había preguntado por ella y deseaba verla. El sacerdote pensaba que Claire había estado estudiando en un buen colegio pues sabía que Gastón quería lo mejor para la pequeña Claire. Florence Garrel tuvo un mal presentimiento al leer la carta, pues no confiaba en Blanche y por lo poco que sabía su nieta Adelaide era una copia de su madre.
Por un momento Florence pensó en quemar la carta y no mencionarle a Claire nada. Pero luego pensó que la joven tenía quince años y había visto poco del mundo viviendo tan aislada. Tal vez Claire tenía que vivir nuevas experiencias y fortalecer su carácter. Así que decidió que lo mejor era que Claire volviera a su casa. Cuando Claire supo que regresaría a la casa con su madre su primera reacción fue negarse rotundamente a ello, pero su abuela no iba a cambiar de parecer.
-Debes ir. Solo debes tener precaución de las cosas demasiado buenas y de las palabras demasiado dulces, pueden ser falsas. Debes guardar tu pureza y tu integridad. Esa es tu riqueza. Si un hombre se acerca a ti debes saber que no todos tienen buenas intenciones. No te dejes corromper vieres lo que vieres-dijo Florence mirando directamente a los ojos a Claire.
A Claire le sorprendieron las palabras de su abuela. Ella no solía hablar mucho y menos de esos temas. Pronto preparó su escaso equipaje y a la mañana siguiente partió con su mejor vestido puesto. Internamente, sabía que su mejor vestido sería como un harapo comparado con los vestidos de Adelaide. Tenía miedo de volver a ser maltratada y humillada, pero estaba tan encerrada en la cabaña que el solo hecho de subirse a un carruaje le parecía una gran aventura. No pudo despedirse de su hermano Thomas, pero le aliviaba saber que él no la acompañaría. Su madre le había hecho demasiado daño y volverla a ver solamente abriría de nuevo antiguas heridas. A ella le ocurriría lo mismo pero trataría de ser fuerte.
El viaje fue largo. Claire estaba exhausta y cuando finalmente llegó a la puerta de su casa cargando su pequeña valija se encontró con alguien que también iba a visitar su casa al parecer. Era un joven alto y delgado con rostro angelical y rizos dorados, sus ojos eran grandes de color miel.Vestía de manera muy elegante y sus manos eran muy delicadas. Claire se sonrojó cuando el joven la miró intensamente.
-Señorita ¿usted también viene de visita a esta casa?-preguntó el joven
-Sí-dijo Claire escuetamente presa de los nervios.
-Yo también, permítame presentarme. Soy Stefano Canio, vengo de Italia y seré el profesor de música de la señorita Adelaide Bellamy-dijo el caballero sin dejar de mirar a los ojos a Claire y sonreírle
-Yo soy Claire Bellamy, hermana de Adelaide-dijo Claire con un hilo de voz.
-¡Qué hermoso nombre! Encantado. De hoy en adelante seré su humilde servidor-dijo Stefano haciendo una reverencia para luego besar la mano de Claire.
Stefano estaba coqueteando descaradamente con ella y Claire se sintió atraída hacia él desde el primer momento.Lo que Claire desconocía era que Stefano era un experto en seducir jovencitas.
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Comments
esterlaveglia
ojalá no caiga en el juego de Stefano 🤬
2024-08-01
1
Rosa Pandui
Ojalá no olvide los consejos de su abuelita
2023-07-05
4
ROCCI ART
Enhorabuena buena la abuela le dio buenos consejos, así que toca empezar a aplicarlos.
2023-02-02
4