Capítulo 8

Las risas y las miradas al calor de las velas animaron la velada. Adelaide estaba encantada con las galanterías de Stefano y se jactaba interiormente pues creía que Stefano estaba totalmente subyugado por su belleza. Todos los trucos que le había enseñado su madre para seducir le habían dado resultado.

Adelaide había bajado su escote más de lo debido y le lanzaba ardientes miradas a Stefano quien le correspondía con igual intensidad. El vino corrió por la mesa en abundancia y Stefano tomaba una copa tras otra. Cuando finalmente Blanche dio por terminada la velada ya el vino había surtido su efecto. Todos se retiraron a descansar pero Stefano quería probar sus dotes como seductor y al cabo de unos minutos y en ropa de dormir tocó la puerta de Adelaide, quien sin demora le abrió la puerta. Ella estaba en camisón y recibir a un hombre en su habitación a esas horas y solo con un camisón puesto era considerada una conducta altamente indecorosa. Sin embargo, según lo que su madre la había enseñado ella debía aprovechar cada oportunidad para mostrar sus encantos al hombre que quería conquistar.

Sin mediar palabra Stefano tomó a Adelaide por la cintura y la besó apasionadamente. Ella se sintió complacida, pensaba que él había caído rendido a sus pies y sin ningún esfuerzo. Ahora solo era cuestión de tiempo que le pidiera matrimonio. Mientras él la besaba y la acariciaba con lujuria ella se imaginaba vestida de blanco caminando hacia el altar. Su vestido tendría que ser lujosísimo y perdida en sus pensamientos casi olvidó que tenía que parar, ese era otro de los trucos que le había enseñado su madre.

-Por favor, no siga. Es la primera vez que me ocurre algo así. He perdido la cabeza. Mis disculpas, esto no es correcto-dijo Adelaide tras separarse de Stefano.

Luego con un gesto lo invitó a salir de la habitación.

A Stefano le pareció divertida la pose de Adelaide. Prácticamente estuvo ofreciéndosele durante toda la velada. Lo había dejado entrar a su habitación, le permitió besarla y acariciarla cuanto quiso y ahora se hacía la recatada. Stefano sabía que Adelaide jugaba a seducirlo pero ella no sabía que él era todo un experto. Se divirtió pensando que ella creía que lo atraparía y lo llevaría al altar. Opinó que Adelaide era una coqueta muy tonta igual que su madre. Salió de la habitación sin decir nada. Adelaide se sintió algo confundida al ver la seriedad de Stefano, por un momento supuso que él le declararía su amor y que le rogaría pero nada de esto ocurrió.

Él salió de la habitación riéndose por dentro. Mientras que Adelaide se sintió confundida y frustrada ¿El truco había fallado? ¿Será que no la encontraba tan hermosa? el resto de la noche estuvo ensayando poses frente al espejo como solía hacerlo desde niña y mordiéndose las uñas.

Luego de salir de la habitación de Adelaide, Stefano escuchó ruidos al final del pasillo. Se acercó y girando hacia la izquierda observó a Claire arrastrando un pesado mueble. Ella estaba de espaldas y él que estaba todavía bajo los efectos del vino y enardecido por su beso con Adelaide no perdió oportunidad para acercarse a Claire. Por la reacción de ella pudo notar que era muy distinta a su hermana.No empleaba artificios de seducción,más bien parecía un ratón asustado y él sería el gato que devoraría a esa ratoncita.

Stefano se relamió los labios al ver como Claire temblaba ante su contacto. Sería pan comido enamorar a una chica tímida e inexperta como ella. Él le ofreció sus servicios y ella guardó silencio.

-No es necesario, señor- dijo Claire al cabo de un rato y echándose para atrás.

-Creo que si necesitas de mi ayuda-dijo Stefano observando el pesado mueble.

Sin decir nada Stefano comenzó a rodar el pesado mueble. A decir verdad, Stefano no solía realizar tales tareas. Era un narcisista consumado, amaba tanto su imagen que solo el hecho de imaginar que el roce del rústico mueble lastimara la piel de sus manos lo horrorizaba. Sin embargo,tenía que hacer sacrificios de vez en cuando. Pensó que a una chica como Claire la impresionaría el rol de héroe siempre a su servicio.

-¿ A dónde lo llevo?-preguntó Stefano.

-Al sótano-respondió Claire en voz baja.

Después de trasladar varios muebles al sótano Stefano aprovechó la oportunidad para acercarse a Claire.

-No puedo imaginar porque una flor tan delicada como tú tiene que ocuparse de tales tareas ¿Qué no hay sirvientes en esta casa?-dijo Stefano acercando su boca a la boca de Claire.

Claire sintió el aliento a vino y notó que Stefano había bebido tal vez demasiado. Instintivamente, volvió a echarse hacia atrás.

-Sí, hay sirvientes pero...-murmuró Claire mirando al suelo.

-Pero la altivez de tu madre no permitió que los sirvientes te ayudaran ¿No es cierto? Noté como tu madre y tu hermana se comportan con arrogancia contigo. Es algo tan injusto y mi espiritu no tolera las injusticias. En lo que pueda voy a ayudarte-dijo Stefano acariciando con un dedo el rostro de Claire quien se quedó inmóvil ante su caricia.

Stefano pensó que con eso era suficiente por hoy. Así que se despidió de ella. Claire sintió los latidos de su corazón desbocado. Nadie antes la había mirado así, tampoco nadie le había acariciado el rostro así y menos un hombre guapo... Lo que más había tocado el corazón de Claire era que Stefano había notado el trato discriminatorio que tenían su madre y su hermana para con ella. Claire sentía que tenía un aliado y que tal vez gracias a Stefano la estadía en la casa de su madre sería mucho más agradable.

Mientras Stefano se dirigía a su habitación no se percató de que Blanche había observado la interacción que él tuvo con Claire. Blanche rumiaba de rabia, Claire era una mojigata que quería atravesarse en el camino de Adelaide. Blanche notó que Stefano estaba interesado en su hija Adelaide y ahora Claire de forma clandestina y rastrera se le ofrecía mientras todos dormían.

Blanche no iba a permitir que a su hija le pasara lo mismo que le ocurrió a ella. Otra mujer se había interpuesto entre ella y un pretendiente guapo y rico y a causa de esto ella tuvo que casarse con Gastón Bellamy y tener una vida aburrida y gris. Su felicidad fue truncada por una arribista. Blanche estaba furiosa, ella se encargaría de recordarle a Claire cual era su lugar en el mundo. Haría que se arrepintiese de haber puesto los ojos en Stefano.