Un poco más cerca

Un par de semanas después la temporada navideña ya estaba oficialmente inaugurada y con ella unas merecidas vacaciones. El último día de clases Carmín recibió la noticia de que sus calificaciones habían bajado de 8.7 a 7.5, eso, por supuesto que iba a volver loca a su mamá. En toda su vida escolar no había tenido un promedio tan bajo y la situación no le causaba otra cosa que vergüenza, aunque no tanta como para hacer un drama.

Salió del salón platicando con Sara y Dani sobre cómo se habían equivocado las de segundo grado en su coreografía navideña y cómo los profes habían actuado pésimo en la pastorela.

—¡Carmín! —gritó alguien desde el barandal del primer piso.

Era Emanuel que pronunciaba su nombre con su preciosa voz.

—¿Qué pasó? —le preguntó Carmín lo más casual y amable que pudo, a pesar de que el corazón se le quería escapar del pecho.

—Espérame —le contestó para después bajar corriendo a alcanzarla.

—¡Uuuuh! —se burlaron Sara y Dani.

Emanuel llegó a ella y con una sonrisa tomó aire para hablar.

—Oye Carmín, ¿de casualidad tienes el teléfono de Arturo? Es que le estamos organizando un convivio al entrenador que ya se jubila y necesito decirle que le tocan los refrescos.

—Sí lo tengo, pero mi cel se quedó sin pila. Si quieres dame tu número y te lo mando al rato por mensaje. Ah, pero te doy el de su casa porque no tiene celular.

—Va, ¿te doy mi número?

—Sí —respondió sacando un cuaderno y una pluma—, espero que no se me olvide.

—No, que no se te olvide, esto es muy importante.

Emanuel terminó de anotar el número y Carmín guardó el cuaderno y se despidió de él con la mirada aborregada y todavía sonriendo por la situación.

—Hasta que se animó Ema —dijo Dani mientras lo veían caminar hacia la salida.

—Carmín disimula un poco —susurró Sara dándole un codazo—, que no se te note tanto el interés.

—¿Vieron cómo me habló de bonito? ¿No fue mi imaginación verdad? Le gusto también.

—Pues no sé, pero yo digo que sí fue pretexto para hablarte —comentó Dani.

—¿Crees?

—Fue muy obvio Carmín, yo creo que ya se va a hacer tu sueño realidad —aseguró Sara dándole una pequeña palmada en la espalda.

Carmín salió de la secundaria flotando en una nube, la mirada de Emanuel, el tono de su voz y su número anotado en su cuaderno eran la mejor manera de empezar las vacaciones.

Esperó un rato después de comer y se tardó una hora escribiendo el mensaje perfecto:

Hola Emanuel soy Carmín, te mando el número de Arturo 58989993. Saludos bye.

Le sudaban las manos y daba vueltas en su cuarto sin poder controlar sus nervios. Entonces su teléfono vibró y vio que ya le había respondido:

Gracias, nos salvaste de tener que tomar agua de la alberca jajaja.

Ahora sí el amor estaba floreciendo y todo gracias al sinodal. Carmín se pasó la tarde suspirando, no sabía si debía contestarle o dejar la conversación ahí para no estropearlo todo. Prefirió avanzar lento y dejar en esa línea el romance, al fin y al cabo, ya había dado un paso más.

Tres días después, cuando se reunió con Alejandra y Arturo, lo primero que quiso saber fue si lo del convivio había sido cierto y si de verdad nadie en el equipo tenía su número.

—Ah, sí se pasaron, yo llevé los refrescos y nadie llevó comida —contó Arturo cuando caminaban al portal—.  Bueno solo Emanuel llevó pastel junto con otra chava.

—¿Qué chava? —preguntó Carmín sintiendo el fuego de los celos quemar su interior.

—Pues la que andaba organizando todo, creo que se llama Fernanda, siempre anda atrás de él.

A Carmín se le retorció el estómago, no sabía que tenía tan cerca una amenaza.

—¿Y por qué nadie tenía tu teléfono? ¿No les hablas?

—Seguro que no —intervino Alejandra abrazando a su hermano—, tampoco en la escuela le habla a nadie.

—Uy pues perdón por no ser popular, no todos nacimos con la misma suerte que otras. Además yo solo prefiero hablarle a los de la Unión, los de Tonalli dormido no me entienden.

—¿A poco eres popular Ale?

—No…

—Sí, es del grupito de las populares, la abuela dijo que su Tonalli es de los más dorados que han existido y existirán en la historia del mundo. Todos creían que entraría a la Unión desde que era niña y ¡pum!, que les doy yo primero la sorpresa.

—No, la abuela no lo dijo así, además mi papá asegura que mi hermano es la combinación perfecta de talento, inteligencia y disciplina, la luz que México esperaba.

—No pues entonces ya valí. Arturo talentoso, Ale popular y con suerte, ¿y yo?

—Te voy a contar un secreto —dijo Arturo volviendo a la calma—.  El día que escuché a la abuela hablar sobre ti y cómo te perseguían los Balam y los Águila, también escuché que tu Tonalli debía ser protegido a como diera lugar porque tenía un valor incalculable.

Hubo un silencio en el que los tres pensaron en lo que habían escuchado decir a los adultos.

—La verdad, yo no me siento muy especial que digamos —contestó Carmín rascándose la cabeza con cara de duda.

—Yo tampoco —agregó Alejandra.

—Yo sí —concluyó Arturo adelantándose a entrar.

Al cruzar a Mashonpe, se dirigieron a la sala lujosa donde estaba el templo de Itzel. Mario hablaba con ella sobre la ceremonia del solsticio, preparaban una estrategia para un enfrentamiento.

—Hey hermanos, ¿qué onda? —los saludó Mario cuando los vio entrar.

—Hola Mario ¿ya estás listo? —preguntó Arturo chocando la mano y el puño con él.

—Sí, muy nervioso, pero listo.

—Hola Itzel, te traje a mis aprendices —dijo Arturo agarrando uno de los incensarios que estaban sobre el escritorio.

—Hola bellas aprendices y sinodal, ¿cómo están?

Carmín y Alejandra sonrieron y dijeron que todo estaba bien.  Itzel les preguntó si su sinodal estaba siendo lo suficientemente apto para ellas y contestaron que más o menos entre risas y burlas.

Arturo les siguió el juego y las acusó de ser demasiado exigentes, luego Itzel les habló de lo importante que era la primera ceremonia para un dorado.

—Es algo muy diferente a lo que conocen, pero es cuestión de acostumbrarse, además van a ver a Mario en una batalla.

—Espero verte robar ese Tonalli Mario —dijo Arturo emocionado.

—De verdad quiero ganar, nunca he robado un Tonalli.

—Lástima que después lo tengas que devolver, al menos sabrás lo que se siente.

—Claro, siempre y cuando no me lo roben a mí porque me devolverán el Tonalli, pero la dignidad, ¿quién me la regresa?

—El solsticio es en dos días, así que estén preparados —les dijo Itzel, después le entregó unos papeles a Mario y salieron de la sala.

Esa noche Carmín durmió sosteniendo su placa, quería volver a las pirámides y encontrar los secretos que solo aparecían en el silencio de la noche.  Al despertar en su sueño, se transportó a Tabak y vio a un grupo de jaguares que practicaban sus saltos y movimientos.  Todo se veía bien, hasta el momento en que dos serpientes salieron por un lado de la plaza y se fueron acercando a los jaguares, Carmín pensó que los iban a morder, pero en un parpadeo los jaguares estaban sobre ellas; comenzaron a destazarlas y se las comieron olvidando la parte humana que vivía dentro de ellos.  Carmín salió de ahí y fue a Mashonpe, se sentó en la cima de la pirámide lunar, miró al cielo y escuchó el susurro de la noche que le contaba a su manera que fuera valiente, que todo estaría bien.

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