Se dirigieron a un pasillo que recorrieron hasta llegar al fondo, donde había un portón de madera. Al abrirlo y prender las luces, comenzaron a bajar una escalera que los conectó con un túnel como el que Carmín había visto en su sueño, a excepción de que éste tenía piedras verdes y negras incrustadas en el techo y piso.
Avanzaron sin prisa manteniendo avivada la curiosidad de un corazón que latía con más fuerza que nunca, mientras se iban acercando a un muro por el que brotaba agua cristalina que hacía un eco estridente al caer.
—Llegamos —dijo Citli frente a la cortina de agua que era del tamaño de un zaguán—. ¿Estás lista? —preguntó sonriendo.
Carmín miró a don Leo confundida, pues ahí acababa el túnel y a través de la caída de agua solo se veía una roca lisa de fondo. Citli suspiró y dio dos pasos al frente, hizo un movimiento con sus manos y el agua se abrió por un costado junto con el muro, lentamente apareció frente a ellos el lugar más hermoso que Carmín había visto en su vida.
—Bienvenida al grandioso y espectacular Mashonpe.
Carmín abrió la boca y los ojos tal como había advertido su abuelo, quien la tomó de los hombros y la hizo atravesar el umbral.
—Aquí es a donde llegaste en tu sueño —le dijo señalando la sección que estaba a un lado de la entrada—. ¿Te parece conocido? Esta es la Ciudadela del poderoso Templo Central.
—Aunque te parezca extraño, este es uno de los mayores tesoros de la Tierra y esconde secretos que la llenan de una belleza y poder incalculables. Por todo lo que eso significa, nosotros estamos aquí para protegerla y al mismo tiempo es nuestro refugio hecho paraíso.
Lo que Citli acababa de decir no alcanzaba para describir esa maravillosa vista, y aunque Carmín ya la había conocido dos noches antes, no pudo evitar que se le humedecieran los ojos por la emoción que le causaba estar presenciando tanta majestuosidad.
Las pirámides a lo lejos, estaban decoradas y pintadas con colores rojo, turquesa, rosa y dorado, y había detalles en cada uno de sus taludes y tableros, también tenían cristales y barandales que les daban un estilo moderno y elegante. Entre las pirámides había edificios que tenían la base de piedra y lo demás de diversos materiales; entre uno y otro también había construcciones más modernas, parecían salas nuevas, o al menos del siglo actual, pero no rompían con el estilo único y mágico de ese gran conjunto, donde las personas caminaban por todos lados llenándolo de vida.
—¿Esto es real? ¿No es otro de mis sueños abue? —preguntó Carmín cuando recuperó el aliento.
—No Carmín, no es un sueño, es real.
—Ahora viene el momento importante, la razón por la que estás aquí. Nos habíamos quedado en que…ah sí, tu Tonalli; verás, todo comienza ahí. El Tonalli es un poder, una fuerza que se encuentra dentro de cada uno de nosotros y que tiene varias funciones, la más importante es la de llevarnos a la capacidad máxima del cuerpo, del alma y la mente en este mundo. Tu Tonalli despertó y te trajo aquí, es por eso que has tenido todos esos sueños. El problema Carmín, es que no todo es tan hermoso y fácil como quisiéramos, y tengo que advertirte que estás en peligro.
—Los que te perseguían —dijo don Leo con suavidad—, querían robar tu Tonalli y si lo estaban intentando en tus sueños, seguramente estaban cerca de ti en la realidad.
—Hablando de eso —interrumpió Citli—, quiero aclarar que no eran tigres, sino jaguares; por lo regular los confunden con leopardos o guepardos, pero, ¿tigres?
—Basta Citli, creerá que la estás regañando.
—Lo que pasa es que no veo muy claro en mis sueños, siempre está todo oscuro y además no pude fijarme bien porque estaba ocupada tratando de escapar.
—¡Carmín! —reparó don Leo apenado—. Perdón Citli, es respondona desde que aprendió a hablar.
—Lo sacó de ti seguramente, siempre fuiste todo un rebelde.
—Sigo siéndolo, aunque en defensa de mi nieta quiero decir que tiene un corazón cálido que aguarda su oportunidad de florecer, estoy seguro de que en algún momento nos dará una sorpresa.
—No lo dudo, puedo sentir que es una persona especial —aseguró Citli quitando una pluma que había caído en el hombro de Carmín—, pero antes de seguir, ¿quieren ir por unos tacos?
A Carmín se le iluminó el rostro y su abuelo no dudó en aceptar la invitación.
Subieron los escalones de uno de los edificios y desde unos metros antes de la puerta de cristal el aroma fue exquisito.
—Este es el mesón de nuestro Mashonpe, la especialidad son los tacos de un guisado exclusivo de nopal con chapulines.
—Ya sabía que me iba a salir con algo así, tacos al pastor era demasiado bello para ser verdad —susurró Carmín con decepción.
El lugar tenía en el fondo un mural del Mashonpe antiguo, figurillas por todos lados y en el techo, piedras brillantes incrustadas, también había ventanales que dejaban entrar la luz de lleno y un piso moderno que hacía un perfecto contraste.
—Buenas tardes rectora. ¡Don Leo! Qué gusto verlo —dijo el hombre detrás de la plancha en la que se cocían tortillas.
—¡Hola Toño! ¿Cómo has estado? —preguntó don Leo acercándose a abrazarlo.
Ambos se abrazaron mientras Citli saludaba a los que estaban sentados comiendo.
—Te presento a Carmín, mi nieta. Carmín, él es Toño un cocinero que hace magia en esta cocina y además es mi gran amigo.
—Mucho gusto Carmín, espero que te guste mi comida. Te puedo recomendar los tacos de nopal con chapulines, son mi especialidad, yo mismo inventé el guisado.
Carmín no quiso ser grosera y asintió con la cabeza sonriendo, pero por dentro sufría un colapso, no sabía qué era peor si los pellejos con mole o eso.
Se sentaron en una de las mesas del centro después de tomar sus platos, cada uno con dos tacos. Carmín vio los chapulines con las patas hacía arriba recargados en los nopales y se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Abue no hay otra cosa? —preguntó susurrándole al oído cuando Citli se distrajo.
—Pruébalos, te van a gustar. Te lo puedo asegurar.
Carmín observó alrededor y la mayoría de las personas comían lo mismo, dos chicas que parecían de su edad no tenían ningún problema con los chapulines, además realmente estaba hambrienta, así que se armó de valor y sin titubear tomó uno de sus tacos y le dio una buena mordida.
La acidez del nopal le dio un respingo en la lengua al instante, pero al seguir masticando, cada uno de los sabores fueron deleitando su paladar, los chapulines crujían deliciosamente en su boca y no había terminado de pasar el primer bocado cuando ya estaba dando otro.
—¿Te gustaron? —preguntó Toño cuando Carmín se acercó a pedir más.
—Están bien buenos, ¿pues qué les pone?
—Son los chapulines que comen flores.
—Mmm.. sí saben a flores, deme otros tres por favor.
Estaban terminando de comer y antes de levantarse de la mesa un fuerte sonido hizo brincar a Carmín.
—¿Qué es eso? —preguntó mirando hacia todos lados.
—Código águila, repito, código águila —se escuchó por altavoz.
—Disculpen, debo irme —dijo Citli levantándose rápidamente de la silla y saliendo del mesón. Carmín creyó ver que a la mujer le salían unas enormes alas, pero ya no estaba segura de lo que sus ojos percibían.
—Ese sonido es el de un caracol de mar —comenzó a explicar don Leo limpiando los restos de comida de la mesa con una servilleta—, es el anuncio de que a alguien le saldrán alas. Unas alas doradas de águila, por eso se llama código águila. Es algo muy doloroso, así que los que puedan ayudar deben hacerlo.
—¿Tú también tienes alas? ¿Eres parte de todo esto?
—Tuve unas alas alguna vez. Eran espectaculares y me hacían sentir muy poderoso, pero… me las robaron junto con mis poderes. Ya no soy parte de esto como Citli, robaron mi Tonalli. Sigo viniendo aquí de vez en cuando porque Mashonpe me abre sus puertas, pero soy solo una persona más.
Carmín notó tristeza en las palabras de su abuelo, era la misma que lo inundaba cada vez que recordaba a la abuela Josefina. No quiso preguntar más y salieron del mesón.
—Mira, allá están la pirámide solar y lunar —dijo él al bajar las escaleras señalando con su dedo al horizonte—, todavía se me eriza la piel al recordar todo lo que viví aquí.
—¿Podemos ir a verlas de cerca?
—Es suficiente por hoy, debemos regresar antes de que comience a oscurecer. Todavía debo explicarte algunas cosas.
—Ay abue, creo que vas a tener que explicarme todo otra vez. ¿Y quién es esa mujer? ¿Es como la directora o la presidenta? ¿Seguro que solo son amigos? ¿Por qué nunca me contaste nada? ¿Y mi mamá sabe de esto? ¿También tenía poderes? ¿Si tengo poderes ya no tengo que ir a la escuela?
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