La revelación

Lunes, de vuelta a la escuela. Carmín no pudo concentrarse ni en la primera, ni en la segunda, ni en la tercera, ni en la cuarta clase. El día pasó lentamente porque además del cansancio no tuvo cabeza ni corazón para hablar con nadie, fue un día sin Sara, sin Dani y sin Emanuel.  Quizá lo que le esperaba después de clases no eran buenas noticias y todo iría empeorando aún más.

La chicharra anunció la hora de la salida y Carmín tuvo que ir a encontrarse con su destino, vio a su abuelo parado en la entrada de la papelería de enfrente, caminó hacia él y juntos comenzaron un largo camino.  Tomaron una combi y después un camión, se bajaron en una calle solitaria con pocas casas y caminaron otras dos cuadras.

Al llegar a una esquina se encontraron con una mujer, era una de las personas con las que estaba don Leo dentro de la sala en el sueño de Carmín.

—¡Citli! Te presento a mi nieta Carmín.

La mujer era imponente, ahora que Carmín la veía a detalle no podía evitar sentirse intimidada. Tenía el cabello largo hasta la cadera, brilloso y con algunas canas que le iban demasiado bien, su piel lucía tan tersa que incluso las líneas que se marcaban alrededor de sus ojos le daban un especial encanto a su forma de mirar.

Carmín no había visto nunca a una mujer que le hiciera sentir ganas de pedirle perdón en nombre de la humanidad al momento de conocerla.

—Carmín, que nombre tan intenso. Me gusta —dijo Citli mirando en los ojos de Carmín de una manera que sintió que le estaba leyendo el alma.

—Gracias —contestó con timidez tomando del brazo a su abuelo.

—Carmín ella es Citli, una mujer muy especial.

—Leo, tu nieta es una de los nuestros, lo veo en sus ojos.

—También lo creo, pero…apenas empezó a soñar y ya la están persiguiendo, eso me preocupa.

—Lo sé, pasemos a la finca y ahí hablamos.

Carmín estaba intrigada por tanto misterio, se preguntaba si esa mujer sería solo amiga de su abuelo y por qué nunca había ido a su casa si eran tan cercanos.  Entraron al lugar que por fuera era completamente gris y discreto, pero por dentro era todo lo contrario. Árboles, pasto, flores y al fondo una hermosa casa rústica que parecía más bien una mansión.

—¿Abue tu amiga es rica?

—Esto no es de ella, pero en realidad sí es rica, no es que tenga muchas cosas, es que no le falta nada.

—¿Cómo?

—Es toda una leyenda. Ahorita te vamos a contar todo, no seas impaciente.

Al entrar a la enorme casa, Carmín sintió que le faltaba el aire y se llevó las manos al pecho, don Leo y Citli reaccionaron como si supieran que justamente eso pasaría, la sentaron en una de las sillas de un gran comedor de madera y le sirvieron un vaso con un líquido amarillo.  Cuando Carmín recuperó el aliento estaban los dos sentados junto a ella tomando algo que olía a echado a perder.

—Ahora sí Carmín, cuéntanos exactamente lo que pasó en tu sueño —le pidió Citli con gran curiosidad.

—Pues…desde hace unas semanas empecé a tener sueños que se sienten muy reales, y después, aunque ya haya despertado, sigo sintiendo que estoy dentro de ellos —relató haciendo una pausa para recordar los detalles—.  Antier estaba soñando que estaba perdida en el bosque y de repente una luz en el cielo hizo que me diera cuenta de que era un sueño, pero no desperté realmente, solo lo hice dentro de mi sueño. Sentí muchas cosas muy bonitas y volé, toqué las puntas de los árboles, eso fue increíble, pero luego me empezaron a perseguir.

—¿Quiénes? —interrumpió Citli.

—No sé si eran tigres, sí creo que sí.

—¿Tigres?

—Sí, escalaban los árboles para alcanzarme y después salió de no sé dónde un hombre con alas que me atacó y caímos todos al piso.

La mujer y su abuelo se echaron una mirada con las cejas alzadas.

—No estoy mintiendo. ¿No me creen?

—Claro que te creemos, sigue.

—Pues uno de los tigres se convirtió en una mujer y estaba encima de mí, tratando de alcanzar mi cuello. Lo raro es que yo sabía que quería robarme algo, aunque no entiendo qué y luego aparecí en ese lugar. Ahora quiero saber qué está pasando, por favor ya díganme.

—¡Vaya! —exclamó Citli pasando sus dedos por su barbilla—.  Eres muy parecida a Leo, yo te voy a explicar.

Carmín se giró hacia ella para poner total atención a sus palabras, extrañamente abrió más los ojos y se preparó para escuchar lo peor.  Citli dio un trago a su bebida y se limpió los labios haciendo que la tensión y la incertidumbre creciera.

—Carmín has recibido el llamado —anunció con claridad—. La Unión Dorada te ha abierto sus puertas y todos sus tesoros para que desarrolles tu poder. Tu Tonalli ha despertado.

Carmín repasó en su mente cada palabra.

—¿Mi qué? ¿O sea que tengo poderes? —preguntó con sorpresa dibujando una sonrisa.

—Bueno, digamos que tienes potencial.  Depende de ti si quieres desarrollarlo y hasta dónde estás dispuesta a llegar.

—¿Eso qué significa? No estoy entendiendo muy bien.

—Es difícil comprender al principio. Todos pasamos por esto —dijo don Leo poniendo su mano sobre la de ella.

—¿Tú tienes poderes abuelo? ¿Por qué no me habías dicho? ¿Y entonces por qué somos pobres?

—¿Qué? Tener poderes no tiene que ver con el dinero, no terminaría de explicarte hoy lo que significa realmente desarrollar el Tonalli, pero es como entrar a otro mundo.

—¿Qué mundo? ¿El que vi en mis sueños?

—Sí, te mostraremos un lugar que no te imaginabas que existía –dijo Citli levantándose de la silla.

—Te vas a quedar con la boca abierta.

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