La piramide Lunar

Entraron a la ciudad a escondidas, esperando que las personas que merodeaban por los alrededores no los hubieran visto desaparecer entre los árboles. Los fines de semana, la Sierra se llenaba de familias, deportistas y amantes de la naturaleza que exploraban por toda el área.

—Oigan, antes de seguir quiero decirles algo —dijo Arturo deteniéndose en el muro repelente.

—A ver, sácalo —contestó Carmín con curiosidad.

—Antier y ayer me fue bien en mis pruebas, de verdad soy veloz y tengo buena resistencia, todavía me faltan las de flexibilidad y fuerza, pero no creo que sea difícil, solo espero que ustedes no me fallen.

—Serías la vergüenza de la familia y sobre todo de la abuela si Carmín y yo no conseguimos el grado, tu futuro está en nuestras manos.

­—Ale no es juego, sabes que esto es importante para mí. La verdad, lo que dijo ayer el tal Isidro me dejó preocupado.

—¿Y qué onda él?

—Me imagino que es un vidente, somos muchos dorados y apenas he conocido a algunos, pero tenía cara de ser un sabio, supo que yo era sinodal y ustedes aprendices con solo vernos, ojalá nos hubiera dicho más… ¿Volvieron a la pirámide? ¿Lograron ver algo en sus sueños?

—A mí me mostró el Ópalo —explicó Alejandra en cuanto atravesaron el muro—, después una voz dijo que mi Tonalli brillaría una eternidad, que no debía tener miedo si en algún momento parecía apagarse, que fuera valiente y lo conseguiría.

—Yo también lo vi, y también escuché una voz, me dijo que el inicio estaba en la profundidad donde nace el fuego, que traería mi Ópalo cuando creyera en mi poder —respondió Carmín recordando cada palabra.

—El primer mensaje siempre tiene que ver con algo que va a determinar tu destino, ¿aún no crees en tu Tonalli Carmín?

—Es que todo esto es muy nuevo para mí, hay muchas cosas que aún no puedo entender.

—Lo sé, hay cosas que yo tampoco entiendo, pero sé que cuando sea mayor y tenga más grados de poder podré descubrir todo aquello dentro y fuera de mí que desconozco, la abuela me ha dicho que incluso hay cosas que no le son reveladas en el grado Xquenda.  Creo que solo en el último grado, en el Quetkán, se puede saber absolutamente todo.

—Tal vez cuando la abuela llegue a ese grado nos cuente —dijo Alejandra intrigada por lo que acababa de decir Arturo.

—La abuela no será Quetkán nunca, muy pocos resistirían el grado y por eso ni siquiera lo intentan, aunque ella es muy poderosa sabe que no lo aguantaría. En el tiempo que llevo aquí no he conocido a ningún Quetkán.

—Entonces si ella no puede, ¿quién sí?

—Yo. Ese es mi sueño, no deseo nada más en el mundo que ser un Quetkán.

Confundidos y llenos de curiosidad entraron a la calzada y caminaron de frente en dirección a la pirámide lunar, Arturo estaba pensativo, tomándose el tiempo para elegir sus siguientes palabras.

—Como ya saben, en la Unión Dorada todo comienza cuando el Tonalli despierta dentro de nuestro sueño —dijo en un tono más serio—.  La prueba del Ópalo es muy fuerte y solo se puede tomar una vez, en un equinoccio o en un solsticio. Es la única prueba de grado que harán dormidas y les aseguro que será el sueño más bizarro que tendrán en su vida, aunque yo llamaría a eso más bien una pesadilla.

—Nunca me contaste nada de esa prueba.

—Porque la abuela me dijo que no podía contarte, podía afectar al momento en que despertara tu Tonalli.

—Seguro fue difícil para ti pasar por eso solo.

—Sí, en ese entonces Diego era mi único amigo, fue un gran sinodal, pero no puedo negar que me sentí solo, me alegra que ustedes estén juntas.

—Sí, tuvimos suerte —dijo Carmín tomando el brazo de Ale.

—Sí, mucha —confirmó Ale recargando la cabeza ligeramente en el hombro de Carmín —.  Bueno, ¿y de qué trata esa prueba?

—No puedo decirles exactamente lo que pasa ahí, pero me voy a asegurar de que estén listas. Podrá sonar fácil por tratarse de un sueño, pero es tan real que van a sentir que podrían morir en cualquier momento. No deben confiarse, solo concéntrense en llegar al final.

Para cuando Arturo acabó de hablar ya estaban al pie de la pirámide lunar y poco a poco comenzaron a subir los escalones. Carmín y Alejandra se hipnotizaron con los contrastes de los colores y los símbolos grabados en los taludes. Era como escalar una montaña, se estaban acercando al cielo y sentían adrenalina al irse alejando del suelo.  Había otros dorados subiendo también, algunos de ellos aprendices que también subían por primera vez.

—¿Tanta modernidad y no han puesto un elevador? —se quejó Carmín tratando de seguir el ritmo de ellos.

—Aquí no hay elevadores, solo en el edificio de portales, pero cuando tengamos alas podremos sacarlas y volar hacia la cima.

—¿Y qué pasa si alguien se cae cuando vaya bajando?

—Pues nada, solo llega más rápido.

La escalada fue un reto para Carmín y Alejandra, pero una vez en la cúspide, Mashonpe lucía fascinante.  Era como sentir la energía de todas esas personas, de todas esas estructuras y de todo ese pasado en la piel, una conexión que Carmín y Alejandra no habían sentido antes, la tierra respiraba y vibraba a través de sus latidos.

—Este lugar sobre el que estamos parados es sagrado, es un templo.  Es la mitad de un corazón, la otra mitad es la pirámide solar y el corazón completo representa el ciclo de la vida y la muerte.  Aquí se hacen las ceremonias de los solsticios y equinoccios, pero también pueden venir cuando sientan que están confundidas, ver desde arriba ayuda a aclarar la mente, no les recomiendo que lo hagan muy seguido hasta que tengan su Ópalo, podrían desvanecerse.

—Eso de ahí, ¿qué es? —preguntó Alejandra señalando un símbolo circular a unos cuantos metros de sus pies.

—La entrada, vamos.

El símbolo se hizo traslúcido poco a poco y primero lo atravesaron dos dorados más grandes que ellos que los saludaron antes de desaparecer.  Lo primero que pudieron distinguir dentro fue una escalera, Arturo fue el primero en acercarse, Carmín y Alejandra lo siguieron.  La escalera daba hacia un corredor que conectaba con varias salas muy parecidas a las de la pirámide a la que llegó Carmín en su sueño la primera vez, el templo en la Ciudadela.

—Me siento rara —dijo Alejandra tocándose el pecho.

—Yo también —agregó Carmín.

—Es porque es un lugar cargado, sagrado; es como entrar a otra dimensión.  Mejor ya vámonos.

Antes de subir, Arturo se encontró a un par de dorados con los que había estado entrenando para el grado Metl, por lo que escucharon Alejandra y Carmín, las pruebas eran verdaderamente agotadoras y la dificultad iba aumentando cada vez más.  Al menos sabían que estaban en buenas manos.

Al salir y asomarse a la explanada se percataron de que las personas abajo se desplazaban inquietas haciendo un barullo que se escuchaba hasta donde estaban.

—¿Qué habrá pasado? ¿Otro código águila? —se preguntó Arturo buscando el origen del desorden.

—Allá está la abuela —dijo Alejandra señalando a un costado de la calzada—, y parece que está muy enojada.

Bajaron de la pirámide lo más rápido que pudieron y corrieron hasta donde estaba Citli discutiendo con otra mujer y un hombre.

Entre la multitud apareció Tomás que detuvo a Arturo antes de que llegara a donde estaba su abuela.

—Mejor no te acerques ahorita, la rectora está enojadísima.

—¿Por qué? ¿Qué pasó Tomás?

—Se escaparon Abi y los otros dos.

—¿Cómo que se escaparon?

—Hace un rato se dieron cuenta de que ya no estaban, nadie sabe qué pasó.

Cuando bajaron los ánimos y las personas se dispersaron, Citli se acercó a los chicos y al notar su inquietud acarició el pelo de Arturo con dulzura, aprovechando para peinarle los cabellos que el aire le había alborotado. 

—Lamento que hayan visto eso —les dijo en un tono calmado—.  Me puse así porque estoy preocupada por ustedes, por la Unión y por nuestro futuro.

—¿Y por qué estás tan preocupada abuela? ¿Es por Abi?

—Abi te conoce Arturo, sabía bien a quienes atacaba y aún así se atrevió a tocarlos, arriesgaron mucho ella y los otros al ir a buscarlos, eso solo me hace pensar que hay algo importante que aún no he descubierto del todo, pero que definitivamente tiene que ver con ustedes.

—Seguro vendrán de nuevo —afirmó Carmín con seriedad.

—Lo más probable es que sí, ahora más que nunca sean precavidos, no anden en lugares solitarios cuando estén afuera, cuídense entre ustedes y recuerden que muchas veces la astucia puede más que la fuerza.

—Sí abuela, no te preocupes por nosotros —repuso Arturo con la seguridad que siempre demostraba.

—Carmín, me dijo Tomás que tenías golpes en la espalda, ¿estás mejor?

—Sí, ya no tengo nada —contestó tocándose el hombro donde Tomás le puso la inyección.

—Me alegro, y… ¿cómo está Leo?

—Bien, gracias.

Después de la advertencia, los tres se dedicaron a crear un plan que básicamente consistía en tratar escapar si los sorprendían, y en caso de ser atrapados, resistir mientras esperaban la ayuda, pero lo más importante era que, por sobre todas las cosas, nunca se abandonarían sin importar lo difícil de la situación ni cuanto miedo estuvieran sintiendo.

Más tarde, Citli los acompañó hasta la casa de Alejandra y Arturo, estuvieron ahí otro rato viendo la televisión y después, ellos junto con su papá acompañaron a Carmín a su casa. 

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