Enamorada

Viernes por fin, la misma rutina por la mañana, Rosita en la entrada saludando a todos, Sara y Dani hablando de Said y las clases con datos y más datos por memorizar. El examen de matemáticas estaba muy difícil, Carmín no contestó varias preguntas porque no se acordó de la hipotenusa y los catetos.

El profesor de educación física no llegó y tuvieron la hora libre. Carmín se decidió a contarle a Sara y a Dani que tenía dos nuevos amigos que eran mellizos y que uno de ellos iba a clases de buceo en la prepa 33 igual que Emanuel.

—Ya deberías declararle tu amor, lo invitas a tus XV y ahí se lo dices —sugirió Dani después de escuchar el plan del sábado.

—No, no tendré fiesta, además no me atrevería.  Creo que mejor dejo que todo fluya y se dé poco a poco.

—Son tus últimos días con catorce años, eres la primera de nosotras en cumplir los quince, sigue Dani y luego yo, después saldremos de la secu y quién sabe a dónde iremos, mejor atrévete y dile que te gusta de una vez, total, si te dice que no, solo tendrás que verlo unos meses más, pero imagínate si te dice que sí y luego se casan —expuso Sara alentando la esperanza con su voz firme.

—A ver dime, ¿tú cuándo te le vas a declarar a Said?

—No creo gustarle, pero igual y tú si le gustas a Ema, ya ves que hasta durmieron uno al lado del otro.

—Ojalá hubiera sido tan bonito como suena, creo que no se movió para no ser mala onda.

—¿Cómo lo vas a saber si no le preguntas?

—Prefiero quedarme con la duda.

Después de esa charla Carmín pensó en todo lo que había pasado últimamente en su vida, el primer sueño que tuvo, el segundo, lo que sentía por Emanuel, las peleas, las persecuciones, lo que le dijo la mujer que quiso robarle el Tonalli y la voz de la pirámide.

Esas vivencias en conjunto la llevaron a concluir que era una cobarde y que no sería lo suficientemente valiente para defender el poder que poseía, no creía en ella misma, no creía superar el miedo y no creía si quiera, conseguir el Ópalo. Tal vez antes de que pudieran robarle el Tonalli él mismo se desprendería de ella y huiría lejos donde jamás pudiera ser encontrado.

Ese viernes todos se despidieron felices porque el lunes era la conmemoración de la Revolución, un fin de semana largo era justo lo que Carmín necesitaba después de tantos cambios en su vida.

Acompañó a don Leo al supermercado y juntos hicieron un plan para que Carmín pudiera salir al día siguiente, luego vieron televisión hasta que llegó Doeni. Traía consigo una bolsa de pan, y en su rostro un semblante más amable que otros días.

—Ya llegué —dijo dejando caer la bolsa en las manos de Carmín.

—Hola ma. ¿Cómo te fue? —le preguntó buscando el mejor pan.

—Muy bien, fue un buen día. ¿Y a ti? ¿Qué tal la escuela?

—Bien, tuvimos una hora libre.

—¿Y qué hicieron en su hora libre?

—Sara, Dani y yo estuvimos platicando.

—De chicos de seguro.

—No, bueno sí. Oye ma, ¿me dejas ir mañana a la casa de unos amigos?

—¿Cuáles amigos?

—No los conoces, pero mi abue sí, a ellos y a su abuela. Hasta trae onda con ella.

Doeni volteo a ver a don Leo que no pudo disimular su vergüenza, dejando pasar algunos segundos antes de poder contestar.

—No…no yo no tengo nada con ella, ya no andes diciendo eso Carmín.

—Con que ya me estás consiguiendo madrastra pa —se burló Doeni haciendo carcajear a Carmín, que no necesitó suplicar para convencerla de que la dejara ir con Arturo y Ale.

Cuando Doeni estaba de buen humor era otra, no había discusiones ni regaños, hacia chistes y ella y Carmín podían comunicarse, entenderse y demostrarse su amor.

A la 1:30p.m. del sábado Carmín ya estaba lista para su reunión, su mamá le devolvió el celular y la llevó a la casa de los mellizos para estar segura de que la dejaba en buenas manos.

Carmín no quería que su mamá la acompañara, pero si esa era la condición no podía negarse. Llegaron a la casa y Carmín tocó el timbre, abrió la puerta un señor de cara redonda igual que la de Alejandra, con el cabello corto y chino, la piel rosa y una pinta bonachona que daba confianza.

—Buenas tardes, vengo con Ale y Arturo —saludó Carmín.  Estaba nerviosa de que al hombre se le escapara algún comentario de la Unión.

—Hola, ¿qué tal? Tú debes ser Carmín —respondió con familiaridad—.  Buenas tardes señora.

—Buenas tardes, Doeni Vilchis —se presentó extendiendo su mano.

—Mucho gusto Gerardo Martínez.  Pasen, allá adentro está Ale, Arturo no ha de tardar.

—Gracias solo la vengo a dejar —respondió Doeni.

—Hola Carmín —dijo Ale tan alegre como siempre saliendo a encontrarlas—.  Buenas tardes señora.

—Buenas tardes, ¿Ale verdad?

—Sí.

—Mucho gusto.  Las dejo que se diviertan —se despidió dándole un beso a Carmín—.  Se la encargo mucho —le dijo a Gerardo volviendo a darle la mano.

—Oye Ale, ¿y si vamos por Arturo a la prepa? —propuso Carmín cuando su mamá se fue.

—Sí, está bien, si quieres vámonos de una vez porque ya casi sale.

Mientras esperaban afuera de la prepa, Ale señaló la secundaria a la que iban ella y su hermano, le explicó lo extravagante que era tener un hermano mellizo y cuántas veces habían tenido que explicarle a sus compañeros y amigos por qué no se parecían físicamente. Lo más probable era que tuvieran que seguir juntos la prepa, no iba a ser fácil tener independencia.

—¿Ya sabes cuál prepa vas a escoger? —preguntó Ale asomándose por los barrotes.

—Yo creo que esta, ¿crees que sea muy difícil entrar?

—Es la que todos quieren, además de la prepa 9, yo también la voy a escoger, es la que está más cerca y es la única de por aquí que tiene alberca y fosa de clavados.

—¿Y por qué Arturo toma clases aquí si todavía va a la secundaria?

—Un día llegó a la casa terco que quería que lo inscribieran a buceo, mi papá le dijo que era mucho la escuela, la Unión y las clases, pero míralo, aquí anda. Lo que Arturo quiere, Arturo lo obtiene.

—¡Ya están saliendo! —se emocionó Carmín en cuanto vio personas dando vuelta por el pasillo.

Emanuel y Arturo aparecieron caminando a la par y el corazón de Carmín se aceleró a mil por hora, el destino estaba de su lado porque Emanuel, quisiera o no, la iba a tener que saludar.

“Qué guapo está hoy” era el único pensamiento en su cabeza.

Caminaba como un modelo, su estilo deportivo y su cabello mojado le iban tan bien que Said, ni con su guapura extravagante, podría igualarlo.

Cuando lo tuvo enfrente quiso disimular y primero saludó a Arturo, que estaba tan sorprendió de encontrarlas ahí, que les sonrió y se cruzó de brazos.

—Hola Ema, cuánto tiempo sin verte.

—Hola Carmín, sí le di tu recado a Arturo.

—Ah sí gracias, es que preferimos venir. Mira ella es Ale.

Emanuel y Alejandra se saludaron con un simple “hola”, los cuatro se incomodaron porque ninguno sabía qué hacer ni qué decir, Carmín tuvo que meter las manos a los bolsillos de su pantalón para dejar de juguetear con ellas.

—Bueno, pues… ya me voy —dijo Emanuel chocando el puño con Arturo.

—Sí, nos vemos mañana.

—Me avisas lo del reloj.

—Sí, mañana te aviso.

Emanuel se despidió de Alejandra y luego de Carmín, ella sacó su mano tan rápida y torpemente que su placa salió volando de su bolsillo y cayó al piso. Emanuel la recogió y se la dio con un gesto de asombro, no dijo nada, pero le costó trabajo dejar de mirarla.

Los tres vieron a Emanuel alejarse y Carmín no podía borrar la sonrisa de su cara, todo estaba comenzando a acomodarse, después de tanta espera ese ser tan adorable había dicho por primera vez su nombre.

—Carmín deja de sonreír así y por favor ten más cuidado con la placa —dijo Arturo al ver su reacción, luego comenzó a caminar en dirección a su casa.

—¿Te gusta ese chavo verdad? —preguntó Alejandra, mientras caminaban detrás de Arturo.

—¿Se me nota mucho?

—Sí, eres muy obvia.

—No manches Ale, Ema nunca me había dicho por mi nombre, creo que sí le gusto también.

—Pues. ¡Que vivan los novios!

Mientras volvían a casa solo se escuchaban risas y más risas, al llegar, Arturo dejó su mochila y saludó a su papá, que les tenía preparada una cazuela de picadillo y otra de frijoles, junto con sopa del día anterior.

—Comida exclusiva para dorados —dijo mientras volteaba las tortillas.

A Carmín se le hizo agua la boca, se sentaron y el señor Gerardo les sirvió la sopa. Arturo se la pasó hablando durante toda la comida del tiempo que podía sumergirse en el agua y de lo mucho que se habían desarrollado sus músculos desde que estaba en el grado Metl.

—¿Hoy no iremos a Mashonpe? —preguntó Carmín cuando terminaron de comer.

—Sí, solo que por reglas de esta casa nos toca lavar antes los trastes —contestó Arturo apurándose a apilarlos para llevarlos a lavar a toda prisa. 

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play