Tabak

Estaban en una playa dentro de una cueva por la que entraba un poco de luz por los costados, había un oleaje ligero y un olor que Carmín no pudo reconocer.  Las barcas estaban al otro lado de la orilla y cuando llegaron a ellas, Carmín y Alejandra subieron a una después de que Arturo les indicara cómo hacerlo, aunque no se veía muy seguro de saber usarla.

—¿En serio sabes navegar? —preguntó Alejandra agarrándose del borde mientras Arturo encendía lo que parecía ser una especie de motor.

—Claro, ya he hecho esto antes, tranquila.

—¿Y en cuánto tiempo llegaremos?

—En media hora más o menos. Carmín ponte el chaleco, no quiero que me quiten el grado porque se ahogó una de mis aprendices.

Carmín se puso el chaleco sin decir nada, pero no pudo evitar torcer los ojos y enojarse aún más de lo que ya estaba.

—Oye sinodal ¿quién es Abi y por qué dijiste que había traicionado a la Unión? —preguntó Alejandra con curiosidad.

—Se hizo popular en la Unión porque al día siguiente de que obtuvo el grado Caracol robo el Tonalli de su hermana Suli, en ese grado es cuando aprendes a robarlo y ella no dejó pasar ni un día.  Fue muy extraño porque Suli era Balam, pudo defenderse porque tenía más poder, pero no lo hizo.  El Ópalo de Abi se rompió y eso no es común, es muy raro.  No había vuelto a saber de ella hasta hoy.

—¿Qué crees que haya pasado con ella y los otros?

—Seguro los están interrogando, no debemos preocuparnos más por ellos.

Navegaron por la gran cueva iluminada por antorchas, la luz se reflejaba en el agua tranquila que marcaba un horizonte en el que no se vislumbraba un final.

—¿Saben algo? Al estar aquí pienso en la primera vez que vine con mi sinodal, se llama Diego.  Me contó que su Tonalli despertó el día que cumplió cuarenta años y cuando conoció a su sinodal, o sea Mario, no le gustó que un niño de quince años tuviera ese conocimiento y él no. Al final, cuando consiguió su Ópalo, supo que en realidad muchas cosas en las que él creía cuando tenía el Tonalli dormido estaban equivocadas. Me trató como un hermano, aunque tuviera cien años más que yo, nunca me juzgó y siempre me escuchó. Bueno, a lo que voy con todo esto, es que cuando el Tonalli se despierta te transformas, se descubre tu verdadero ser, como si un caparazón se rompiera y pudieras ver libre y claramente lo que eres, es algo que los de Tonalli dormido no tan fácil pueden comprender, por eso no deben saber nada de Mashonpe ni de nosotros los dorados, eso podría poner a la Unión en peligro.  Entender que existe esta clase de poder y desarrollarlo lleva mucho tiempo y solo algunos pueden permitirse escuchar el llamado, muy pocos Tonallis despiertan y la mayoría pasan la vida sin enterarse de esta magia, es algo valioso que, por ahora, deben guardar solo para ustedes.

—Arturo no te olvides de papá, él lo sabe todo y su Tonalli sigue dormido.

—Papá es especial, pero no hay muchos así. Ya ves lo que pasó con la tía Verónica.

—Uy ni me la recuerdes.

—¿Tú le has contado a alguien Carmín? ¿A tus papás? ¿A tus hermanos?

—No, a nadie. No tengo hermanos, mi papá vive en Guanajuato y casi no hablo con él.  Mi mamá no sé cómo lo tomaría, a ella le despertó el Tonalli cuando era una niña, pero se lo robaron, creo que ya no se acuerda de nada, bueno eso me dijo mi abuelo. ¿Puedo contárselo a ella y a mis amigas?

—Solamente a tu mamá, a tus amigas no. Créeme, sé lo difícil que es no poder contarle a nadie, pero es mejor así.

Al hablar de sus pensamientos y de lo difícil que era la vida a los catorce años, sus corazones se entrelazaron cómplices de sus secretos. El tiempo pasó muy rápido mientras se acercaban a otra playa dejando atrás la cueva y encontrando un aire refrescante lleno de oxígeno.  Carmín les habló sobre sus papás y la soledad que sentía sobre todo en los días lluviosos, más tarde Alejandra y Arturo contaron la forma en la que conocieron muchos lugares a través de sus sueños, tal como su mamá les había enseñado.   

—Ya casi llegamos, pero creo que nos atoramos con algo, voy a revisar —dijo Arturo preparándose para aventarse al agua.

Carmín y Alejandra se asomaron esperando ver lo que hacía Arturo sumergido como un profesional.  En menos de un minuto salió del agua y encendió el motor para avanzar hasta la orilla.

—Está creciendo algo ahí abajo, a lo mejor en algún lado saldrá un nuevo volcán.

—¿Te enseñaron a nadar así en la Unión? —preguntó Carmín admirada por su destreza.

—Te enseñan la magia del agua hasta que estás en grado Caracol, después del Metl. Yo voy a clases de buceo en la prepa 33 para estar listo.

—¿En serio buceas en la 33? ¿Qué días?

—Los sábados y domingos.

—No manches Arturo. ¿Conoces a un chavo que se llama Emanuel?

—Sí, ¿tú de dónde lo conoces?

—Va conmigo en la secundaria…yo…

—Miren, ¿qué es eso? —interrumpió Alejandra señalando a la orilla.

—¡Ay no! ¿Más jaguares?

—Esperen, son de los nuestros, de la Unión.

—Pues no se ven muy amigables que digamos.

—Mejor saquen sus placas por si las dudas.

Los tres bajaron de la barca con las placas en las manos, dieron pasos lentos hacia los jaguares, que los miraban fijamente, dando vueltas de un lado a otro.

—¡No puede ser! Son jaguares de verdad —dijo Arturo parándose en seco.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Carmín en voz baja cerrando los ojos.

—Hincadas en un pie, bajen la cabeza —contestó Arturo poniendo el ejemplo.

Carmín y Alejandra hicieron lo mismo y una vez que estaban en cuclillas los jaguares se acercaron lo suficiente para que a los tres les diera taquicardia.

Carmín sintió cosquillas en la cara, los bigotes de un jaguar estaban rozando su mejilla, el jaguar la miró a los ojos y ella tuvo un escalofrío en la nuca.  Los inspeccionaron y retrocedieron, y después de un último vistazo se fueron.

—Wow, los jaguares nos dieron un toque de suerte. Casi no vienen de este lado.

—¿Cómo sabes si son personas o jaguares de verdad? —preguntó Alejandra matando un mosquito en su brazo.

—Por los ojos, no me pregunten qué es exactamente, pero hay una gran diferencia en la manera de mirar. Siempre deben mostrarles respeto, es ley de vida.

Arturo las guio a un montículo de piedras que formaban una pared a un lado del camino, los moscos iban detrás de ellos y la humedad del ambiente revolvía sus ideas, todo parecía cada vez más confuso.

—Este es el portal a Tabak —dijo poniendo su placa en una piedra que tenía esculpido el símbolo que estaba grabado en sus placas.

El portal se abrió y otro hermoso lugar se delató ante ellos.  Era perfectamente azul, con edificios tan preciosos como los de Mashonpe, pero estos compartían el espacio con la naturaleza, más que con la modernidad.  Se escuchaba el canto de las aves y el ruido de las personas apenas hacía un pequeño eco.

—Miren, esta es la pirámide de los Nichos.  Las grecas, el rojo, el azul, la luz, la oscuridad, los Dioses minerales. Es mucho más de lo que parece.

—Buenas tardes jóvenes —dijo un anciano que apareció a un lado de la pirámide.

—Buenas tardes —contestaron.

—Dos aprendices vienen a buscar su Ópalo, el sinodal depende de que ellas lo encuentren. No podrá convertirse en Metl si alguna se queda atrás.

—…

—Oh, pero qué maleducado soy, me llamo Isidro, guardián de secretos y del Tonalli dador de vida. Ah y también como dirían en Mashonpe, soy el tlatoani de Tabak.

—Mucho gusto yo soy Arturo, ellas son Alejandra y Carmín.

—Eres hijo de Rocío, nieto de Citli. Tengo el presentimiento de que la Unión Dorada está por vivir uno de los momentos más importantes de su historia.

—¿Pasará algo malo?

—No, es solo que veo dos Tonallis entrelazados como serpientes y otro que las abraza, no veía algo así hace mucho, tres Tonallis de gran poder juntos es como un milagro. Empiecen en el primer nicho del lado que mira a la montaña, esquina inferior izquierda.

—Ah sí. Gracias don Isidro. Vamos niñas.

—Eso de las serpientes se oyó muy raro. ¿Qué significará? —susurró Alejandra mientras rodeaban la pirámide.

—Ni idea —contestó Arturo, llegando a la esquina de la pirámide.

El nicho estaba iluminado con una luz que provenía de adentro, se notaba diferente a los demás, pero nada que fuera relevante.  Los tres observaron cuidadosamente los detalles de las esquinas y los costados, y no hubo revelación alguna.

—Esta noche deben venir en sus sueños, justo aquí a este punto, cuando no haya luz de sol y su intuición esté completamente despierta.

Carmín recordó sus pesadillas y nerviosa empezó a mover la mandíbula como hacía su abuelo.

—Y entonces, ¿ahora qué hacemos? —preguntó Alejandra matando otro mosquito.

—Vamos por unos tacos, ya tengo hambre.

Antes de irse dieron un pequeño paseo por los edificios de Tabak, acariciaron a los animales que se acercaban y vieron a dos mujeres volar tomadas de la mano como dos estrellas en el firmamento.  Conocieron a un grupo de dorados que se preparaban para dar un recorrido con los jaguares de verdad que rondaban por el área, y después regresaron por el mismo camino, llegando a Mashonpe antes del anochecer.  Atravesaron la Calzada de los Muertos y se fueron directo al mesón para devorar los tacos que les preparó Toño.

—Oye Arturo, cuando regresemos al portal de la Sierra, ¿no estarán otra vez esperándonos? —preguntó Carmín temerosa de escuchar la respuesta de Arturo.

—No, ya te dije que no debes preocuparte, capturaron a tres y uno solo no se arriesgará a venir. De todos modos, ya vieron cómo se roba el Tonalli, no dejen que toquen este espacio en medio de la clavícula —explicó poniendo sus dedos en el punto—.  Aquí es donde habita y para defenderlo deben morder, torcer o romper los dedos que quieran acercarse. De verdad no te preocupes Carmín, no es tan fácil hacerlo, no cualquiera puede. 

—A mi abuelo y a mi mamá se los robaron, y la rectora lo hizo ver muy fácil.

—Bueno ella es una Xquenda, es el sexto grado.

—Mi abuelo también era un Xquenda y ahora solo le quedan recuerdos de lo poderoso que fue. Si no nos hubieran salvado hoy…

—Tal vez, aún no tengo el poder para decir que no podría pasar, pero la Unión nos ayudará siempre que lo necesitemos. La abuela nos cuidará a los tres, también Itzel y Mario. Es el momento de ser valientes.

—Nos cuidaremos entre nosotras Carmín, —la alentó Alejandra con una sonrisa sincera—, estaremos bien y algún día tendremos el poder de nuestros abuelos y más, todos estarán orgullosos.

—Tienes razón Ale, completaremos los grados y seremos las más poderosas.

—Después de mí, serán las más poderosas, no lo dudo. 

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