Al regresar al portal de la Sierra el camino estaba libre de enemigos. Pudieron detenerse a observar los rastros de sangre de la pelea y recrear los hechos como si alguien los estuviera interrogando. Estaba comenzando a oscurecer y Arturo y Ale prefirieron acompañar a Carmín a su casa para que se quedara tranquila, además tenían la curiosidad de saber dónde vivía.
—Es aquí, ¿quieren pasar?
—Mejor otro día, ya es tarde y mi papá nos debe estar esperando.
—¿Entonces nos vemos mañana?
—Mañana tengo una prueba de resistencia y el viernes tengo otra de velocidad, ya saben, cosas del Metl. Las veo el sábado en la tarde como a las dos. Bueno a ti Carmín, porque con mi hermana no tengo de otra.
—Va, nos vemos el sábado.
—Adiós Carmín, nos vemos el sábado —se despidió Alejandra con un beso en la mejilla y un abrazo.
Carmín entró a su casa y encontró a don Leo en una de las sillas del comedor, arreglaba los cables de una lámpara que llevaba en esa casa desde que Carmín tenía memoria.
—Hola abue, ya vine.
—Hola hija, ¿cómo te fue?
—Creo que bien, pasaron muchas cosas. Fui a Tabak y de hecho debo regresar hoy en mi sueño. ¿Tú sabes cómo puedo hacer eso?
—Sí —contestó don Leo tratando de pelar un cable—, pásame la esa.
—¿Cuál esa? ¿Esta?
—Sí esa.
—Y entonces, ¿cómo le hago?
—Es fácil, ya lo has hecho antes.
—Pero no porque yo quisiera. No creo que esa lámpara quede bien abue, ya está muy vieja.
—Sí va a quedar, ¿cómo de que no?
—Bueno, ¿y entonces como puedo ir allá?
—Pon la placa bajo tu almohada.
—¿Y ya?
—Sí —contestó don Leo orgulloso por lograr que la lámpara encendiera.
Carmín subió a su cuarto y recordó toda la tarea que tenía atrasada, el examen del viernes y los apuntes que le faltaban.
El cansancio era demasiado como para poder concentrarse en los mapas conceptuales y los textos. Llegó a la mitad y cerró el libro y el cuaderno, sacó su placa y tal como el día anterior la miró detenidamente, luego la puso bajo su almohada y cerró los ojos.
Se quedó dormida después de pensar en lo que diría Emanuel si supiera la verdad sobre ella, ¿se enamoraría o la vería como un bicho raro? Por lo pronto, Arturo podría ser de mucha ayuda en el asunto.
Una fiesta de quince años, Carmín en un vestido rosa lleno de piedras brillantes, los chambelanes cargándola, un pastel de tres pisos y un perro volando. No hubo una luz en el cielo, ni persecuciones, Carmín despertó cuando sonó la alarma y se dio cuenta de que no fue a ningún lado.
“Qué vestido tan feo, ni loca me pondría eso” pensó cuando se levantó para meterse a bañar.
Llegó tarde a la escuela, pero no fue la última, se topó con Dani en la entrada y caminaron juntas al salón.
Durante el receso Carmín notó que Emanuel estaba en la cooperativa, dejó a Sara hablando sola y se fue a formar atrás de él, esperó a que se diera cuenta de su presencia para que el encuentro fuera más casual, pero finalmente tuvo que recurrir a tocar su hombro.
—Oye Ema, ¿cómo estás?
—Hola, bien, ¿y tú?
—También, eh… ¿Oye de casualidad conoces a un chavo que se llama Arturo? Creo que también va a clases de buceo en la prepa 33.
—Ah sí, ¿por qué?
—Es que quería saber si el sábado podías decirle que lo voy a esperar en su casa, con Ale.
—¿En su casa? ¿Es tu novio?
—No, cómo crees. Yo no tengo novio, solo somos amigos.
—Ese chavo es bien raro, hace como dos semanas estaba hable y hable de su collar, que era especial y que se lo habían dado por completar quién sabe qué cosa, hasta le querían pegar los de la preparatoria. Si no es porque alguien le dice al entrenador y se arregla todo ahorita estuviera en el hospital, pero sí, yo le doy el recado a tu amigo.
—Bueno, de hecho, no es tan mi amigo, solo su hermana.
Las cosas no habían salido precisamente como esperaba, pero al menos Carmín ya estaba un paso más cerca de Emanuel, solo debía ir entrando a su corazón de forma sigilosa sin que él se diera cuenta.
Acabaron las clases y Carmín fue a su casa, saludó a su abuelo y le contó que en lugar de ir a Tabak había soñado con una fiesta de quince años.
—¿Si pusiste la placa bajo tu almohada?
—Sí.
—Qué raro, yo siempre he podido, quizá necesitas estar en contacto directo con la placa, trata de tenerla lo más cerca posible, en tus manos o en tus pies.
—Lo voy a intentar a ver si funciona. Ya tengo hambre, los chiles rellenos se ven muy ricos, ¿ya casi están?
—Ya casi. Oye, pero hablando de tu sueño, ¿no será que sí quieres una fiesta con chambelanes y toda la cosa?
—No abue, eso no me gusta.
—¿No te gustan las fiestas? ¿Cómo vamos a festejar tus XV entonces? Ya casi es diciembre, podemos hacer una comida aquí en la casa con tus amigos.
Pensándolo bien, la fiesta de XV años no sonaba tan mal, el vestido rosa y los chambelanes tampoco, el problema era que, a la hora de pagar, seguro su mamá y su papá habrían tenido una discusión por el dinero, además, el hecho de que iban a estar reunidos viéndose las caras cuando lo que más querían era evitarse, era un pesar con el que no necesitaba lidiar.
Esa noche Carmín se durmió sosteniendo la placa con una de sus manos, deseando con todas sus fuerzas soñarse despierta y descubrir de una vez por todas lo que tenía resguardado ese nicho para ella.
Una luz en el cielo tal como la primera vez y Carmín lo había logrado.
—¡Sí! ¿No que no? —celebró en la entrada de Tabak.
Se elevó en el aire lo suficiente como para sentirse plena e invencible. Desde donde estaba, la pirámide de los nichos sobresalía de forma especial, brillaba más que los otros edificios y en cada nicho parecía haber una estrella, una réplica del firmamento y su hermoso contraste. Se posó en la cima y admiró la inmensidad del cielo, del Universo.
“¿Será que realmente puedo ser parte de esto?”
Dio un suspiro y bajó la pirámide contando los escalones, se acercó al primer nicho y fue repasando los bordes con sus dedos, en el fondo del cubo, poco a poco apareció una piedra centelleante y Carmín quiso alcanzarla, pero cuando la tocó desapareció y se escuchó una suave voz que recitó:
«El inicio está en la profundidad, ahí nace el fuego que busca a dónde pertenece. Tabak traerá tu Ópalo desde el interior de la tierra cuando creas en tu poder.»
Carmín despertó en la madrugada recordando cada palabra de la voz de la pirámide. Lo escribió en su cuaderno antes de que se le olvidará y se volvió a acostar con la intención de seguir durmiendo.
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