20

— ¿Sabes alguna frase de nuestro señor?

Me abstengo de soltar un bufido y solo sonrío forzada.

Quizás los hubiese memorizado y si, yo sabía algunos, pero ante lo que pasó con mis padres hice lo posible por borrarme la memoria acerca de cualquier cosa que se relacione al cristianismo.

— No...— y tampoco me interesa.

— ¡Yo si!/ ¿Cuál es tu nombre?— dicen al unísono y río nasalmente por ello.

Al menos comprendí la siguiente pregunta. Vuelvo a mirar a Ross y ella levanta sus hombros despreocupada.

Creí que les había comentado algo sobre mi, al menos mi nombre o parte del porqué no uso sus trapos. Suspiré sonriendo y volví la mirada a la pequeña.

— Kate. Kate Jöhnsson, pequeña.

"Wow", "Es lindo", "Si, lo es", murmullos algo parecidos fueron los que se escucharon en segundos de decir mi nombre.

Los minutos se me pasaron en preguntas acerca de mí y mis gustos, también sobre mi familia, pero di preguntas bastante cortas y se podría decir con voz tosca porque se me escapaban, pero intentaba hacer que no salieran así.

Pude notar que, Ross, lo notó y su mirada fija me lo confirmaba mucho, sin embargo, nunca di una mala respuesta a las niñas. Permanecieron en sus asientos siempre, pero hubieron algunas que no y se acercaron a preguntarme de cerca.

Admito que me tense.

Ahora, chequeo el reloj y solo faltan algunos minutos para que ya vaya a ver a la mujer que me tiene en un vaivén por su actitud extraña conmigo.

— ¿Qué le pasó a tu...?— chilla una niña de los asientos de atrás y yo frunzo el ceño.

¿Como debería definir eso? ¿Quizás estoy muy avanzada o muy anticuada para lo que dice la niña? No había escuchado esa palabra.

— ¿Disculpa?— intercambio miradas entre Ross y quién me hizo la pregunta.

Señala mi pómulo cubierto de la bandita y suelto una carcajada que me saca algunas lágrimas. Siento muchos pares de ojo sobre mi, ante mi repentina actitud divertida y seco la lágrima para erguirme en segundos.

Quizás soy yo quien sea solo de ciencia.

— Una caída, pequeña— contesto, riendo.

— ¿¡Cuando cump...!?

— Hermana Jeanne...

Todas las niñas se levantan al momento que escuchan ese nombre y se dirigen a la puerta para saludarla con bastante alegría que desbordan sus pequeños cuerpos.

Probabilidad de que de disuelvan y salgan del camino, sin tener contacto con ninguna de ellas o que no me rodeen todas al mismo tiempo... Se podría decir que; 50% que alguien las quite o que yo salga disparada.

Ya tengo mi cuerpo rígido de solo tener en mente que me sofoquen con preguntas. Vale, pueden que se mantenga solo rígido si no preguntan nada, pero si se enciman y hacen de las suyas... Eso sería asfixiante.

Me sentía inquieta por tanta atención, estando ellas en sus asientos, imagina como será cuando estén rodeandome.

—... Hey

Me sobresalto cuando tocan mi hombro y es Ross quien me saca de mis divagaciones. No me había percatado que la respiración la tenía muy alterada y en mi pecho se notaba.

— D-disculpame...

— Kate

Ese llamado es suficiente para dejar de respirar, ya que las niñas se vuelven hacia mí y recuerdan que estoy presente en este lugar. «Joder», se vuelven hacia donde estoy y su emoción me hace retroceder con pánico cuando la respiración no la empiezo a sentir.

Aprieto mis puños y me topo con Ross que está detrás de mí con una mirada preocupada, imagino que puede notar levemente que estoy respirando muy rápido.

«Sal de ahí, Kate»

Intento tomar bocanadas se aire discretamente y sus preguntas empiezan a resonar en mi cabeza, excepto que son tantas que no logro definirlas e incluso siento una sacudida de Ross en mi hombro.

— ¡Niñas!

Me sobresalto ante esa reprendida, y solo me centro en salir. Porque necesito salir de aquí, no me dejan respirar, me están robando el aliento.

Hago un esfuerzo por rodearlas sin empujarlas, soltando un "perdón" muy bajo y camino estúpidamente al salón que me fue asignado. No se si me han seguido, pero mis oídos se han privatizado de ruido cuando salí de allí y el aire también, no logro sentirlo.

«Calma, calma. Estoy respirando»

Entro con tropezones y termino apoyando mis manos sobre la mesa cercana a la puerta. Aprieto mis párpados y centro en respirar. Pero no siento que respiro del todo.

— Respira...— Jenn se ubica frente a mi, y me toma de mis mejillas tiernamente, mirándome— Vamos, respira. Inhala profundo...

Imito su gesto y mi boca se abre para buscar el aire que necesito en este momento. Mantengo las inhalaciones profundas por la boca y solo me centro en sus ojos... Bonitos, lindos, preciosos, oscurecidos por la poca luz, mirándome.

Me aferro a sus manos que rodean mis mejillas cuando ya siento el aire entrar a mis pulmones y su expresión tranquila regresa, sonriendo de boca cerrada cuando me vió cerrar los ojos.

— Joder...— mascullo, tomando el atrevimiento de esconder mi cara en su cuello.

«Concéntrate en su olor indescifrable»

— Debiste decirle que tienes ese problema con las multitudes, Kate— opina, dejando caricias por mi cabello.

Indirectamente se lo dije, solo que ella no lo entendió del todo. Además, creí que esas niñas se controlarán como ella lo dijo.

— Creí que podría.

Me alejo como puedo, ya que todo mi cuerpo quería quedarse en ese lugar y hacer otras cosas que tuve que impedir.

— ¿Desde cuándo lo tienes?— cuestiona, indicándo que me siente en la silla.

Lo hago como puedo, ya que aún estoy algo ida, pero mis pasos son firmes y logró mi cometido, sin embargo, no todo se acaba cuando ella aún está muy cerca de mi y me altera mis latidos bastante rápido.

Rasco mi mejilla y desvío la mirada, controlando lo que siento.

— Desde que tengo memoria o eso recuerdo. Empeoró cuando mis padres me rechazaron— juego con mis dedos sobre la mesa— Cuando era pequeña me ocurría con grandes multitudes; si me hablaban muchos a la vez o me rodeaban sin dejarme siquiera tomar aire. Eso me asfixia, me sofoca mucho y causo eso...

Cuando mis padres rechazaron mis gustos por las mujeres, eso se multiplicó y influyó que también ocurriera en niños. Sean cosas simples o no, es como si mi cuerpo se alertara y eso envía advertencias a mi cerebro para que le falte aire así no ocurra.

No se de qué va. No lo investigué a fondo y como solo me la pasaba con J los últimos años, no me importó. Y es extraño porque... Puedo estar con muchas personas, pero que me ignoren, de lo contrario... Produce lo recién. Es como si me sintiera rechazada, repudiada o maltratada verbalmente.

»—... Es difícil controlarlo.

— Debiste decírmelo, Kate— reprende Ross desde la puerta, mirando fijamente a Jeanne que se ha sobresaltado.

Eso acelera mis latidos donde se incluye miedo de que haya visto lo que hice, o hicimos. Tengo entendido que ese tipo de cercanía no es considerado amistoso entre ellas.

— Lo siento

Sus pasos resuenan en el salón cuando se adentra y sigue con la mirada en la mujer durante todo el pequeño trayecto que avanza, hasta que caen en mi. Muestra una expresión tranquila.

— Ahora lo sé —Inhala— ¿Todo bien?— suspira, tocando mi pulso en mi cuello hasta subir atrapando mi mejilla. Cierro mis ojos un segundo por su suave toque y asiento cuando los vuelvo abrir. Su mirada se intensificó cuando bajó a mi boca entreabierta.

En este momento solo tengo el pulso acelerado por el miedo. No quiero que vaya con esa anciana loca pervertida.

— Pasa por la enfermería cuando salgas de aquí— recomienda dejando su calidez y se voltea para salir de aquí— Hermana Jeanne, la espero en mi pequeña oficina al culminar su clase

— Si, señora.

Oye, oye. Esas frases estoy segura que no son de buen augurio para ella. La sigo con la mirada hasta que desaparece por medio de la puerta, dejándonos solas con un silencio bastante incómodo.

Eso hasta que ambas nos miramos a los ojos.

— Lo siento.

— Es la tercera vez que te escucho decir esa palabra y justo ahora no entiendo porqué lo dices, Kate— menciona con calma, ordenando los papeles que tiene sobre el escritorio.

Desvío la mirada de ella y estrujo mis dedos sobre la mesa.

¿Debería no decirlo? Quizás en otra ocasión si lo haría y de hecho no diría esa palabra que muy poco utilizo, pero me siento algo vulnerable por lo ocurrido anteriormente. Es como un estado sensible y esa fortaleza que siempre uso está abajo.

Entonces ¿Qué hago? Porque la verdad quiero irme a mi encierro y poder recuperar la fortaleza que necesito, al menos para calmar mi estado vulnerable. Decido mantener el silencio.

— ¿Necesitas aire?

— Necesito besarte...— susurro para mí misma.

No lo necesito, pero al menos me calmara un poco y despertara otras sensaciones que si puedo controlar mejor que en la que estoy pasando, sin embargo, tampoco lo dije para que ella escuchará

— Si, solo...

Sus labios abordan los míos muy rápido, dejandome en una confusión combinada con asombro, por lo tanto, son segundos que tardo en responder ese beso. Tampoco tardo mucho en ello.

Jadeo sobre su boca y mi mano cae sobre su nuca para no permitir que se aleje por ningún motivo. Mi lengua roza sus labios entreabiertos lentamente para meterla en su boca y sentir la suya.

— Kate...— gime poco, alejándome— D-detente...

Gruño en desacuerdo y me vuelvo en el asiento con los brazos cruzados.

Me provoca con ese beso corto y cuando quiero meterle mi lengua en su boca, no me lo permite del todo porque me aleja. ¡Entonces que no me provoque!

— La clase...

Relamo mis labios para no perder su sabor tan pronto y solo asiento ante su comentario nervioso.

— Iniciamos... Ehm— carraspea ante su voz ronca— Matemáticas

Arrugo mi nariz y paso ambas manos por mi rostro teñido de rojo, demostrando desagrado por esa asignatura odiosa.

Será una tarde molesta.

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