14

Unas santas. Eso no se lo creen ni ellas mismas. Pero, es decir, no importa porque me tienen a mi que soy peor que lo que ellas tienen como pecados.

Aquí no todos son así, lo percibí aquel día que me echaron en cara que soy desechable. Ellas han reducido su cristianismo y me han ayudado en algunas cosas cuando me ven metida en la tablet —Si, salgo a caminar mientras veo videos de ciencia o biología— Y me han resuelto unas dudas, le tengo algo de gratitud por eso. Especialmente a la de ojos ámbar.

Es agradable porque habla de la biología. Pero... Me pone nerviosa cuando me da miradas fijas y yo no puedo retenerlas porque enrojezco como si nada.

Todo se reduce a nada cuando comienzan con su... Señor. Las escucho apenas, porque sigo sin tener interés en eso.

Han pasado ¿Semanas? No lo sé, pero esa sensación hacia la monja no se reduce, solo aumenta el doble o triple. Los latidos retumban en mis oídos cada vez que se acerca a hablarme o incluso cuando la veo.

Pienso, sueño, quiero... No se que quiero de ella, pero hago lo que puedo por alejarla como puedo de mi, sin embargo, es tan insistente y no entiende nada.

Es inevitable no verla todos los días. Este lugar a pesar de ser grande, existen las putas casualidades y siempre, aunque unos putos segundos, pasa frente a mi o la tropiezo.

— Al ¿Que haces?— pregunto risueña, mirando como se cuela por mi ventana.

Esta es la segunda vez que lo hace y no sé cómo es que no la ven metida en esto, es decir, tiene que pasar frente la iglesia y sería muy extraño que nadie la viera. Demasiado conveniente.

Alessa ha intentado masturbarse dos veces y me ha dicho que aún no se conoce su cuerpo, aunque si llega a estimularse bien.

Se quita lo que cubre su cabeza y su cabello negro cae en su espalda. Admito que es bonita.

— Pregunté a la hermana Jeanne si podía verte a solas y aún me dice que no— sonrío de lado y niego. Me ha comentado que lo ha hecho unas cuantas veces.

— Nos vemos algunas veces fuera de aquí, Al— refuto ante su tono enfurruñado.

— Eres escurridiza y te veo es porque te busco, no por casualidad, Kate— refunfuña, acostándose a mi lado.

Río por lo bajo, mirando como se forma un puchero en su boca. Tiene a muchas amigas aquí, y me busca a mi para ¿Qué? Solo hablamos de cosas sin sentido o de su familia o la mía. Algunas veces que me pregunta acerca de anatomía, pero nada más.

Diría que soy la persona más aburrida con quién estar.

En este lugar no puedo hacer mucho de como lo hacía en la ciudad. No puedo beber, ir a fiestas, coquetear, ver a J... No puedo. Aquí mi vida es aburrida.

— La hermana Ross me preguntó por ti. No te ha visto salir hoy y han sospechado que cumples una penitencia impuesta por la directora desde que saliste del castigo— comenta, rodando para quedar frente a mi y oculto el leve sonrojo que aparece.

¿Preguntó por mi? «Eso no importa, Kate»

La directora que es hetero pero me sigue llamando para que la complazca. Cuánto quisiera poder negarme. ME echó en cara que era yo quien se estaba confundiendo y es ella quien me llama frecuentemente.

Hipócrita

Aún sigue ordenando que me traigan comida cuando no me ve en el comedor.

— Algo así, Al

Sus mejillas enrojecen cuando golpeo su nariz con mi dedo índice y sonríe nerviosa, removiendose inquieta segundos después.

Por lo poco que la he visto, pude notar que es inocente, pero también es curiosa y eso es entretenido. También he captado que cuando ocurre ese movimiento que está haciendo es porque quiere preguntar algo que le apena.

— ¿Que pasa?— acaricio su mejilla, mirándola.

Enrojece mucho más de como estaba y su mirada cae en mi boca solo unos segundos, después la baja completamente a sus manos.

— Es que... Quiero... Mmm... Seguir... Conocer en la tablet

Frunzo el ceño por su oración mal formada, además de muy baja y rápida.

— La tablet ya la has conocido, Alessa

— Ver videos... de anatomía, Kate— aclara, mirándome cabizbaja.

Río nasalmente para después buscar debajo de mi almohada el aparato donde está lo que me está pidiendo la persona a mi lado.

Esta será la tercera vez que vea porno y ella lo considera clase de anatomía. Inocencia, algo fácilmente que se puede romper o corromperse dependiendo de quien sea la persona.

— ¿Lo has hecho otra vez?— le entrego la tablet con un poco de intensidad. Niega con la cabeza, mirándome mientras se coloca los auriculares— Vale

Salgo de la cama para beber agua. Cuánto quisiera que fuera una cerveza bien fría. Ya extraño el sabor que desprende en mi boca.

Ya es de tarde según lo que me indica el reloj y el sol lo confirma por lo molesto que esta.

Adentro mi mano bajo la sudadera y solo está quedando la cicatriz, el recuerdo de esa perra hipócrita. En mi espalda también y todo gracias a la crema "cicatrizadora" que me entrego la mujer. Una que ya se está terminando.

Jeanne... Esa insistencia que tiene es molesta, porque altera a mi corazón y el muy puto se confunde por otra cosa que desea recibir de ella.

Me vuelvo para sentarme al lado de Alessa y sus mejillas enrojecidas con sus piernas apretándose me da a entender que llegó a la escena donde a la mujer le hacen un oral.

— ¿Estas bien, Al?— cuestiono con una sonrisa pícara.

Saca los audífonos de los oídos y se levanta de la cama, dejando la tablet en su regazo. Desprende curiosidad con vergüenza y dónde se agrega humedad.

— Una mujer... Estaba... Ehmm

— ¿Ayudando? —asiente— No es extraño, existe el compañerismo y por eso se aprende más fácil ¿No?

— Yo puedo... ¿Con alguien?

Contengo la sonrisa satisfecha por esa curiosidad que me agrada y afirmo con la cabeza, viendo cómo la mujer termina en un org**mo en el vídeo de la tablet.

Siento su mirada en mi y vuelvo a mirarla con una ceja enarcada.

— ¿Pides que te ayude? —entrecierro la mirada sonriendo. Ella asiente— Con pedirlo con la boca es mejor con la mirada, Al

Bajo para quedar entre sus piernas y mis manos se van adentrando bajo la cantidad de tela que lleva encina. No dejo de sorprenderme por el calor que soportan con eso.

Tan increíble, pero cierto. Camina con esos trapos como si nada en medio del sol

— Debo quitarme...

— Está bien, no hay problema. Alessa...— le doy una mirada fija que ella entiende

— La almohada, l-lo se

¿Como puede estar nerviosa y curiosa a la vez? Es tan divertido de ver cómo siente curiosidad, pero el nerviosismo no le ayuda.

Alzo cada trapo hasta dejarlo sobre su vientre todo, y quedando a mi vista sus bragas empapadas de humedad de la entrepierna escondida. Abro sus piernas y los temblores que siento bajo mi tacto me parecen tierno.

— ¿Me detengo?

— N-no... Solo... Estoy nerviosa...

Que irónico. No le dio nervios meterse tres dedos en su coño virgen y ¿Le da nervios que le metan la lengua? Eso es bastante extraño de su parte.

Extiendo sus pliegues aún con la prenda y se hunde en medio, cubriendo más de humedad esas bragas blancas.

Alessa, Alessa... Dejo besos húmedos por la parte interna de sus muslos y la piel se eriza bajo mi tacto.

Los suspiros no se hacen de esperar y su espalda queriendo formar un arco en cada beso tampoco. Reduzco la distancia lentamente y cuando no se lo espera muerdo su sensibilidad sobresaliente.

Gime no muy alto y vuelvo a atacar, está vez, lamiendo lentamente.

— Kate...

— Calma, debo conocerle...— hago a un lado las bragas y la mirada se me oscurece al ver la humedad abundante. El cuerpo humano es interesante.

— Oh dios mío... Ahh...

— Shhh— le recuerdo, lamiendo mis labios.

Su cuerpo se remueve invadido por esa sensación de lujuria y busca más contacto con mi boca. Tampoco quiero tardar mucho en esto, es decir, no voy a complacerla cuando ella quiera.

Me sentiré como me hace sentir la pervertida.

Se escucha "oh dios" "Kate" "¿Que... Es esto?" "¡ahh!", Balbuceos medio entendibles entre la almohada que está cubriendo su boca. No la sigo torturando y mi lengua está dentro de ella, aventurandose hasta donde puede.

Mi pulgar masajea lentamente esa sensibilidad hinchada y su interior aprieta mi lengua, su cadera buscando más y sus gemidos alborotados o quejas son tan tiernas que me causan diversión.

Son solo segundos que se corre cuando aumenté la velocidad en su clit*ris y mi cabeza quedó atrapada entre sus piernas mientras sus cuerpo soltaba espasmos.

— ¿Que tal, Alessa?— ronroneo chupando la humedad restante.

Gime suave y espero que recupere el aliento para que pueda responderme, entretanto, me yergo lamiendo mis labios y lista para irme a duchar.

— Extraño... Sentía tu... Tu lengua humeda dentro de mi... Tocaba algo...

— Vale —sonrío de lado— ¿Puedes levantarte? Iré a ducharme, debo ir a saludar a las señoras. ¿Irás conmigo?— sugiero. Ella asiente apenas con sus párpados apenas mantenerse.

Con ese ánimo lo dudó.

Fue un hecho. Tardé varios minutos demás en la ducha y cuando salí Alessa estaba sumergida en un sueño profundo. Solo la puse más cómoda en la cama y decidí irme a ver a esa mujer.

Ahora mi estómago ruge de hambre. El desayuno no faltó como siempre, mostrándome nuevamente que esa anciana es tan contradictoria.

Los pasillos estan algo llenos por las niñas que los recorren y algunas adolescentes charlando entre ellas de cosas divertidas por sus expresiones. Hago un vago saludo con mi mano y es imposible evadirlas cuando están en el camino por el que debo ir.

Tengo baja tolerancia por las niñas pequeñas.

— ¡La extraña!— exclaman alegres y yo frunzo el ceño por ese apelativo.

¿Extraña?

— ¿Como estás? ¿Podemos preguntarte algunas cosas? ¿Por qué aún llevas ese ropa? ¿La directora es buena?...

Muchas lanzan preguntas a la misma vez y no puedo siquiera abrir la boca para responder porque ya están lanzando muchas otras.

El aturdimiento llega y tanta atención me causa algo de mareo. Me siento presionada por tanta atención y retrocedo un paso para poder salir de tanta intensidad que me causa la multitud, pero detrás de mí también hay niñas con cara de felicidad mientras yo... La respiración está faltandome.

— Bas...

— ¡Niñas!— reprenden a los lejos, irrumpiendo el reclamo que yo iba a hacer, porque no lo niego. Tal abrumamiento me sofocó mucho.

Desde pequeña las multitudes me causaban una terrible sensación de estar sofocada, mucho más cuando estaban todos a mi alrededor como minutos atrás, preguntando sin siquiera dejarme respirar.

Es como si me causará pánico.

Respiro hondo con la mano formada puño sobre mi pecho e intento controlar la alterada respiración que no sabía que tenía.

«Ya paso, Kate» Siento la mirada de las niñas sobre mi y también de las más grandes, mostrando curiosidad por mi estado que debe ser extraño para ellas. Camino tontamente hacia mi destino, pasando por alto quien fue la persona que me ayudó a respirar.

Sin embargo, mis intentos de ir donde quiero quedan en segundo plano cuando me agarran del brazo y me arrastran a... Un lugar lejano de los pasillos que estaba.

Yo solo me dejo llevar, concentrándome en respirar bien, porque siento que no lo estoy haciendo del todo bien. «Me está faltando el aire». Busco el oxígeno cuando detienen la caminata y agarró mi garganta para ver si así logro dejar entrar lo que busco.

«Calma, Kate» No me están acosando, no me están acosando; nadie me está hablando. Estoy sola, solo estoy yo y el aire no me falta.

— Kate, respira...— levantan mi mentón y sus manos están en mis mejillas, sin dejar de mirarme con esos ojos grises— Inhala profundo... Y exhala... Todo está bien, cariño...

Imito lo que hace y siento el aire entrar en mis pulmones con facilidad. Paso varios minutos en esa práctica y la respiración se ha tornado más normal de como estaba, ya que estoy sintiendo el aire entrar y salir. Me concentro en solo esa mirada tranquila que me observa, dejando una sonrisa en su boca.

Cierro los ojos y dejo salir un suspiro tembloroso por miedo a que ocurra otra vez.

— ¿Bien?— asiento, y alejo mi rostro de sus manos. Todo mi cuerpo de su cercanía toma su debida distancia.

— Gracias— susurré

No sabía que más hacer, así que solo giré sobre mi propio eje para seguir al camino donde se suponía debía estar.

— Kate, espera— su mano rodea mi brazo con delicadeza y mi puto corazón se altera por esa mierda. Mi cuerpo se pone rígido, pero intento no ser brusca cuando me obliga a girarme para darle la cara— ¿Por qué estás molesta conmigo? ¿Que te hice?— pregunta casi en súplica, mirándome fijamente para que le dé una respuesta a esas preguntas.

Desvío la mirada y aprieto la mandíbula.

Es lo que puede pensar por el trato que le doy desde que la bese por segunda vez y supe perfectamente que ella no me iba a corresponder. Quisiera decirle que no es molestía, porque no siento molestía, al menos no con ella.

Estoy molesta conmigo misma por... Querer a una de las personas que en mi puta vida me corresponderá por estar en una religión que prohíbe cosas así.

Diría que fui yo quien hizo lo que no debía y ella fue quien respondía de la manera correcta debido a sus creencias.

Vuelvo a suspirar y tomo el valor de verla a los ojos. Demuestra una expresión de súplica por una respuesta.

— No estoy molesta— mascullo, evitando no ser tan tosca.

Ahora es ella quien suspira y vuelve a acercar mi rostro con sus manos en mis mejillas. Este tipo de cercanía es la que no me gusta, porque no sabe lo que me causa esa simple acción.

— Trato lo más posible de agradarte y tú solo me evitas. ¿Por qué? Hablas sin hostilidad con la hermana Ross, te he visto y escuchado...

Porque puede que me acelere el corazón, pero no la he besado como quien está frente a mi. No sabría explicar lo que me causa la mujer de ojos ámbar. Y es que no me he puesto a pensarlo porque me centro más en negarme lo que siento por Jeanne.

— Basta. No sigas con... Esas estupideces— respiro hondo y quitó sus manos de mis mejillas— No estoy molesta contigo... Y no deberías...

— ¿¡Por qué!?— se exaspera.

Su pregunta altamente fuerte me sobresalta al punto que retrocedo ante su ceño bien fruncido. Sus labios forman una línea y avanza los pasos que yo estoy retrocediendo.

Mi corazón se saldrá en algún momento de mi pecho y me recorre un estremecimiento cuando estoy entre la pared y su cuerpo. Un temblor ocurre entre mis piernas y una corriente se envía a mi centro.

Es algo que está mal, pero me pone mucho ver a la mujer tranquila en estado alterado y molesto.

— No hagas eso— gruño.

— Solo dime porqué... ¿Por qué lo haces?— reclama, está reclamando seriamente y mi cuerpo no puede estar mas loco.

Muerdo mi labio inferior y el dolor en mi espalda se está obviando por la excitación. «Kate, controlate» No es momento para excitarme por una actitud que no había visto en ella por mucho tiempo o al menos no sentía lo que siento por ella.

— No importa, monja. Somos de mundos diferentes y pequeñeces no deberían importarte.

— Que seamos de mundos diferentes no quiere decir que no me importes— suaviza su voz y mi corazón como estúpido palpita como si quisiera ser escuchado por ella.

Como un puto masoquista. ¿Cuantas veces le he dicho que ella me ve de diferente manera? Unas cuantas veces y sigue acelerándose como un estúpido.

— Bien por ti, monja.

El silencio que se queda me da entender que no seguirá con lo mismo y mucho más ante su expresión ¿Confusa, dolida, triste? No sabría en que definirla. Solo salgo de su prisión para irme por fin.

— Kate. Me importas— dice detrás de mí.

Llevo la mano a mi pecho para tratar de controlar los latidos de mi corazón y el sonrojo crece en mis mejillas al procesar esa información en mi cerebro.

«¡No es de la misma manera, Kate!»

— Yo...

— Lo sabes... Y sabrás la respuesta cuando vuelvas a besarme...

Salgo corriendo de ese lugar para controlar esas lágrimas que surgen de impotencia, decepción y me dirijo a ese lugar donde percibí aquel paisaje que me hipnotizó cuando salí del pasadizo.

Sé perfectamente la respuesta cuando vuelva a besarla. ¿Para que lo menciona?

Respiro hondo ante el cansancio y por el tratar de controlar las ganas de llorar que me provoca. Que cruel. ¿Como puede decirlo tan tranquila? Sé perfectamente que la importancia que me da no es igual al gusto que siento por ella.

No le tomo importancia al leve dolor de cabeza que tengo.

Lo sé. Lo tengo muy claro en mi cabeza, pero que te lo diga la persona que te gusta duele mucho peor que saberlo tu misma. Sé cuál será la reacción que tendrá cuando intente besarla por tercera vez.

— Que cruel...

Abrazo mis piernas cuando están frente a mi pecho y escondo mi cara entre ese pequeño espacio. Cubro mi cabeza con la capucha e ignoro que mi estómago está exigiendo que le dé algo de comer.

Lo bueno de todo esto, es que mi plan está en marcha. Llevo más de tres meses aquí y logré ver que la anciana tiene un teléfono en su oficina, mi ubicación es aproximada a las costas del país y la seguridad no es tan alta.

Es lo que encontré en mis "visitas" a la anciana cuando así ella lo desea.

Debo seguir investigando y... Un mes como mucho es lo que tardaré en este lugar de porquería. Salir de aquí es lo mejor que me puede pasar. No regresaré a casa y por fin seré libre de las cadenas de papá.

No sabré nada que tenga que ver con religiosos hipócritas.

Me quedo contemplando lo que queda de día, sentada en el mismo lugar a pesar de tener mis nalgas entumecidas por el tiempo que llevé sentada sin moverme.

Todo mi cuerpo mi cuerpo esta lleno de sudor.

— Anciana bipolar

Olfateo la comida que está en la mesa de noche y mierda... El olor me atrae como siempre. Decido ducharme para poder comer esa delicia que mandó la anciana y tardo lo suficiente para poder enfriar mi cabeza sobre cosas estúpidas que quieren surgir.

«Cosas estupidas»

Me siento comer como un animal cuando devoró sin siquiera masticar del todo.

La crema milagrosa hoy llego a su fin. Esta noche fue la última vez que lo unte en mi cuerpo. Fue de gran ayuda y a pesar que siguen las cicatrices, el dolor ya no es tanto como la primera vez.

Mi cuerpo se ve horrible con esas marcas.

Me lanzo a la cama boca abajo, ya que tengo la sensación de que me va a incomodar si me dejo la espalda contra la cama. Alessa tuvo la amabilidad de dejar la cama arreglada antes de irse.

Mi visita quedó pospuesta para mañana. Esa señora Ross sabe de biología y eso me agrada... Diría que por eso me agrada. Mañana obtendré mi dosis sin obstáculos sean sentimentales o físicos.

Admito que, lo que soltó la mujer me afectó un poco. No pensé que esa señora fuera así de insensible y espero que después de lo que me dijo deje de molestar, ya que fueron palabras de ella misma.

"Me importas", intento tragar el nudo ante el recuerdo de esas palabras. ¿Enserio? Que hipócrita. Decir eso ¿Para qué?, Todo se anula ante la insinuación que dijo minutos después. Y aunque... No hay nada que anular cuando el sentimiento no es mutuo.

...----------------...

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play