19

— Me golpeé al salir por la ventana —me excuso con una sonrisa nerviosa.

Su mirada se entrecierra y eso me altera más los nervios que tengo en mí. Vale, no es que me importe que piensen que soy una mentirosa, me importa que ella crea que soy un mentirosa que es diferente.

— Pudiste haber ido a la enfermería, Kate —reprende, tomando una bandita entre sus dedos para cubrir la pequeña herida que tengo.

Sonrío llena de timidez. Es muy delicada.

— Era muy tarde, Ross

— ¿Y?

Surge una pequeña risita y niego. Creo que es la segunda vez que se lo digo y sigue dando la misma respuesta.

Me parece tan extraño que solo dos de ellas me llamen por mi nombre de pila (obviando a la pervertida), que me traten como una aprendiz cualquiera y que no me llamen demonio u otros apelativos hacia mi sexualidad y eso me gusta.

Escuchar mi nombre de sus bocas, me gusta. Es como una melodía que le gusta a mí corazoncito sin dignidad.

—Estoy bien, solo fue un rasguño —comento risueña, empezando a darle un vistazo a un libro de los que tiene apilados en su escritorio.

Por una extraña razón desde que desperté estoy con una maldita sonrisa en mi boca y con un aura similar a la felicidad en mi cuerpo. Por más que las reprimo solo sale a flote tan espontáneo que asusta.

Quisiera volver a mi actitud tosca y odiosa con ella, pero...

Un maldito simple "buenos días" tenía que empeorarlo, animandome aún si yo no quería. Porque no quiero. No quiero caer como una estúpida contra la pared cuando me diga; "No te tengo asco", "Para que sepas que no es así", y caiga en picado al suelo, sabiendo de nueva forma que solo acepto porque cree que hago eso para que sienta asco.

«Jeanne»

Respiro hondo y un calor me invade cuando recuerdo ese beso, cuando recuerdo que me masturbe sin retenciones dos veces por lo húmeda que me encontraba en la mañana cuando se fue.

— ... ¿Kate?

Me sobresalto ante ese llamado lejano y vuelvo en si, porque parece que me había ido a un lugar donde solo me rodeaba la presencia de la mujer

Absurdo.

Si solo estoy así por un simple beso inocente, no quiero imaginar cómo será cuando me la folle o simplemente mi lengua este moviendo con la de ella. Suspiro lentamente ante tal sensación acalorada.

—Tengo hambre, es todo.

Desvió la mirada llena de vergüenza. Ciertamente es extraño, pero tengo la necesidad de explicarle todo.

—Es porque no has tocado tu almuerzo— reprende, quitando el libro de mis manos para indicarme que tome asiento a su lado— Está rico. La comida de la hermana Jenny siempre es deliciosa.

Eso llama mucho mi atención. ¿Quiere decir que, cuando la comida es deliciosa es porque cocina ella? ¿Cuál es la probabilidad de escabullirme a la cocina a ver cómo hace magia con sus manos? Si lo hace con la comida, ya me gustaría saber cómo folla.

«Mierda»

— Bien —digo al cabo de cavilar demasiado y pensar en exceso sobre esa persona.

Curry.

Recuerdo que este menú fue el último que comí felizmente con mis padres antes de... Ser rechazada por ser como soy, pero que, sin embargo, no me arrepiento de serlo.

Retengo el jadeo cuando mi lengua siente el delicioso sabor que cae en ella y debo, ya que nunca he comido frente a Ross, contenerme de no devorarlo tan salvajemente y me vea cómo una muerta de hambre.

— ¿Te gustaría ir a visitar a las niñas que tengo a cargo?— sugiere con unas caricias con su pulgar en mi dorso. Me gusta. Es reconfortante cuando hace eso y un sonrisa marcada en sus labios.

Parece humectar sus labios y salgo de mi hipnosis de esos labios. Labios. Y es en el mismo momento que mi corazón se altera por ello. Desvío la mirada a la comida. Y me pongo rígida.

Me tenso ante tal sugerencia y hago a un lado el envase vacío que acabo de dejar. Bien. Eso no me parece del todo conveniente para mi salud mental, es decir, sentiré que desfallezco frente a unas niñas que solo quieren saber de mí.

— Prometo que tomaran su distancia. Les he dicho que hoy irías a visitarlas, pero si no puedes, está bien, Kate— reconforta, al notar lo rígida que estoy.

Su mano cae en mi mejilla y vuelvo a elevar la mirada a esos ojos ámbar que suplican que acepte aún cuando su boca dijo lo contrario.

— No hay problema. Solo con que no me rodeen y hagan preguntas todos a la vez, no tengo problema— aclaro con una mueca divertida.

Ross asiente con una sonrisa confiada y se levanta para después tomar los envases vacíos que hemos dejado ella y yo, entretanto, el corazón se me agita cuando sé que no la pasaré del todo bien y el sudor en mi frente será muy notable como prueba de ello.

Reitero; las multitudes me sofocan, me asfixian.

— Vamos, Kate. Mi clase iniciará

Ahora soy yo quien asiente no muy bien del todo... No muy convencida de lo que acabo de aceptar sea algo que me agrade.

Alessa aparece en mi campo de vista y le hago un gesto de saludo, solo para que ella entienda que quiero que me siga, asi que me pisa los talones hasta llegar a mi lado.

Sonríe tímida y me habla sobre lo que hizo en la mañana. Una intensa mañana como la mía, muy intensa. Comentó que se lo hizo casi tres veces, ya que el último fue interrumpido por su compañera de cuarto. Supuse que se masturbo en el baño.

Fue a clases, comió y que ahora se dirigía a dar la vuelta para visitarme. Alessa es una gran chica, pero no me arrepiento de haberla corrompido.

— ¿Adónde vamos?

— A clases de Ross

Su rostro se ilumina mucho más y puede notarse su felicidad por lo que he comentado. Eso no sé si, debe ser algo bueno para mí o algo muy, pero muy malo. Todo depende de la circunstancia en que esa curiosa mente este así.

— Cuando era pequeña era mi clase favorita —comenta con entusiasmo, enganchandose a mi brazo mientras caminamos. Yo solo sonrío.

Eso quiere decir que son niñerías mayormente que son inolvidables para, incluso, adolescentes.

— ¿Era?— se indigna Ross deteniéndose cuando la escucha, y baja la mirada a la unión de nuestros brazos.

Creí que me reprenderia, pero solo tomó mi mano libre y siguió. Me ruborice por ese gesto y su cálida mano envolviendo la mía que está sudorosa por los nervios de que alguien nos vea...

Maravilloso. No se sentía nada mal

Pero por suerte no había nadie y se alejaron cuando llegamos a las escaleras. Una sonrisa de alegría plasmada en el rostro de Ross.— Lo es.

—Que arrogante —farfullo con una ceja enarcada.

— Seguridad, cariño. Estoy segura que soy su favorita— me guiña un ojo amistoso y suelta una pequeña risita cuando sus ojos caen en Alessa. «Me guiñó»

Pincho sus mejillas infladas teñidas de rojo y hace un ruido divertido al momento. «Que tierna» Me da a entender que ciertamente es verdad lo que dice la mujer que nos ha dejado atrás.

— Te ves bonita, Al— susurro en su oído cuando paso por su lado, sin embargo, mis intenciones de seguir a Ross quedan en segundo plano cuando me tropiezo, tengo un pequeño choque con alguien— Mier...

— Creí que nuestra clase es a la 13:30, Kate.

«Carajo», me hubiese gustado que mi cara se fuese quedado enterrada en medio de esos pechos. Mantengo la mirada en cualquier lugar que no sean en esos ojos grises, hasta que dejó salir un pequeño suspiro. Mis latidos se agitan cuando por fin levanto la mirada.

Solo que no están en mi, sino en la persona detrás de mí, que seguro está aún con las mejillas rojas por mi halago.

— ¿La directora... lo ha ordenado?— me encuentro sorprendida ante su pregunta más de molestía, o se podría decir de exigencia.

Creo que son ideas mías al notar levemente que su cuerpo se pone rígido y de pensar que está celosa, (ambas) por mi. Es demasiado irreal, sobretodo de unas religiosas que creen ciegamente en su señor.

Las probabilisads son 0,01% en creer que me quiere como yo lo pienso, osea bastante baja.

— ¿Disculpa, Alessa?— cuestiona, manteniendo su atención en Alessa y la tranquilidad que siempre posee.

La mencionada se encuentra a mi lado ahora y no se que expresión usa porque solo estoy idiotizada por quien está frente a mi.

— La clase. ¿Lo ordenó la directora?— repite algo más... Tosca en su voz.

— Kate, espera en el salón...

— Estaré en mi horario..., ahora debo ir con Ross— carraspeo para aclarar mi voz— Me lo ha pedido, Jean...ne

El asombro aparece en su expresión y luego un sonrojo cubre sus mejillas, tan... Mi órgano vital palpitando como loco cuando lo he percibido... Malditamente hermosa.

— Oh, claro— balbucea para después hacerse a un lado y dejar mi camino libre— Llega puntual... Ehmm...

Reanudo el camino a mi destino y cuando no siento a Alessa detrás de mí, volteo para verificar y ciertamente de quedó con la monja, e incluso ya estaba mirándome con seriedad solo cambió su expresión cuando la miré.

— Estaré contigo en un momento... Ca... Kate— corrige al final y me deja en suspenso de saber que tenía pensado decir ante sus mejillas rojas.

Asiento algo dudosa y mis ojos caen en Jenn donde expresa algo de molestía, pero cambia en unos segundos para mostrar una linda sonrisa cuando le guiño el ojo. «Ahora soy yo ¿En serio?»

Una acción que me sorprende a mi misma, ya que lo hice delante de Alessa.

Ellas se quedan en lo suyo y subo rápidamente las escaleras con las mejillas enrojecidas por lo que acabo de hacer. Es algo automatizado que activa mi cuerpo cuando me gusta alguien y ese alguien me ha correspondido aunque un poco.

El bullicio de las niñas ya es presente en cada paso que recorto para ir donde se encuentra Ross y debo revisar cada salón para encontrarla. Para mi suerte está de en el segundo del lado derecho.

Tomé una bocanada profunda antes de entrar y el silencio se apoderó de la estancia cuando me vieron entrar. Tenso mi cuerpo cuando todas se levantan de su asientos y la alegría plasmada en sus rostros me dan a entender que se lanzarán sobre mi en cualquier minuto.

— ¡La extraña!— chillan con evidente alegría que solo me asusta más.

— Niñas, ¿Qué les dije? —Ross interviene antes de que se lancen sobre mi.

Y cuanto me alegra.

— ¡Si, madre!— todas dicen en coro, sentándose de nuevo.

Vale, eso me tranquiliza mucho. Ya me estaba comenzando a faltar el aire.

Quisiera no tener esa extraña condición para al menos dejarlas acercarse, pero algo que mi cuerpo hace por inercia, no porque yo quiera hacerlo, aún cuando los niños no me agraden del todo.

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