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«Busca paciencia, Kate», me reprendo cuando llevan solo unos diez minutos hablando de su señor todopoderoso.

Dejo varías caricias en el puente de mi nariz, ignorando la mirada de la tal Alessa que llegó hace poco y parece que su único entretenimiento es verme. Decido mirarla para ver tanto me mira, pero resulta que desvia su mirada al suelo.

Desde que llegué no ha parado de hablar de su señor. Y ya me está dando estreñimiento.

—¿Puede solo decir las reglas y ya?. Ya me sé la historia de su señor y la trama no me gusta —me exaspero, mirándo a quien me trajo aquí. Esos ojos grises tampoco se apartan, así que debo ser yo quien la desvíe porque es muy... intensa.

Por eso vine aqui, a esta hora que debe ser la cena. De lo contrario me fuese quedado en el dormitorio viendo mi entretenimiento en la tablet.

—Entiendo a sus padres.

Sonreí, pero era tan grande la burla que tuve que soltar la risa.

— Oh. ¿No me diga?. ¿Entonces me golpeara como lo hizo mi padre? —me señalo mis mejillas y ella se muestra ofendida con algo de incredulidad.

—Kate, calma. al señor no le gusta la violencia...

Entorné los ojos hacia quien habló muy tranquila para algo que elevó el enojo en un segundo.

—Mire usted... ¿Quiere decir que ya perdonó a papá con unos simples rezos que le ordenó? ¡¿Cree que esa rezadera me quitó el dolor que tengo en mi maldito rostro?! —me altero, levantándome de la silla.

Pensé que iba a reprimir esa incomodidad de estar aquí con éste par de hipócritas. La señora Jeanne también se levanta, suspirando, tomando paciencia para mi y no se... No se para que mierda busca paciencia, porque sus creencias son de ellas no mías.

Me da absolutamente igual.

—¿F...fue tu padre? —balbucea, Alessa. Volteo y ella ya tiene su mirada en mi, cabizbaja y sus manos sobre su vientre atenta e incrédula de lo que dije.

La vena en mi sien se brota cuando aprieto mis puños por esa risa de la señora frente a mi.

—No, solo lo inventa. No creas en eso, Alessa —dice la mujer que esta sentada— ¿Verdad, hermana Jeanne?— cuestiona para que confirme lo que dijo y todos los ojos caen en ella. Y esa mujer solo me está mirando a mi con mucha tranquilidad.

Lo que me falta es que diga que si lo es.

—Fue su padre. Yo misma lo ví, hermana Christen —afirma dejando de mirarme para ver a la mujer que se ofende, mirando incrédula a la señora Jeanne.

—Dios mío —Alessa forma una cruz en su pecho y luego besa su mano.

«Ridiculamente estúpido»

Mi expresión se vuelve fría cuando están mirándome con lastima las tres. Es tan insoportable que ya estoy dando la vuelta para largarme a mi dormitorio y no ver tal expresión estupida.

—Kate, calma. El señor...— lanzo un puño a la puerta para escuchar eso y me vuelvo a ella.

Ha sido muy amable y todo, pero que siga mencionando esa mierda me estresa. La mujer parece que se sobresalta cuando me volteo al punto de retroceder un paso.

—No me verán fuera de mi dormitorio. Solo denme las putas reglas y las seguiré —mascullo, extendiendo mi mano.

Moriré asfixiada, o de la calor, pero a tratar con gente religiosa no es lo mío y mucho menos hipócritas, así que voy a mentalizarme en estar encerrada las horas que sean posibles.

—¿Tú, que tanto me miras?... Siquiera se para que mierda estas...

— ¡Kate! ¡Basta! —me reprende la señora Jeanne ante mis voz desdeñosa— Aquí las malas palabras no se mencionan. Espero puedas leer las reglas rapido. Retirate.

Me entrega el papel.

—Buenisimo, señora Jeanne.

Se escucha el estruendo cuando cierro la puerta tras de mi y reviso la herida que tengo en mis nudillos por el fuerte golpe que di a la puerta de madera.

«Que gran idea»

Tampoco es que me importe dejar rastros de sangre al caminar hacia el dormitorio que me fue asignado.

«Tranquila, Kate. Solo faltan 364 dias para irte», tal pensamiento me provoca reir por lo bajo. Que gran motivación ¿no?

—Oye... —le doy una dura mirada a quien me llama. La niña retrocede un paso, asustadiza. «Lo que me faltaba»— ¿Estas...bien?

— Estoy bien —mascullo.

El sangrado va a parar en algún momento, así que no me preocupo por tal cosa; un rasguño no me va a matar.

Cierro con seguro al entrar a mi cuarto y me deslizo por la puerta, dejando que las lagrimas de frustración fluyan sin ningún tipo de restricción en su camino. Las mejillas se me humedecen a cada segundo que salen y mi cara la entierro entre mis rodillas, derrotada, obstinada, sin nada que poder hacer, solo seguir las putas reglas y escuchar... Y escuchar algo que no me gusta.

J vendrá por mi, solo debo darle mi ubicación. Él podrá mantenerme en el tiempo que sea necesario hasta cumplir mis dieciocho, podrá hacerlo, solo debo decir mi ubicación para que venga a por mí.

Tendrá la obligación porque esta vez no lo voy a considerar.

—Mierda... No quiero estar aquí... J...— balbuceo entre lagrimas.

Este lugar no es para mí. No nací para estar como un ave, encerrada y sin posibilidades de salir porque han cortado sus alas.

Padre hizo bien su jugada, pero... Soy su hija ¿pretende que no voy a saber darle la vuelta al juego?. Es muy inocente si cree que me quedaré sin nada que hacer y soportar estúpidas palabras religiosas.

Yo no odiaba esa religión. No lo hacia, pero padre se encargo de ese detalle y ahora le desprecio el doble. Aun si todos no son como él, no me importa, yo los considero su igual.

Limpio las mejillas cubiertas de lágrimas, y desenvuelvo el papel que me fue entregado por la mujer calmada. No saldré de aqui, pero voy a saber de sus reglas para no entrar a la celda de castigo.

«Hay una celda de castigo. Interesante»

Como castigo se refiere a expiar tus pecados y rezar quien sabe cuantas estupideces, supongo, ya que mencionaron que la "violencia" no es buen visto para el señor.

Tomaré en cuenta eso. Y deberia considerarlo mucho peor que estar afuera de eso.

—A ver, ¿que debo respetar?

“ Horarios de despertar 6:00 am a 8:00 pm. Quienes merodeen antes o después de la hora impuesta será castigado ”. Puedo cumplirlo...

Lo que tengo mas defectuoso es ese problema de puntualidad. Sigo leyendo para estar informada y no me parece tan malo. Obviando que este convento es enorme.

“ Oficios: Cada integrante mayor de dieciséis, se encargará de la limpieza del lugar cada dia, estaran en duos y serán rotadas en dos días, donde se incluye la iglesia...", bla, bla bla.

Madre mencionó alguna vez que mi voz servía para eso para el coro, pero dudo que yo estaré en esas canciones cristianas que no me interesa cantar.

“ Clases: Las niñas pequeñas de cinco años adelante, hasta los siete; será guiada por la hermana Ross. Quienes tengan ocho hasta los diez; será guiada...". ¿Quién se llama Ross? Qué nombre tan raro. La mujer debe ser alguien gorda y fea. Ya me lo imagino.

Sonrio confusa cuando no tengo quien me dé clases. Genial, no tengo quien me dé clases de religión. Eso me alivia, más no sé por cuánto.

“Advertencias: No acercarse al pozo las niñas pequeñas. Mantener el lugar limpio. Cada integrante debe respetar a su compañero. No decir malas palabras, al señor no le agradan esas cosas. No tocarse mas de lo normal su anatomía femenina. No mentir. No robar. No hacer ningún tipo de acto lujurioso y cerrar las puertas de sus habitaciones al dormir ”

Acto lujurioso. Sonrio de lado y me levanto al ver que no hay nada más.

Reglas simples que puedo seguir sin ningún problema. Aunque, extiendo una sonrisa maliciosa, no prohíbe el espiar a otras compañeras. ¿De verdad son tan... Inocentes que no saben nada? Esta bien las hermanas, pero las aprendices ¿ninguna? ¿todas las mayores de dieciséis no pecan, no tocan demás su anatomía?.

Lo principal tengo que saber es dónde están esos dormitorios, cómo escabullirse hasta allá y si puedo hacerlo por la ventana.

Son aproximadamente las ocho, quiere decir que ya deben estar en sus habitaciones y... ¿no me darán de cenar?. Observo por la ventana y la luz esta brillante, cubriendo gran parte del pasto grande que se puede apreciar por la ventana, es decir, estoy del lado izquierdo y casi de los ultimos dormitorios.

Bien. No importa.

Deslizo la ventana para abrirla y me apoyo en el marco, viendo la luna, como si me hubiese hechizado en esos segundos que estuve mirándola. La consideraré mi compañera nocturna por el momento, ya que de travesuras aun no la puedo apodar.

Río entre dientes por mis locos pensamientos y me termino sentando en el mismo de brazos cruzados y la cabeza apoyada en perfil de la ventana.

El unico ruido que se escucha es de los animales nocturnos fuera de mi habitacion y el de mi estomago que ruge por comida.

En casa al menos comia una vez al dia, pero aquí...

— Kate...

—¡Mierda! —el miedo se instala en segundos y el mismo provoca que me vaya a un lado y caiga de costado afuera de mi habitación. Por el golpe, la arena cubre gran parte de mi cuerpo hasta mi rostro y cabello.

Formo una mueca adolorida y dejo salir un quejido, para después, ver quien c*ño me hizo caer del susto. Lo latidos retumban por lo repentino de su llamado, eso sin contar que no se quien me dió el susto.

Mis ojos recorren lentamente y se topan con una bata blanca «mierda, la sayona». Me levanto con rapidez, literalmente, arrastrándome por el suelo y ahora tengo el perfil completo de quien era la persona.

—¡Joder! —dejo salir un suspiro de alivio— ¿Que quieres? ¿no se supone que hay reglas? —reproché con hastío, levantandome para entrar por donde me caí.

—No era mi intención, Kate —murmura y ahora esta detras de mí. «Esta señora es rara»— Estaba en la ultima ronda de vigilancia.

—Creí que no se podían decir mentiras —digo entredientes entrando a mi habitación. Ella se queda del otro lado, sonriendo como la primera vez.

No se ve mal en su... gruñí antes de que se fuesen por extraños pensamientos.

—No lo hago. Por tu caso, han ordenado hacerlo desde hoy —confiesa. Y en ese mismo momento mi cuerpo se tensa.

¿Mi caso?. Dejo salir una risa bastante falsa, llena de incredulidad. ¿Padre ha llegado a estos extremos para asegurarse que no me escape? Porque si no fue él, ¿quien más?. Imagino que todas las señoras monjas aqui saben porqué me enviaron aqui, es decir, hay una de ellas que esta de acuerdo ¿con padre para "ayudarme"?.

Los pasos que había dado para entrar los recorto nuevamente y golpeo con mis palmas la ventana, sobresaltando a la persona que esta del otro lado por el estruendo, sin embargo, no retrocede y se mantiene erguida, mirándome.

Aprieto el agarre que tengo en la misma y me acerco a su rostro, solo mostrando la molestia de su acción, de sus acciones sobre mi aunque aun no me hacen nada

—Jodase, Jeanne —gruño, dejándola confusa por el cambio de idioma.

La miro unos segundos y retrocedo, esperando que ella se retire, pero por lo que veo no piensa hacerlo. «genial»

—Bien —me adentro debajo de las mantas y envuelvo mi cuerpo, ignorando que estoy cubierta de arena— Puedes irte, ¿no?. No vayas a contagiarte de lesbianismo.

Esa mirada la siento sobre mi cuerpo como si quisiera investigarme a fondo para saber... ¿saber que?. «Que Estupidez»

El rugido de mi estomago hace que lo acaricie y con ello, las lagrimas se reúnen en mis ojos para salir sin ningún tipo de problema y recorrer hasta caer en la cama. Me trago los sollozos y obligo a mi cuerpo a relajarse para dormir.

Cuanto quisiera que fuese un sueño y cuando despierte, este en casa, todo normal y que ellos no supieran de mi orientación sexual para que me mantuvieran en casa. Mis notas no se verían afectadas y nuestras actitudes no serían cambiadas como ahora.

Pero no es posible. Lamentablemente donde estoy es la realidad de lo que vivo y no va a cambiar mientras esté aquí.

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Nancy Narvaez Banda

Nancy Narvaez Banda

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2023-06-14

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