19.

Cuando sus hombres llegaron, se quedaron viendo la puerta y no supieron que respuesta darle a su jefe porque no tenían idea de lo que estaba sucediendo.

—Lo siento, yo hoy no he entrado, he estado ocupado vigilando el lugar por los sucesos del pueblo —explicó Rex y no mentía.

—Qué tontería —soltó Jaehan —. Traigan algo para abrirla.

Unos se alejaron para regresar con lo necesario para quitarle la cerradura. El Alfa se quedó mirando unos segundos a la ventana que daba a la habitación de Saije, pero no había nada y la sensación de que algo malo había dentro de su casa le dominó el cuerpo. Tomó su teléfono para llamarlo, pero no obtuvo resultado alguno.

Vio la puerta abrirse y empujó a sus hombres para entrar de una buena vez. Se detuvo de golpe al ver como las paredes estaban todas sucias. Sus ojos llegaron a los sillones que estaban totalmente destrozados y siguió viendo donde en las paredes había comida y miles de cosas más.

Quiso pensar que era un chiste porque había dado por hecho que Saije no iba a seguir haciendo ese tipo de niñerías, pero desde la mañana lo había notado extraño.

Soltó una maldición y comenzó a subir las escaleras para irse a su habitación y preguntarle qué le había sucedido cuando vio la puerta de su propia habitación abierta hasta atrás. Avanzó con rapidez para ver que todo estaba patas arriba. Vio las cosas de su cama tiradas en el suelo y el colchón completamente roto donde se podía ver claramente que había utilizado un cuchillo. Las paredes estaban peor que abajo y el enojo lo comenzó a dominar. Comenzó a caminar dentro cuando su pie piso unos vidrio y bajó la mirada para ver la foto de su hermana.

Y, si estaba enojado, ahora estaba colérico, energúmeno. Formó puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. No supo si quiso soltar un grito o ponerse a llorar por la frustración.

Se agachó tomando la foto y se quedó viendo a su hermanita y como sonreía feliz. La vio sosteniendo el violín y su pecho le dolió. Recordaba muy bien el día que le había tomado aquella foto. Recordó que ese día habían comido pastel porque justo era su cumpleaños, acababa de cumplir doce años y, uno de sus tres deseos, había sido vivir mucho más cuando, a los cinco días, había muerto.

Se enderezó de manera lenta cuando escuchó pasos.

Saije se quedó viendo su ancha espalda y su altura imponente. No pensó mucho en las repercusiones que podía tener todo lo que había hecho, pero solo pensó en hartarlo lo suficiente para terminar con su buena fe, paciencia y amabilidad para siempre. Estaba seguro que, si la madre de Jaehan se enteraba de todo lo que había hecho, entonces no iba a seguir existiendo aquel contrato que habían firmado.

—¿No te gustó la remodelación de tu habitación? Ahora si es el lugar perfecto donde puede dormir un idiota como tú. Ya sabes, la basura va siempre con la basura.

Jaehan escuchó sus palabras llenas de burla palpable y el enojo se expandió a todo su cuerpo.

—No entiendo cuál es el afán de siempre ir menospreciando a los demás —habló Jaehan y se giró —, pero supongo que alguien como tú, sabiendo lo maldito que es, no tiene nada más que hacer.

—¿Es que no te agrada? Si los ricos siempre hacen lo mismo, burlarse de los pobres y pasar por encima de todos.

—Estoy cansado de ti.

—¡Yo igual! —exclamó Saije con fuerza.

—Nunca había conocido a una persona tan desagradable y detestable. Ahora entiendo a tus padres al decir que no sabían qué hacer contigo. Ahora mismo siento lástima por ellos por haber tenido un hijo tan desgraciado como tú. Lo que tienes de lindo, lo tienes de maldito y cruel —habló caminando donde él —. Y nadie, nunca, jamás, se atrevería a poner los ojos en ti porque estás lleno de veneno.

Saije lo vio avanzar sintiendo que sus palabras le afectaban más qué mil cuchillos calientes en su pecho. Sintió las palabras como golpe tras golpe y se fue dando cuenta de que, frente a Jaehan, eran alguien pequeño e insignificante.

—Vas a limpiar todo esto aunque te tome una semana —dijo el Alfa de forma clara.

—¡No pienso limpiar nada! ¡Vive a sí, en tu miseria y mugre que te queda más que bien!

—¡¡Vas a limpiar toda esta mierda y no vas a salir hasta que esté todo como lo había dejado!! —exclamó tomándolo del brazo con fuerza y tirando de él.

—¡Suéltame! ¡Me estás lastimando! ¡Déjame ir! ¡No quiero estar aquí! ¡Odio este lugar! —gritó entre sollozos y Jaehan lo tiró a la cama con fuerza.

—Te vas a quedar encerrado aquí porque no entiendes con palabras y amabilidad, entonces vas a ver que yo también puedo ser cruel y pasar por encima de los demás como si nada —soltó acercándose a él con rabia.

Lo vio demasiado cerca, pero Jaehan no tenía intenciones de hacerle algo. Saije estaba asustado por verlo de aquella forma con sus ojos dorados cargados de enojo y como comenzaba a liberar feromonas que únicamente eran aterradoras que lo hicieron temblar.

Pensó lo peor y golpeó su rostro.

Jaehan se quedó mirando hacia el lado. Ante ese golpe, estiró su mano para tomarlo de las mejillas. Lo vio con sus ojos llenos de lágrimas y como estaba temblando, pero sintió que ya era suficiente de tener paciencia cuando Saije no agradecía nada.

—Ese es el primer y último golpe, Omega, si te atreves a golpearme, podrás ver que puedo ser mil veces peor. Limpia esto con tu lengua para que sepas que, todo lo que uno hace, se devuelve en algún momento de la vida.

Lo vio alejarse y corrió detrás de él cuando la puerta fue cerrada.

—¡No! ¡Espera! —gritó e intento abrirla, pero Jaehan le puso llave por fuera e ignoró sus gritos.

Caminó escaleras abajo mientras Saije seguía intentando abrir la puerta.

—¡Abre! ¡No quiero estar en esta casa! ¡Déjame ir! —rogó entre llantos.

Golpeó tanto la puerta que sus manos dolieron y se lastimó sus nudillos. Lloró tanto que sus ojos ardieron y se sentó en el suelo para abrazar sus piernas y seguir llorando.

Jaehan salió fuera pasando las manos por su cabello y se sentó en el suelo solo sujetando la foto en sus manos y mirándola. Casi podía escuchar a su hermanita recordándole que debía ser paciente con los demás, pero que serlo con Saije había sido un trabajo duro desde el primer segundo. Escuchó como sus hombres sacaban los sillones dentro de la casa para tirarlos fuera y estaba tan enojado que simplemente les prendió fuego.

Todos escuchaban los gritos de Saije, mas nadie lo tomaba en cuenta.

Se quedó viendo el fuego como ardía mientras formaba puños. Entonces, no lo pensó más. Sus hombres se quedaron mirando cuando escucharon como decía que todos debían irse del lugar. No supieron si lo decía en serio o no, pero al ver su rostro enojado, simplemente se fueron.

Saije vio como todos se subían a autos para marcharse y, cuando vio a Jaehan caminando al último que había, sintió pánico. Él se detuvo en la puerta para darle una breve mirada a la ventana donde lo vio y simplemente se subió para comenzar a moverse.

—¡No te vayas! ¡No me dejes solo! ¡Espera, por favor! —gritó mientras golpeaba la ventana, pero fue inútil.

Comenzó a llorar con fuerza, el saber que estaba solo en un sitio como ese lo lleno de miedo. Vio como los sillones se terminaban de quemar por el fuego y se dejó caer en el suelo para seguir llorando. Se sintió terrible y totalmente solo. Cada palabra que el Alfa le había dicho le había dolido en creces. Cada una de ellas habían sido golpes crueles e inhumanos, pero que él también le había dado aquellos golpes a muchas otras más personas y en miles de ocasiones.

Sin embargo, no siempre había sido de aquella manera. Saije solía ser alguien amable siempre y que ofrecía su ayuda sin duda alguna cuando veía a alguien en problemas. Siempre sonreía mucho y era querido por muchos en la secundaria. Era tan bueno que podía ser casi irreal que ahora fuera de una forma diferente.

Abrazó sus piernas y cerró sus ojos con fuerza porque había veces que podía mantener esos recuerdos ocultos siempre, pero habían veces en que no podía luchar contra aquella noche.

Porque las malas personas siempre aprovechaban la primera oportunidad para jugar con aquellas personas que eran buenas.

—¡Saije, gracias por haberme ayudado en matemáticas!

—Eres muy amable.

—¿Me puedes ayudar en esto?

—Te lo agradezco mucho, sin ti habría estado perdido.

—Saije, eres muy lindo siempre.

—Eres el chico más amable que he conocido, gracias.

Aquella vez había tenido clases hasta tarde y había pasado a la casa de un amigo a quién le había ayudado a estudiar para un examen complicado que tenía. Su casa no quedaba lejos, así que no se apresuró ni nada. Iba un poco cansado, pero estaba tranquilo.

Le gustaba pasar caminando por detrás de una cancha donde siempre había un chico al que le gustaba ver. Era un Alfa que le gustaba mucho y que siempre intentaba verse bien para él. Entonces, cuando lo vio, se quedó parado. El Alfa al verlo se acercó aprovechando que estaba con sus amigos bebiendo algo y jugando.

—Ven, vamos, te quiero presentar a mis amigos —le animó.

—Tengo que irme a casa, ya es de noche —susurró.

—Ven, no seas tímido —dijo acercándose a él y besando su mejilla —. Te ves lindo hoy, vamos.

Soltó una pequeña sonrisa creyendo que de verdad le gustaba a ese Alfa y pensó que todo iba a estar bien. Caminaron mientras el chico le seguía diciendo cosas que solamente lo iban engatusando de una manera cruel.

—Oigan, chicos, es el Saije, es bueno en matemáticas y me ayudo para no perder la beca —anunció mientras lo empujaba dentro de un lugar que estaba un tanto abandonado.

Los otros cuatro se voltearon para verlo y soltaron una sonrisa mientras lo saludaban.

—Hey, fuiste de gran ayuda o, de lo contrario, este zopenco no habría podido seguir con nosotros.

—Eh, no fue nada, me gusta ayudar —murmuró Saije con una sonrisa, pero sintiéndose nervioso porque todos eran Alfas, grandes e intimidantes.

—Ya veo, un buen samaritano —dijo otro, mirándolo unos segundos de manera detenida. Era lindo y su cabello rosado y ojos azules lo hacían ver mucho más lindo y casi tentador.

—Ya veo de lo que hablaba este idiota. ¿Eres bueno en algo más? —inquirió otro.

—Soy bueno en Inglés también —anunció, mirando detrás, como el Alfa que había llegado con él, comenzaba a cerrar la puerta.

Algunos se rieron y el nerviosismo lo comenzó a dominar en grandes cantidades. Los miró a todos y quiso retroceder, pero su espalda chocó con el Alfa.

—De seguro que no solo eres bueno enseñando.

—¿De qué hablas? —preguntó girándose —. Es mejor que me vaya, ya es tarde.

Quiso pasar por su lado, cuando su brazo fue tomado.

—Oh, vamos, no seas así. Tú me ayudaste mucho demasiadas veces, entonces deja que nosotros te agradezcamos también —habló el Alfa acercándose a él —, además, sé que te gusto y tú también me gustas.

Saije quiso liberarse, mas le fue irrealizable. Sintió como los demás también se acercaban, lo rodeaban y lo comenzaban a tocar entre todos. Intentó alejarse y defenderse de alguna manera cuando comenzó a sentir las feromonas de todos con intensidad que lo dejaron mareado y con su cuerpo débil.

—¡No! ¡No me toquen! ¡Déjenme! —gritó más de una vez.

Intentó removerse debajo de todos ellos, intentó gritar, pero cubrieron su boca, sintió como le quitaban la ropa y sus ojos se llenaron de lágrimas. Su cuerpo lo sintió débil y no tuvo oportunidad de hacer mucho. El dolor que le recorrió el cuerpo por irlos sintiendo uno a uno e incluso dos a la vez, fue cegador.

Todos lo besaban, todos lo tocaban y no entendía que había hecho mal, no entendía en qué momento se había equivocado, no entendía nada.

—Es por tu culpa, no debiste ser tan amable conmigo —escuchó al Alfa susurrar en su oído.

Cuando despertó, no supo dónde estaba, no supo lo que había sucedido. Sintió frío, sintió dolor por todo su cuerpo y fue cuando se dio cuenta de que estaba casi por completo desnudo y el recuerdo de todo lo que había sucedido lo cegó. Su cuerpo tembló e intentó vestirse, pero no era capaz de nada. No estaba bien, todo le dolía y el pararse le era imposible.

El dolor en su pecho fue tanto que comenzó a llorar de forma desgarradora. Lo habían dejado ahí tirado como si nada después de haber abusado de él de forma inhumana.

No supo como llegó al médico, pero estaba aterrado rogando que alguien lo ayude porque el dolor era inacabable. Estaba sangrando y sentía que algo se había desgarrado dentro de él.

Entonces, por horas incontables, solo una frase se repitió en su cabeza:

—Es por tu culpa, no debiste ser tan amable conmigo.

Cuando llegó a su casa no había nadie porque sus padres solían estar en viajes siempre, pero cuando ellos llegaron, lo vieron diferente. El chico amable que habían criado, ya no existía y nació un Saije maleducado, caprichoso, vanidoso, que no dudaba en menospreciar a otros y tratarlos fatal.

Aquellos chicos no solamente le habían arrebatado su pureza en un acto inhumano, sino que todo lo bueno que había en su corazón lo habían marchitado. Debido a eso, es que nunca quería estar rodeado de demasiados Alfas, siempre desconfiaba de algunas personas a simple vista y jamás volvió a ayudar a alguien.

De ese tiempo habían transcurrido cinco años, pero los recuerdos siempre solían regresar, a pesar de que había intentado superar aquel suceso con dificultad.

Más populares

Comments

Dafne_Mimi08

Dafne_Mimi08

noo come cola
odio los recuerdos tristes,siempre me hacen sufrir

2023-11-23

165

JharumyE

JharumyE

PUES YO SI DEFENDERÉ A CAPA Y ESPADA A MI CLIENTE SAIJE, Y APELO A SU INOCENCIA 🙄, DADO QUE NADIE ACTUA POR IMPULSO Y MI CLIENTE TIENE UN JUSTIFICATIVO A SU FAVOR Y QUE EL ÚNICO CULPABLE DE LOS HECHOS ES JAEHAN POR SUS ACTOS Y NO TOMAR EN CUENTA EL DICHO ‼️ NO HAGAS COSAS BUENAS QUE PAREZCAN SER MALAS ‼️ Y PROVOCAR A MI CLIENTE 🧐 EH DICHO ‼️ CASO CERRADO ‼️🤐

2024-05-13

0

Zulim

Zulim

no no no 😱😱😱

2024-05-09

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play