10.

Saije estaba más que feliz con toda su ropa nueva.

La tenía toda guardada y perfectamente doblada. Tenía tanta que la podía clasificar más que bien por ser de Chanel, Gucci, Christian Dior, Versace y Prada. Y era lo mismo con los perfumes que se había comprado, los había dejado todos ordenados por las marcas de Ralph Laurent, Chanel, Carolina Herrera, Calvin Klein, Versace y Paco Rabanne. Le gustaban los perfumes dulces, así que al echarse un poco dejó casi toda su habitación pasada y toda la casa en realidad.

Estaba de buen humor, así que se fue abajo para comenzar a cocinar algo. Jaehan se había ido hace horas y ya era pasado el medio día.

No pensó en nada más que en tener algo delicioso para comer. Quiso ser un poco simpático porque Jaehan había sido bueno con él. Le quiso mostrar un poco que tan malo no era y comenzó a preparar comida para ambos. No supo muy bien si al Alfa le gustaba lo dulce o lo salado. A él le gustaba lo dulce, en especial las cerezas, uvas y arándanos, así que solía comerlos siempre.

Vio que había carne, así que hizo un poco para él y para sí mismo se preparó un queque de frutos rojos.

Notó que era bastante temprano aún, así que tomó su teléfono para buscar un nombre y lo marcó cuando lo encontró. Quería ir a buscar algo de verdura, pero no quería ir solo, así que marcó el número de Michael, uno de los Betas que siempre andaban vigilando el lugar.

—Hola, dígame —respondió el Beta de forma amable.

—¿Puedes venir a la casa?

—Claro, voy para allá.

—Pero solo tú, nadie más —ordenó Saije.

—Por supuesto —aseguró el Beta.

Se quedó en la puerta esperando porque la tenía cerrada por dentro. Cuando fue tocada, quitó la seguridad y la abrió para ver a Michael. Tenía el rostro amable igual que siempre y se veía simpático.

—¿Necesita algo?

—Sí, quiero que me acompañes allí —anunció a la vez que indicaba donde estaba el invernadero con su dedo índice —, no quiero ir solo.

El Beta no entendió muy bien esa petición porque era algo que no estaba lejos y no había ninguna dificultad en el camino, pero solo terminó asintiendo con una sonrisa porque Jaehan le había dejado muy claro que no debía quitarle los ojos de encima.

Caminaron con lentitud y Saije se dedicó a observar un poco más. Antes de llegar al invernadero, se quedó viendo que había una pequeña casa detrás de unos árboles. No supo lo que podía haber ahí, pero llamo toda su atención. Se notaba que nada más era una habitación y se preguntó si habrían más cosas abandonadas como en aquella habitación de la casa que había visto hace unos días.

Michael notó donde era que miraba y dijo:

—Fue construida hace mucho tiempo —comentó.

—¿Para qué?

—Es para cuando el jefe tiene su ciclo de calor: el rut.

Al oír eso fue que recordó que no tenía inhibidores y que su ciclo de calor estaba muy pronto a presentarse. Hizo cuentas mentalmente y, si sus cálculos no estaban malos, entonces a fin de mes iba a estar en celos y lo que menos deseaba era causar algo en Jaehan.

—¿Él...? —se quedó en silencio pensando en lo que iba a preguntar. Sabía que no era de su incumbencia, pero la pregunta simplemente abandonó sus labios—: ¿Él pasa el rut solo?

Michael no tenía conocimiento de aquello, pero nunca había visto a algún Omega rondando el lugar. Sabía que una vez Jaehan había estado con alguien y hasta ahí llegaba todo lo que sabía.

—Nunca he visto a nadie. Probablemente siempre los pasaba solo, pero si lo tiene a usted yo creo que ya no.

Saije tragó saliva y desvió la mirada para comenzar a caminar dentro del invernadero. Michael pudo notar ese cambio de actitud en él, pero no preguntó nada. Sabía cuál era su lugar en todo eso y solo debía hablar si es que era totalmente necesario, aunque muchas veces prefería no hablar porque solía soltar la lengua demasiado fácil.

El Omega se quedó mirando las grandes y verdes lechugas y los rojos y grandes tomates para darse cuenta de que no tenía idea de como se debían sacar o cortar.

—¿Cómo se sacan las lechugas? —preguntó a Michael.

—Eh, según parece, se deben cortar con un cuchillo.

Ambos se pusieron a mirar a todos lados en un intento de encontrar aquella arma filosa, pero no vieron nada. No supieron cuál de los dos estaba más perdido en todo eso, hasta que Saije vio uno encajado en la pared.

—¡Allí hay uno!

Estaba alto, así que Michael se ofreció a tomarlo.

—Yo lo hago —dijo el Beta, pero se detuvo unos segundos al escuchar que le hablaban por el oído para saber su posición a lo que respondió llevando su mano al oído—: Estoy con el esposo del jefe en el invernadero, ya voy a mi posición.

Saije lo quedó mirando como tomaba el cuchillo con agilidad. Entendió que tal vez no sabía como cortar una lechuga, pero que sabía más que bien como manejar un cuchillo sin problema alguno. Al tomar la lechuga, se la entregó al Omega y él sonrió. Era justo la más grande.

—También voy a sacar unos tomates —agregó, pero Michael estaba hablando algo por el micrófono y no le escuchó bien.

—De acuerdo, te espero aquí —anunció.

—¿Quién viene? —preguntó Saije, mientras tomaba unos tomates relucientes y rojos.

—Es solo Rex.

—¿Qué? No, yo te llame solo a ti. No quiero que él venga para acá —habló poniéndose de pie.

—¿Por qué no? Solamente viene a ver que estamos haciendo.

Saije no creyó eso en lo más mínimo. Se apresuró en tomar los cinco tomates en sus manos y Michael tomó la lechuga para comenzar a caminar de regreso a la casa. Notó que el Omega avanzaba casi con desesperación cuando se detuvieron porque el otro Alfa ya estaba frente a ellos. Los dos guardaespaldas se quedaron hablando algunas cosas, pero mientras el Beta le contestaba lo que le preguntaban, el Alfa solo se dedicaba a mirar a Saije todo el tiempo.

—Bien, luego voy para allá.

—Ve ahora, yo lo llevo a casa —ordenó.

El Beta hizo el intentó de entregarle el vegetal al Alfa porque debía seguir la orden, hasta que escuchó al Omega.

—No, yo lo llame para que me ayude, así que él me lleva a casa. Vamos o le diré a tu jefe que no quieres hacerme caso.

Ante eso, el Beta solamente obedeció porque tal vez Rex podía dar algunas órdenes, pero quién le pagaba y le daba trabajo era Jaehan. Caminaron con cuidado y se quedó parado en la puerta.

—Ven, deja la lechuga aquí dentro —anunció Saije.

Michael miró dentro unos segundos porque nunca antes había entrado a la casa. Se limpió bien los pies y dio unos pasos dudosos.

—¿Quieres comer algo o tienes sed? Hice algunas cosas, pero son muchas solo para dos personas.

Vio lo que estaba preparado y el olor de todo estaba más que bueno. Aún no le tocaba su hora de colación y el hambre le bajó con más fuerza. Pensó en que él también quería tener a alguien que lo esperara con comida todos los días, pero aún no tenía nadie.

—Puedes llevarte algo si deseas.

—No, gracias, es comida para su esposo.

—A ese idiota... Digo, a él no le importa —corrigió sus palabras con una sonrisa.

Dudó unos segundos, pero nada más comenzó a probar unos panqueques de frutilla que le hicieron revivir el cuerpo porque cocinaba como si fuera un chef profesional. Saboreó todo y no se dio ni cuenta cuando ya se había sentado.

Saije se dedicó a lavar las verduras con cuidado para que todo estuviera limpio para comenzar a preparar una ensalada.

—Usted cocina muy bien —habló.

—Gracias, pero puedes decirme Saije.

—No, si el jefe me escucha se puede molestar —murmuró medio dudoso.

—No te preocupes, puedes llamar así, no hay problema.

Lo vio cortando unos tomates con agilidad.

—¿No quieres comer conmigo? —preguntó el Omega, para sacar un poco de arroz para él. No le gustaba mucho la carne, así que solo había hecho un poco para Jaehan.

Michael no supo qué responder. Vio que todo en el plato de Saije se veía delicioso y, antes de que pudiera responder algo, la puerta fue abierta. El Beta se quedó con el tenedor a medio camino cuando dirigió la mirada a la puerta para ver a Jaehan.

El Alfa se quedó mirando a ambos y como estaban muy cómodos sentados. Vio a Saije que lo estaba casi atendiendo como si fuera un rey cuando a él casi lo había envenenado sin duda alguna. Presionó el pomo de la puerta con fuerza que casi crujió y Michael pudo ver como su mirada se oscurecía. Se puso de pie de forma torpe limpiándose la boca y tragando todo con dificultad.

—Jefe, buenos días..., es decir buenas tardes.

—¿Qué estás haciendo sentado en mi mesa? —preguntó.

El Beta dio por hecho de que estaba despedido.

—Yo lo invité —habló Saije.

—¿Y quién te dio permiso de hacer eso? —inquirió Jaehan —. ¿Quién te dijo que podías meter a quién tú quisieras a mi casa? Parece que aún no entiendes quién manda aquí.

Saije lo quedó mirando porque estaba hablando con un tono diferente. No supo qué decir y comenzó a sentir enojo porque había cocinado algo para poder agradecerle y él había llegado con esa forma.

—Oye...

—Si piensas que puedes meter a cualquiera a mi casa, entonces es porque aún no aprendes nada —farfulló con enojo y le dio una mirada al Beta para decir—: Lárgate y la próxima vez que entres estás despedido.

—¡¿Qué estás haciendo?!

—¡Y tú vete a tu maldita habitación ahora! —exclamó.

Saije dio un respingo porque era la primera vez que le gritaba y no supo qué hacer. Vio a Michael simplemente marcharse y cerrar la puerta.

—¡Si me vuelves a gritar...!

—¡Te vas por las buenas —gritó y el enojo que estaba sintiendo era tanto que las feromonas que comenzó a liberar hicieron que el Omega retrocediera sintiéndose casi mareado y cegado por el terror que estaba sintiendo —, o por las malas!

Fueron tantas feromonas y a la misma vez que no supo como protegerse de ellas. Retrocedió y, al enredarse con sus propios pies, cayó al suelo soltando un quejido. Fue como si frente a él tuviera un dragón enfurecido soltando rugidos y escupiendo fuego sin parar. Todo su cuerpo tembló y se sintió totalmente pequeño e indefenso.

—Te tuve mucha paciencia, pero estoy harto. Una vez más que me hagas alguna maldita broma o te quieras pasar de listo porque las consecuencias van a ser mil veces peores.

Él simplemente se fue ignorando el estado en el cual lo dejó. Saije se encontraba en el suelo temblando sintiendo como sus lágrimas bajaban por sus mejillas. Sintió sus feromonas tan aterradoras que ni siquiera fue capaz de alzar la mirada por temor a lo que le pudiera suceder.

El ponerse de pie le tomó minutos porque todo su cuerpo había quedado débil y solo se encerró en su habitación a llorar. Se sintió tan enojado y se arrepintió de todo lo simpático que había querido ser.

Nunca antes había sentido unas feromonas tan aterradoras como las de Jaehan, el poder que tenía en ellas supo que era tanto como para doblegar al cualquier Alfa sin el más mínimo esfuerzo. No sintió un olor en específico, solo la sensación de miedo y de que, el único que mandaba, era él y nadie más.

Había convivido con un Alfa que había estado calmado hasta ese instante, pero que lo acababa de conocer totalmente.

**********

Holi.

Por si no saben, así como los Omegas entran en celos, el Alfa también tiene su ciclo de calor y es más conocido como el rut. Espero que a todos les vaya gustando la historia😊.

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Comments

Dafne_Mimi08

Dafne_Mimi08

los atraparon en medio de la movida indecente •0•
(nmms,osea solo están comiendo)

2023-11-23

177

Fabii Martinez

Fabii Martinez

ojalá no lo despida es el único que puede cuidarlo del otro alfa/Cry/

2024-04-23

4

Fabii Martinez

Fabii Martinez

/Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/

2024-04-23

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