6.

Jaehan al llegar a casa, escuchó las voces de quienes hablaban.

Dio unos pasos para ver a Anna hablando con el Omega mientras reían. Ella al verlo, se puso seria y pensó en qué iba a decir porque lo había desobedecido sin duda alguna. Jaehan los miró a ambos, pero Saije ni siquiera lo observó de reojo. Para él era como si nadie hubiera llegado.

—Joven Jaehan, yo le pido perdón y...

—¿Y tú por qué le pides perdón? —preguntó Saije —. No tienes que disculparte con nadie porque yo también puedo dar órdenes en este lugar.

—¿Quién dijo que podías dar órdenes? —inquirió el Alfa sacándose la corbata —. El único que puede dar órdenes aquí soy yo. Anna, ya puedes irte.

—No, tú no te vas —habló Saije, tomándola del brazo con ganas de que nunca se fuera de su lado para sentirse un poco más fuerte.

La pobre mujer se quedó en medio de ambos sin saber qué hacer en realidad, mientras ellos se comenzaban a gritar. No supo si hacer oídos sordos a las groserías que soltaba Saije o volverse ciega.

—Anna, obedece.

—¡Es a mí a quién debe obedecer, imbécil! —exclamó Saije, tirando de su brazo.

Jaehan estaba cansado por tanto trabajo y Saije cada vez se iba volviendo más insoportable como si alguien le estuviera pagando para tener una actitud como esa. Se acercó para tomarla el otro brazo de Anna.

—Te vas.

—¡No se va! Me tienes encerrado aquí todos los días y mentiste sobre haberlos despedido a todos.

—Eso es para que aprendas a no ser caprichoso.

—¡Tú no me vas a enseñar nada!

—Además de ser malcriado.

—¡Y tú eres un maldito prepotente! ¡Estás haciendo que me vuelva loco aquí en este infierno de lugar! ¡Odio la casa, todo lo que hay aquí y a ti también!

Jaehan tiró de Anna con un poco más de fuerza y a ella no le quedó más que obedecer y caminar mientras oía a Saije detrás.

—¡Ya basta! ¡¿Qué es lo que pretendes a fin de cuentas?!

Lo ignoró hasta que Anna estuvo fuera de la casa y se giró para irse al baño ignorando todo lo que Saije le gritaba por detrás. Hizo oídos sordos y se volvió ciego.

—¡Maldito idiota del carajo! ¡No pienso quedarme aquí!

Lo ignoró también para solo irse a duchar cuando escuchó la puerta ser cerrada de un solo golpe. Miró sobre su hombro para soltar un suspiro. Cerró sus ojos por unos segundos para caminar hasta la puerta.

—¿Qué hacemos señor? —preguntó uno de sus hombres al verlo salir corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían.

Jaehan pensó en ir por él, pero estaba demasiado cansado y sin el más mínimo ánimo.

—Déjenlo, ya iré por él.

Se fue a duchar restándole importancia a todo. Comió en silencio e incluso vio un poco de televisión cuando notó que eran las nueve de la noche y no había ni la más mínima señal de Saije. Se quedó viendo su reloj como transcurrían algunos minutos. Finalmente, se terminó poniendo de pie, comenzó a caminar a la puerta para subirse a su auto azul oscuro y lo encendió para comenzar a moverse por el lugar. Las luces alumbraban todo. Sostuvo el volante con una sola mano mientras que son la otra pasaba el cambio.

Su casa estaba demasiado lejos de la carretera para solamente poder llegar a ella corriendo y sabía muy bien que Saije corriendo debía ser un cero a la izquierda, así que iba a sentir admiración si había logrado llegar hasta la mitad del camino.

No se cruzó con ningún otro auto porque el camino solo lo utilizaba él. Detrás se formó una hilera de polvo debido a que, por donde iba avanzando el auto, era solo de piedra. En la carretera había pavimento. Miró a todos lados intentando buscar una cosa furiosa, enojona, orgullosa, vanidosa y amarilla, debido a que su cabello ya no era rosado, hasta que las luces iluminaron a algo que se encontraba sentado abrazando sus piernas a la orilla del camino bajó unos árboles.

Se detuvo y Saije sintió miedo pensando en quién podría ser. No podía ver dentro porque los vidrios estaban polarizados y pensamientos horribles fueron pasando por su mente, hasta que el vidrio del copiloto se comenzó a bajar de forma lenta.

Vio al Alfa con ese rostro que tanto odiaba y desvió la mirada.

—¿Ya terminaste tu berrinche? —preguntó Jaehan, con una sonrisa más que divertido con la situación.

El Omega ni siquiera lo miro. Hizo como si no hubiera nadie a su lado y abrazó sus piernas con más fuerzas porque estaba haciendo mucho frío.

—¿Te vas a subir o te vas a quedar ahí para siempre?

—¡Me voy a quedar aquí hasta que me muera! —exclamó.

—Bien —dijo el Alfa sin mayor importancia y aceleró con fuerza para dejarlo lleno de polvo.

Saije comenzó a toser y se puso de pie porque Jaehan solo se estaba yendo como si nada. Quiso tomar una piedra y romperle el vidrio trasero, pero no podía hacer mucho cuando el auto ya había desaparecido. Había tanto polvo que hasta le dolieron los ojos y tosió sin parar.

Escuchó ruidos extraños detrás de él y el miedo lo comenzó a asaltar cuando vio unas luces nuevamente que se acercaban a toda velocidad. Jaehan no se había ido, él nada más había avanzado unos metros más para encontrar un lugar donde dar la vuelta porque el camino era demasiado angosto, por ende, solo un auto podía pasar y ya. Pasó al lado de Saije levantando más polvo del que había y se detuvo. Bajó la ventana de su puerta y dijo:

—¿Ahora si quieres subirte? Por aquí suelen andar perros rabiosos en las noches.

—¿Crees que soy idiota? Ya te dije que me voy a quedar aquí, prefiero morir de frío que regresar a ese inmundo lugar.

Jaehan lo observó por el espejo de su puerta de forma paciente. Volvió a soltar otra sonrisa cuando lo vio sentarse.

—Bien, supongo que vamos a pasar la noche juntos.

—¡Ni en tus sueños pasaría una sola noche contigo, idiota!

—Bien, lo que digas.

Encendió la luz de su auto y tomó un periódico que tenía al lado para comenzar a leer algunas cosas. Vio en su reloj que ya eran las diez y media de la noche y que tenía demasiado sueño, pero también que no lo podía dejar ahí tirado aunque quisiera.

Pasaron unos veinte minutos más y Saije comenzaba a sentir más y más frío, pero aceptarlo era imposible porque era terco como una mula y tenía un nivel de orgullo más allá de las nubes. Cerró sus ojos en un intento de quedarse dormido a la fuerza. Sintió algunos mosquitos a sus lados que lo comenzaban a picar y le comenzó a picar todo el cuerpo debido a las picaduras. Se fue dando manotazos donde los sentía picar sin cesar y le comenzaron las ganas de rascarse todo el cuerpo.

Entonces, se comenzaron a escuchar los perros de los que Jaehan le había advertido. Saije miró a todos lados, pero cuando chocó miradas con él que lo observaba por el espejo, fingió que no le preocupaba en lo más mínimo. Pensó que solo iba a ser eso, pero se equivocó.

—Uh, allí vienen unos perros —habló Jaehan mientras seguía mirando por el espejo.

Saije no pudo evitar mirar para ver como polvo se levantaba por los perros que venían corriendo. Se puso de pie de un salto y el miedo lo paralizó por unos segundos.

—Yo me voy —escuchó que decía el Alfa y vio el auto comenzar a avanzar.

Se giró para comenzar a correr hacia el auto cuando Jaehan aceleró.

—Así que ahora quieres subirte —se burló, deteniéndose y acelerando cuando Saije estaba por llegar a la puerta.

—¡Basta ya! ¡Déjame subir!

Los ladridos de los perros se comenzaron a oír con mayor intensidad y parecía que estaban viniendo de todos lados.

—Pues, súbete.

Saije sintió la manija de la puerta en sus manos, cuando el auto volvió acelerar. Se enredó con sus pies cayendo al suelo soltando un quejido y sus rodillas y palmas de sus manos dolieron.

—Deberías decir las palabras mágicas para que aprendas que no todo se consigue tan sencillo como crees. Yo te advertí de los perros, pero por ser un orgulloso no quisiste hacer caso.

—¡No, espera, por favor! ¡Déjame subir! —lo escuchó gritar —. ¡Por favor, ya están llegando!

El Alfa detuvo el auto y abrió la puerta del copiloto donde Saije subió apenas. Los perros llegaron un segundo después ladrando con enojo con sus hocicos llenos de espuma demostrando que podían tener rabia. Casi saltaban arriba del auto por los salvajes que eran.

El auto comenzó a moverse con cuidado para no atropellar a ninguno hasta que los perros simplemente se aburrieron y se alejaron del camino. Puso un nuevo cambio y llegaron de forma veloz a la casa. Apagó el auto y vio al Omega bajarse cerrando de un portazo. Lo vio como cojeaba un poco y él simplemente se bajó para irse a la cama de una buena vez porque había sido un día demasiado largo. Pensó en que, debido a lo que había pasado, Saije iba a dejar de intentar huir sabiendo lo que le podía esperar por haber visto esa jauría de perros.

Pasó por el lado de su habitación y se detuvo unos segundos al escucharlo llorar. Le resto importancia y solo se fue a la suya para acostarse en paz, pensó que solo era otro berrinche más, pero Saije se sentía fatal. Sus rodillas estaban heridas y sus manos también. Intentó limpiarse y secó sus lágrimas con fuerza porque estaba enojado.

No supo cuánto tiempo lloro, pero al otro día no bajó de la habitación ni un solo segundo. Se quedó tirado en la cama sintiéndose miserable.

Más populares

Comments

~🖤~🖤_otaku_fujoshi_~🖤~🖤~

~🖤~🖤_otaku_fujoshi_~🖤~🖤~

noo me hace sentir mal no se merece eso solo hay que entenderlo pero no al caso de malcriarlo 😢

2023-11-27

160

Fabii Martinez

Fabii Martinez

no se si solo yo soy tan sensible pero estas cosas me hacen llorar.Pobrecito,se que es insoportable pero tampoco hacerle ésto

2024-04-23

4

Lau JD

Lau JD

Dios pobrecito mi cocoro.

2024-05-20

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play