17.

—En estos sectores, las ventas han ido bajando, no en gran cantidad, pero es algo notable a simple vista. Debemos hacer algo porque ya se viene el invierno y, en esta estación del año, las ventas suelen descender —hablaba un hombre.

Jaehan escuchó todo atentamente y los hombres continuaron hablando en la junta.

Magdalena, como siempre, entro con unos cafés para todos, sin embargo, al Alfa le dejó un dulce al lado. Jaehan lo quedó mirando unos segundos, pero solo continuó viendo unos papeles y oyendo lo que se hablaba en el lugar.

—Si pones está cantidad como inversión, entonces será suficiente para contrarrestar lo malo.

—Creo que es una buena opción porque en invierno la gente suele dejar de comprar mucho, además se vienen las vacaciones de invierno y la gente suele tomarse esos días para salir.

—Lo más propicio en que dejemos una concentración en ese momento y así nos quitamos dolores de cabeza. Las ventas recién comienzan a bajar, así que si las controlamos desde ya, todo será más sencillo. Las estadísticas son claras y las subidas y bajadas comenzaron a presentarse la semana pasada.

—Bien, tendremos que hacer aquello, no es la primera vez que pasamos por esto —habló el Alfa —, por ende, no debemos preocuparnos ni adelantarnos demasiado a suceso que quizás nunca ocurran.

Continuaron hablando sobre los temas por los cuales había sido invocada la reunión. Fueron tres largas horas donde Jaehan quedó más que agotado y con dolor de cuello.

Llegó a su oficina soltando un suspiro y soltando un poco su corbata para poder respirar. Al sentarse, revisó un poco su teléfono respondiendo algunos correos cuando vio a Magdalena entrar con más papeles.

—Jefe, necesito que firme estos papeles, por favor, para luego ir a dejarlos a la notaria.

Él los tomó y los leyó para verificar en qué consistían.

—Se ve muy cansado, ¿quiere que le traiga algún analgésico?

—No, gracias, estoy bien.

—Pero no se ve muy bien, jefe, déjeme hacerle unos masajes para que se sienta mucho mejor.

Ella se movió veloz para ganarse detrás de él mientras firmaba las diez hojas. Puso sus manos en sus hombros grandes y comenzó a masajear el área con cuidado. Lo notaba demasiado tenso y Jaehan sintió que perdía peso en sus hombros. Ella movió sus manos para llegar hasta su cuello y siguió moviendo sus manos.

—¿Se siente mejor? —preguntó y acercó su rostro a su oído —. Siempre dicen que soy muy buena haciendo masajes. Su esposo debería ser más considerado y preocuparse de usted.

Ante esas palabras, Jaehan se movió para alejarse.

—Magdalena, te voy a pedir que solo te limites a hacer tu trabajo y ya, puedes retirarte.

La vio salir y soltó un suspiro. Pasó las manos por su cabello porque tenía dolor de cabeza. Antes también solía molestarle, pero ahora era a cada minuto y casi todos los días. Estaba más que cansado de todo. Tenía aún que acudir a unos lugares, así que salió de la oficina para tomar sus cosas y subir al auto que lo estaba esperando.

Se fue mirando por la ventana cuando sintió su teléfono vibrar y vio que tenía un mensaje, aunque solo era una imagen que había sido tomada. Se quedó viendo unas cosas que estaban preparadas y no supo lo que sentía. Era una imagen que Saije le había enviado, pero no respondió nada porque no sabía muy bien qué responder.

Sabía que tenía una reunión a la cual acudir y donde iba a estar su madre, pero deseó irse solamente a casa.

Soltó un suspiro y le pidió al chofer que fuera más rápido mientras pensaba en si debía responder el mensaje o no o si es que tal vez Saije estaba esperando una respuesta y no se equivocaba mucho. El Omega se quedó viendo el teléfono unos segundos, pero asumió que tal vez estaba en una reunión o algo y no quiso insistir.

Y el día fue transcurriendo de forma rápida hasta que la tarde llegó.

—Bien, hoy le pedí permiso al joven Jaehan para poder irme antes —susurró Anna y Saije le dio una breve mirada porque aún faltaban dos horas para que se fuera.

—¿Antes? ¿Por qué?

—Tengo que ir a un cumpleaños —anunció ella con una sonrisa.

—Oh...

—¿Cuándo está de cumpleaños usted?

—Yo el otro mes —respondió y se quedó dudando un poco en lo que iba a preguntar, pero nada más lo hizo—: ¿Cuándo está de cumpleaños Jaehan?

Anna se quedó con cara pensativa y luego se llenó de sorpresa.

—Lo había olvidado.

—¿Ya fue? —preguntó Saije mirándola atentamente.

—No, aún no, pero es mañana.

Ante esa respuesta, guardó silencio. Tragó saliva y simplemente la vio marcharse. Nunca había pensado en regalos de cumpleaños. A sus padres algunas veces les había dado algo, pero hace años que no le daba un regalo a nadie y pensó en qué podría darle al Alfa. Se dio cuenta de que no sabía nada sobre él en realidad. Siempre lo veía usar un reloj, leer periódicos y usar suéteres de cuello alto, pero todo eso a él le parecía horrible y aburrido.

Se quedó reflexionando unos segundos cuando escuchó las voces afuera de los hombres que siempre rondaban la casa. Quiso irse a su habitación, pero pensó en que sobre la mesa estaba la comida de Jaehan y no quería que Rex, que siempre estaba entrando, la comiera.

Se quedó ahí parado, pero en la primera oportunidad que tuvo, avanzó para cerrar la puerta con seguro por dentro lo que le daba más seguridad. Asomó su cabeza por la ventana para verlos marcharse y subió a su habitación. Quiso quedarse despierto, pero tenía sueño y estaba cansado por haber preparado esa comida.

Cuando Jaehan llegó, vio que la puerta otra vez estaba cerrada por dentro. No entendía porque Saije hacía eso, pero solo introdujo su llave para abrir la puerta. Miró a todos lados viendo que Saije no estaba. No quiso pensar en que había escapado de nuevo porque, si eso volvía a suceder una vez más, pensó que se iba a pegar un tiro. Vio la mesa donde estaba la comida igual que siempre, pero subió para darse una ducha con calma y salió. Se detuvo afuera de la habitación del Omega y dudó de si tocar la puerta o no, pero nada más la abrió.

Y lo vio.

Estaba durmiendo sobre su cama igual que muchas otras veces, pero al verlo como abrazaba su chaqueta mientras estaba casi en posición fetal, hizo que su corazón se acelere.

La cama era grande y Saije se encontraba justo en medio abrazando su chaqueta con fuerzas mientras dormía con calma.

Cerró la habitación luego de unos segundos y formó puños.

Al amanecer, Saije lo vio irse a su trabajo igual que siempre y bajó a la cocina. Se quedó parado porque quería hacer algo para agradecerle lo que había hecho, después de todo, había puesto su vida en peligro por traerlo de vuelta sabiendo que solo era su culpa por ser un berrinchudo. No conocía recetas de pasteles, pero buscó una en internet que consistía en chocolate, nueces y salsa de frambuesa.

No sabía cuántos años cumplía, así que solamente pensó en ponerle el feliz cumpleaños y ya. Anna le ayudó en muchas cosas feliz, ya que siempre le hacía un pastel de cumpleaños sin falta.

—Él siempre se viene nada más a casa, no le gusta mucho celebrar su cumpleaños, así que no va a ir a casa de sus padres ni ningún lado —habló ella mientras terminaban de decorar el pastel.

—¿Sus padres no vienen para acá tampoco?

Ella negó.

—Cuando hacen una celebración siempre se van a una casa que tienen en el campo, pero él muy pocas veces asiste. Antes era más, siempre iba, pero después de algunas cosas dejó de hacerlo.

Saije dio por hecho de que el antes y el después consistía en su hermana.

—¡Bien!

—Es el pastel más hermoso —dijo Anna con una sonrisa.

—Muchas gracias.

—Él lo va a amar sin duda alguna.

Saije se sintió feliz. Anna se marchó deseándole buena suerte y Saije se despidió sintiéndose nervioso. No le había comprado un regalo porque no sabía que darle, así que por ahora solo iba a ser el pastel y ya. Miró la hora viendo que ya debía estar por llegar, pero el tiempo avanzó y no llegaba nunca.

Se puso de pie para mirar por la ventana y ni una sola luz del auto se veía. Como el invierno estaba cerca, entonces anochecía mucho más temprano.

Cuando ya eran las once de la noche, pensó en llamarlo porque Jaehan nunca llegaba después de las ocho a más tardar. Marcó su número y escuchó el pitido hasta que la llamada fue tomada.

—Hola —habló una mujer y se quedó callado por unos segundos.

No supo qué decir y verificó si había marcado bien el número o no, pero estaba correcto.

—¿Dónde está Jaehan?

—Oh, él está durmiendo, ¿quién lo llama?

La presión en el pecho que sintió fue intensa. Dio por hecho que, si una mujer había contestado la llamada y le decía que estaba durmiendo, era porque habían estado juntos y, si le había preguntado quién llamaba era porque Jaehan ni siquiera tenía guardado su número. La sensación que le apretó el pecho fue horrible y se sintió un tonto.

—Nadie —respondió y la mujer vio como la llamada era finalizada.

—¿Qué pasa? —preguntó Jaehan cuando entró a su oficina.

—Nada, estaba ordenando un poco y tomé su teléfono para no tirarlo al suelo. ¿Ya pudo arreglar el problema?

—Sí, las cámaras de seguridad están siendo revisadas —habló él mientras tomaba sus cosas —. Las personas ya fueron reconocidas y se están buscando. Las cosas que se llevaron no son tan importantes, pero debemos recuperarlas.

—No se preocupe, jefe, todo va a estar bien. ¿Aún le duele el rostro? —cuestionó con preocupación, debido a lo que había ocurrido en la empresa por aquellos ladrones que habían llegado a causar muchos problemas.

—Sí, nada más fue un puñetazo. Debo irme a casa, ya es demasiado tarde —habló, preocupándose por Saije.

Magdalena lo vio comenzar a caminar fuera y lo siguió para pasar a su mesón y tomar un paquete de regalo.

—Jefe, espere —pidió.

Él miró detrás para verla sosteniendo un paquete.

—Feliz cumpleaños —dijo con una sonrisa —, hubo muchos problemas hoy día, pero espero que vengan días mejores y que solo esté acompañado de las personas correctas.

La vio amable igual que siempre, así que solo lo recibió.

—Muchas gracias, Magdalena.

—Es un placer. Que llegue bien a casa.

Jaehan se marchó de forma veloz. El chofer lo llevó a casa rápido y se bajó para entrar. Vio todo en silencio y dio por hecho de que Saije estaba durmiendo. No vio nada extraño y dejó sus cosas sobre la mesa para poder beber un poco de agua. Estaba más que exhausto por todo lo que había ocurrido en la empresa. Había estado hablando toda la tarde con policías y más y solo quería irse a acostar.

Solamente tomó su maletín y teléfono dejando el paquete de regalo porque no le importaba mucho.

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Comments

Dafne_Mimi08

Dafne_Mimi08

ya sabía pinche vieja sarnosa y arrastrada

2023-11-23

182

Zulim

Zulim

Perra sarnosa 🤬

2024-05-09

1

Zulim

Zulim

Pero que carajos significa ésto???😨

2024-05-09

1

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