12.

Jaehan les había dicho a los hombres que debían vigilar más la parte trasera de la casa, pero, el no hacerlo de la manera correcta, había sido fatal.

Saije no era estúpido, así que dio por hecho de que, si Jaehan quería que vigilen mejor esa área, era por algo y no se equivocó cuando llegó a un pueblo. Era casi como una parada que podían hacer los visitantes para hospedarse en un pequeño hotel, cargar sus autos con bencina, pasar a un pequeño supermercado y poder entrar a una comisaría.

El salir a la carretera por frente era algo difícil, pero el salir por detrás de la casa era algo demasiado sencillo. Jaehan conocía aquel pueblo porque solía ir ahí cuando no deseaba ir al centro de la ciudad por algo pequeño. Podía ir en auto, pero él acudía caminando para estirar las piernas y, debido a eso, es que había un camino marcado y un pequeño puente.

Saije quiso llamar a sus padres, pero luego se dio cuenta de que no se sabía el número de ninguno de ellos y de seguro les iba a dar lo mismo. No habían llamado ni una sola vez al teléfono de la casa, así que ellos les dio lo igual. Tomó su teléfono que estaba descargado. Solo le quedaba cinco por ciento y quiso dejarlo únicamente para utilizarlo por alguna emergencia. No vio muchas personas, hasta que vio un hombre que se encontraba subiendo a un auto.

—¡Disculpe! —gritó.

El hombre miró a todos lados hasta que lo vio caminando hacia él. Su primer pensamiento fue que era lindo y asumió que era un Omega.

—Hola —habló el hombre.

—Hola, disculpe, ¿sabe cómo puedo llegar al centro de la ciudad?

El hombre lo quedó mirando de pies a cabeza e imaginó cosas horribles.

—Sí, es por allí, pero es complicado chico, por aquí no pasan muchos autos, así que es un tanto solitario.

Saije se quedó pensativo sobre qué hacer. Incluso estaba pensando en vender su teléfono. Miró a todos lados y el hombre se quedó viendo su ropa que toda era de marca y que el olor de su perfume también. Supuso que por un Omega como él le podrían pagar mucho dinero.

—Sin embargo, puede que sea tu día de suerte, yo voy para el centro de la ciudad —dijo con una sonrisa.

Pero Saije no era tonto. Había aprendido a saber en quién confiar y en quién no.

—No, muchas gracias. Yo me las puedo arreglar solo.

—¿Seguro? Aquí en la noche no es muy seguro. Hay una estación de policía, pero nada más suele haber uno o dos que no pueden hacer mucho contra los ladrones.

—Estoy bien —repitió y se alejó.

El hombre se subió al auto, pero no se iba a quedar en paz cuando justo necesitaba dinero y Saije gritaba por todos lados que le podía solucionar muchas cosas.

Revisó su teléfono cuando comenzó a vibrar por una llamada de Jaehan. Simplemente, lo dejó sonar las cinco veces y Jaehan se desesperó. Volvió a llamar sin obtener resultados y soltó una maldición.

—Les dije que no lo dejen solo, carajo, ¿dónde estaban todos? —preguntó a los hombres, quienes no supieron como justificar esa grave falta.

Caminó hasta el auto y les dio órdenes a todos de que se pongan a verificar el área mientras él comenzaba a manejar hacia donde la última vez se había ido el Omega, pero llegó hasta el final del camino y no había nadie. Se comenzó a preocupar por pensar en lo que le podía suceder. Sabía que no era tonto, pero cualquiera podría ser más inteligente que él y engatusarlo con algo.

No supo qué dirección tomar de la carretera cuando recordó que Saije tenía un teléfono y, por ende, tenía un GPS. Tomó su teléfono de nuevo y casi se volvió loco por los segundos en que se tomó el aparato en encontrar la ubicación. Cuando el punto rojo se mostró soltó otra maldición. Le indicaba claramente que Saije estaba en el pueblo y todos sabían que ese pueblo era pequeño y donde muchos turistas solían parar para pasar la noche, pero que también era un lugar donde muchos Omegas solían desaparecer por el tráfico que se hacía con ellos.

Un Omega lindo y delicado como Saije fácilmente podían pagar cien millones o más por enviarlo al extranjero.

Aceleró con fuerza porque era más sencillo irse por la carretera que regresando a la casa. Pasó el cambio mientras intentaba seguirlo llamando, pero no obtenía resultado alguno.

El miedo que le recorrió el cuerpo fue uno que nunca antes había experimentado sin importar en la situación que se pudiera encontrar. Siempre solía manejar las cosas a la perfección y con calma. Nunca se había puesto nervioso por alguna reunión con alguien de un país del exterior o miedo por firmar alguna inversión sabiendo que podía obtener malos resultados. Jaehan siempre mantenía todo controlado, pero había llegado algo que siempre le ponía los pelos de punta y lo hacía estar al borde de que le diera un ataque al corazón con cada cosa que terminaba haciendo.

Cambió de velocidad llegando a la última y solo siguió conduciendo sin importarle mucho en la velocidad que iba. Cuando entró al camino de tierra el polvo se levantó y no le importó en lo más mínimo el pasar por encima de hoyos. Únicamente estaba intentando poder llegar a aquel lugar lo más rápido posible para poder encontrar a ese Omega caprichoso y vanidoso intacto.

Sabía muy bien las cosas que le podían hacer a los Omegas porque con su madre llevaban mucho tiempo tratando de luchar contra aquel contrabando. Era algo que les daba dinero a aquellas personas porque cualquiera amaría tener un Omega hermoso. Solían ser enviados al extranjero por la frontera donde allá se destinaban para ser usados como objetos sexuales o para seguir procreando.

Mientras Jaehan intentaba llamarlo nuevamente, Saije ignoró la llamada sin darse cuenta al peligro que se estaba exponiendo. Miró a todos lados cuando sintió que alguien lo estaba siguiendo. Luego miró al frente para seguir caminando y, con cada paso que iba dando, se iba arrepintiendo más y más de haber abandonado aquella casa donde estaba seguro. Tragó saliva y se detuvo cuando vio un tipo aparecer frente a él. Quiso devolverse por el callejón por el cual había caminado cuando vio otro al final.

El verlos le recordó aquella noche y el pánico lo asalto. Vio el camino detrás de él y sin pensarlo más solo comenzó a correr. Habían un hotel, una bencinera, una estación de policías al principio que solía estar vacía, un supermercado y una farmacia. Eran callejones cortos y supuso que podía llegar a la otra calle cuando un hombre apareció de otro lado y lo tomó.

Era un hombre grande, así que no le fue difícil levantarlo del suelo. Quiso comenzar a gritar, pero su boca fue cubierta por algo que tenía un olor extraño. Intentó luchar por liberarse, pero no podía hacer mucho. Su mente le trajo recuerdos horribles donde nada más creyó en que todo se iba a repetir de nuevo. Intentó patalear y forcejear, pero un Omega no podía hacer mucho contra un Alfa grande y fuerte.

Entre tanto, vio un auto pasar y lo reconoció. Deseó poder decir su nombre mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Quiso gritar el nombre de Jaehan y que él llegara. Se arrepintió de haber salido y siguió luchando, pero cada vez con menor fuerza hasta que quedó inconsciente y los hombres solamente se lo llevaron.

Jaehan se bajó del auto mirando a todos lados porque la señal del GPS del teléfono de Saije se había perdido por haberse apagado.

Pasó las manos por su cabello y nada más vio como un auto pasaba frente a él sin siquiera imaginar que ahí se llevaban al Omega que tanto quería encontrar.

Caminó por diferentes lugares. Entró al supermercado creyendo que podría estar comprando comida, mas nada había. Le preguntó a las mujeres de la caja, que solo eran Betas, si habían visto a Saije, pero todas negaban.

Al salir fuera, se fue a la farmacia pensando que se podía haber hecho alguna herida y que podría estar ahí, pero se encontró con la nada nuevamente. Quiso regresar al auto y se frenó. No era mucho, pero era algo pequeño que le llegó a su nariz y miró hacia la derecha para ver un callejón. No dudo en acercarse porque era el olor de Saije sin duda alguna. Al llegar al lugar, no vio nada hasta que sus ojos llegaron al teléfono tirado en el suelo y roto.

Salió corriendo para irse a su auto mientras llamaba a sus hombres.

—Jefe.

—¡Los contrabandistas tienen a Saije, vengan ya!

Continuó manejando sin detenerse. No supo cuánto tiempo se iban a tardar sus hombres, pero eso le dio igual. Estaba dispuesto a llegar solo sin importarle nada.

Manejó por la carretera porque le había quedado más que claro que, aquel auto que había visto marcharse, era donde iba Saije. Cambió de velocidad hasta alcanzar la última en intentos de poder encontrarse con el auto, pero terminó llegando a la ciudad y no había encontrado absolutamente nada.

No perdió tiempo en marcar el número de su madre para preguntar algunas breves cosas.

—Hola, Jaehan, ¿cómo...?

—Madre, ¿recuerdas la última ubicación donde la policía fue a revisar por los Omegas que se enviaban al extranjero?

—Sí, ¿por qué?

—Necesito que me des la ubicación ahora.

—¿La ubicación? ¿Para qué quieres la ubicación? ¿Ocurre algo? Tu voz está muy agitada.

—Hay un chico que me comento sobre la desaparición de un Omega de su familia, nada más —mintió Jaehan mientras aceleraba para cruzar un semáforo en rojo porque necesitaba salir de la ciudad rápidamente para llegar a tiempo.

—Es información que no se puede soltar así como así porque...

—¡Dame la ubicación ahora!

La madre no supo lo que le estaba ocurriendo, pero sabía que Jaehan no preguntaba las cosas solo por preguntar.

—Es por las construcciones de la carretera quince. Sabes que son parte de la mafia alemana y los Alfas son poderosos, Jaehan, no puedes ir y meterte así nada más. Recuerda que tu tío…

Cortó la llamada tirando el teléfono al asiento del copiloto.

Pensó en que le daba lo mismo si eran Alfas poderosos porque él estaba enojado hasta la médula. Se movió por la carretera adelantando a otros autos cuando vio por el espejo retrovisor dos autos que lo seguían. Escuchó su teléfono vibrar y lo tomó para contestar oyendo como uno de sus hombres le decía:

—Estamos detrás de usted, jefe.

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Comments

sophie

sophie

alfa enojado = a secuestradores muertos

2023-11-02

117

Laurence Chanell

Laurence Chanell

Papi yo no toy solo🎵

2024-04-16

0

Laurence Chanell

Laurence Chanell

CUENTE BIEN EL CHISME

2024-04-16

2

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