20.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando recordando aquello, pero sus ojos dolieron. Era algo que nunca le había contado a sus padres y lo había guardado en lo más recóndito de él.

Nunca más se cruzó con esos Alfas, pero siempre regresaban en sus sueños. Siempre había pensado que su primera vez se la iba a llevar alguien que lo amaba y, en aquel tiempo, había asumido que ese Alfa era para él, mas se había equivocado. Él le había gustado por mucho tiempo y siempre que estaba con él se sentía feliz porque se mostraba como un buen chico, pero nada más estaba esperando la oportunidad para aprovecharse.

Abrazó sus piernas con fuerza porque ya era de noche y tenía frío y un miedo descomunal. Cerró sus ojos con fuerza porque estaba cansado, pero quiso aguantar todo lo posible.

No deseaba ser así, él era feliz siendo amable con los demás y era más feliz cuando le agradecían por su amabilidad, pero lo habían obligado, de una manera cruel, a convertirse en alguien frío y grosero con el objetivo de no ser herido de nuevo.

Se recostó en el suelo para seguir llorando porque sentía que su pecho le ardía. Se dio cuenta de que el dolor llevaba tantos años creciendo que ya estaba a nada de consumirlo por completo. Sintió que su corazón estaba tan herido que, el hecho de que los pedazos se volvieran a unir, era casi imposible. Su cuerpo tembló por el frío y se quedó viendo toda la ropa de Jaehan que estaba tirada en el suelo y quería seguridad, calor, algo que lo hiciera sentir en paz.

Se movió con lentitud aún llorando y se recostó encima de la ropa en un intentó de buscar su aroma y se acomodó en posición fetal. Sus sollozos se oían por todo el lugar y pensó en que estaba cerca de morir porque el dolor era demasiado.

Estaba casi dormido cuando la puerta fue abierta y Jaehan lo quedó mirando. Seguía estando furioso por todo lo que había hecho, pero el dejarlo solo por cinco horas había sido lo más difícil que había hecho en toda su vida. Saije, entre su sueño, escuchó los pasos de algo que se acercaba. Estaba temblando porque tenía frío y quiso abrir sus ojos, mas no fue capaz.

Nada más sintió como era levantado del suelo.

Cuando sus ojos se abrieron, estaba en su habitación. El dolor de cabeza hizo acto de presencia de forma inmediata y sus ojos le molestaban por lo mucho que había llorado. Se dio cuenta de que tenía la chaqueta de Jaehan contra su pecho por estarla abrazando, pero no recordó de que manera había llegado hasta ahí.

Pestañeó un par de veces y se sentó en la cama con lentitud mirando todo y oyendo voces abajo. Se puso de pie para caminar hasta las escaleras cuando escuchó a Jaehan hablando por teléfono.

—No, madre, ya te dije que es por el pueblo. Los Omegas que desaparecieron esta semana fueron cinco. No puedo estar cerca cuando tengo a Saije.

La mujer soltó un suspiro.

—Creo que te preocupas demasiado.

—Creo que olvidas algunas cosas, madre, como cierto hombre.

—Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿A dónde te vas a ir?

—¿Recuerdas que había comprado una casa hace un tiempo?

—Por supuesto, te dije miles de veces que era un gasto innecesario tener algo que no ibas a ocupar jamás —le recordó ella.

Jaehan soltó una pequeña sonrisa porque nada se le olvidaba.

—Exacto, yo dije eso, pero ahora la voy a ocupar.

—De acuerdo, supongo que no hay mucho que puedo hacer. Siento que soy la única que se da cuenta de las cosas que están sucediendo, pero, como suelen decirme que invento cosas, entonces tendré que guardar silencio.

—Creo que a sus padres no les va a gustar que su hijo sea secuestrado o algo peor y a ti tampoco te gustaría que ellos nos denuncien —dijo mientras revisaba unos papeles para tener todo al día y poder vender aquella casa.

—No diré nada ante eso porque es una buena excusa. Lleva a ese Omega a donde quieras, me tengo que ir, tu padre te envía saludos y dice que mañana te irá a ver a tu nueva casa.

—Claro, nos vemos allá.

Colgó la llamada y siguió verificando los papeles para ver si tenía todo al día, luego marcó un nuevo número porque debía hacerle una pequeña remodelación debido a todo lo que había ocurrido.

Alzó su mirada a la escalera, pero la vio vacía y pensó en que había estado viendo cosas.

Luego, vio a Anna entrando. Le escuchó algunas cosas y le explicó lo que se iba a hacer. Ella escuchó paciente y asintió para comenzar a barrer un poco.

—Es extraño que todo esto haya ocurrido —comentó ella mientras echaba un poco de cosas en una pala para echarlas en una bolsa de basura.

Jaehan no dijo mucho por estar concentrado leyendo unos correos.

—Él incluso le había hecho un pastel por su cumpleaños y...

—¿Qué? —preguntó él alzando la mirada de inmediato.

Anna se quedó dudosa porque el rostro que tenía le estaba mostrando que Jaehan no tenía idea de lo que estaba hablando.

—Él le hizo un pastel de cumpleaños. Nos pusimos a hablar de los cumpleaños cuando me preguntó por el suyo. Asumí que lo habían comido porque al otro día no había nada.

—¿Qué pastel de cumpleaños? —inquirió.

—¿No lo vio?

—No he visto nada.

Jaehan se quedó pensando en todo lo que había sucedido para poder entender algunas cosas porque nada cuadraba, porque algo extraño había sucedido. Pensó en que Saije algo tenía que haber visto u oído para que hubiera tomado aquella postura. Intentó hacer memoria, pero no recordaba haber visto ni un rastro de algún pastel de cumpleaños cuando había llegado aquella noche.

Miró por toda la casa hasta que vio aquel paquete de regalo. No lo había abierto aún y se acercó para abrirlo y ver qué había. Entonces, lo vio bajar las escaleras. Era notable el hecho de sus ojos rojos por haber llorado. Compartieron una breve mirada y luego lo vio centrar su mirada en Anna.

—Lo siento, Anna —murmuró bajando un poco la mirada —, lo que hice fue incorrecto. Perdóname.

Ella lo quedó mirando y sintió lástima al verlo en aquellas condiciones. Simplemente, le regaló una sonrisa amable.

—No se preocupe, estoy bien.

Ella salió para ir a tirar la basura y ambos se quedaron solo. Jaehan lo vio beber un poco de agua. Quiso decir algunas cosas, pero no sabía muy bien como comenzar. Soltó un suspiro y tragó saliva.

—Anna dijo que me habías hecho un pastel de cumpleaños, ¿es verdad?

Saije terminó de beber el agua que había en la copa mientras miraba por la ventana dándole la espalda.

—Sí.

—Y, ¿dónde está?

—Me di cuenta que había mezclado unos ingredientes que no eran y lo tiré a la basura, pero da igual. Lo hice únicamente porque estaba aburrido y de seguro que te dieron regalos mejores.

—¿Regalos mejores?

—Sí, estaba muy aburrido, así que te llame y contesto una mujer.

Jaehan lo vio alejarse y no entendía nada porque, según él, ninguna mujer había contestado su teléfono nunca.

—Yo no he estado con ninguna mujer —habló.

—Y, ¿eso a mí qué? No me interesa en lo más mínimo —farfulló mientras subía las escaleras.

No tuvo mucho tiempo de pensar cuando sus hombres llegaron para informarle algunas cosas. Tuvo que solucionar otras hasta poder tener todo listo para irse a la otra casa lo antes posible y, cuando estuvo todo bien, ambos se subieron en un auto mientras que sus hombres los seguían por detrás.

Al llegar, ambos se bajaron. Jaehan se acercó para hablar con las personas que los estaban esperando, pero Saije se alejó para observar el lago que había. Notó el pequeño puente y se acercó para sentarse en la orilla abrazando sus piernas. El día estaba nublado y estaba pronto a llover, pero quiso quedarse ahí todo el tiempo posible porque lo que no dejaba de sentir en su pecho no le agradaba mucho.

Jaehan lo observó desde lejos por unos minutos hasta que Anna se acercó para llamarlo, pero no comió nada y solo se encerró en su nueva habitación.

Se sintió mal todo el tiempo y no tenía ganas de siquiera levantarse al baño. Hasta que, después de ducharse bajó de forma lenta. Vio a Jaehan leyendo un periódico igual que todas las mañanas, pero era día sábado y se supone que no debía salir. Lo quedó mirando unos segundos porque se veía igual que siempre.

Miró a todos lados intentando localizar donde estaba la calefacción porque sentía calor, pero no se veía por ningún lado.

—¿Estás bien? —preguntó Jaehan al verlo.

Saije no respondió y nada más se dedicó a observarlo.

—Voy afuera a verificar algunas cosas y luego tengo que salir para reunirme con Magdalena.

—¿Magdalena? —preguntó Saije dudoso.

—Mi secretaria. Quedamos en comer para hablar sobre la venta de mi antigua casa. A sus abuelos les interesa, así que hablaremos sobre aquello.

El Omega, de solo recordar como ella lo miraba no quiso que fuera, pero no sabía como decirle aquello.

Lo vio ponerse de pie y que se veía enorme. Se colocó un abrigo negro y lo vio pasar caminando por su lado para ir afuera. Pensó en que solo iría a ver algo y luego se iría con ella. Con esa Omega y formó puños. Escuchó la puerta ser cerrada y tragó saliva sintiendo que el calor aumentaba en su cuerpo.

Se movió para subir las escaleras de nuevo e irse a su habitación, pero a medio camino se quedó mirando la habitación de Jaehan. Su pecho subió y bajó y comenzó a caminar ahí. Se quedó viendo su cama grande mientras cerraba la puerta. Tragó saliva sintiendo su aroma por todos lados y eso casi lo cegó. Dio pasos lentos para acercarse a ella y poder tocarla solamente un poco para luego irse a la suya y encerrarse ahí.

Se acomodó oliendo la almohada y soltó una respiración larga. Cerró sus ojos deseando no estar solo y en que no quería que Jaehan saliera. Pensó en que nada más quería tenerlo ahí para siempre y que quería atraerlo, llamarlo y que él no pudiera ser capaz de resistirse de ninguna forma posible.

—De acuerdo, entonces estos se llevan porque están muy viejos y hacemos la compra de unos nuevos.

—Claro, jefe.

—Si hay algo más, me llaman. Tengo que salir ahora —anunció y los hombres, con los cuales estaba hablando, asintieron.

Se alejó de ellos para regresar a la casa y nada más tomar las llaves de su auto y marcharse para reunirse con su secretaria, pero cuando abrió la puerta de la casa, sintió que todo dentro se él se calmaba para comenzar a funcionar con fuerza.

El aroma que le llegó a su nariz fue intenso que lo hizo pestañear varias veces. Se quedó mirando a la nada por unos segundos porque ese aroma lo había sentido antes. Cerró la puerta con fuerza y comenzó a caminar hasta donde provenía ese olor a uvas. Al entrar a su habitación, todo estaba inundado. Eran enormes cantidades de feromonas que lo envolvieron por completo y casi lo cegaron.

Lo vio en su cama de aquella forma y Saije abrió sus ojos para observarlo. Lo vio cerrar la puerta y como lo miraba con ese rostro serio y sus ojos negros cargados de peligro.

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Comments

QuesadilladeTrex

QuesadilladeTrex

No, no seas pendejo, no te calles, no lo escondas (traigo una perras ganas de llorar por qué me reflejo en ese wey).

2023-12-01

142

Laurence Chanell

Laurence Chanell

El lo sabe, yo lo se, tu lo sabes, nossotros lo sabemos, ustedes lo saben, ellos lo saben... CELO/Chuckle/

2024-05-02

1

Zulim

Zulim

carajo 😨

2024-05-09

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