15.

—Buenas tardes, Jaehan, ¿cómo va la vida de casado? —preguntó unos de sus amigos.

Se dieron un breve abrazo mientras reían. Pensó en contarle que estaban a nada de terminarse enterrando un cuchillo en la espalda, pero era capaz de darse cuenta de que las cosas habían estado cambiando desde la última semana que había transcurrido.

Pensó en que Saije estaba entendiendo mejor como es que eran en realidad las cosas porque ya no lo oía regañando por todo. Se había dedicado los primeros días a ver si lo que había sucedido le había afectado en algo, pero no había mucho que vigilar porque el Omega lo había olvidado bastante rápido. Asumió que, si hubiera pasado algo mucho peor, entonces el daño también habría sido peor.

—Normal.

—¿Normal? Se supone que no debería ser así de aburrido como lo cuentas tú. Si todos vimos las noticias hace unas semanas y el Omega que te conseguiste es muy lindo.

—¿Cómo va el tema de las cabañas a todo esto? —preguntó Jaehan cambiando de tema.

—Pues, va bien. Por ahora no hay mucho porque es invierno, pero ya en verano las ventas se disparan. Deberías ser el primero en arrendarme una cabaña para el verano —le dijo con una sonrisa divertida.

Jaehan no dijo mucho porque estaba revisando unos papeles.

—Ya veré para ese entonces. Quizás para ese tiempo ya esté divorciado.

—¿Divorciado por qué? Ya quisiera yo que me hubiera tocado tu suerte.

El Alfa soltó una sonrisa porque tenía bien claro que, si se le presentará un Omega como Saije en el camino, saldría corriendo. Las cosas no eran fáciles, al principio habían sido peores, pero al menos ya tenía su color de cabello normal y no andaba trayendo algo escrito en sus chaquetas.

—En fin, como te decía lo del otro día. Hay algunas bajas en ese sector, así que necesito invertir un poco más para ver si todo sube de aquí a dos meses más.

—Entonces, ¿vienes a pedirme dinero?

—¿Qué comes que adivinas? —preguntó el hombre riendo.

—Pues, debido a que solo vienes cuando necesitas dinero, lo asumí.

—¡Hey! ¿Cómo dices eso? Siempre he estado en todas contigo. Somos amigos desde que éramos niños y me sales con esa babosada de la nada.

Jaehan lo quedó mirando unos segundos. Era un Alfa igual que él, pero sabía como era. Mientras Jaehan estaba estudiando para algún examen, él andaba divirtiéndose con sus amigos y bebiendo.

—Si era uno de los más estudiosos —soltó el chico sintiéndose casi ofendido.

—Por lo que yo sé —dijo Jaehan —, mientras yo estudiaba, tú te andabas aprovechando de la buena voluntad de los Omegas.

El chico soltó una sonrisa.

—Bueno, yo no tengo la culpa de que ellos se anduvieran ofreciendo a ayudar.

—Bien, mejor dime, ¿cuánto quieres?

—Es poco, nada que te pueda complicar la vida, solo treinta millones de pesos.

Cuando él se fue, Magdalena entró con algunas cosas. Ella andaba sonriendo tanto como siempre y la buena voluntad que tenía en el rostro era casi inigualable. Se quedaron hablando un poco sobre algunos asuntos y luego ella nada más se marchó. No tuvo muchas cosas en el día, así que todo transcurrió bastante rápido. Cuando se dio cuenta, se encontraba en el baño de su empresa.

Se observó unos segundos en el espejo porque su cabello estaba igual a como recordaba. Había tenido que desligarse de muchas preguntas durante el tiempo que había durado el tinte, incluso de sus padres, así que sintió asombro de él mismo porque no imaginaba que pudiera ser tan bueno mintiendo cuando nunca en su vida lo hacía.

Apoyó sus manos en el lavamanos y se quedó viendo el anillo que no se lo había quitado desde que Saije le había dicho.

Al llegar a casa, se encontró con la mujer de siempre que se encargaba de la comida. Ella le comunicó que la cena estaba lista, así que Jaehan quiso subir para cambiarse de ropa y poder comer cómodo. Avanzó por el pasillo y, justo antes de entrar a su habitación, fue que vio una habitación abierta. Se quedó mirando atentamente porque esa puerta no debía abrirse jamás para que no salieran cosas que no deseaba ver.

Caminó de forma rápida cuando vio a Saije dentro mirando. Él no se dio cuenta de que alguien lo estaba viendo porque solo tenía en su mente las ganas de poder tomar ese violín con sus manos. Estaba lejos, pero se veía en buen estado y que casi lo estaba llamando para que lo sacara de aquella oscuridad en la cual había sido dejado hace demasiados años.

Pensó en que si estaba ahí era porque nadie lo iba a ocupar y que, en vez de dejarlo que siga juntando polvo o tirarlo a la basura, lo más propicio era que quedara para él, ya que le iba a dar un muy buen uso y lo iba a cuidar como hueso santo.

Estiró sus manos para tomarlo, cuando Jaehan gritó:

—¡¿Qué carajos estás haciendo aquí?!

Saije se giró de inmediato para verlo en la puerta con un rostro lleno de enojo.

—Y-yo...

—¡¿Cómo te atreviste a entrar aquí?! ¡¿Qué es lo que querías tocar?!

—N-nada, yo solo quería tomar el violín y...

Al oír eso, el enojo que sintió Jaehan fue peor. El Omega lo vio avanzar hacia él dando zancadas y se sintió pequeño otra vez. Cerró sus ojos con fuerza pensando que lo iba a golpear o algo peor debido al enojo que tenía en su cuerpo. El sentir como su brazo era tomado sin cuidado alguno lo hizo sentir pánico. Jaehan tiró de él sin importarle nada para empujarlo fuera. Cayó al suelo sobre sus rodillas soltando un quejido y lo siguió escuchando gritar.

—¡¡Nunca más vuelves a entrar aquí!! ¡¡A este lugar no entra nadie!! ¡Y ese violín es sagrado, nadie jamás lo podrá volver a tocar nunca!

—Joven Jaehan, cálmese, por favor —habló la mujer que llegaba donde Saije para ayudarlo.

—¡¿Cómo pudiste dejarlo entrar aquí?!

—Yo no me di cuenta. Él no lo sabe, no le grite, por favor.

Ella retrocedió intentando mantener a Saije detrás de ella viendo como Jaehan cerraba la puerta de un portazo.

—Vaya a su habitación —le susurró al Omega que estaba casi temblando por la actitud del Alfa.

—¡¿Cuántas veces debo decirte que guardes estas malditas llaves?! —bramó casi encima de ella.

La rabia que estaba sintiendo era tanta que estaba a nada de comenzar a golpear las paredes. El solo hecho de pensar que Saije pudiera tocar ese instrumento lo aterró. Todas esas cosas estaban ahí guardadas con llave porque él no toleraba verlas. El simple hecho de ver un violín por el centro de la ciudad le provocaba dolor y recuerdos dolorosos de su pequeña hermana.

Ella siempre lo había amado, tocaba dulces melodías todos los días mientras sonreía y él sabía que solo tocando el violín ella era feliz. Tal vez no podía caminar, pero ella muchas veces le había dicho que, al crear melodías, sentía que podía ser libre y capaz de todo.

—Lo siento mucho, no va a volver a ocurrir.

—Ese violín —murmuró y su voz se quebró por unos segundos —, ese violín es... especial.

Ella lo vio llorando igual que muchas otras veces. Sabía lo mucho que aquello le afectaba porque siempre habían sido muy apegados. Su hermanita pasaba más tiempo en la casa de Jaehan que en la casa de sus padres y él no había podido deshacerse ni de la silla de ruedas ni menos del violín.

Saije estaba asustado aún, pero pudo escuchar sus sollozos en el pasillo.

—Que nadie lo toque, por favor.

—Tranquilo, nadie lo va a tocar —le aseguro Anna mientras lo hacía caminar hasta su habitación.

Ella había sido testigo de como ellos siempre reían y la pasaban bien juntos. Jaehan había sido el mejor hermano de todos y había estado con ella siempre. A sus padres su muerte les había afectado, pero el dolor que aún seguía sintiendo él era arrasador. Había noches en que creía que escuchaba su voz y se levantaba para ir a su habitación y ver que no había nada. Había logrado vaciar la habitación de todo y era igual a todas las demás, pero deshacerse de esas dos cosas le era irrealizable.

Se quedó observando la fotografía que tenía en su mesita de noche donde salía ella con una sonrisa mientras sostenía el violín con sus manos.

Al otro día, Jaehan no tomó desayuno y solo se marchó y Saije no bajó en todo el día. Se quedó en su cama viendo el día pasar por la ventana hasta que escuchó el ruido del auto demostrando que él había llegado. Soltó un suspiro y quiso dormirse cuando escuchó la puerta ser tocada.

Hizo oídos sordos hasta que la escuchó abrirse. Jaehan lo quedó mirando unos segundos. Estaba mirando hacia la ventana, así que le daba la espalda. Vio la habitación hasta que sus ojos llegaron al jarrón donde estaban aún las otras flores que le había dado, pero estaban casi todas marchitas a pesar de que Saije les había estado cambiando el agua siempre.

—Yo nada más vengo disculparme por lo de ayer —murmuró —. No quise tratarte de esa forma, pero eso es un tema que aún no puedo manejar del todo bien. Me asusté cuando te vi ahí dentro. Si no quieres decir nada, está bien, solamente vine a pedirte perdón y traerte este obsequio.

Escuchó la puerta ser cerrada y se giró para ver como había un nuevo ramo de flores. Se puso de pie para caminar y tomarlo y pensó que eran tan bonitas como las otras que estaban muriendo. No dudó en cambiarlas y soltó una pequeña sonrisa.

No lo culpó mucho porque él también tenía cosas que aún no sabía como manejar y le provocaban miedo. Nunca creyó que un Alfa tan intimidante como él podía llorar, pero pensó en que solo las verdaderas personas eran capaces de mostrar todos sus sentimientos sin importar el que fueran mujeres u hombres o Alfas u Omegas.

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Comments

Eilbz<3

Eilbz<3

que odio, mínimo que le hubiera explicado tranquilamente. Luego se la quiere dar de nervioso pq secuestraron a su Omega y mira como lo trata 💁🏼‍♀️

2023-12-15

100

JharumyE

JharumyE

amigo por ahora, porque después vas a querer a volver a nacer y no haber conocido a Jaehan

2024-05-12

0

Zulim

Zulim

Ambos tienen dolor en su alma... ojalá se lleven bien pronto ☺️

2024-05-08

0

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