4.

—Buenos días, jefe, ¿todo bien?

—No, comí algo ayer que me provocó dolor de estómago.

—Oh, cuanto lo siento. ¿Quieres que le traiga algo para el dolor? —preguntó Magdalena al verlo con un rostro un tanto pálido.

—No te preocupes, devuélvele la llamada a mi madre, por favor.

—En seguida —contestó ella, para salir de la oficina.

Se sentó tomando un poco de café que se había comprado antes de llegar a su empresa. El malestar no lo dejaba en paz, pero tenía unas reuniones a las cuales debía asistir y que no podía dejar pasar. Cuando el teléfono del escritorio comenzó a sonar, lo levantó para contestar la llamada.

—Buenos días, Jaehan —habló una mujer al otro lado de la línea.

—Buenos días, madre, ¿cómo va todo por allá en Alemania?

—De maravilla. Las juntas han sido muy beneficiosas y hemos tenido compradores por montones. Regresamos en una semana más para que todos nos juntemos a comer algo en familia.

—Eso suena genial.

—¿Qué ocurre? Te notas un poco extraño. ¿Demasiado trabajo?

—Nada de importancia, solo que quise burlarme de alguien y termine como idiota.

Ella soltó una carcajada y su hijo la escuchó como le daba algunas indicaciones a otras personas.

—Por eso es que nunca debemos vernos más inteligentes que otros, al menor descuido somos nosotros los timados.

—Sí, ya lo entendí, me lo dejaron muy claro.

—Tu padre dice que pasará por tu casa entre hoy y mañana.

Ante eso, Jaehan se preocupó por creer que su padre podía terminar igual o peor que él.

—Dile que vaya cuando yo llegue a casa, madre.

—¿Por qué?

—No hay nadie en casa, hubo un problema con una pequeña plaga, así que todos tuvimos que salir de ahí para evitar algún contagio por el día. Dijeron que desde mañana a las ocho ya podíamos estar ahí —mintió sintiendo que comenzaba a sudar frío porque su madre siempre sabía cuando mentía y cuando no.

—Que extraño. En esa casa, durante los treinta años que lleva construida, jamás ha habido una plaga.

—Bueno, ya puedes ver que siempre hay una primera vez para muchas cosas. Discúlpame, madre, ahora tengo que ir a una reunión con un nuevo inversionista.

—De acuerdo, hijo, a propósito, he visto en el periódico y en las noticias como comienzan a hablar sobre tu matrimonio. Puedo manejar la situación si así lo deseas para evitar que se siga expandiendo por todos lados.

Soltó un suspiro porque estaba más que seguro que, en un día más, ya todos iban a estar al tanto de todo y no iba a poder tener a Saije solamente en la casa. No lo estaba dejando ahí para mantenerlo prisionero, más bien era para evitar que salga a hacer algo únicamente para sacarlo de quicio. Necesitaba pensar en una forma de hablar con él para llegar a un acuerdo sobre cómo manejar todo, pero estaba más que seguro que le iba a costar muy caro.

—No te preocupes, mamá, yo hablaré con Saije sobre todo esto.

—¿Estás seguro? No es fácil.

Y él tenía eso más que claro. Ya tenía dado por hecho que, a cambio de portarse bien, le iba a tener que comprar hasta un yate privado o algo peor.

—No te preocupes, tengo paciencia.

Salió simplemente para irse a su reunión mientras pensaba en qué podría estar haciendo el Omega. Estaba atento verificando su teléfono cada cierto tiempo para ver si tenía algún mensaje de sus hombres que le comunicaban que la casa se había quemado y no había quedado nada más que las cenizas.

Pero no iba a quedarse atrás.

Al llegar a casa, vio comida de nuevo, pero ni de chiste se acercó a la mesa. Dio pasos con cuidado creyendo que podía haber trampas.

Se fue a su habitación para cambiarse de ropa porque estaba más que agotado. Cuando iba a entrar a su baño, fue que escuchó a Saije cantar. Estaba más que cómodo bañándose restándole importancia a todo. No sabía cuánto tiempo llevaba en la ducha, pero le daba igual. Sabía que gastar agua inútilmente estaba muy mal porque estaba escasa en todo el planeta, no obstante, por un segundo, le dio igual porque solo lo quería ver casi morirse cuando le llegará la cuenta del agua.

Lavaba su cabello rosado con cuidado mientras seguía cantando y sintiendo el agua cayendo en su cuerpo. Jaehan aprovechó esos segundos para preparar su venganza. Sabía que tenía que hablar con él por el tema del matrimonio que estaba saliendo a la luz, pero no se iba a quedar en paz cuando, por culpa de Saije, había estado en el baño casi toda la noche.

Cuando el Omega sintió que había gastado suficiente agua, se comenzó a secar y colocar su ropa. Al abrir la puerta, fue que vio a al Alfa apoyado en la pared con el rostro serio de siempre mientras se cruzaba de brazos.

—¿Qué carajos miras, idiota? —soltó Saije con ganas de darle una patada voladora.

—Como vi que eres un muy buen dueño de casa, te traje está ropa para que la laves y la dejes bien planchada —habló indicando el montón de ropa que había a su lado.

El Omega le dio una breve mirada y sus dientes casi rechinaron por el enojo.

—De seguro que cualquier otro Alfa se sentiría más que feliz de tener una esposa tan buena y preocupada como tú. ¿El baño está lo suficientemente grande para su majestad? No quiero que te sientas incómodo, cariño.

El cuerpo del Omega casi tembló por el enojo que lo estaba consumiendo.

—¡¡Ni una mierda pienso lavar!! —soltó y comenzó a patear la ropa con enojo, para luego darse cuenta de que otra vez lo estaba provocando.

Pero Saije nunca perdía.

El Alfa lo escuchó regañar por horas interminables en la noche hasta que se quedó en silencio. Asumió que se había ido a dormir, pero no podía estar más equivocado. Saije no durmió en toda la noche para poder lavar su ropa e incluso hacerle unos arreglos.

Se quedó esperando que el Alfa apareciera y, cuando lo hizo, se quedó de pie mirándolo unos segundos porque tenía su cabello rosado vuelto para cualquier lado. La cara de loco no se la quitaba nadie. Dio unos pasos cuando vio la ropa perfectamente doblada en la mesa junto a una taza de café. Hasta ahí todo iba bien, pero lo vio demasiado tranquilo sentado como un niño bueno en el sillón, así que sabía que algo tramaba.

Se quedaron mirando por unos segundos viendo quién hacía el primer movimiento. Era casi como en esas películas del oeste donde se ganaban frente a frente en el desierto mientras pasaba una planta rodadora viendo quién levantaba el arma para disparar primero.

—¿No quieres el café? Lo preparé especialmente para mi esposo. Prometo que no tiene nada.

No confió en él en lo más mínimo. En lugar de tomar el café, tomo uno de los pantalones para ver qué tenían de raro. Los fue viendo normal hasta que notó que estaban cortados a la mitad en las piernas.

—Oh, ¿no te gusta? Es que viene la época de calor y no quiero que mi esposo sufra por aquello, así que le hice un ajuste a toda tu ropa. Según tú, no sé hacer nada, así que puedes ir viendo que puedo hacer muchas cosas.

—No te atreverías —habló el Alfa al imaginar que toda su ropa estaba de la misma forma.

—¿Quieres apostar? —preguntó con un tono angelical y una mirada de que no mataba ni una sola mosca.

De forma rápida comenzó a tomar toda su ropa para ver que toda estaba igual o peor. No solamente los pantalones estaban cortados, sino que tenía bordados de flores, de palabras groseras y había convertido unos pantalones en faldas.

En algunas chaquetas en su espalda tenía cosas escritas como: soy un idiota, soy un tonto, la tengo pequeña, entre otras cosas.

Tiró las cosas al suelo, pero inhaló profundo porque estaba seguro de que tenía paciencia aún. La ropa no era problema porque en la tarde podía pasar a comprar lo que quisiera, así que miró el café y solo tomó su maletín para irse a su trabajo.

—¡Adiós, que te vaya bien en el trabajo, querido!

Jaehan había pensado que únicamente esa ropa era la que tenía cosas extrañas escritas, pero se equivocaba. Saije se quedó riendo porque en su chaqueta que llevaba puesta también tenía algo que sus hombres, al verlo, se quedaron mirando unos segundos. No sabían si decirle o no, pero decidieron quedarse callados por miedo a que él creyera que ellos lo habían escrito.

Al llegar a la empresa, todos lo saludaban con una sonrisa que se esfumaba cuando lo veían de espaldas. Jaehan iba demasiado concentrado viendo su teléfono porque tenía una reunión a la cual acudir, así que no presto atención a las miradas o los susurros.

—Buenos días, señores, ¿cómo están? —preguntó mientras entraba a la sala de juntas.

Los hombres se pusieron de pie para saludarlo cuando, uno a uno, fueron viendo lo que tenía escrito.

—Como estaba planificado, los productos que fueron enviados han sido recepcionados sin problema alguno, sin embargo...

Se quedó en silencio cuando vio que todos lo miraban extraño.

—¿Qué sucede? —preguntó.

Los hombres se quedaron mirando sin saber quién debía decirle lo que estaba sucediendo, hasta que un hombre tuvo la valentía de decir:

—Sé que no es de nuestra incumbencia lo que a usted le guste en su intimidad sexual, pero creo que no hay necesidad de que lo ande diciendo de aquella manera.

Jaehan no entendió de qué estaba hablando. Se quedó más que confundido cuando otro dijo:

—Lo tiene escrito en su chaqueta.

Al oír aquello, se quitó la chaqueta de forma rápida para ver lo que tenía escrito en ella:

AMO QUE ME DEN POR DETRÁS TODOS LOS DÍAS.

Se quedó mirando aquello porque todo estaba perfectamente bordado con dibujos de pepinos verdes y berenjenas moradas. Cerró sus ojos porque jamás se dio cuenta de si tenía algo escrito en ella no. No supo como Saije había logrado tomarle esa chaqueta cuando estaba guardada en su ropero.

Pasó las manos por su cabello negro porque si él intentaba burlarse de Saije, entonces él le devolvía el golpe sin perder tiempo.

Se podría decir que iban dos a dos con el asunto de la comida y la ropa.

Tiró la chaqueta al suelo y se quedó en silencio por unos segundos. Al alzar la mirada, los hombres entendieron que no debían decir nada de lo que habían visto o iban a estar totalmente muertos. Su mirada oscura era más que clara para cualquiera y tragaron saliva con dificultad porque lo que menos deseaban era sentir sus feromonas que eran demasiado intensas y fuertes.

Al finalizar el día, estaba más que agotado, no solo por algunos problemas en la empresa, sino porque en su casa tenía un problema gigantesco.

No obstante, cuando llegó a casa, lo vio durmiendo en el sillón. No entendía como podía verse tan tranquilo cuando le comenzaba a parecer hasta en sus sueños donde lo intentaba matar.

Tragó saliva y lo escuchó soltar un pequeño ronquido y como se acurrucaba en el sillón.

Se fue simplemente a duchar y no pudo evitar sentir el aroma de Saije por todos lados. Intentó ducharse de forma rápida porque estaba más que agotado. Lavó su cabello con su champú habitual sin imaginar lo que le esperaba. Había almorzado fuera, así que solo deseaba irse a dormir y se acostó en su cama.

Al despertar, se fue al baño para lavar su rostro cuando vio que su cabello que era de un negro intenso y brillante, estaba azul.

—Bien, es un tres a dos, pero no por mucho tiempo —aseguró el Alfa.

Más populares

Comments

Valeri_Kass

Valeri_Kass

Top 5 de omegas que se ganaron mis respetos
Número one: Ethan 🛐✨
Número two: Saije✨❤️

2023-12-07

178

Dafne_Mimi08

Dafne_Mimi08

"hacerle algunos arreglos " se escucha peligroso o le quema la ropa o se la corta o las dos cosas

2023-11-22

103

HibPark96

HibPark96

Jajajajajajaja esta parte en tiktok me trajo hasta aquí

2023-12-16

61

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play