Capítulo 19: El dolor es estar enamorada

¿Cuántos días se quedó la princesa? El tiempo parecía decir que hasta podría quedarse para siempre. Bueno, al menos así lo sintió Mireya, porque con el maltrato de Casandra, comenzó a perderse en las horas y días. Pero no olvidaba sus palabras ni sus golpes, aun recordaba en carne propia la primera paliza que le dio junto con el motivo detrás.

—Por atreverte a soñar con ser duquesa, vas a pagar el precio cada día mientras esté aquí.

—Ah…. Yo…

—Déjame ser clara contigo, harapienta. Yo soy la princesa imperial, ¿entiendes? Ante mí, no eres más que el insecto más insignificante e inútil del mundo. ¿Creías que por compartir tu asqueroso cuerpo con el duque, él se casaría contigo?

“No, nunca lo pensé” pero sus palabras no podían salir, la princesa le daba mucho miedo.

—Pensar que dormiste con él más de una noche… —Casandra se enojó tanto que apretó sus dientes y terminó empujando a la sirvienta al suelo. Luego pasó a pisar una de sus manos con el tacón de su zapato—. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué dejó que alguien como tú se le acercara?! ¡Es que no lo entiendo! —piso más su mano hasta que le saco lágrimas y sollozos a la joven— ¡Soy más hermosa, soy elegante, letrada y hasta brillante! ¡Tú no eres más que una sucia harapienta horrenda!

—¡Lo sé…! ¡Lo se…! ¡Por favor…! —Mireya suplico por el dolo de su mano. Su reacción sumisa divirtió a la princesa condenándola al dolor de la retorcida pelirroja.

—¿Y de qué me sirve que lo sepas? —la sangre comenzó a salir, pero eso no detuvo a Casandra de seguir aumentando la presión en su tacón—. Él te tocó, te permitió estar a su lado, en su cama y castigando a los que molestaban… ¡¿Cómo puedes tener su atención?! ¡¿Cómo puede ignorarme por alguien como tú?! ¡No tienes nada especial, nada!

—Lo siento… pero por favor… no puedo lastimarme… por favor…

—¿Cómo te atreves a responderme?

Dejó de pisarla, pero solo para tomarla del cabello y cachetearla una y otra vez sin parar. Los gritos de Mireya no la detuvieron, solo cuando se cansó, las demás sirvientas sostuvieron a la joven para que la princesa siguiera.

Al final, Mireya terminó con el labio sangrando, las manos marcadas por el tacón, su cabello desordenado y sus mejillas inflamadas. Las demás sirvientas se reían sin parar, la doncella Emiliana le tiró la comida y el ama de llaves no hizo nada.

—Espero que entiendas tu lugar ahora —Casandra se limpió las manos y luego tomó una jarra llena de vino—. Pero aún te falta mucho para pagar tu osadía —le vertió el vino por completo.

“Ya entiendo…” y Mireya no se quejó más “Entonces, ya es momento de que pague la bondad que recibí. La maldición está cobrando cada caricia y beso que el señor me dio”.

—Si tienes algo de dignidad, te quedarás soportando todo esto hasta que sienta que ya tuve suficiente. Luego, te irás de este castillo con todos tus harapos.

—Está bien… —susurro Mireya ante la advertencia/consejo de la princesa—, no me iré hasta que usted quede satisfecha. Y en verdad lamento mucho todo…

“No puedo ser feliz, nunca lo seré, ¿verdad, abuela? Tú misma me lo dijiste: siempre aceptaré cualquier dolor que el mundo me dé. Realmente, soy incapaz de rechazar la ira de esta princesa”.

Casandra se sorprendió de que aceptara sus golpes sin quejarse. Esperaba que diera un poco de batalla, que afirmara que el duque la amaría y la haría duquesa. Así tendría más excusas para ser todavía más cruel. De todas formas, la sumisión de la sirvienta alimentaba su crueldad.

“Su débil persona es una invitación para hacerla sufrir” pensó la princesa.

Mireya regresó a su cuarto y comenzó a curar sus heridas. No se dio cuenta lo fácil que olvido las órdenes del duque ante las insultantes palabras de la princesa. Pero nunca se había sentido más insignificante en su vida hasta ahora.

Era algo natural, muchos se sentían piedras junto a la princesa. ¿Cómo se sentiría alguien como Mireya frente a una arrogante y resplandeciente princesa? La poca autoestima que tenía fue aplastada brutalmente. Al menos agradecía que su corazón no doliera como antes. Lo que más le asustaba era enojar al duque, pero no lo volvió a ver, al menos no de cerca.

A lo lejos solía ver a su señor bastante ocupado, con solo ver su rostro se notaba que no había dormido bien. Mireya decidió mantener la distancia hasta que él la llamara, hasta entonces, curaría sus heridas tal y como le prometió. Eso no quitó el maltrato de la princesa, quien dejó su rostro en paz para torturar el resto de su cuerpo.

—A Josefa le gustaba pinchar la punta de los dedos con agujas. Me pregunto ¿si realmente es divertido? Sujétenla bien y amordácenla, no quiero que grite tan fuerte.

“Duele…”

—¿Cuánto se te irritara la piel si decido echarte toda esta agua caliente? Bien, ¡comencemos con sus piernas de gallina! Quítenle la falda.

“Arde…”

Así siguió por varios días en los cuales el duque nunca la volvió a llamar. Entonces Mireya se convenció a sí misma de que ya no sería más su amante. Por eso alistó sus cosas con antelación, incluso averiguó el horario de los carruajes para regresar a su pueblo natal.

“Sabía que tendría que irme en algún momento, pero, por alguna extraña razón… esperaba que ese momento viniera un poco más tarde. ¿Por qué pienso de esta manera?”

En aquellos días de dolor, el duque tenía más trabajo de lo habitual gracias a la princesa. Casandra comenzó a esparcir rumores de su propuesta a los nobles aliados de Alexander. Así ellos se abalanzaron hacia su señor para exigir respuestas y decir sus opiniones.

Algunos creían que era una buena opción, otros dudaban. Pero ambos bandos investigaron de la misma forma a la princesa. Necesitaban hallar cualquier pista que demostrara su determinación o que solo quería jugar a la doble espía para el emperador. Y tal trabajo era realmente pesado, incluso para el duque. Fue cuando aceptó que la princesa Casandra era más que una arrogante e infantil niña que solo estaba loca por casarse con él por su orgullo herido.

“De verdad… ¿quiere ser emperatriz?

—La princesa Casandra sabe de la rebelión, es obvio que no quiere morir. Estar de parte del emperador es una desventaja, porque no es más que un idiota alcohólico y lujurioso.

—Encontramos rumores de que el emperador planea vender a su hijo a uno de los reyes súbditos. Un hombre mayor con fama de golpear a sus esposas. Tal vez quiere evitar eso.

—Pero no deja de ser la hija del emperador ¿Cuántas familias han caído en desgracia por sus mentiras? Siempre ha obedecido a su padre y no es muy diferente a él.

—También es arrogante, llena su palacio con varios hombres y muchas sirvientas han huido de ahí por sus crueles castigos sin motivo.

Así discutían los nobles encerrados en una cabaña escondida para evitar a cualquier espía. Los viajes a ese lugar fueron tantos que la mayoría ya estaban agotados, pero no se quejaron. Alexander solo pensaba en cómo manejar la propuesta de la princesa.

“Si acepto, la rebelión no es necesaria. El emperador morirá y tomaré el trono hasta dárselo a mi “hijo”. Sin embargo, la princesa no dejará que algo así suceda. Es más que obvio que quiere ser emperatriz y amarrarme a su lado para siempre. No hay manera de decirle que su hermano menor heredara el trono, tampoco engañarla con su falsa identidad”.

—¿Han olvidado el futuro de este imperio? —preguntó Alexander furioso—. El plan siempre fue poner a Dimitri en el trono. No hay manera de engañar al imperio con su nacimiento.

—Puedo adoptarlo legalmente como su hijo ante todos. Tiene los rasgos de la familia imperial, así que nadie debería quejarse.

—El duque se refiere a la princesa Casandra. Ella no aceptará darle el trono a un niño que nunca ha visto en su vida. Le dará igual que lleve su sangre.

Las discusiones siguieron y evitaron que Alexander se preguntara cómo estaba Mireya. Pensó que nada le pasaría, pues ella estaba a salvo en el ala este y la princesa en el oeste. Sus sirvientes eran leales y creyó que nadie intentaría nada peligroso.

“Hace mucho que no vuelvo, quiero verla”.

—Terminemos por hoy —dijo el duque—. La princesa está metida en actos de caridad hacia las familias afectadas por los bárbaros del este. Hablaré más con ella para determinar alguna otra intención, por ahora, quiero que busquen una opción que me permita usarla y luego desecharla sin consecuencia. Eso es todo.

Cuando regresó al castillo, el mayordomo le dijo que la princesa lo esperaba para cenar. Alexander no tuvo opción y aceptó, a pesar de que sólo quería echar a esa mujer de su hogar.

—Es una pena haberlo visto tan poco, su excelencia. Pero me alegro que me acompañe a cenar, le comento que me acomodé bastante a la vida en el norte. Ayude a muchas personas y me he estado divirtiendo dentro del castillo —Casandra recordó las torturas hacia la sirvienta sumisa.

—Sea clara de una vez, no soporto su falsedad, princesa.

—Directo al grano, como siempre —alzó su copa para brindar, aunque lo hizo sola—. Sé que sigue pensando en mi propuesta y me alegra de que no lo tome a la ligera. Así que, me gustaría dejar en claro ciertas condiciones para que vea que no trato de estafarlo. Quiero ser sincera con usted sobre nuestro futuro si accede a nuestro matrimonio por contrato de toda la vida.

“¿Para toda la vida? No es diferente a ponerme una correa y saciar tu ego herido por mis palabras. Puedes desear poder, pero no dejas de ser una loca desesperante”.

—La escucho, princesa.

—Para empezar, quiero que cumplamos nuestro deber como esposos hasta que tengamos un heredero varón. No quiero hijos ilegítimos, así que no aceptaré ninguna amante de su parte, su excelencia. Por supuesto, tampoco tendré aventuras con otros hombres, se lo aseguro.

—Ja, de pronto luce como alguien ingenua. Dígame, ¿Cómo sobrevivirán dos personas en un matrimonio por contrato sin un amante? La idea de tocarla, no ha pasado por mi mente, menos ahora que lo menciona.

“¿Cómo te atreves…?” Casandra controló su ira “¿Cómo puedo darte tanto asco pero tocas por varias noches a una harapienta simple y tonta?”

—No quiero que nuestro matrimonio se complique por amantes que crean que puedan ser la madre del futuro emperador.

“Con lo que dijo, es más que obvio que no aceptara a Dimitri como heredero”. Alexander pensó en aquel niño que creía lejos y a salvo. “Pero ni ella sabe de su existencia, así que él está a salvo aun. De todas formas, no planeo dejar mi tierra natal para ser emperador. Además, la idea de que ese maldito muera sin que se sepa sus crímenes, me desagrada”.

Alexander imaginó al pueblo llorar por el emperador como si fuera alguien noble. Él sabía que los crímenes de tal hombre deberían saberse para que todos tengan la libertad de insultarlo y humillarlo. Pero también le tentaba la propuesta de torturarlo por el tiempo que deseara.

—Gracias por ser sincera, princesa. Seguiré pensando en su propuesta, con permiso.

—Mañana iré a dar un paseo por bote en el lago. No está tan congelado como espere y quiero aprovecharlo. Para cuando de mi segundo paseo, quiero una respuesta, su excelencia.

Esa noche, Alexander no llamó a Mireya, se cansó tanto que se durmió rápido. Aunque sí sintió el vacío en su cama, pero ni así tocó la campana para que ella viniera a sus brazos. “Estoy agotado…” pensó “La princesa da muchos problemas, ¿hace cuánto que ni vengo a mi propia cama? Qué fastidio… y aún estoy lejos de hallar una solución”.

Casandra dio su paseo en el lago con calma. Pasaron varios días donde la rutina siguió: el duque ocupado fuera del castillo, la princesa pretendiendo ser buena al ayudar a los desamparados y Mireya siendo torturada en el castillo.

—La princesa quiere que la acompañes en su paseo al lago —ordenó Henrietta.

El segundo paseo por el lago llegó, pronto Alexander sabría de esto. Lo curioso es que ya tenía una decisión clara. Pero hasta que él llegara, Casandra decidió disfrutar más tiempo en el pequeño bote con Mireya, a quien obligó a usar los remos sin darle un abrigo.

El clima no era tan fuerte, pero igual hacía frío. El lago aún tenía hielo en algunas partes y Mireya no ha podido comer bien desde que las demás sirvientas volvieron a molestarla. El miedo que sentían había desaparecido por completo con el apoyo de la princesa. Así que sus brazos ya estaban agotados de tanto remar, pero Casandra seguía ordenándole que remara más y más.

—Cada vez que te veo, me sigo preguntando ¿Qué rayos vio en ti? Ni siquiera tu personalidad es interesante. Eres tan aburrida y sumisa, pero admito que sirves como una buena herramienta de desahogo. Que no te quejes o huyas hace todo fácil —Casandra limpio el barro de sus zapatos en el vestido de Mireya sin importarle que lastimara sus rodillas con el tacón de cada par.

—Uh… —gimió de dolor, pero siguió remando.

—Que patética eres, pero eso te pasa por soñar demasiado alto —le ordenó que parara, habían llegado al centro del lago y abajo era lo más profundo—. Coloca estas rocas en tus bolsillos y párate, rápido —Mireya obedeció con miedo y cuidado, pues el bote se mecía con cada movimiento—. Bien, ahora dime la verdad ¿realmente querías ser duquesa?

—No, princesa… yo no quería eso.

—¡Mentirosa! —golpeó sus piernas, otra vez el bote se tambaleo—. No importa cuanto lo pienses, es obvio que estás enamorada de Alexander. ¿Y cómo no? Seguro caíste rendida ante sus atenciones y belleza. Pero ahora comprendes que él nunca te tuvo en su corazón.

—¿Corazón? —pregunto extrañada— ¿por eso duele aquí? —señaló el suyo.

—Ah, Dios… qué patética eres —se rió como nunca, pero aun con elegancia y belleza—. ¡Realmente lo amabas! ¡Y ahora tu corazón está roto porque te diste cuenta que tu patético amor nunca fue correspondido!

“¿Amor?” y Mireya se dio cuenta del motivo detrás de su dolor en el corazón. Pero aún era una respuesta vaga e incompleta para ella. Para su buena o mala suerte, Casandra siguió hablando y aclarando sus dudas junto con risas y burlas:

—¿Piensas en él cada noche? ¿Te gusta que te abrace y te bese? ¿Te sonrojas cuando lo ves? ¿No te parece el único hombre hermoso a tus ojos? —risas y más risas por la inocencia de la sirvienta que descubría un nuevo dolor pero similar al de su madre—. Seguro tu corazón palpitaba con solo verlo, que te sentías en las nubes entre sus brazos, que tu mente solo pensaba en él la mayor parte del tiempo. Sin duda, harapienta, estas perdidamente enamorada de un hombre que nunca estuvo a tu alcance. Alexander es un hombre que vive en la cima y tú en la tierra, es un noble importante y tú no eres nadie. Solo yo, una princesa imperial, merece estar a su lado —tomó uno de los remos con cuidado—. Ahora seré yo a quien abrace y bese cada noche, seré su esposa, la madre de sus hijos y su única mujer. ¿Y tú? ¡No serás ni un mísero recuerdo en su futuro conmigo!

Antes de poder pensar en algo más, Mireya fue empujada con uno de los remos al lago. No sabía nadar y las rocas la hundían en lo profundo en el gélido lago. Pero su mente aún seguía perdida en las palabras de la princesa.

“¿Amor? Todo este tiempo… ¿era amor?” Mireya no negaba nada, realmente pensaba en el duque, le sonrojaba que él la viera, su corazón palpitaba con sus caricias y besos. Extrañaba estar entre sus brazos y escucharlo susurrar lo linda que era. “Olvide todo por él…” El deseo de morir a manos de su madre, la espera a pagar por la felicidad que tenía y el miedo a todo lo que la rodeaba. No podía pensar en nada más si el duque siempre estaba a su lado.

Mireya confesó sus deseos egoístas, según ella: quería seguir más tiempo así. No quería alejarse del duque y volver a ser lo de antes. Nunca pensó, en ningún momento, que todo se debía al amor. Su abuela le dijo que nunca odiaría a nadie, amaría y aceptaría el dolor sin quejas. Así vivió con su madre por varios años. Sin embargo, a pesar de que convivió menos tiempo con el duque, no pudo evitar desear más de aquel sentimiento. “Debo soltarlo…” Mireya comprendió todo: lo amaba, pero él no. Nunca podría estar a su lado, él era un noble poderoso que solo podría casarse con alguien como la princesa. ¿Y ella? Apenas tenía un nombre y apellido.

“La maldición es clara, el precio por su bondad…” el frío la privó de sus movimientos. El agua inundaba casi todos sus pulmones y pronto perdería la consciencia “El dolor es estar enamorada”.

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Comments

Liliana Diaz

Liliana Diaz

no demasiado ya de verda autora pere con tanto maltrato y sufrimiento

2024-01-08

0

Maddy Alarcón

Maddy Alarcón

Ya me hartó tanto sufrir de Mireya eres sádica autora cuándo va cambiar su vida??, ya mejor matala😱

2023-11-09

0

Angi Jose

Angi Jose

he entrado mil veces hoy 😔 estoy preocupada por Mireya.

2023-01-07

0

Total
Capítulos
1 PRÓLOGO
2 Capítulo 1: Nacida en el Ocaso
3 Capítulo 2: Una salida desesperada
4 Capítulo 3: Su nueva vida
5 Capítulo 4: Noche en lágrimas
6 Capítulo 5: En la mira del duque
7 Capítulo 6: La unica sirvienta del duque
8 Capítulo 7: Suspiros y trampas
9 Capítulo 8: El cruel rostro ante la mirada sumisa
10 Capítulo 9: Rebeldes y soledad
11 Capítulo 10: Heridas que sanar
12 Capítulo 11: Cancion nocturna
13 Capítulo 12: Ducado Aenker, el norte del imperio.
14 Capítulo 13: El frio corazón del duque
15 Capítulo 14: Al calor del fuego
16 Capítulo 15: Habitación cerrada
17 Capítulo 16: La princesa Casandra
18 Capítulo 17: La calma antes de la tormenta
19 Capítulo 18: La princesa quiere ser duquesa
20 Capítulo 19: El dolor es estar enamorada
21 Capítulo 20: Sin saberlo...
22 Capítulo 21: La última noche Parte 1
23 Capítulo 22: La última noche Parte 2
24 Capítulo 23: Comenzar de nuevo
25 Capítulo 24:Kenian, un pequeño lugar en Zalys
26 Capítulo 25: Si al sur vives, gentil eres
27 Capítulo 26: La guerra de él, la memoria de ella
28 Capítulo 27: La cruel imaginación
29 Capítulo 28: Flores marchitas
30 Capítulo 29: El muro que los separa
31 Capítulo 30: La futura reina no quiere una cita
32 Capítulo 31: Una obsesión incontrolable
33 Capítulo 32: Prueba de fe
34 Capítulo 33: Corazones sinceros
35 Capítulo 34: Trampa para preguntar
36 Capítulo 35: La promesa de Louren
37 Capítulo 36: El festival de la cosecha
38 Capítulo 37: De regreso al norte
39 Capítulo 38: La tristeza del Rey del Este
40 Capítulo 39: Una desición inocente
41 Capítulo 40: El primero en años
42 Capítulo 41: El duelo
43 Capítulo 42: La última rosa Parte 1
44 Capítulo 43: La última rosa Parte 2
45 Capítulo 44: El milagro de Mireya
46 Capítulo 45: Una nueva promesa
47 Capítulo 46: Deseos contenidos
48 Capítulo 47: El único heredero de Caleshen
49 Capítulo 48: Louden, el reino del oeste
50 Capítulo 49: El milagro para el rey y patriarca
51 Capítulo 50: El hombre sin culpa
52 Capítulo 51: Confrontación
53 Capítulo 52: Invernadero
54 Capítulo 53: Advertencia de salvación
55 Capítulo 54: La salvación del marqués Jassein
56 Capítulo 55: Mi luz
57 Capítulo 56: Por un nuevo ocaso
58 Capítulo 57: La fortaleza Roinar
59 Capítulo 58: Salvación cálida
60 Capítulo 59: La Santa
61 Capítulo 60: Sentencia en el mar
62 Capítulo 61: Al borde del fin
63 Capítulo 62: La trampa de Casandra
64 Capítulo 63: Milagro en el infierno
65 Capítulo 64: Justicia del este, Venganza del norte y Paz del oeste
66 Capítulo 65: Louren en el Ocaso
67 EPÍLOGO
Capítulos

Updated 67 Episodes

1
PRÓLOGO
2
Capítulo 1: Nacida en el Ocaso
3
Capítulo 2: Una salida desesperada
4
Capítulo 3: Su nueva vida
5
Capítulo 4: Noche en lágrimas
6
Capítulo 5: En la mira del duque
7
Capítulo 6: La unica sirvienta del duque
8
Capítulo 7: Suspiros y trampas
9
Capítulo 8: El cruel rostro ante la mirada sumisa
10
Capítulo 9: Rebeldes y soledad
11
Capítulo 10: Heridas que sanar
12
Capítulo 11: Cancion nocturna
13
Capítulo 12: Ducado Aenker, el norte del imperio.
14
Capítulo 13: El frio corazón del duque
15
Capítulo 14: Al calor del fuego
16
Capítulo 15: Habitación cerrada
17
Capítulo 16: La princesa Casandra
18
Capítulo 17: La calma antes de la tormenta
19
Capítulo 18: La princesa quiere ser duquesa
20
Capítulo 19: El dolor es estar enamorada
21
Capítulo 20: Sin saberlo...
22
Capítulo 21: La última noche Parte 1
23
Capítulo 22: La última noche Parte 2
24
Capítulo 23: Comenzar de nuevo
25
Capítulo 24:Kenian, un pequeño lugar en Zalys
26
Capítulo 25: Si al sur vives, gentil eres
27
Capítulo 26: La guerra de él, la memoria de ella
28
Capítulo 27: La cruel imaginación
29
Capítulo 28: Flores marchitas
30
Capítulo 29: El muro que los separa
31
Capítulo 30: La futura reina no quiere una cita
32
Capítulo 31: Una obsesión incontrolable
33
Capítulo 32: Prueba de fe
34
Capítulo 33: Corazones sinceros
35
Capítulo 34: Trampa para preguntar
36
Capítulo 35: La promesa de Louren
37
Capítulo 36: El festival de la cosecha
38
Capítulo 37: De regreso al norte
39
Capítulo 38: La tristeza del Rey del Este
40
Capítulo 39: Una desición inocente
41
Capítulo 40: El primero en años
42
Capítulo 41: El duelo
43
Capítulo 42: La última rosa Parte 1
44
Capítulo 43: La última rosa Parte 2
45
Capítulo 44: El milagro de Mireya
46
Capítulo 45: Una nueva promesa
47
Capítulo 46: Deseos contenidos
48
Capítulo 47: El único heredero de Caleshen
49
Capítulo 48: Louden, el reino del oeste
50
Capítulo 49: El milagro para el rey y patriarca
51
Capítulo 50: El hombre sin culpa
52
Capítulo 51: Confrontación
53
Capítulo 52: Invernadero
54
Capítulo 53: Advertencia de salvación
55
Capítulo 54: La salvación del marqués Jassein
56
Capítulo 55: Mi luz
57
Capítulo 56: Por un nuevo ocaso
58
Capítulo 57: La fortaleza Roinar
59
Capítulo 58: Salvación cálida
60
Capítulo 59: La Santa
61
Capítulo 60: Sentencia en el mar
62
Capítulo 61: Al borde del fin
63
Capítulo 62: La trampa de Casandra
64
Capítulo 63: Milagro en el infierno
65
Capítulo 64: Justicia del este, Venganza del norte y Paz del oeste
66
Capítulo 65: Louren en el Ocaso
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