Capítulo 18: La princesa quiere ser duquesa

Casandra controló su ira al darse cuenta que el duque no salió a recibirla. El mayordomo afirmó que el señor tuvo que salir a recorrer los alrededores de la ciudad. Quien le explicó el interior del castillo, sus reglas y donde se quedaría, fue el ama de llaves Henrietta. La mujer mayor se sintió honrada de recibir a la princesa, era obvio que no conocía el desagrado del duque por la joven

Alexander regresó al castillo en la noche y recibió la noticia de que la princesa exigía verlo para un asunto de suma importancia. Intentó rechazarlo, pero supo que la consentida podría hacer un mayor escándalo si seguía evitándola.

—Buenas noches, su excelencia —saludo Casandra luciendo hermosamente.

—Princesa, no debería perder el tiempo. Y soy una persona bastante ocupada, atenderla es una pérdida de mi valioso tiempo. Mejor tome sus cosas y regrese a la capital, el norte no es un lugar para alguien tan débil como usted.

—Su preocupación me halaga, pero tengo algo que decirle. Estoy segura que una vez que lo diga, tendré toda su atención por completo. Pero antes, cenemos, por favor. Sus sirvientes se han esforzado en esta cena cuando les dije que quería algo sumamente especial. No hay que desperdiciar sus esfuerzos tan nobles.

El duque no ocultó su desagrado por la princesa en ningún momento. Estaba más enojado porque esperaba ir a su cuarto y llamar a Mireya. La cabeza le dolía tanto que su desesperación por aspirar ese aroma florar aumentaba a cada momento.

—Diga de una vez lo que quiera, estoy harto de perder mi tiempo.

—Cuánta desesperación —Casandra se divertía al alterar al duque—. Bueno, le quería proponer una propuesta muy ventajosa para usted.

—Si habla de matrimonio puede olvidarlo. No planeo casarme, princesa.

—Pero no se apresure, es más un matrimonio por contrato, aunque uno para toda la vida —su sonrisa peligrosa le demostró al duque que ella no estaba jugando.

—¿A qué se refiere?

—Su excelencia, soy consciente de la personalidad de mi padre. El imperio se ahoga en altos impuestos, corrupción de nobles y hasta del ejército. Con este ambiente, una rebelión no está lejos de suceder —su sutil sonrisa le dijo al duque que sabía sus intenciones—. Y no deseo pagar con mi vida los pecados de mi padre.

—Habla como si usted fuera alguien inocente.

—Ah, bueno… oficialmente si lo soy. Así que soy una frágil princesa con un cruel padre, ¿de acuerdo? No nos desviemos del tema.

“Su hipocresía es demasiado alta” Alexander se cansó de ella, pero decidió dejarla hablar para terminar la absurda cena que compartían.

—Ya que me dejara hablar, seguiré con mi propuesta —bebió vino tan tranquila, como si toda la situación le divirtiera—. Su excelencia, deseo derrocar a mi padre y poner a mi futuro esposo en su lugar. Por supuesto, todo será una muerte natural en vez de una larga y aburrida rebelión.

La propuesta tan peligrosa era algo que todos habían pensado. Si Alexander se casara con la princesa, todo lo que tendría que hacer era matar al emperador y listo. Sin embargo, había muchos inconvenientes: el marqués Jassein habría ideado una forma de hacer ese matrimonio una correa para el duque o la misma princesa habría sido una espía para su padre. Pero que la misma hija de aquel tirano incompetente se ofreciera para tal plan, eso lo cambiaba todo.

—La princesa no debe saber lo peligroso de sus palabras.

—No soy tan tonta, su excelencia. Se le olvida que tuve todo desde que nací, la educación también fue algo que quise y lo obtuve. No me gustaba la idea de ser una tonta de rostro bonito y dejar que otros presuman su inteligencia delante de mí. Aprendí que si ocultaba este lado mío, todos me tomarían como alguien incapaz de hacer actos crueles, como conspirar contra su padre. Esta actuación me dio la confianza del emperador, por eso nadie sospechara mis intenciones.

—¿Y todo lo que quiere es el trono?

—Por favor, su excelencia. ¿Acaso el imperio permitirá que una mujer herede el trono? Ya le dije que no soy tan ingenua. Por eso, prefiero tener a un esposo que me apoye y odie a mi padre a la vez. Sobre todo, tiene que ser alguien capaz de enfrentar el poder del marqués Jassein. Conmigo de su lado, podrá saber todo lo que le falta de su ex cuñado.

—Habla como si tuviera las conexiones para espiar a tal hombre. Solo por si acaso, no me interesa la gente que reporta los gustos o gente que rodea a sus objetivos.

—¿Habla de Josefa? Ay, su excelencia, no se enfade tanto. ¿Acaso no le ayudó a atrapar a los espías de mi padre? Sinceramente, me habría gustado decirles quienes eran, pero hasta ahora yo tengo límites en averiguar esas cosas. Por suerte, tengo el pase para darle las herramientas.

—¿Insinúa que sacrificó a esas sirvientas solo por ayudarme?

—Como es el hombre correcto para mí, es justo hacer todo por demostrarle que soy la mujer adecuada para estar a su lado.

“No puede ser…” Alexander ahora tenía una importante decisión. Su incertidumbre fue notada por la princesa, quien muy sonriente, se levantó de la mesa para irse a dormir.

—Lo dejaré a solas con sus pensamientos. Sé que no es una decisión fácil —se acercó a él hasta poner sus manos en sus hombros y susurrarle al oído—. ¿No es mejor este plan que perder el tiempo en una rebelión? Además, así podrá matar a mi padre de la forma en que usted lo desee. ¿No es algo maravilloso? —su voz maligna era seductora cuando hablaba sobre los deseos del duque. Avivó su imaginación con incontables formas de matar al hombre que más odiaba, aquel que le quitó todo lo que amaba—. Y sean horas o días, tendrá la vida de ese inútil en sus manos. Todo lo que necesita, es aceptar mi oferta y tomarme como su esposa. De ahí, el tiempo para ser emperador pasará tan rápido que será como si este día fuera un ayer cuando llegue a ese futuro.

Casandra se retiró a su cuarto con su máscara de una princesa bondadosa y frágil. Pero en su interior, no paraba de sonreír de lo cerca que estaba por hacer al duque Rouwrey completamente suyo. No había motivos para que rechazara su poderosa propuesta.

—Mi princesa —Emiliana la espero en su cuarto con nuevas noticias—. Al parecer, en este castillo, el duque tiene una amante muy especial.

—¿Amante? ¿Especial? —pero solo unas palabras eliminaron su buen humor—. Y yo que creí que me aburriría aquí, parece que tendré que castigar a la insolente que tocó a mí hombre.

—Se llama Mireya Britton, tiene 24 años, trabaja en el castillo desde el año pasado. Las sirvientas de esta ala la llaman la harapienta. Pero ya no la ven a menudo.

—¿Y es por qué?

—Porque el duque se la llevó al ala este.

—¿El ala este? —“el mayordomo me dijo que en esa ala duerme el duque y que hasta yo tengo la entrada prohibida. ¿Es por esa amante?

—Lleva con esa joven sirvienta casi un año de relación. Algunas escucharon rumores de cómo las sirvientas que molestaron a Mireya terminaron golpeadas y despedidas. Josefa fue castigada con la muerte por solo torturar a esa sirvienta.

“Ya entiendo, uso a esa sirvienta como carnada para atrapar a Josefa. Pero, eso fue hace mucho. Y él no es un hombre que mantiene una relación con una mujer. Es imposible que tenga una amante oficial. Pero la información del ala este apenas llega a este lugar”.

—El ama de llaves —susurro—, que mañana venga a verme temprano. Si alguien sabe si esa amante es auténtica o no, es la señora Henrietta.

—Pero es una mujer leal al duque, princesa.

—Y por eso deberá saber que soy su futura duquesa. A menos que quiera llamar señora a una sirvienta que todos llaman harapienta.

Con la llegada de la princesa, todos en el castillo estaban animados. No paraban de alabar su belleza y lo bien que se veía al lado del duque. La palabra boda se escuchó en todas partes, incluso en el ala este donde ella no podía ingresar. Así que, Mireya escuchó todo sobre la famosa princesa de boca de todos los empleados.

—En la capital no paran de decir la hermosa pareja que hacían.

—Escuché que el duque la invitó para proponerle matrimonio.

—Sea un rumor o no, es obvio quién será la nueva duquesa.

—¿Quién mejor que la princesa imperial para ser la esposa de nuestro señor?

—Eso significa… ¿Qué la harapienta dejará de ser la amante?

Mireya asoció la llegada de la princesa como el fin de su relación con el duque. Lo extraño era que, ella siempre sabía que terminaría todo algún día. Se preparó para irse del castillo, regresar con su madre y darle fin a su vida. Sin embargo, contrario a como predijo sentirse, el pecho le dolía hasta el punto de que fue con el médico James para que la revisara.

—Me alegro que seas tú quien venga a verme cada vez que te sientas mal. Me asusté mucho de que no pudieras cuidarte por tu cuenta.

—El señor me ordenó que no debería enfermarme más.

—Sí, es cierto. Pero lo bueno de esa orden, es que ahora eres más consciente de tu salud. No fue la mejor manera de impulsarte, pero ayudó mucho.

—Si… entonces, ¿Qué significa el dolor de aquí? —señaló el lugar donde estaba su corazón.

—Bueno, todo luce bien. No hay señal de alguna enfermedad cardiaca, seguro es el estrés. Esperaba que algo así te pasara ya que no estás acostumbrada a no trabajar tanto. Al cuerpo le cuesta adaptarse a un nuevo ritmo de vida, y tu mente está igual de desconectada con tu rutina.

—Es cierto que aún no me acostumbro bien a no hacer más trabajo. De hecho, más de una vez intenté hacer labores que no me encargaron.

—Es difícil adaptarse a un nuevo estilo de vida y más si es porque te lo ordenaron. Pero, aunque sea una orden, fue lo mejor para ti. De seguir como estabas, seguro te habría dado una auténtica enfermedad cardiaca. Que suerte que no es así.

—Si…

—O… de casualidad, ¿estás así por lo de la princesa?

—Eso… —Mireya lo pensó mucho y de nuevo sintió ese pequeño dolor—. Otra vez duele…

—Mmm… —James noto el verdadero problema, pero no tuvo el valor de decirlo. Se dio cuenta que la joven no sabía lo que le pasaba y, según él, era mejor que no lo supiera—. Los nobles siempre se casan con nobles, es lo que siempre pasa.

—Entonces, ¿realmente se van a casar?

—Algún día, el duque tendrá que volver a casarse, eso es cierto. Pero créeme cuando te digo que no será con la princesa.

—¿Y por qué no? Escuché que es la mujer más hermosa del imperio.

—Sí, pero no es alguien del agrado del señor. Además, dudo mucho que se sienta listo para otro matrimonio. Esto es un secreto, pero estoy seguro que no me delatarás: él aún no supera a su esposa. Era la mujer que amaba de corazón y a ella no le decían la más hermosa del imperio.

—Ya veo… el señor no ama a la princesa porque ama a su esposa.

—Así es.

“Entonces, tampoco me ama a mí porque ama a su esposa”. Ese pensamiento le dio otro dolor a Mireya. Pero a pesar de que pensó en las palabras correctas, seguía sin darse cuenta del motivo detrás de su dolor. “Que extraño…”

—Ya me siento mejor —mintió—, debo regresar, tengo que limpiar la oficina del duque.

—Buena suerte y cuídate.

De camino a esa oficina, Mireya se cruzó con un grupo de sirvientas que se rieron apenas la vieron. No la dejaron pasar, querían divertirse. Aunque sabían que no debían golpearla, nada les impedía atacarla con las palabras de la realidad.

—Supongo que ya lo oíste, harapienta.

—La princesa está en el castillo y es más que obvio que es porque el duque le propondrá matrimonio. Pronto perderás tu lugar de amante.

—Pero era obvio que este día llegaría, porque no eres más que una sucia plebeya que calentó la cama del señor. Era imposible que te convirtieras en duquesa.

—Ya no eres tan arrogante ahora ¿cierto?

—Ni se te ocurra escapar sin antes pagar el precio de tu arrogancia. ¿Acaso creíste que el duque se casaría contigo? Tonta plebeya, se acabó tu tiempo de calentar la cama del señor.

Se fueron luego de decirle más palabras hirientes. Mireya siguió su camino sin dejar de pensar en aquellas palabras. Todo eso aumentaba el dolor en su pecho, pero seguía sin comprenderlo. ¿Realmente todo era por el estrés? ¿Su nueva rutina? ¿Los cambios?

“Desde que la princesa llegó, no he visto al duque. Anoche no me llamo”.

Mireya durmió en su cama después de mucho tiempo, fue tan extraño que sintió que algo faltaba a su lado. Pero a pesar de lo fácil que era hallar la respuesta, ella ni siquiera lo pensó. En su sueño, el duque estaba a su lado abrazándola con cuidado como acostumbraba.

“¿Será por qué he dejado crecer mi cabello? Pierdo mucho tiempo al trenzarlo”.

Al día siguiente, el duque tampoco la llamó. Decidió cepillar a Darío hasta que el señor se fuera de su habitación. Cuando terminó, Henrietta estaba esperándola afuera. Mireya saludó cortésmente y se puso nerviosa por la oscura mirada del ama de llaves.

—Alguien quiere verte, acompáñame.

La siguió en silencio hasta el ala oeste, donde varios empleados susurraban y se reían a su espalda. Sin entender mucho, bajó la mirada y siguió avanzando. Llegó a una gran habitación a la que nunca había entrado. Al ver el lujo que contenía, comprendió el motivo: era muy bonita para que alguien como ella limpiara hasta su fino piso.

—Es ella, princesa.

Mireya seguía con la mirada baja. Sabía que al frente estaba la princesa de la que todos hablaban. No está sola, había muchas sirvientas y otra joven vestida elegantemente. Logró reconocer el rostro de algunas empleadas, pero del resto no.

—Levanta tu cabeza, harapienta.

En cuanto alzó la vista, Mireya no pudo controlar su expresión de asombro. Y es que si el duque le parecía el hombre más hermoso, la princesa era, sin duda alguna, la mujer más hermosa en todo el mundo. Una piel tan blanca y brillante, una altura adecuada, de cuerpo esbelto con proporciones adecuadas, un cabello tan largo, sedoso, ondulado y rojo. Pero sin duda, eran sus ojos rojos su mayor atributo. Sin duda parecían dos joyas finas.

Añadiendo a su belleza, la princesa vestía hermosamente. Un vestido rojo con listones y encajes dorados, de mangas largas y hombros desnudos. Las joyas que usaba demostraban la vida que tenía desde que nació. Sus zapatos eran tan bonitos que Mireya tuvo el deseo de tocarlos por su brillo.

—Quería creer que todo era falso, que no eras más que una carnada para atrapar a mis espías —incluso su voz sonaba encantadora para la joven sirvienta—. Pero, el ama de llaves me lo dijo todo —, se levantó del sofá y avanzó hasta Mireya, luego le dio una fuerte cachetada que la dejó atontada—. ¡¿Cómo te atreves a tocarlo?! ¡Harapienta!

—Yo… ah… no se…

—Por atreverte a soñar con ser duquesa, vas a pagar el precio cada día mientras esté aquí.

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Comments

Xime

Xime

serpiente doble cara

2023-01-05

1

Angi Jose

Angi Jose

y aquí está, el primer golpe de muchos de está serpiente llamada princesa😠😡🤬

2023-01-05

0

Total
Capítulos
1 PRÓLOGO
2 Capítulo 1: Nacida en el Ocaso
3 Capítulo 2: Una salida desesperada
4 Capítulo 3: Su nueva vida
5 Capítulo 4: Noche en lágrimas
6 Capítulo 5: En la mira del duque
7 Capítulo 6: La unica sirvienta del duque
8 Capítulo 7: Suspiros y trampas
9 Capítulo 8: El cruel rostro ante la mirada sumisa
10 Capítulo 9: Rebeldes y soledad
11 Capítulo 10: Heridas que sanar
12 Capítulo 11: Cancion nocturna
13 Capítulo 12: Ducado Aenker, el norte del imperio.
14 Capítulo 13: El frio corazón del duque
15 Capítulo 14: Al calor del fuego
16 Capítulo 15: Habitación cerrada
17 Capítulo 16: La princesa Casandra
18 Capítulo 17: La calma antes de la tormenta
19 Capítulo 18: La princesa quiere ser duquesa
20 Capítulo 19: El dolor es estar enamorada
21 Capítulo 20: Sin saberlo...
22 Capítulo 21: La última noche Parte 1
23 Capítulo 22: La última noche Parte 2
24 Capítulo 23: Comenzar de nuevo
25 Capítulo 24:Kenian, un pequeño lugar en Zalys
26 Capítulo 25: Si al sur vives, gentil eres
27 Capítulo 26: La guerra de él, la memoria de ella
28 Capítulo 27: La cruel imaginación
29 Capítulo 28: Flores marchitas
30 Capítulo 29: El muro que los separa
31 Capítulo 30: La futura reina no quiere una cita
32 Capítulo 31: Una obsesión incontrolable
33 Capítulo 32: Prueba de fe
34 Capítulo 33: Corazones sinceros
35 Capítulo 34: Trampa para preguntar
36 Capítulo 35: La promesa de Louren
37 Capítulo 36: El festival de la cosecha
38 Capítulo 37: De regreso al norte
39 Capítulo 38: La tristeza del Rey del Este
40 Capítulo 39: Una desición inocente
41 Capítulo 40: El primero en años
42 Capítulo 41: El duelo
43 Capítulo 42: La última rosa Parte 1
44 Capítulo 43: La última rosa Parte 2
45 Capítulo 44: El milagro de Mireya
46 Capítulo 45: Una nueva promesa
47 Capítulo 46: Deseos contenidos
48 Capítulo 47: El único heredero de Caleshen
49 Capítulo 48: Louden, el reino del oeste
50 Capítulo 49: El milagro para el rey y patriarca
51 Capítulo 50: El hombre sin culpa
52 Capítulo 51: Confrontación
53 Capítulo 52: Invernadero
54 Capítulo 53: Advertencia de salvación
55 Capítulo 54: La salvación del marqués Jassein
56 Capítulo 55: Mi luz
57 Capítulo 56: Por un nuevo ocaso
58 Capítulo 57: La fortaleza Roinar
59 Capítulo 58: Salvación cálida
60 Capítulo 59: La Santa
61 Capítulo 60: Sentencia en el mar
62 Capítulo 61: Al borde del fin
63 Capítulo 62: La trampa de Casandra
64 Capítulo 63: Milagro en el infierno
65 Capítulo 64: Justicia del este, Venganza del norte y Paz del oeste
66 Capítulo 65: Louren en el Ocaso
67 EPÍLOGO
Capítulos

Updated 67 Episodes

1
PRÓLOGO
2
Capítulo 1: Nacida en el Ocaso
3
Capítulo 2: Una salida desesperada
4
Capítulo 3: Su nueva vida
5
Capítulo 4: Noche en lágrimas
6
Capítulo 5: En la mira del duque
7
Capítulo 6: La unica sirvienta del duque
8
Capítulo 7: Suspiros y trampas
9
Capítulo 8: El cruel rostro ante la mirada sumisa
10
Capítulo 9: Rebeldes y soledad
11
Capítulo 10: Heridas que sanar
12
Capítulo 11: Cancion nocturna
13
Capítulo 12: Ducado Aenker, el norte del imperio.
14
Capítulo 13: El frio corazón del duque
15
Capítulo 14: Al calor del fuego
16
Capítulo 15: Habitación cerrada
17
Capítulo 16: La princesa Casandra
18
Capítulo 17: La calma antes de la tormenta
19
Capítulo 18: La princesa quiere ser duquesa
20
Capítulo 19: El dolor es estar enamorada
21
Capítulo 20: Sin saberlo...
22
Capítulo 21: La última noche Parte 1
23
Capítulo 22: La última noche Parte 2
24
Capítulo 23: Comenzar de nuevo
25
Capítulo 24:Kenian, un pequeño lugar en Zalys
26
Capítulo 25: Si al sur vives, gentil eres
27
Capítulo 26: La guerra de él, la memoria de ella
28
Capítulo 27: La cruel imaginación
29
Capítulo 28: Flores marchitas
30
Capítulo 29: El muro que los separa
31
Capítulo 30: La futura reina no quiere una cita
32
Capítulo 31: Una obsesión incontrolable
33
Capítulo 32: Prueba de fe
34
Capítulo 33: Corazones sinceros
35
Capítulo 34: Trampa para preguntar
36
Capítulo 35: La promesa de Louren
37
Capítulo 36: El festival de la cosecha
38
Capítulo 37: De regreso al norte
39
Capítulo 38: La tristeza del Rey del Este
40
Capítulo 39: Una desición inocente
41
Capítulo 40: El primero en años
42
Capítulo 41: El duelo
43
Capítulo 42: La última rosa Parte 1
44
Capítulo 43: La última rosa Parte 2
45
Capítulo 44: El milagro de Mireya
46
Capítulo 45: Una nueva promesa
47
Capítulo 46: Deseos contenidos
48
Capítulo 47: El único heredero de Caleshen
49
Capítulo 48: Louden, el reino del oeste
50
Capítulo 49: El milagro para el rey y patriarca
51
Capítulo 50: El hombre sin culpa
52
Capítulo 51: Confrontación
53
Capítulo 52: Invernadero
54
Capítulo 53: Advertencia de salvación
55
Capítulo 54: La salvación del marqués Jassein
56
Capítulo 55: Mi luz
57
Capítulo 56: Por un nuevo ocaso
58
Capítulo 57: La fortaleza Roinar
59
Capítulo 58: Salvación cálida
60
Capítulo 59: La Santa
61
Capítulo 60: Sentencia en el mar
62
Capítulo 61: Al borde del fin
63
Capítulo 62: La trampa de Casandra
64
Capítulo 63: Milagro en el infierno
65
Capítulo 64: Justicia del este, Venganza del norte y Paz del oeste
66
Capítulo 65: Louren en el Ocaso
67
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