Traela...

Amelie está decidida, va a huir. Si su reino está en problemas, no puede quedarse sin hacer nada.

Por la noche, cuando todos duerman, escapara vestida como campesina...

Asug hoy no traerá a nadie a su dormitorio, está tenso por los dichos de su esposa y para empeorar la situación, discute con su padre:

- Un hijo, es lo único que te pido ¿Por qué sigues negándote a tenerlo?

- No voy a permitir que otra mujer muera por mi causa.

- Lo único que debe importarte es que ese embarazo llegue a término. Un hijo de dos semidioses es la certeza de ganar esta guerra.

- ¿Te olvidas lo que esos fetos le causaron a mis anteriores esposas?

- Eso no le pasará a Amelie...

- ¿Cómo estás tan seguro, padre?

- Lleva la sangre de Ibeth.

- Su majestad... Me obligas a tener un hijo para sacrificarlo...

- Dijiste que harías lo que fuera para rescatar a tu madre... Dijiste que tener la cabeza de Tinius rodando entre tus pies, era lo que más deseabas. No amas a tu esposa por lo tanto no tendras que amar al niño. Todos, maldita sea, todos hemos sacrificado demasiado por esta causa.

- No quiero que Amelie muera.

- ¿Pero acaso no tienes aquí a su protector? El hombre de cabellos dorados, ese que la misma Ibeth salvo para convertirlo en el escudo de Amelie.

- ¿Dian? No hay certezas de que él pueda salvarle la vida a mi esposa...

- Eso no importa.

- Si me importa. Me maldijo el mismísimo Tinuis, mis dos esposas murieron torturadas de dolor en el parto. Mis hijos estarán malditos... ¿Aún así crees que a Tinius le interesa un bebé con sangre de dos semidioses?

- Tinius aparecerá cuando el bebé de la hija de Ibeth nazca. Sabes que lo hará. Ibeth y tu madre han sido las que lo desobedecieron y gracias a ellas, él debe permanecer oculto... Sin embargo, eso no nos asegura que en su escondite, no esté juntando más fuerzas. Eres el hijo de su esposa desobediente y ella es la hija de la Diosa Rebelde ¿De verdad crees que un niño de ustedes, no le atraería?

- Un hijo mío tendrá consigo la misma maldición que a mí me rige. Se convertirá en una bestia, esos fetos eran unas bestias que devoraban poco a poco a sus madres.

- Olvídate de ellas. No pienses en lo que le pasará a Amelie, después de todo, ella no te interesa... ¿O si?

- No.

- ¿Amelie te importa?

- Sabes que no puedo...

- ¿No puedes?

- No, desde mi maldición no puedo amar a nadie...

- Pero... Si Amelie te importa, entonces... Esa maldición no tiene poder sobre ella.

- Ella no me importa. Solo que no quiero que otra mujer muera dando a luz a mis hijos.

- ¿Entonces? ¿Tú plan funcionó? Cuando la ves con su protector, no sucede nada.

- Lo que más deseo en el mundo, es verla al lado de Dian.

- No sé porque, pero no te creo. He visto como miras a tu esposa... A las anteriores no las miraste jamas así...

- Si Amelie me importara ¿Qué crees que hará ella cuando descubra lo que soy?

- Cuando matemos a Tinius, tu maldición desaparecerá.

- Pero no mis recuerdos, de todo lo que hice siendo esta bestia.

- Vete ¡Vete! Odio tu debilidad. Eres mi hijo, eres un Gook, hijo del Rey y de la Diosa del Fuego ¿Crees que ella perdonaría tu cobardía?

- Mamá nunca fue igual a ti, ella no era despiadada.

- Y por eso, la capturaron.

Baroh sabe que sus palabras fueron muy lejos esta vez, odia herir a su hijo... Odia saber que no posee el poder suficiente para liberarlo de aquella maldición. Ha visto a su hijo convertido en una bestia sanguinaria y luego volver a su forma humana, pero jamás siendo el mismo. Grandes secuelas quedan en Asug cada vez que su maldición le hierve la sangre.

El principe maldito se encierra en su dormitorio ¿Y si Amelie conociera sobre mi maldición? ¿Ella me odiaría? ¿Si mi esposa supiera en lo que Tinius me convirtió, tendría miedo de mí? El príncipe llena su mente de preguntas.

Mientras tanto, Amelie ya tiene todo preparado para huir, tan solo unas cuantas prendas y sus joyas que venderá para obtener dinero que usará en su viaje. Pronto estaremos juntos, papá y nos libraremos de esta fatal alianza...

La noche cae pesada y oscura sobre Gook, no se oyen ruidos más que de los animales... Amelie tiene miedo y además no sabe si es la furia que tiene por las circunstancias vividas, pero su rostro se siente febril. Ella abre la ventana, el aire helado se mete por sus poros, su nariz está completamente roja. Agarra la bolsa que preparo con sus pertenencias y salta. Por supuesto que paso toda la tarde analizando como lo haría, así que ahora, solo pone en práctica sus observaciones. La princesa lo logra y ya está en los jardines del castillo, mira hacia todos lados, los guardias están lejos y algunos otros dormidos... Ella comienza a caminar escabullidamente por medio de los árboles para no ser vista. Tiene un mapa que encontró en los libros de la biblioteca del castillo, sabe por donde ir, pese a la dificultad que la oscuridad le está causando. Aún con sus conocimientos, es imposible no temer. Amelie trajo consigo una daga, por si debe defenderse... La princesa sabe que ya no hay vuelta atrás.

Después de varias horas, sus piernas empiezan a doler demasiado y su garganta también. La voluntad de la princesa decae...

Mientras que en el castillo el príncipe, después de tanto pensarlo, decide contarle la verdad a su esposa, toma una copa de licor y va para el dormitorio de ella. Golpea:

- Esposa... Escúchame... Necesito decirte algo.

Nadie le responde, Asug supone que es el enojo que aún perdura en ella.

- Amelie, por favor. Quizás si me escucharas, me entenderías...

- Amelie. Princesa...

- Bueno, me cansé de golpear tu puerta. Sé que estás ahí, y ahora que junte valor, no me voy a acobardar.

Asug entra y descubre que su esposa no está. La busca por todos lados y a gritos llama a los sirvientes:

- ¿Dónde está mi esposa?

- Mi señor, yo la dejé durmiendo. Lo juro...

- Llama a los guardias de los jardines. Llama a todos, mi esposa se fue. Llamen a Dian.

Asug revoluciona el castillo. Dian viene tan pronto como se enteró:

- Mi señor ¿Qué sucedió?

- Dímelo tu ¿No eres su protector? ¿No sabes acaso donde está ella?

- Intentaré saber dónde está.

- ¿Intentar?

- No la siento... No siento su energía, mi señor.

- ¿Pero acaso no estás enlazado con ella? ¿No eres tu el elegido por Ibeth para cuidar a su hija?

- Lo soy, pero mi señor, no sé que es lo que pasa... Debemos buscarla con urgencia.

Dian se convierte en un ave y vuela sobre la noche, buscando a Amelie. Asug moviliza a todos y se sube a su caballo:

- Vamos amigo, no me falles hoy. Debo encontrarla.

Pasan las horas y nadie trae noticias de la princesa. Asug comienza a perder la razón...

- Príncipe, mantenga su compostura... La princesa no debe verlo convertido en...

- Dian, debes traérmela... No la quiero perder. El principe está suplicandole a su sirviente.

Dian se va otra vez en búsqueda de la princesa. Asug comienza a sentir como su sangre quema, pero hay un aroma suave que lo calma...

- ¿Espo... Esposa?

Asug olfatea y definitivamente, ese perfume suave es ella... El príncipe encontró a su esposa.

Más populares

Comments

Emiux Emiux

Emiux Emiux

oh wow
anteriores ESPOSAS ?????

2023-02-06

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play