Esa misma noche, Amelie intenta concentrarse en su lectura, pero sus pensamientos la inundan... ¿Hoy esa mujer vendrá? Se pregunta ¿Mi esposo estará acompañado en estos momentos? Amelie suelta un suspiro... Su mente está agotada ¿Por qué Asug me lleva a este punto? No quiero sentir nada por el... Me siento sola, muy sola.
Mientras tanto, el príncipe vuelve a hacer llamar a otra doncella. Su sirviente le trae una jovencita hermosa. Y se asegura que la princesa lo sepa:
- Debe ser escandalosa, el príncipe desea que todos sepan que usted estará en la cama de él, hoy.
- ¿Escandalosa? Pregunta la joven, sin entender las palabras del sirviente.
- Sí... Cuando suba por las escaleras, ríase fuerte.
- Pero... Soy su amante, es indebido.
- Haga lo que le corresponda. Y si no es capaz de hacerlo, entonces buscaré a otra joven.
- No, no... Yo puedo. Seré escandalosa... Muy escandalosa.
- Bien, póngase su mejor atuendo y el perfume más puro que tenga y suba conmigo, al castillo.
La joven está emocionada, si el Príncipe se fijará en ella, quizás dejara de ser una sirvienta. Ser la protegida del futuro Rey, era algo que todas deseaban.
El sirviente la lleva, la chica se ríe con fuerza y su perfume se siente a la distancia. Amelie ya la escucho y no puede evitarlo, así que mira por el agujero de la cerradura de su puerta, y ahí ve como la joven entra a los aposentos de su esposo.
Amelie se ríe con tristeza. Disfruta esta noche, esposo... Dice en voz baja.
Unas horas después la chica se va y la princesa escucha. Su enojo es tan fuerte como su dolor. Amelie quiere negar lo que está sintiendo pero... Los sentimientos se han apoderado de ella y llora. Llora tanto que se duerme en la misma silla donde se la paso sentada, leyendo ¿Por qué Asug? ¿Por qué no me quieres?
Asug quiso espiarla y al verla dormida en la silla, no dudo en entrar y llevarla hasta su cama:
- Princesa ¿Por qué duermes ahí? Te enfriarás...
- ¿Estoy soñando? Ja... Por supuesto, mi esposo está calentando su cama con otra mujer.
- Amelie... Estoy aquí...
- Te odio Asug.
- Lo sé, perdóname...
- ¿Por qué me haces esto?
- Es por tu bien... Debes estar lejos de mi. Amelie, estoy maldito, es por eso que yo... Amelie perdóname. Asug la besa suavemente y se va.
Sale despacio sin hacer ruido de la habitación de su esposa y sin darse cuenta su padre lo estaba observando. Al verse, ninguno de los dos pronuncia palabra alguna, sólo se miran. Baroh se va y Asug entra a su habitación. Se mira en el espejo y se habla a sí mismo ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué me hiciste Amelie?
Al día siguiente:
La princesa no sabe si anoche soñó con su esposo o realmente el estuvo aquí. Una sirvienta le trae su desayuno y Amelie le pregunta:
- ¿El príncipe heredero estuvo aquí anoche?
- No, mi señora. Él no salió de su dormitorio hasta hoy, temprano, que fue a entrenar.
- ¿Segura?
- Si, mi señora. Muy segura. Tome su té, está calentito... Eso le hará bien.
La sirvienta ya había sido advertida por Asug, por eso, ella le mintió a Amelie.
Un rato después, alguien toca su puerta:
- Mi lady, debo entregarle algo.
- Pasa Dian.
Dian entra a la habitación de Amelie y saca de su tapado una carta.
- Es de usted, princesa.
- Gracias. Tiene que ser de mi padre, por los cielos, espero que así sea.
- Entonces, lea tranquila. Me retiro.
- No, Dian, espera. Quédate aquí... Hoy quiero que me lleves a conocer el pueblo.
- Será un gusto, le encantará las calles de Gook.
Amelie lee su carta, es de Lira:
"Mi querida princesa, cuánto nos hace falta aquí... Quisiera decirle que su padre goza de buena salud, pero no sé hasta cuando. La situación en Siom es estresante. Miles de hombres han sido sacados de su hogar para entrenar y partir a las guerras. Las mujeres y niños están a cargo de las cosechas y ganado. Pero tal parece que los enemigos de su esposo, están apropiándose de Siom y dificultan la entrada de alimento...
No quería decirle todo esto, su padre me lo prohibió. El Rey Carson está trabajando día y noche, sin parar, para que el reino no caiga en miseria. Por favor, mi Princesa, haga algo... Siom está en desgracia. Su padre está agotado, el pueblo teme y los enemigos son más fuertes que nosotros. Liberé a Siom de la familia de su esposo... Se lo ruego. Se lo suplico... Con afecto, Lira"
Amelie a medida que lee la carta, cambia su cara y sus ojos se llenan de lágrimas. Dian lo nota:
- Mi lady ¿Está usted bien?
- Mi reino... Mi reino está cayendo en desgracia.
- Mi lady, cálmese... No llore, por favor.
- Llévame con el. Llévame con tu señor.
- Princesa Amelie, no creo que sea lo correcto...
- ¡Llévame!
- Puedo llamarlo, espere aquí... Por favor, mi lady cálmese.
- Iré ahora.
Amelie sale de su cuarto, dispuesta a buscar a su esposo, lleva entre sus manos la carta de su querida Lira.
- Princesa, espere, afuera está muy frío... Abríguese. Dian corre detrás de ella.
Amelie no lo escucha, está guiada por su furia. El cielo comienza a tornarse gris y el viento sopla con fuerza. Asug quién practicaba con la espada, se detiene al observar como los árboles se mecían fuertemente y en eso su esposa llega:
- Asug, libera a mi reino. Amelie grita.
- Princesa ¿Qué haces así? Te enfermarás, está muy frío.
- Escúchame Asug, debes escucharme. Libera a mi padre de tus Malditas cargas.
Asug la cubre con su capa, Dian llega también con su tapado, pero al ver que el Príncipe con Amelie, decide quedarse ahí.
- No quiero tu maldita ropa. Quiero que me devuelvas a mi reino. Amelie llora.
- Vamos a hablar en otro lado, esposa. Asug se da cuenta de que sus hombres están presenciando el escándalo de Amelie.
- No me voy de aquí, hasta que me expliques el porqué de tus acciones contra mi reino.
Asug la levanta y la lleva a una zona sin gente que los escuche.
- Cálmate, esposa, calma.
- No me llames así, odio ser tu esposa... Odio estar aquí.
- Lo sé, sé que me odias.
- Liberame... No podemos luchar contigo...
- Amelie ya no hay vuelta atrás.
- Mi pueblo cae en miseria... Destruiste todo el trabajo honesto de mi padre. Asug, por Dios... Tiene que existir un poco de compasión en tu corazón.
- No lo hay. Amelie, no hay nada bueno dentro de mí. Tu padre accedió a esto, él sabía cuál era el costo...
Amelie se arrodilla ante Asug:
- No, no princesa, no hagas esto.
- Te lo ruego...
- Amelie ya es tarde. La rebelión comenzó... Nuestros reinos son aliados en esta guerra...
Asug la levanta y seca las lágrimas de su esposa.
- Estás helada, te enfermarás.
- Mi pueblo también pasa por frío...
- Mierda ¿Qué esperabas, esposa? ¿Eh? Sabias que esto pasaría... Es una guerra contra el maldito Imperio... Lo sabias.
- Está bien, Asug... Si tú no harás nada por mi reino, no me culpes de lo que yo vaya a hacer.
- Amelie, espera... Espera no te vayas... Escúchame.
La princesa se aleja de su esposo. El frío comienza a sentirse en su piel. Al volver al castillo, se presenta ante su suegro:
- Princesa... Que escándalo ha causado.
- Su majestad, lamento lo ocurrido.
- ¿En qué puedo ayudar a mi nuera? Además de pedirle a las sirvientas que le traigan abrigo.
- Mi reino está sufriendo... Debe liberarnos...
- Nuera, considero que usted entendió bien cuáles son mis condiciones.
- Es que... No puedo darle un nieto, su hijo no quiere.
- Entonces, no puedo negociar.
- Por favor, tenga compasión... La que su hijo me niega.
- Querida princesa, el fruto no cae lejos del árbol. Asug es así, porque eso aprendió de mí. Dame un nieto y libero a tu padre de nuestra alianza. Es mi única condición. No sé cuantas charlas más tendremos sobre este mismo tema.
- Le aseguro, su majestad, que esta es la última.
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